La muerte de Cleopatra, vista por el pincel de Juan Luna y Novicio. (Foto: Museo del Prado)
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iudad Juárez, Chihuahua. 30 de mayo de 2023. (RanchoNEWS).- Ateniéndose a los poderes de los que gozaba como triunviro, Marco Antonio convirtió a Cleopatra en la monarca más poderosa del Mediterráneo oriental. La flamante reina de reyes y soberana de Egipto, Chipre, Libia y Celesiria, ataviada como la diosa Isis, vio como sus hijos –Cesarión, fruto de su relación con Julio César, y Alejandro Helios, Ptolomeo Filadelfio y Cleopatra Selene, vástagos de su nueva pareja romana–, acomodados sobre tronos de oros, recibían también una serie de honores y concesiones territoriales que literalmente significaban despojar a Roma de sus conquistas al este del Asia Menor central, escribe David Barreira en El Cultural.
Las popularmente conocidas como Donaciones de Alejandría, una fastuosa y teatral demostración de planes de futuro acompañada de un lujoso banquete, celebradas en el año 34 a.C., fueron, sin embargo, el detonante final de la ruptura de Antonio con la Urbs. El momento en el que la animadversión mutua entre el triunviro y su homólogo Octaviano, el futuro Augusto, acrecentada desde 44 a.C. y focalizada en la cuestión de quién era el auténtico heredero de César, alcanzó sus cotas máximas. Poco después estallaría la guerra civil.
Fue precisamente en ese momento de mayor poder cuando comenzaron a propagarse con gran virulencia todo tipo de chismes difamatorios, ataques y rumores sobre Cleopatra. Tachada por la propaganda augustea como una peligrosa hechicera, una fornicadora alcohólica o una deshonra de la dinastía ptolemaica cuyo único objetivo consistía en conquistar Roma, a la soberana egipcia se le acusó de cometer todo tipo de crímenes, entre ellos los de sus hermanos, saquear tumbas o corromper y luego abandonar a un deprimido y degradado Antonio. En palabras del poeta Horacio, había sido un «fatale mostrum».