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Entre los galardonados están Dávalos, Gurría, Luna, Felguérez, Appleton, Savín y Monteros, entre otros. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 4 de septiembre de 2015. (RanchoNEWS).- -Por sus innegables méritos artísticos, el director de orquesta y compositor Francisco Savín, la escritora Amparo Dávila, el escenógrafo e iluminador teatral Alejandro Luna, la actriz Rosenda Monteros, la coreógrafa Cecilia Appleton, el arquitecto Fernando López Carmona y los artistas plásticos Ángela Gurría y Manuel Felguérez recibirán la Medalla Bellas Artes 2015, informó el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). Una nota de la redacción de Excélsior.
A Francisco Savín se le reconoce como uno de los directores más importantes de nuestro país. Las orquestas sinfónicas Nacional y de Xalapa vivieron una de sus etapas más significativas cuando él estuvo al frente de ellas, debido a su aspiración constante hacia la excelencia musical.
Alejandro Luna, arquitecto, iluminador teatral, extitular de Teatro del INBA y, posiblemente, «el mejor escenógrafo de México por unanimidad», a decir de Vicente Leñero, fue merecedor del Premio Nacional de Ciencias y Artes, en el área de bellas artes, en 2001, y exdiscípulo de Enrique Ruelas, Fernando Wagner, Antonio López Mancera y Justino Fernández. Estudió arquitectura y arte dramático en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Desde 1970 imparte clases y talleres de escenografía en diversas ciudades del mundo.
Rosenda Monteros, actriz que actualmente pertenece al elenco estable de la Compañía Nacional de Teatro, estudió con Seki Sano, Enrique Ruelas, Álvaro Custodio, Tania Balachova, Marcel Marceau, Luis Rivero, José Luis Ibáñez y Ludwik Margules, y trabajó con directores como Raúl Cardona, Héctor Mendoza, Xavier Rojas, Miguel Sabido, Rafael López Miarnau, Manuel Montoro, Juan José Gurrola, Luis Basurto y Enrique Pineda.
La narradora y poeta Amparo Dávila obtuvo el Premio Xavier Villaurrutia en 1977 por Árboles petrificados. Fue becaria del Centro Mexicano de Escritores en 1966. La crítica ha situado su obra a la altura de la de Juan Rulfo, Juan José Arreola, Efrén Hernández y Guadalupe Dueñas. Otros libros suyos son Muerte en el bosque (1985), Tiempo destrozado (1959), Música concreta (1964) y Poesía reunida (2009).
La coreógrafa Cecilia Appleton se distingue por el uso de gestos expresivos que recuperan la fragilidad del ser humano, un lenguaje personal que surge de su propio imaginario y una constante reelaboración de su trabajo artístico. Sus piezas se han escenificado en festivales nacionales e internacionales. Su actual premisa dancística parte del impulso emotivo de la actividad cotidiana y del movimiento estilístico de un cuerpo entrenado en varias técnicas, como Graham, Limón, Falco, Cunningham, Release, Francis y el yoga.
Fernando López Carmona es un arquitecto que, desde los años cuarenta, trabajó con maestros de la disciplina como Enrique de la Mora y Félix Candela. Más tarde se interesó en perfeccionar los cascarones de concreto de superficie reglada en su propia producción arquitectónica; experimentó el uso de los elementos presforzados, cuya prueba fue la gasolinera ubicada en la esquina de Sagredo y Revolución, actualmente modificada; construyó la alberca del Colegio Simón Bolívar en Mixcoac, obra en la que se incorporaron al proceso de prefabricación los murales ideados por su hermano Armado, y edificó el templo La Asunción de María para la Unidad Habitacional Alianza Popular Revolucionaria, en la que realizó una cubierta mediante el uso de pequeñas piezas prefabricadas.
Una de las escultoras más importantes de la escena plástica de México en el siglo XX es, sin duda, Ángela Gurría, quien, en su afán por utilizar la naturaleza como punto de referencia, dedicó infinidad de obras a este tema, como Homenaje a la ceiba (1977), la Espiral Serfin (1980) y El corazón mágico de Cutzamala (1987), sin olvidar que ha realizado varios proyectos de arquitectura integral.
Manuel Felguérez forma parte de la primera generación de artistas mexicanos abstractos confrontados con la tradición de la Escuela Mexicana de Pintura, es decir, la llamada generación de la Ruptura, integrada por Vicente Rojo, Fernando García Ponce y Lilia Carrillo, entre muchos otros.
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