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viernes, agosto 31, 2012

Literatura / Colombia: 29 autores se reúnen en el Festival de Poesía de Pereira, que celebra su sexta edición

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Piedad Bonnett lee sus poemas en el bosque.  (Foto: El País)

C iudad Juárez, Chihuahua. 28 de agosto de 2012. (RanchoNEWS).- «Aquí hay mucha desdicha, hay mucho dolor, y con esta violencia de todos los días buscamos refugios en el arte. Por eso el teatro y la poesía tienen una asistencia masiva». Es la explicación de la poetisa colombiana Piedad Bonnett a la fuerza de los festivales de poesía en su país. Estos días se realiza uno de ellos, en el que participa esta autora y ganadora del último premio Casa de América de Poesía Americana; una propuesta modesta en la zona cafetera de Pereira nacida con el referente del Festival de poesía de Medellín en el centro del país que en su pasada edición logró congregar a más de 10.000 personas. Una nota de Pablo Ibañez para El País:

¿Cómo consigue una iniciativa periférica y sin un gran presupuesto hacerse un hueco entre tanta oferta? El Festival de Poesía de Pereira nació impulsado por la actividad cultural de la universidad local, y en especial por un equipo de estudiantes que apenas sobrepasan la treintena. Juntos fundaron a finales de la década de los noventa una revista, Luna de locos, que es la principal impulsora del Festival. El director de ambos proyectos es Giovanny Gómez, colombiano que con apenas 19 años ya comenzó a dedicarse a actividades de gestión cultural. «Gracias a la revista y al Festival hemos hecho amistad con muchos poetas internacionales, y así hemos logrado que nos visite gente que de otra manera no se acercaría a esta zona del país», reconoce orgulloso Gómez.

En esta sexta edición, al nutrido grupo de poetas colombianos –entre ellos, William Ospina– se suman el español Jaume Pont, la canadiense Louise Dupré, el mexicano Jorge Fernández Granados. El programa prevé 52 actividades en cinco días que recorrerán Pereira y cinco municipios del departamento de Risaralda (La Virginia, Belén de Umbría, Marsella, Dosquebradas, Quinchia y Santa Rosa de Cabal) con talleres de apreciación literaria, conferencias, y galas de poesía.

Gómez explica desde la sede del Festival los motivos de la supervivencia de su proyecto. «Sentimos que la poesía se ha perdido en la sociedad porque se ha vuelto muy ininteligible para la gente joven. Para devolverle importancia hay que convertirla en un hecho social». Para su director es especialmente reconfortante el eco que recibe del público. Las actividades están destinadas a un marco popular, especialmente el de los niños y los colegios, donde se desarrollan gran parte de los numerosos talleres.

Robinson Quintero, otro de los poetas participantes, da su visión sobre el fenómeno cultural que rodea a estos festivales: «Si el evento tiene luz, la gente asiste. Acá las lecturas se tienen que alimentar no solo de poetas que leen para el público al aire libre, eso sería un poco tedioso. El público conecta con el poeta que baila, que actúa, que aúlla». Parte de todo eso está presente en el festival. En los verdes bosques de la zona, los poetas florecerán durante esta semana como una pieza más del ecosistema en una suerte de gymkana para los asistentes que irán encontrándose con ellos a medida que se sumerjan entre las plantas. Performances como esta animan a la gente a participar. Otra iniciativa es la «lluvia de poemas», en la que los niños y demás participantes sueltan miles de composiciones impresas para que inunden las calles de Pereira.

Los organizadores son conscientes de que la zona cafetera se distingue más por el comercio que por la cultura, y por eso, de momento no se concentran demasiado en la venta de libros, sino en «devolver la poesía al espacio público». Algunos de los participantes de este año hasta ahora habían sido asistentes como público de las escuelas, y esa demostración de interés es uno de los gestos que más emocionan a su director. «Ésta es una ciudad pequeña que invita a tener el contacto para acercar a los visitantes con la gente», dice. Bonnett sigue esa estela: «En otros sitios el público aplaude y se va. En Colombia hay una cosa como mucho más amorosa alrededor del poeta».

La camaradería y la amistad son dos de los motivos que explican la afluencia de autores a este certamen. «Aprovechamos para intercambiar nuestros libros entre los poetas. Hay un flujo semisecreto de la poesía que tiene mucho que ver con estos encuentros», apunta Bonnett, y Gómez lo relaciona con la actividad de la revista, en la que muchos de los participantes colaboran: «Hemos logrado que sea gratuita y que grandes escritores nos regalen sus textos». Canjeando esas revistas con esos autores es como han conseguido que su modesta tirada de 500 ejemplares viaje por todo el mundo.

«Es un público muy variado, pero el entorno es de urgencia», afirma Quintero, quien agrega: «Vivimos el asedio de violencia y buscamos identidad, somos una nación joven todavía. Esto a la gente le orienta a mirar un poco más espiritualmente lo que somos, pero uno quisiera que hubiese tantos lectores de libros como asistentes a estos festivales, y eso no pasa».

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