Jeff Nichols durante el rodaje de la película. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 20 de enero de 2017. (RanchoNEWS).-Se ha convertido en una de las voces de referencia del cine de autor norteamericano. Jeff Nichols se dio a conocer con Take Shelter, y este año ha presentado dos filmes bien distintos, la fantasía Midnight Special y el drama histórico Loving, que compitió en Cannes y llega hoy a nuestras salas. Las reflexiones de Nichols sobre el filme explican su eclecticismo y visión del cine. Begoña Donat lo entrevista para El Cultural.
Jeff Nichols (Arkansas, 1978) barniza de humanidad todo lo que toca. Ya sea un thriller psicológico (Take Shelter), un drama iniciático (Mud) o una trama de alienígenas (Midnight Special), el sello sutil del guionista y director trasciende todo género. Su última liza ha consistido en sortear el melodrama televisivo al filmar la historia real del matrimonio formado por Richard y Mildred Loving. Su apellido ha quedado impreso en negrita, a su pesar, en la lucha pro derechos civiles de los años sesenta en EE.UU. La pareja, blanco él, negra ella, fue condenada a un año de cárcel por contraer matrimonio interracial. El fallo en 1967 de su juicio en la Corte Suprema, conocido como el Caso Loving contra Virginia, sentó jurisprudencia e invalidó las leyes antimestizaje, todavía vigentes en el país, por considerarlas anticonstitucionales. No hay condescendencia en el retrato de Nichols. No hay aspavientos dramáticos. No hay emoción edulcorada. Ni siquiera clímax. Sólo el sosiego y la contención de Richard y Mildred, su armónica resistencia, que se traslada a la puesta en escena para revelar el fondo de la historia.
¿Por qué eligió contar esta historia de una manera clásica?
Obedecer a una narrativa tradicional no fue una decisión consciente, sino que quería ser tan justo con la historia de los Loving como pudiese. Tomé la decisión durante la investigación. Elegí adoptar el punto de vista de la pareja y ser riguroso con la línea temporal. No obstante, para mostrar la tortura psicológica que padecieron, no consideré que fuera necesario detallar todos los eventos.
¿Cuán distinta hubiera sido la historia de haberse tratado de dos personas involucradas activamente en la lucha por los derechos civiles?
Si hubieran tenido una motivación política, si su matrimonio y el compromiso continuo de uno con el otro hubieran formado parte de un movimiento activista, hubiera restado autenticidad a sus circunstancias. Richard es un tipo que no va a coger una pancarta y a hacer una huelga, antes va a ir al trabajo. Es su forma de ser. Está alineando ladrillos seis días a la semana. Hay un momento fantástico en los extras del documental de HBO The Loving Story (Nancy Buirski, 2011). A Richard Loving le preguntan cómo consiguieron que el caso llegara a la Corte, y dice: «Ella escribió una carta a…». Duda, y se gira a preguntarle a Mildred: «¿A quién le escribiste la carta?». A lo que ella responde: «A Robert Kennedy». No eran gente al tanto de la política. Y eso les hace más sinceros.
¿En qué medida cree que esa actitud apolítica tuvo que ver con su vida en el campo?
Tiene todo el sentido. Era una época distinta. Vivían en la América rural. Su acceso a la información era absolutamente distinto del que disfrutamos ahora. Así que lo más sencillo es que la política no formase parte de la conversación cotidiana. Lo que me sorprendió fue percatarme de lo poco que sabían antes de casarse. Creo que a sus diecinueve años Mildred no pensaba que hubiera ningún problema. Por supuesto que era consciente de los prejuicios, pero no conocía las consecuencias legales de su matrimonio.
Scorsese le propuso rodar la historia. A estas alturas de su carrera, ¿todavía se siente impresionado?
Por supuesto. Conocí en Cannes a Jim Jarmusch y le dije que no puedo dejar de ver Mistery Train. Es algo extraño. Pero resulta agradable cuando hablas con alguien que sabe. Scorsese sabe. Él me recomendó a los productores. Conseguir un respaldo así te da confianza en lo que estás haciendo, porque no siempre puedes hallarla en las críticas y en la taquilla. Lo que hago, para bien o para mal, es único para mí. Soy un tipo pragmático, así que si siento que no está funcionando, he de cambiar. Recibir una llamada así, refuerza mi fe en lo que estoy haciendo.
Una imagen de la película
Da la impresión de que uno de los elementos de sus películas es la irrupción de fuerzas ajenas que provocan un desorden en la familia.
El caso es que procedo de una familia muy estable. Mis dos hermanos estuvieron en Cannes viendo la película. Las dinámicas familiares me parecen interesantes porque resultan próximas. Sin embargo, me es difícil hablar de Loving como parte del cuerpo de mi trabajo. No quiero que se vea como un filme de Jeff Nichols, sino como la historia de los Loving.
¿Qué es entonces una película de Jeff Nichols?
Por supuesto tengo un estilo y un punto de vista que se pueden aplicar a mis filmes. Por ejemplo, en Midnight Special, no estaba pensando en rodar una película de ciencia ficción, sino en contar la historia de afecto entre un padre y un hijo. Del mismo modo, en Loving abordo el compromiso y el amor, no solo una historia de derechos sociales. Cuando vi el documental, me recordó a mi abuelo. Me hizo pensar en él en esta situación. Me cabreaba mucho pensar que a Mildred y a Richard no se les permitía lo que considero un derecho básico. Y esa es la emoción que subyace en el núcleo de esta historia. Es en lo que pienso, no en que estoy haciendo una película romántica o nominable.
¿Tenía alguna reserva como director blanco ante la perspectiva de rodar una película sobre el racismo en la sociedad estadounidense?
Por supuesto. Pero si vamos a empezar a cerrar caminos sobre qué historias podemos o no contar, estaremos adentrándonos en una senda peligrosa y al final es una historia tan blanca como afroamericana.
¿Se llegó a sentir tentado a rodar algo más agitado, en la línea de Arde Mississippi (Alan Parker, 1988)?
No hubiera sido sincero añadir a gente disparando a sus ventanas o cruces en llamas. En mi investigación no aparecían esos elementos. La cuestión era cuál es el impacto del mundo que les rodea. Además no soy la persona adecuada para hacer una película sobre la lucha por los derechos civiles. Pero puedo hacer una sobre dos personas que se quieren. Eso es, por encima de todo, en lo que he querido centrarme.
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