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Las 150 obras que escribió el jalisciense se han interpretado y grabado poco; quedan piezas inéditas como la ópera Cihuatl y otras sinfonías. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 21 de junio de 2016. (RanchoNEWS).- «La obra del compositor jalisciense Arnulfo Miramontes (1881-1960) se encuentra en el olvido porque muy pocos pianistas y directores de orquesta se han atrevido a tocar las piezas que son un símbolo emblemático del nacionalismo mexicano», dice a Excélsior Héctor Ruiz-Esparza Miramontes, sobrino nieto del músico mexicano, quien resguarda el archivo con las partituras y fotografías del creador que estudió al cuidado de Martin Krause, discípulo de Franz Liszt. Juan Carlos Talavera reporta para Excélsior.
Hasta el momento, instituciones como el Conservatorio Nacional de Música, la Orquesta Sinfónica Nacional, la Universidad Autónoma de Aguascalientes, las autoridades culturales de Jalisco y el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Musical «Carlos Chávez», representado por la investigadora Gloria Carmona, han manifestado su interés por estudiar y recuperar la obra de Miramontes, «pero las buenas intenciones han quedado en el aire, porque cuando llegan nuevas autoridades… todo se olvida».
Incluso, reconoce que en los últimos seis años sólo se han interpretado seis de sus piezas, pero de forma aislada: Baile sinfónico Iris, Obertura Primavera, Baile Azteca, Misa Réquiem y Sinfonía No. 1, con el apoyo de la Orquesta Filarmónica de Querétaro y el director Rodrigo Elorduy.
Apuntó que existen varias obras extraviadas, por ejemplo su ópera Anáhuac, escrita en 1917 y estrenada en el Teatro Virginia Fábregas, un drama lírico en tres actos; y a ésta se suma una serie de mazurcas para chelo y piano, sonatas para violín y piano, una canción nupcial, y la pieza Juana de Asbaje, de la que se conoce poco.
«Miramontes tuvo muchas dificultades para reponer su obra, porque en aquel tiempo había muy poca difusión. Pero tras su muerte, en 1960, la situación se agravó porque dejó su archivo a la hermana de mi mamá, que vivía en Aguascalientes, y por mucho tiempo mantuvo el acervo en resguardo».
Legado, en el olvido
Pocos pianistas y directores de orquesta se han atrevido a tocar las piezas del compositor mexicano, considerado uno de los símbolos del nacionalismo
El archivo de Arnulfo Miramontes también contiene obras inéditas. Es el caso de la ópera Cihuatl, la Tercera Sinfonía, que hace un par de años sería estrenada por la Orquesta Sinfónica de Michoacán, pero al final no se concretó, la Sinfonía Setofk y el Andante religioso.
Además de un importante número de fotografías, como las que se muestran en esta edición, y algunos documentos aún por estudiar.
Esparza Miramontes recuerda que hace algunos años sostuvo encuentros con Ricardo G. Miranda, exdirector del Conservatorio Nacional de Música.
«Él me abrió las puertas del Conservatorio en aquella época en que se realizaran los festejos por el Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución… y en teoría se programaría una gran actividad, pero al final todo quedó en el olvido».
Y explicó que salvo el trabajo que recientemente han realizado músicos como Rodolfo Ritter –que este año publicará un disco con obras recuperadas–, Rodrigo Elorduy, José Miramontes, Román Revueltas y Bernardo Jiménez Casillas, «otros no se han atrevido, no han querido o quizá no pueden abordar su obra.
«Pero lo curioso es que todos los directores de orquesta siempre hablan del nacionalismo y la música mexicana, pero en sus repertorios orquestales no se refleja esa idea», apunta.
¿Qué piezas destacaría de Miramontes?, se le pregunta. «El corpus de su obra está integrado por más de 150 obras. Su primera sinfonía la compuso hace un siglo, el 14 de julio de 1916, y la estrenó en el Teatro Abreu; la segunda data de 1939 y fue interpretada por el maestro Francisco Savín, en el Palacio de Bellas Artes, dentro del Festival de Música Sinfónica de Compositores Mexicanos; mientras que la tercera permanece inédita», dice.
Otras obras relevantes son El baile Iris, que estrenó en 1959, poco antes de morir; La leyenda de los volcanes y la ópera Anáhuac, que llevó al Palacio de Bellas Artes en 1944; la Suite Sinfónica Mexicana, la Obertura Primavera, que estrenó en el Konservatorium der Musik de Berlín, en 1909; y el Allegro Scherzando, que data de 1917, entre muchas otras, destacó.
¿Hay algún detalle biográfico que quisiera puntualizar de este compositor? «En una ocasión mi tío fue invitado a participar en un concurso, donde compitió con Poema Sinfónico de la Revolución Mexicana.
«La obra obtuvo el segundo lugar, pero Miramontes criticó públicamente a las autoridades porque no concebía que se premiaran las obras sin que éstas fueran tocadas. Para él, dar un veredicto acertado sólo era posible si las piezas se escuchaban».
Creador sin biografía
Por su parte, el pianista Bernardo Jiménez Casillas, quien en 2013 trabajó la primera tesis integral sobre la música de este compositor relegado, ha destacado que «Miramontes fue uno de los músicos que más participación tuvo dentro del escenario musical mexicano de la primera mitad del Siglo XX, formando parte de una brillante generación de artistas que delinearon la vida musical de un país que en ese entonces tenía inmensa sed por adquirir una identidad propia que pudiera reconocerse como mexicana.... Es, como todos los músicos de esa generación, un autor que encuentra el acento espiritual de la época».
Mientras que el productor y musicólogo Ángel Augusto Ramírez considera que Miramontes puede ser considerado el más alemán de los compositores románticos mexicanos.
«Además, al parecer es el primero en escribir una sonata para violín y piano, así como formas y estructuras infaltables de su tiempo», comentó.
Para concluir, Héctor Ruiz-Esparza Miramontes recuerda que su tío abuelo nació en Tala, Jalisco, «pero por lo que recuerdo era un hombre de una apariencia melancólica. Él vivía para dar sus clases y le gustaba viajar a Querétaro, Celaya, León, Guadalajara, Zacatecas, Aguascalientes y la Ciudad de México, donde daba clases y tocaba su obra».
Recientemente, el sello discográfico Urtext grabó tres discos con romanzas, mazurcas, música de salón y música para niños.
Sin embargo, la parte más voluminosa y vital de su obra ha permanecido en el silencio y, por alguna razón que se desconoce, su obra orquestal se mantiene en el olvido.
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