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Svetlana Alexievich atiende a la prensa al salir de su domicilio en Minsk. (Foto: El Mundo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 8 de octubre de 2015. (RanchoNEWS).- La bielorrusa Svetlana Alexiévich, galardonada hoy con el Premio Nobel de Literatura, se mostró exultante en su primera comparecencia pública tras ganar el más prestigioso premio literario. «Siento una gran alegría», afirmó, al tiempo que hacía un llamamiento a «no hacer concesiones frente a ningún poder totalitario». Una nota de la redacción de El Mundo con información de agencias.
«Respeto el mundo ruso de la literatura y la ciencia, pero no el mundo ruso de Stalin y Putin», dijo la periodista y escritora. «Tampoco me gusta ese 84 por ciento de rusos que llama a matar ucranianos», señaló la escritora que nació en 1958 en el oeste de Ucrania.
Además, se mostró convencida de que con su campaña de bombardeos en Siria, el presidente ruso, Vladímir Putin, está llevando a su país a un «segundo Afganistán». La Guerra de Afganistán, acontecimiento que precipitó la desintegración soviética, es el protagonista de su libro Los chicos del zinc (1989), escrito desde el punto de vista de los veteranos y de las madres de los caídas en el país centroasiático.
La escritora confesó que quiere «mucho» a Ucrania y recordó que estuvo en la revolución que tuvo lugar el pasado año en Kiev en la que fue derrocado el presidente, Víktor Yanukóvich.
«Estuve en (la plaza) Maidán y he llorado ante las fotografías de la centuria celestial», los ciento caídos en la revuelta popular de febrero de 2014, dijo.
Ante decenas de periodistas que la aguardaban en la sede del PEN Internacional de la capital bielorrusa afirmó sentirse «una persona perteneciente al mundo bielorruso» y destacó que ni el presidente, Alexandr Lukashenko, ni los miembros del Gobierno le han felicitado por el Nobel. «Es una recompensa no solamente para mí, pero también para nuestra cultura, para nuestro pequeño país», ha declarado.
Alexiévich explicó además que «la poética de la tragedia es importante» para ella y que siempre ha intentado «entender por qué el sufrimiento no puede convertirse en libertad». «Sólo intento captar un pedazo de la realidad y contar quiénes somos y a dónde vamos», añadió.
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