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miércoles, agosto 29, 2012

Noticias / México: El archivo de Tomás Segovia, a resguardo del Colmex

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El escritor español. (Foto: René Soto)

C iudad Juárez, Chihuahua. 29 de agosto de 2012. (RanchoNEWS).- Tomás Segovia (1927-2011) llegó a El Colegio de México (Colmex) en 1952, y más allá de los sabáticos que se tomaba, nunca se fue del todo. Quizá de ahí la decisión de sus herederos, en algún momento comentada por el propio poeta, de donar su archivo personal a la institución: parte de una vida reflejada en cartas, documentos y manuscritos. Una nota de Jesús Alejo Santiago para Milenio:

Durante un homenaje al poeta en El Colmex, en el que se abordaron diferentes facetas en su vida y su obra, María Luisa Capella dio a conocer la llegada del archivo, el cual se encontraba en España, en su gran mayoría, complementado con algunos objetos que permanecieron en México.

«Es la muestra de parte de la vida de Tomás, la cual tiene manuscritos de todos los géneros literarios que tocó, fotografías, cartas, sus cuadernos de notas, con preocupaciones que tuvo toda la vida. Si uno repasa esos cuadernos, se ve cómo se enriqueció el pensamiento lúcido que Tomás tenía, porque era un hombre que reflexionaba mucho no sólo sobre literatura, reflexionaba sobre la vida: para él, la poesía no era la poesía por sí misma sino un camino que tomaba para entender la vida, para entender al hombre, para saber mirarlo».

Sin contar con datos exactos de lo que conforma el archivo personal de Segovia, Capella destacó que entre la correspondencia se conservan las cartas de sus amores –Michelle, Inés–, de sus hijos, sus hermanos o sus amigos, como Antonio Alatorre, Ramón Xirau, Alejandro Rossi, Luis Cernuda y Raymundo Lida, pero también ejemplos de sus diálogos epistolares con Tzvetan Todorov, Le Clézio, Albert Camus, Seamus Heaney, Octavio Paz, María Zambrano, Emilio Prados, Jacques Lacan o Julio Cortázar, entre muchos otros.

«Su vida se había hecho aquí en México, y cuando le preguntaban ‘¿cuándo volviste a España?’, su respuesta siempre era: ‘Yo no he vuelto: voy y vengo’. No le importaba que le dijeran ‘el poeta de las dos orillas’, siempre que las orillas no significaran fronteras sino puertas abiertas. Alguna vez le pidieron su archivo en España y puso la condición de que se quedara una copia en El Colegio de México. ¿Por qué una copia? Si nos lo pudimos traer, mejor que esté aquí».

Capella, quien fue la última pareja de don Tomás, será la encargada de su catalogación, al ser la persona que mejor conoce el archivo, el cual llegó a México hace mes y medio.

Homenaje al maestro

A poco más de dos meses de conmemorarse el primer aniversario de la muerte de Tomás Segovia (quien falleció el 7 de noviembre de 2011), en El Colegio de México se reunieron muchos de sus alumnos, tanto formales como lectores, para agradecerle «sus enseñanzas, su amistad y muchas cosas más», según palabras de Luz Elena Gutiérrez, coordinadora del homenaje.

«Nos enseñó el peso y valor de las palabras de la tribu, y nos indujo a la revisión de poetas como Rimbaud, Nerval, Rilke: con él nos adentramos a los estudios de la rima y la métrica, nos entusiasmamos por conocer más sobre nuestra lírica».

Uno de los aspectos que fueron destacados en la sesión fue definirlo como un traductor incansable, maduro y retador: un hombre que fue un apasionado del español de América.

«Son numerosas las traducciones que le agradecemos a su esfuerzo, a su indeclinable ejercicio: poesía, filosofía, lingüística, psicoanálisis, teatro. Tradujo siempre, y lo más importante: reflexionó constantemente sobre los problemas de la traducción, sobre la importancia de la norma, acerca de la dignidad del oficio, el arte de la traducción».

De acuerdo con la investigadora Ivette Jiménez de Báez, la vida y la obra de Segovia son importantes por sí mismas, pero resulta fundamental «seguir juntando ese niño que poco a poco se fue formando antes de llegar a México», un esfuerzo que de alguna manera se llevó a cabo en el Colmex, donde se abordaron diferentes facetas de un hombre que pudo regresar a España de forma permanente, pero que prefirió vivir entre dos orillas.

La evocación del hermano

Rafael Segovia tiene más de 80 años de edad; llegó a México de apenas 10. Si bien cuenta con sus propios talentos –tan sólo es profesor emérito del Centro de Estudios Internacionales en El Colmex–, ayer prefirió dedicarse a recordar a su hermano Tomás, «el amigo perfecto, el amigo que nos enseñó, a casi todos los que estuvimos con él, a hablar de lo que fuera importante».

El investigador, quien hizo un recuento de algunas anécdotas compartidas con el poeta desde la infancia, contó: «Nos hicimos encerrados en casa; el colegio suspendió sus actividades por el inicio de la Guerra Civil, pero eso no lo sabíamos. Mi padre nos llevó a tomar unas supuestas vacaciones, unas vacaciones que, para decirlo de una manera rápida, duran hasta hoy».

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