Rancho Las Voces: Obituario / Kirk Douglas
(6) El retorno de Francis Ford Coppola

jueves, febrero 06, 2020

Obituario / Kirk Douglas

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Muere Kirk Douglas, último superviviente del Hollywood dorado. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 6 de febrero de 2020. (RanchoNEWS).-Fue, qué duda cabe, una de las grandes estrellas de Hollywood, y uno de los últimos sobrevivientes de la era de oro de los grandes estudios. Tenía casi tantas películas como años. Y eso que murió –según anunció el miércoles su hijo Michael— a los 103. Recio, de mandíbula tensa y punzante como un ariete, y con los dientes siempre apretados, protagonizó películas legendarias, como La patrulla infernal y Espartaco, a las órdenes de Stanley Kubrick, y otras tremendamente populares, como 20.000 leguas de viaje submarino, pero nunca ganó un Oscar al mejor actor. La Academia de Hollywood debió resarcirlo en 1996 con una estatuilla honoraria al conjunto de su carrera, que él recibió alborozado de manos de Steven Spielberg.

«Hijo de inmigrantes judíos analfabetos rusos», como él mismo confesó en su autobiografía, Issur Danielovitch Demsky había nacido el 9 de diciembre de 1916 en un suburbio fabril de Nueva York. Como si fuera la encarnación del sueño americano, a fuerza de pura voluntad personal pudo salir del gueto, conseguir una beca y estudiar en la American Academy of Dramatic Arts. La Segunda Guerra Mundial truncó su carrera en Broadway, pero a su regreso del frente su excompañera de estudios Lauren Bacall lo convenció de que probara suerte en Hollywood. El productor Hal B.Wallis le vio pasta y le dio un papel secundario pero importante en El extraño amor de Martha Ivers (1946), junto a Barbara Stanwyck. Fue el primero de tres film noirs que lo catapultaron a la fama. En Retorno al pasado (1947), del maestro del claroscuro Jacques Tourneur, compartió ese laberinto de flashbacks con Robert Mitchum y Jane Greer. Y en la noche eterna de Yo sólo me basto (1947) se hizo amigo de Burt Lancaster, con quien compartió el cartel estelar en siete oportunidades.

Una nota de Luciano Monteagudo para Página/12

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