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jueves, enero 26, 2017

Libros / España: La llegada de Trump convierte «1984» en bestseller en EE UU

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Ejemplar de la primera edición de 1949, cuya portada fue diseñada por Michael-Kennard. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 26 de enero de 2017. (RanchoNEWS).- Cuando escribió 1984, George Orwell no pensaba en una sociedad futura, sino en el presente. Su distopía no pretendía ser una metáfora, sino una descripción de los totalitarismos del siglo XX, sobre todo del estalinismo. Sin embargo, este libro, escrito en 1948, se ha convertido de nuevo en un punto de referencia en la era de Donald Trump, donde la posverdad y los «hechos alternativos» se han apoderado de la política. La novela del escritor británico, nacido en 1903 y fallecido en 1950, se ha alzado entre los libros más vendidos en Estados Unidos en Amazon, el gigante digital del comercio on-line, pero el fenómeno también ha llegado a España, escribe Guillermo Altares para El País desde Madrid.

Un conjunto de librerías españolas agrupadas en la plataforma LibriRed publicó esta semana la lista de los 50 libros más vendidos en 2016. Los datos recogen las ventas en unos 600 establecimientos, entre los que se encuentran numerosas librerías independientes, pero también grandes cadenas como Casa del Libro o Librerías Elkar. En la lista, sólo hay un clásico, 1984, que ocupa el puesto número 34 con su edición de Debolsillo, traducción de Miguel Temprano García, y que cuenta con un prólogo de Umberto Eco.

En EE UU, el fenómeno es todavía más intenso. Un portavoz de la editorial Signet Classics, que publica actualmente 1984, señaló a la radio pública NPR que desde la toma de posesión del 45º presidente de EE UU, «las ventas se habían incrementado un 10.000%». Hoy, jueves, todavía ocupaba el puesto número 1 en la lista de best-sellers de amazon.com (con más de 4.000 comentarios) y se encontraba en el número 16 en la lista de más vendidos en amazon.es.

«No es que Estados Unidos se haya convertido en Oceania», el país donde transcurre 1984, explica Alex Woloch, profesor de literatura en la Universidad de Stanford (EE UU) y autor de Or Orwell: Writing and Democratic Socialism (Harvard University Press). «No se ha suprimido la libertad de expresión, ni se ha impuesto la censura ni tampoco un sistema de vigilancia masiva, ni se llevan a cabo ejecuciones por motivos políticos, no es eso», prosigue. «Pero el nacionalismo de Trump, su retórica autoritaria y, por encima de todo, su agresiva ignorancia de la verdad ha hecho saltar todas las alarmas, sobre todo su deslegitimación de sus enemigos. Todo eso nos lleva a Orwell y a la forma en que insistía en que las mentiras son mentiras y en que los hechos importan».

Orwell habla en su libro de una nuevalengua y su protagonista trabaja en el Ministerio de la Verdad, que se ocupa de establecer lo que es falso y lo que es verdadero. Los hechos son definidos por el Estado, no por los ciudadanos. Son conceptos que resultan bastantes inquietantes en la actualidad, en un momento en que una de las principales asesoras de Trump, Kellyanne Conway, la que ha sido su jefa de campaña y consejera del presidente en la Casa Blanca, ha acuñado el concepto de «hechos alternativos», que consiste básicamente en negar las evidencias empíricas, como ha ocurrido con la polémica sobre el número de personas que asistieron a la toma de posesión. Uno de los comentarios sobre el libro en Amazon, escrito el 23 de enero, decía: «Hoy Kellyanne Conway anunció que nos estaban proporcionando hechos alternativos. Son sombras de un pasado que cambia mientras se controla el presente. Tenemos que estar preparados para la fiesta como si estuviésemos en 1984».

El director de The Washington Post, Martin Baron, recordó ayer por la tarde, en una conferencia en Madrid en la Fundación Rafael del Pino, la relevancia de la obra del novelista y ensayista británico al señalar que los «hechos alternativos» le recuerdan a 1984: «El partido te pide que rechaces lo que ven tus ojos y escuchan tus oídos».

Con Orwell, el Ministerio de la Verdad se ocupa de establecer los hechos que deben ser ciertos para unos ciudadanos constantemente vigilados por el Gran Hermano –una de las muchas intuiciones de Orwell en el libro es la omnipresencia de la televisión, que no solo se usa para ver, sino también para ser vistos–. La nuevalengua, que sirve para simplificar la forma en que se expresan los ciudadanos y así evitar sentimientos y pensamientos no deseados, es definida así por Orwell al final del libro: «El propósito de la nuevalengua no era sólo proporcionar un medio de expresión a la visión del mundo y los hábitos mentales de los devotos del Socing [la ideología dominante en el mundo orwelliano], sino que fuese imposible cualquier otro modo de pensar. La intención era que cuando se adoptara definitivamente la nuevalengua y se hubiese olvidado la viejalengua, cualquier pensamiento herético fuese inconcebible, al menos en la medida en el pensamiento que depende de las palabras».

Otros conceptos acuñados por Orwell en su novela son la policía del pensamiento, el doblepiensa o la mutabilidad del pasado. También describe lo que llama los «dos minutos de odio», que tienen profundos ecos en los venenosos discursos o tweets dirigidos a cualquiera que piense diferente o que sea diferente del presidente Trump. Esos «dos minutos de odio» consisten en ofrecer a todos los ciudadanos la imagen del archienemigo del Estado, Goldstein, que defendía conceptos aberrantes como «la libertad de expresión, la libertad de prensa, el derecho de reunión y el derecho de opinión».

No es la primera vez, ni de lejos, que 1984 vive un boom por su capacidad para reflejar la realidad. En 2013, cuando se produjeron las revelaciones de Edward Snowden sobre el espionaje masivo de EE UU, la novela también saltó a las listas de más vendidos. En el prólogo a la edición española, Eco escribe: «El libro es un grito de alarma, una llamada de atención, una denuncia, y por eso ha fascinado a millones de lectores en todo el mundo». Seguramente, ni el propio Orwell sospechaba hasta dónde iba a prolongarse la vigencia de su obra.

George Orwell y su obsesión por la verdad

El escritor británico. (Foto: El País)

Nacido en la India británica, en 1903, y fallecido en Londres, en enero de 1950, Eric Arthur Blair, George Orwell, no solo fue un gran novelista, autor de dos de las obras más conocidas del siglo XX, ambas sobre los totalitarismos: la distopía 1984 y la fábula nada infantil Rebelión en la granja –«Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros»–, fue también un gran periodista y ensayista –un trabajo que la editorial Debate ha recopilado en España en dos imprescindibles tomos–. También escribió una obra autobiográfica muy importante sobre la Guerra Civil, Homenaje a Cataluña, en la que narra su lucha en el frente, pero también la represión que los comunistas teledirigidos desde la URSS lanzaron contra el POUM, el partido trotskista en el que militaba.

Su relato sobre el conflicto español está marcado por una obsesión: la verdad. De hecho, como él mismo forma parte del relato, ésta es la advertencia que da al final: «Tenga cuidado el lector con mi partidismo, con mis detalles erróneos y con la inevitable distorsión que nace del hecho de haber presenciado los acontecimientos desde un lado. Y tenga cuidado, exactamente el mismo cuidado con las mismas cosas cuando lea otros libros sobre este periodo de la Guerra Civil española».

La profunda honestidad de Orwell es para muchos autores un ejemplo de lo que debe ser el mejor periodismo, un militante socialista que no duda en denunciar el terror del socialismo real. Existen pocos escritores tan alejados de la posverdad o los «hechos alternativos» (lo que antes se conocía como mentiras o patrañas). En su ensayo Historia del presente, el británico Timothy Garton Ash escribe sobre Homenaje a Cataluña: «No hay la menor duda, ni por un instante, de que está esforzándose en ser lo más exacto posible, para hallar la verdad objetiva que siempre debe separar las llanuras de la historias y el periodismo, de las montañas mágicas de la ficción». Garton Ash cita además una frase del novelista polaco Jerzy Kosinski: «Me interesa la verdad, no los datos, y soy lo bastante viejo como para conocer la diferencia».

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