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El poema Oda a Picasso (1919) y el ensayo Picasso (1923), ambos de Jean Cocteau, han sido rescatados ahora por la Fundación Picasso, con sede en la Casa Natal del artista en Málaga (sur de España), dentro de su colección Textos recuperables. (Foto: Tomada de museosvirtuales.azc.uam.mx)
C iudad Juárez, Chihuahua. 7 de junio de 2016. (RanchoNEWS).- El pintor Pablo Picasso ejerció sobre Jean Cocteau una «fascinación absoluta» y fue como un «hechizo» que hizo al poeta francés situarlo por encima de escuelas y modas pasajeras y asegurar en un ensayo de 1923 que el español tuvo en común con otros grandes genios haber «abierto camino» a quienes vinieron detrás. Una entrega de AP
El poema Oda a Picasso (1919) y el ensayo Picasso (1923), ambos de Jean Cocteau, han sido rescatados ahora por la Fundación Picasso, con sede en la Casa Natal del artista en Málaga (sur de España), dentro de su colección Textos recuperables.
En el caso del ensayo, «pretende ser ante todo literario, porque Cocteau quiere evitar la jerga de los críticos de arte y la intervención de la filosofía y el psicoanálisis», señaló hoy en la presentación el poeta y traductor Antonio Jiménez Millán, autor de la versión y del prólogo introductor.
«Todo el texto tiene una coherencia y no se diferencia mucho la aproximación a Picasso de la que luego harán los surrealistas, sobre todo Breton y Éluard, aunque Cocteau se llevara bastante mal con ellos», añadió Jiménez Millán.
El ensayo quiere «hacer frente al descrédito de las escuelas de vanguardia», porque inmediatamente después de la Primera Guerra Mundial se desacreditó sobre todo al cubismo.
«Con el auge del nacionalismo político, todo se considera una influencia extranjera, y se habla del cubismo incluso como un fenómeno 'boche', alemán, en sentido despectivo», según el traductor.
En el apartado de curiosidades, Cocteau subraya que Picasso «pertenece incondicionalmente a Francia y ha puesto todos los trucos de su raza y de su formación al servicio de Francia».
Sin embargo, al mismo tiempo habla de sus orígenes en Málaga y relata la anécdota «del tranviario malagueño que conducía el tranvía más rápido o más lento según lo que cantaba, que sin duda le había contado Picasso».
Cocteau se «enorgullece» además de haber sacado a Picasso del «círculo estrecho» de París en el que se movían los cubistas, entre los barrios de Montmartre y Montparnasse, y de haberlo llevado a Roma para crear los decorados del ballet Parade, de la compañía de Sergei Diaghilev, y con música de Erik Satie, donde el malagueño conocería a su primera mujer, Olga Khokhlova.
Según Jiménez Millán, Cocteau establece «un contraste claro entre los pintores realmente nuevos que aportan algo a la modernidad y lo que llama pintores domingueros, todo el repertorio de pintores del siglo XIX, románticos y costumbristas».
«La ironía muy punzante de Cocteau apunta a la fidelidad fanática a las escuelas, de la que Picasso sabe escaparse desde un principio», señaló el traductor.
Por su parte, Luis Martínez de Merlo, que ha traducido y prologado la Oda a Picasso, apuntó que es «un texto de unas imágenes muy modernas, que todavía no son surrealistas, pero sí muy rompedoras».
Este poema «no deja de ser un homenaje a Picasso, que se puede comparar con el cubismo analítico inicial del malagueño, que lo que hace es romper y, una vez que ha roto, ir cosiendo los pedazos de lo que ha roto».
«Uno era un brutote hispánico y el otro, una porcelana de Sajonia, pero cuajaron bien y mantuvieron una gran amistad», agregó Martínez de Merlo.
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