C iudad Juárez, Chihuahua. 2 de mayo de 2015. (RanchoNEWS).-Una vez que el escritor Álvaro Uribe recibió el Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, aseguró que la narración es un concierto y desconcierto de voces múltiples donde cada una brinda su propia versión de la historia y cada uno de sus personajes es él mismo. Reporta desde la ciudad de México para Excélsior Juan Carlos Talavera.
El autor, reconoció durante la lectura de su discurso titulado La ficción y la forma, que cualquier libro, que aspire a tener una forma artística, es susceptible de que los lectores se asomen en él y hagan sus propias críticas y opiniones, aunque no todas resulten igual de inteligentes.
Por ejemplo, dijo, para algunos lectores ingenuos sus libros son vistos como objetos del realismo, donde lo real –en una frase simple– es todo lo que está fuera de los libros. «Y agregaré, no sin candidez, que temo ser uno de esos lectores».
Pero desde su mirada, el realismo no es esa escuela o corriente narrativa menos artificiosa que otras, ni tampoco es verdad que se trate de una transcripción exacta de los fenómenos reales.
«Por el contrario, el realismo es la más artificial de las maneras de narrar. O díganme ustedes si les parece muy natural que el narrador de una historia, sin tener ninguna participación en ella, ni siquiera como testigo, sepa todo lo que piensan, sientan y sueñen sus protagonistas», cuestionó ante la mirada atenta de otros colegas como Mario Bellatin, Pura López Colomé y José de la Colina.
Pues lo que nos maravilla y cautiva de las grandes novelas realistas de Tolstoi, Zola o del heredero de ambos: Mario Vargas Llosa, no es su pretendido apego a la realidad sino su perfecta y autosuficiente irrealidad.
Aseguró que él mismo, aunque de manera menos monumental, ha experimentado esa forma de narrar y reproducir el habla, aunque en sus novelas nunca hay un narrador omnisciente.
«O si parece haberlo, esas páginas escritas en tercera persona del singular, conforme a los preceptos del realismo tradicional, pueden atribuirse a uno u otro de los personajes. Por lo demás, la narración es un concierto y desconcierto de voces múltiples que brindan cada una su propia versión de la historia».
Otra crítica que los lectores han realizado sobre sus novelas, explicó, es que son tachadas de autobiográficas. «No voy a negar que escribo sobre todo acerca de lo que soy, pero lo que soy no se reduce a lo que experimento en carne propia. Soy además lo que pienso, lo que siento, lo que imagino, lo que sueño, lo que recuerdo, lo que olvido».
La materia de sus libros, añadió, es lo que le sucede a otras personas o lo que otras personas le cuentan de sí mismas, de otras personas que conoce o que jamás conocerá.
«Soy en gran medida lo que leo y por supuesto lo que veo en el cine, la música que escucho, los cuadros y esculturas que contemplo y los edificios por los que transito, lo que me llega por la televisión y lo que aprendo por internet».
Esa es la materia de sus libros. Y aseguró que aunque ha escrito cuentos fantásticos o novelas históricas, no sería exagerado decir que es un autobiógrafo serial.
«Sin compararme en modo alguno con Flaubert, todos mis personajes son yo, no en balde le advierto a propios y extraños que cuiden lo que me cuentan pues tarde o temprano se usará en su contra, víctimas reiteradas de mi enojosa presencia a apropiarme de las vida ajenas», dijo.
Instaurado en 1955, el Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores se fundó en 1955 a iniciativa del crítico literario Francisco Zendejas, el cual tuvo desde sus inicios el propósito de estimular, apoyar y difundir las letras mexicanas.
REGRESAR A LA REVISTA
