Sarah Maldoror. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 9 de mayo de 2019. (RanchoNEWS).- Sarah Maldoror (nacida Sara Ducados, de origen antillano, Francia, 1929) tiene ya mucha vida vivida tras su cuerpo oscuro, sus manos siempre en movimiento, su hermoso pelo blanco afro, sus ojos inquietos que intentan captar aquello que ya no pueden ver por culpa de la progresiva ceguera. Esta mujer de 90 años, considerada la primera cineasta de origen africano, hizo historia dramática, feminista, guerrera y cinematográfica desde bien joven. Y lo hizo, aseguran desde Documenta Madrid, el festival que ahora la trae a España, en su «búsqueda de una identidad alternativa y la promesa de sociedad futura que ofrecía la nueva cultura negra surgida del anticolonialismo y del panafricanismo durante los años sesenta».
Desde su condición de pionera, Maldoror, se ha zampado casi todo el siglo XX, con sus revoluciones y avances, con sus colonizaciones, liberaciones, esclavitudes y progresos tecnológicos y de derechos. Un mundo cambiante por el que ella rodó (literalmente, y siempre desde el terreno, por peligroso que este fuera) con total libertad, asegura, entre París, Moscú, Rabat, Conakry, Argel, Congo… Y filmó con su propio lenguaje, fraguado de compromiso y conciencia política (pocas mujeres cineastas lo lograron y ella se lamenta de que las realizadoras africanas entonces no consiguieran unirse para formar un grupo y tener más identidad y fuerza). Una lucha desde el arte por la liberación colonial, ante el hecho sustancial de ser negro (huérfana, negra y mujer, en su caso) e inspirada por el movimiento cultural de la negritud (Négritude) que fundaron en los años treinta del siglo XX y desde su condición de hijos de la élite, pero discriminados, los escritores Aimé Césaire, Leopold Senghor y Leon G. Damas. Maldoror incorporó su obra casi como propia. De la poesía tomó hasta su nombre artístico, Maldoror (por Los cantos de Maldoror, de Lautreamont, el gran renovador de la poesía francesa del siglo XIX).
Lola Huete Machado escribe para El País
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