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Momento del montaje (Foto: JMV)
C
iudad Juárez, Chihuahua. 7 de marzo de 2014. (RanchoNEWS/JMV).- En una Ciudad Juárez post apocalíptica, de nuestra trágica historia, nos encontramos presenciando esa gran lucha por una sanación que solo se puede dar en base del amor, el reconstruir el amor por sobre todo, el rescatarnos gracias a la bendita fuerza de la mujer y sus dolores de amor que han de parir un mejor mañana.
Candilejas del Desierto compañía teatral de la UACJ dirigida por Virginia Ordoñez Hernández, nos presenta este montaje «resultado de un proceso de trabajo dentro de un laboratorio escénico, con la participación de actores de la comunidad universitaria estudiantes, egresados y docentes. Estructurado con textos bíblicos, de Johan Wolfgang Von Gothe, de Federico García Lorca y de creación colectiva, producto de un proyecto de experimentación de trabajo interno del actor, a través de diversos estímulos, dentro de un marco poético y metafórico del contexto actual de nuestra ciudad con un paralelismo milenario»
Tempus interpretado por el tenor Víctor Hugo de la Rosa canta «se desvaneció para siempre mi sueño de amor» de la aria E luccen le stelle de la Ópera Tosca de Giacomo Puccini mientras Rosa (Olga Tsuda) y Daemon (Erik Basurto Huerta) desempolvan su amor. Y de unas rejas se oyen las voces de los vientres vírgenes, quienes nos dicen, que ha quedado de esta desmoronada ciudad.
Daemon desde las alturas nos provoca a verlo a los ojos, subrayando que están vacios, pareciera decirnos: sus ojos también están muertos. Los soplos de esperanza aparecen aplomados a la tierra. La fuerza del rojo se ha apoderado de la escenografía diseñada por la directora del montaje apoyada con una iluminación diseñada por Ileana García.
Al centro del escenario aparece Peregrina (Valerie Rodarte), sobria, tranquila, se pudiera decir que fría al recibir los reclamos de los vientres vírgenes, quienes le reclaman el caos y desamor reinantes. Más ella las llama a la calma como suprema madre comprensiva.
La esperanza toma forma en las palabras de Rosita (Carla Meraz) que busca su camino por el amor, palabras que hacen bailar a Illusio (Edgar Nevárez).
Peregrina es juzgada por su afán de advertirles a Rosa y Victa (Virginia Ordoñez) sobre Daemon, por las consecuencias de otra relación con él.
Rosa nos confiere su necesidad de gozo, versa en la necesidad del que ese otro le hace ser fuerte, aunque aun la desgracia reina en ella. Ella debe ser la gestora de la sanación. Y la necesita al igual que todos la necesitamos.
Victa enfrenta a Peregrina, la acusa de tolerancia excesiva, se enfrenta fuerte a sabiendas que su mutuo amor no impide sus tristes recuerdos del ayer. Victa se ha vuelto en un ángel negro, caído, no por buscar las alturas si no por la condena de ser esa que ya no tiene y necesita el amor, la esperanza.
Pareciera que se reconfortan Daemon y Victa al bautizarse mientras irrumpe la danza premonitoria de Agonie (Edgar Nevárez), Peregrina atestigua el sacrificio final de Victa para con Daemon quien coronado como Cristo se funde con ella en un final anhelado, Rosa nos brinda luz en esa esperanza la cual voltea a ver a su madre sorprendida, mientras Tempus canta de la aria Nessum Dorma de la Opera Turandot de Giacomo Puccini «¡Venceré! ¡Venceré!»
«El más terrible de los sentimientos es el sentimiento de tener la esperanza muerta»
Federico García Lorca.
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