George Steiner. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 3 de febrero de 2020. (RanchoNEWS).- Enterado al mediodía de la muerte de George Steiner, que convierte al 3 de febrero en día de guardar, navego por la red en busca de información sobre su deceso. Antes de teclear el inevitable y solemne obituario –ya lo haré en breve– me encuentro con el detalle de que Steiner, cosa nada rara en un europeo de su generación, tocaba el piano como pasatiempo. Y recuerdo el parecido físico que siempre hallé entre el crítico nacido en París y el pianista Alfred Brendel, el intérprete de Beethoven y Schubert, además de sofisticado crítico musical.
Viendo fotos me doy cuenta que sólo comparten Steiner y Brendel (nacido en la antigua Checoslovaquia en 1931) un aire de familia y ni siquiera pasarían por primos. ¡Pero qué familia! Nada menos que la de la Ilustración, que los totalitarismos del siglo XX se empeñaron en borrar de la faz de la tierra y de la cual Steiner quizá fue el último de los grandes humanistas. Desde la crítica literaria en el periodismo del más alto perfil (en The New Yorker, donde substituyó a Edmund Wilson en 1965, nada menos) hasta la crítica literaria (otra vez) con el tratado minucioso sobre la traducción, el sentido de la literatura, la dificultad en la filosofía, el destino de la poesía, las memorias, los libros no escritos. Tampoco se arredró ante el cuento y la novela (donde sus contribuciones fueron más bien modestas, como las de los críticos Sainte–Beuve y Cyril Connolly antes que él).
Christopher Domínguez Michael escribe el obituario para Letras Libres
El obituario