Nicolas Cage y Willem Dafoe se reencuentran en Como perros salvajes, la nueva película de Paul Schrader. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 27 de enero de 2017. (RanchoNEWS).- Esta es la historia de tres delincuentes de poca monta en los bajos fondos de una ciudad estadounidense de segunda, incapaces de adaptarse a la vida civil tras salir de la cárcel. Deciden abandonar el crimen de una vez por todas, pero antes quieren ejecutar su último gran golpe: el encargo de un mafioso que los contrata para secuestrar al bebé del capo de una banda rival. Huelga decir que las cosas se torcerán por el camino. La nueva película de Paul Schrader, Como perros salvajes, propone una nueva vuelta de tuerca a este género inagotable, inspirándose en la disparatada novela de culto Dog eat dog, de Edward Bunker. El filme supone el reencuentro de dos actores que llevaban más de 25 años sin coincidir en pantalla: Nicolas Cage y Willem Dafoe, que ya protagonizaron juntos Corazón salvaje. En un diálogo lúcido –y, a ratos, también delirante–, ambos reflexionaron sobre el tiempo transcurrido desde entonces en el pasado Festival de Cannes, donde la película clausuró la Quincena de los Realizadores. Álex Vicente los entrevista en París para El País.
¿Cómo han cambiado desde Corazón salvaje?
Willem Dafoe. A mí, se me han caído un poco los testículos… [risas].
Nicolas Cage. Ya ni me acuerdo de ese tiempo. Éramos unos críos. Diría que caminábamos más ligeros, que éramos más inocentes. Yo me he transformado varias veces desde entonces. Cuando pienso en ese tiempo, siento nostalgia por esos días en que no existía Internet.
W. D. Pero la nostalgia mata, así que es mejor no acomodarse mucho en ella… En realidad, cuanto mayor me hago, más feliz me siento. Lo único que no me gusta nada es que todo sucede a una velocidad imparable.
N. C. Yo echo de menos ser famoso antes de que existieran el sida y los teléfonos con cámara. Esas dos cosas lo cambiaron todo en nuestra civilización…
¿Cómo ha cambiado la industria del cine desde entonces?
N. C. Ahora se toman menos riesgos. Se vuelve a rodar una y otra vez la misma historia con los mismos actores, porque se ha demostrado que eso genera dinero y lo más importante es recuperar la inversión. Es algo que también pasa en el cine independiente. Te contratan para hacer un drama, pero luego lo venden como si fuera una película de acción, solo porque hace un millón de años hiciste una película de aventuras que funcionó…
W. D. Ya no existe lealtad por la cultura, ni inversión alguna en la cultura. Solo hay lealtad e inversión en el consumismo. Y eso no es nuevo, pero ahora sucede más. Una película como esta solo logra financiación porque Nicolas ha aceptado protagonizarla.
Los dos han trabajado para los grandes estudios, pero los proyectos más determinantes en sus carreras están al margen de ese sistema…
W. D. Los míos, desde luego. Excepto Spiderman, tal vez.
N. C. Los míos también. Las películas que más me han marcado fueron proyectos pequeños, como Hechizo de luna, Arizona Baby o Leaving Las Vegas. Luego vinieron Con Air, Cara a cara o La roca, con los que más se me asocia ahora. Esas películas de acción lo eclipsaron todo, aunque ese periodo solo duró un par de años. Me colgaron la etiqueta de héroe de acción, cuando en realidad solo estaba fingiendo ser uno…
¿Nunca se sintió cómodo en ese papel?
N. C. Lo que quiero decir es que me suponía un reto. En esas películas tienes muy poco tiempo para desarrollar tu personaje y para vendérselo al público. Rodar cine de acción es como hacer un puzle. Con lo que no estoy cómodo es con la etiqueta héroe de acción. Mis raíces son mucho más eclécticas. Dejé de rodar esas películas cuando todo el mundo empezó a preguntarme solo por ellas en las entrevistas. Quise volver a hacer drama, que siempre ha sido lo que más me gusta…
W. D. Yo no he tenido ese problema. A mí me interesa más desaparecer. Hay actores que funden el papel en lo que ellos son, y otros que prefieren fundirse en el papel. Yo soy más bien de los segundos. Lo que más me interesa es plegarme a la visión de un director. Adaptarme a una historia con la que no me identifico necesariamente me hace sentir más flexible, más vivo y mejor persona. Nunca me ha interesado forjarme un personaje. Técnicamente, supongo que soy una estrella de cine, porque he protagonizado películas y alguna gente me reconoce por la calle. Pero no es así como me veo. En realidad, solo soy un tipo que acude al rodaje y ayuda a un director a hacer una película.
¿Creen que todo intérprete tiene un espectro limitado de registros, o las posibilidades son infinitas?
W. D. Una de las cosas más importantes, cuando uno se dedica a este oficio, es la flexibilidad. Hay personas que la tienen, y otras que no. Yo creo que sí la tengo.
N. C. Es algo con lo que naces. Algunos actores tienen un rango mayor que otros, eso es así. Supongo que, con la ayuda de un buen director, puedes lograr convertirte en otra cosa. Pero tampoco veo por qué hay que aspirar a tocar todos los palos. Por ejemplo, yo nunca he hecho porno…
W. D. Pues yo, sí… [risas].
N. C. ¡Cuéntamelo!
W. D. Ahora te lo cuento, cuando este chico se marche…
Paul Schrader el lento declive del transgresor
La primera vez que Paul Schrader trabajó con Nicolas Cage, el resultado fue catastrófico. Los productores les quitaron el control sobre su anterior proyecto, Caza terrorista (2014), que fue repudiado públicamente por ambos. Decidieron reincidir con Como perros salvajes para quitarse el mal sabor de boca. Schrader cuenta con cada vez menos margen de maniobra para sus peculiares propuestas, siempre alejadas de las fórmulas conocidas y del peso de la convención. «Cuando voy al cine, me pregunto por qué la gente no se duerme. Siguen rodando la misma historia una y otra vez. Me pregunto qué droga toma el público para no dormirse», responde. «En este caso, me interesaba repensar el género de la película de gánsteres en esta era, después de Scorsese, de Tarantino y de Guy Ritchie. Pero eso ya no interesa a los estudios, que hoy solo hacen dibujos animados».
¿Que uno de los mayores guionistas del último medio siglo, autor de los diálogos de Taxi driver o Toro salvaje, no logra financiar sus películas es un síntoma definitivo de un Hollywood enfermo? Schader sonríe al escucharlo. «En realidad, hoy no es más dificil hacer películas. Al revés: es más fácil, porque todo se ha vuelto más barato. Lo difícil es que ese abaratamiento de la tecnología ha venido acompañado de un tsunami de productos. Solo en Estados Unidos, existen 400 películas», relata Schader. «Lo que es más difícil ser transgresor, porque hoy todo es transgresor. Por ejemplo, ¿cómo parodia uno a Donald Trump?», se preguntaba Schrader, cinco meses antes de su victoria electoral, cuando ya se mostraba preocupado por el resultado. «Vivimos en una guerra cultural. La democracia está basada en la idea de que el ciudadano común es un ser inteligente. Ahora vamos a descubrir cómo de inteligentes son».
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