No se puede basar la vida en lo que piensen o escriban, dice Patricia Santos.. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 6 de enero de 2017. (RanchoNEWS).-La soprano dice que hay diferencias entre el público infantil y el adulto. Con los primeros «la idea es captar su atención, que no es la misma de un adulto. Por ejemplo, cuando hay una función para los segundos, te dicen que llegará tal persona que hará la crítica y te paras en el escenario con otra sensación: no fallar, y con los niños es disfrutar». Antonio Díaz la entrevista para Crónica.
Oriunda de Monterrey, Nuevo León, diseñadora gráfica por formación, pero con amor por la música, misma que la llevó a participar en Ópera Prima. Las voces del Bicentenario (2010), concurso que ganó y desde entonces ha protagonizado óperas como La hija del regimiento (La fille du régimen), de Gaetano Donizetti; Der Kaiser von Atlantis (El emperador de la Atlántida), de Viktor Ullmann, y Alma, de José Miguel Delgado.
Otra de las óperas en las que ha participado es Las Hadas (Die Feen), Richard Wagner; sin embargo, este montaje de Arpegio Producciones, en el Lunario del Auditorio Nacional se caracterizó por estar dirigida hacia un público infantil, que en su versión original dura tres horas y en esta representación se redujo a una.
En entrevista, Patricia Santos dice que sí encuentra diferencias entre el público infantil y el adulto, siendo con los infantes con los que se siente más relajada: «La idea es captar la atención de los niños, que no es la misma de un adulto. Me sentí más tranquila, porque incluso hay veces que te dicen que llegará tal persona que hará la crítica y te paras en el escenario con otra sensación, de no fallar, y con los niños es disfrutar».
Encuentro con la ópera.
La soprano señala la importancia de montar Las Hadas en una versión para niños, pues así se pueden incentivar semillas en actores sociales que en un futuro podrían convertirse en músicos o cantantes.
La ganadora del concurso transmitido por Canal 22 recuerda que la primera vez que vio una ópera fue cuando tenía aproximadamente cuatro años, cuando por azares del destino sus padres la llevaron a la Escuela Superior de Música y Danza, donde vio algo similar a su interpretación en el Lunario.
«Vi El teléfono, de Gian Carlo Menotti, ópera que sólo requiere a dos cantantes, una de ellas era Yvonne Garza, quien posteriormente fue mi maestra. Me impactó tanto que la recuerdo», dice.
En la primaria y secundaria, Patricia Santos perteneció a los coros, pero fue hasta los 15 años que audicionó para entrar a la Escuela Superior de Música, siempre con el apoyo familiar; no obstante, le exigían hacer una carrera alterna, fue así que se graduó como diseñadora gráfica, profesión que lleva a cabo hasta la actualidad, pero sólo como freelance.
«Tuve que hacer las dos cosas a la par, hasta que gracias a Ópera Prima, pude dedicarme al 100% a la música. No es fácil dedicarse a la música en este país», indica.
Evolución artística.
Para la soprano, la voz es un instrumento que progresa a la par que la edad, en conjunto con las experiencias: «No es como un bailarín, ellos a los 25 años ya tienen que pensar en el retiro, el cantante no. El cantante evoluciona físicamente y su voz lo acompaña. Al igual que los roles se adecuan, antes salía de niña, ahora de más adulta».
Extranjera.
Por cuestiones familiares, Patricia Santos vive en Rumania y viaja consecutivamente a México, por lo que ha vivido en dos países, conforme a la experiencia adquirida, señala que en México se hace mucha ópera. «Quizá la diferencia es que allá hay más presupuesto y se montan más títulos que aquí, pero el trato hacia el artista sí es diferente».
Cuestionada sobre la educación artística, Santos propone una renovación a los planes de estudios: «Son planes que se pusieron hace muchos años y la verdad es que no compiten las escuelas de otros países. Creo que en México el artista se va haciendo a como puede».
Durante el tiempo que ha estado en Rumania, la artista acepta que sí se ha encontrado con algunas dificultades, «no sólo por ser extranjera sino por ser soprano, porque las sopranos tenemos el mismo reto que las bailarinas, hay muchas. No es lo mismo que un tenor, que casi no hay».
En cuanto al estilo vocal que prefiere, la soprano acepta que el Bel canto es su predilecto, sobre todo los compositores Gaetano Donizetti y Vincenzo Bellini, aunque se dice abierta a otros estilos como Wolfgang Amadeus Mozart, a quien no ha tenido la oportunidad de cantarlo profesionalmente.
Con respecto a las influencias de otras sopranos, Santos declara que le gusta el enfoque actoral de Anna Netrebko: «Puede ser que a mucha gente no le guste la manera en que ella canta, pero cuando tengo duda de cómo interpretar algo en cuestión actoral, la consulto a ella, porque me refresca y me da una idea novedosa que quizá las cantantes clásicas no me brindan. También están Beverly Sills (1929–2007) y Joan Sutherland (1926—2010), por sus cualidades vocales».
Para Santos, los comentarios son importantes, pero «tampoco puede uno basar su vida en lo que piensen o escriban. Lo fundamental sigue siendo el público y dirigirse a él, es lo que motiva al cantante, no el crítico».
De momento, Patricia Santos continúa con su preparación vocal, «viajando entre dos aguas, entre México y Rumania», para poder conjugar su profesión con su rol de madre, puesto que «siempre va a haber proyectos para hacer con la música, pero la edad para ser mamá se pasa».
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