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Además de las fotografías intervenidas, la exposición incluye 19 textiles, como los que se muestran. (Foto: Christa Cowrie)
C iudad Juárez, Chihuahua. 11 de octubre de 2015. (RanchoNEWS).-Edición 43 del Festival Internacional Cervantino (FIC), 43 normalistas desaparecidos, 43 impresiones fotográficas intervenidas por el artista visual Francisco Toledo como parte de Sin maíz no hay Toledo, exposición abierta en la Universidad de Guanajuato. ¿Coincidencia? Reporta desde Guananjuato Merry MacMasters para La Jornada.
Ha sido una preocupación reciente de Francisco involucrarse en la discusión acerca de los transgénicos, por ser Oaxaca un centro de maíz, expresa René Bustamante, antropólogo y curador de la exhibición que también comprende 19 textiles.
El promotor cultural y activista no acudió a Guanajuato para la inauguración, porque, además de que no es su costumbre, prepara una gran exposición de cerámica que el 22 de octubre será abierta en el Museo de Arte Moderno de la ciudad de México.
Una selección de 42 fotografías intervenidas se presentó en septiembre de 2014 en la galería Juan Martín con el título El maíz de nuestro sustento. Así se llamó también la muestra montada en la estación Zapata del Metro, a principios de año. Toledo no ha dejado de intervenir impresiones.
Bustamante recuerda que el grupo de fotografías, estudios sobre el maíz realizados entre los años 20 y 30 del siglo pasado, originalmente fueron coleccionadas por Rafael Donís, de quien son las impresiones sobre las que trabajó Toledo.
Para el entrevistado, en esta propuesta estética del artista las imágenes son «suficientemente poderosas como para hacernos pensar y recapacitar sobre los efectos de los transgénicos». La muestra se hizo en la Universidad de Guanajuato porque «asumimos que todavía es un centro de difusión de ideas», anota Bustamante.
A la entrada de la sala Polivalente se reprodujo un poema de Eduardo Galeano, tomado de Memorias del fuego, que empieza: «Es maíz está vivo. Sufre si lo queman, se ofende si lo pisan». Las 43 fotografías intervenidas se exhiben en un segundo nivel, casi un tapanco. Las acompaña la pieza Maíz (2014), hecha con afelpado de agujas con fibras de lana natural sobre fieltro industrial. Sus cuatro hileras de mazorcas han sido invadidas por gusanos, como metáfora del transgénico que «come nuestro maíz», aunque puede tener otras lecturas, asegura Bustamante.
Los gusanos invaden otras piezas como Quipu negro y Quipu blanco, ambas de 2014, realizadas con afelpado de agujas con fieltro industrial y fibras de lana natural, en el taller de afelpado que Toledo creó en el Centro de las Artes de San Agustín. Aquí los gusanos se emparentan con la putrefacción de lo que significa la destrucción del planeta.
De acuerdo con Bustamante, el trabajo de Toledo equivale a una «invitación estética para que las personas se involucren en un tema fundamental para el país».
Sus propuestas siempre son novedosas y llenas de humor irónico. Por ejemplo, en el centro del primer piso de la sala Polivalente se exhibe un conjunto de cinco mazorcas en sus respectivos ataúdes. En cada elote Toledo pintó una carita calavérica. En la tapa de los ataúdes se lee: «No a los transgénicos».
La gama de materiales empleados también es amplia. No podían faltar los chapulines, que se apoderan de Rehiletes, pieza hecha con cuero de cabra tejido con aplicación de mica mineral y grafito. El sueño de un niño mixteco es un tejido de lámina de cobre, mica mineral y hoja de aluminio. El erotismo tampoco podría estar ausente, demuestra Rinocerontes, pareja en cópula, hecha con fieltro industrial grabado, cortado con láser y costurado a mano.
La idea es que las fotografías sean itinerantes. Mientras tanto Sin maíz no hay Toledo estará en la Universidad de Guanajuato hasta mediados de noviembre.
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