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Imagen del documental sobre Chico Buarque. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 3 de octubre de 2015. (RanchoNEWS).- Chico Buarque cuenta, en su casa de Ipanema, en Río de Janeiro, que cuando acabó su matrimonio de tres décadas pensaba que iba a casarse otra vez al dar la vuelta a la esquina. Adorado como era no le hubiese sido difícil, pero no lo hizo. Y ahora no se imagina conviviendo con alguien. «Si un día me fallan los amigos, el vino, o la novia… Perfecto, me quedo en casa. No tengo ningún problema con la soledad». Reporta desde Río de Janeiro María Martín para El País.
La escena es una de las muchas conversaciones que Chico tiene con su amigo y director de cine Miguel Faria Junior en el primer documental largo que se lleva a cabo sobre él. Chico- Artista Brasileiro cuenta una trayectoria de 50 años marcada por el éxito, la necesidad de conquistar intelectualmente a su padre, el fracaso de su matrimonio, la represión de la dictadura y la búsqueda incesante de un hermano alemán fallecido antes de que el compositor supiese de su existencia.
Durante 30 horas de entrevistas, Chico, con la tranquilidad de quien ya ha hecho casi todo en la vida, apela a su memoria y acaba contando su propia historia. El artista abre las puertas, por primera vez y en la gran pantalla, a su intimidad, normalmente bajo llave. El músico confiesa que acudió a sesiones de psicoanálisis para superar una fuerte crisis de creatividad. Quizá porque, como dicen sus amigos, los enemigos de Chico viven en su interior. La aparición en su casa de tres de sus siete nietos pidiendo helado da pie al Chico abuelo, avasallado por la energía de los chavales y sorprendido con los descubrimientos y talentos musicales de la nueva generación de Buarques. El artista también confirma, en varias ocasiones, lo que sus amigos sostienen: que es capaz de ahogarse con su propia risa.
La historia la completan imágenes, guardadas en los archivos durante décadas, de sus primeros conciertos, de su salida de Brasil en plena dictadura, de los musicales que escribió después… Entre las rarezas, que funcionan mejor que la memoria, se encuentra la grabación de la llegada de Chico al aeropuerto de Roma en 1968. Recién aterrizado, un reportero le pregunta por su reciente detención por el ejército de la dictadura en una manifestación en Rio de Janeiro y le inquiere sobre si es un extremista. «Había cientos de miles de personas en la marcha. Dudo mucho que haya cientos de miles de extremistas en Rio», responde en perfecto italiano el autor.
Chico reconoce hoy haber perdido la batalla contra la censura. Conseguía que sus músicas pasasen el filtro cambiando algunas palabras como «brasileño» por «batuqueiro», pero escribía con rabia y «la rabia no ayuda a crear bien».
La lectura de trechos de su última novela El hermano alemán, recién publicada en España y las imágenes del músico en Berlín investigando la vida de su hermano, también cantante, sirven de hilo conductor a buena parte del filme. También deja clara la película que el interés de Chico por conocer a su hermano escondía debajo el ansia de acercarse a su inconquistable padre. Emociona ver al cantante acercarse corriendo a la cámara en una calle de Berlín y contar que acaba de enterarse de que su canción de 1966 A Banda, de su primer álbum, había sido traducida también al alemán. «Mi hermano me conoció!!», dice, con la alegría de un niño.
Faria, que dirigió la cinebiografía de Vinicius de Moraes, el documental más visto del país, busca a los grandes de la música brasileña para que le ayuden en el relato. Ahí acuden desde Maria Bethânia, que elogia la feminidad de Chico, a los ya fallecidos reyes de la bossa nova Tom Jobim y Vinicius de Moraes, que elogiaron su excelencia. Vinicius, en otra de esas imágenes desconocidas para gran parte de los brasileños, asegura que la música brasileña es una enorme llanura, con algunas colinas y poquísimas montañas y que Chico Buarque era una de ellas. «Escribe la letra, la música… y todo lo hace bien».
El documental de Chico Buarque, que llegará a las salas de cine en noviembre, abre la decimoséptima edición del Festival de Río. La capital carioca será la meca del cine internacional hasta el 14 de octubre, con la exhibición de 250 películas de 60 países.
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