Vista de Empires, la obra de Huang Yong Ping que en Monumenta 2016 se expone en Grand Palais de París. (Foto: Bertrand Rindoff Petroff)
C iudad Juárez, Chihuahua. 9 de mayo de 2016. (RanchoNEWS).- Un bicho infernal en forma de serpiente de 260 metros y 133 toneladas se ha colado en el Grand Palais de París y se desliza ya por su interior, deja el rastro viscoso y temible de los monstruos primitivos, exhibe las fauces de una criatura del Averno, devora todo lo que encuentra a su paso y busca desesperadamente la salida para sembrar el terror en la ciudad. Fuerzas militares han rodeado el edificio. El cercano Palacio del Eliseo, sede de la Presidencia de la República, está a punto de ser desalojado. Se ruega a la ciudadanía que no se acerque a las inmediaciones de lo que bien pudiera ser un primer síntoma del principio del fin. Es inútil ya pedir a la ciudadanía que no cunda el pánico. Borja Hermoso reporta desde París para El País.
Que no cunda el pánico.
La serpiente horrible existe pero es de aluminio, y no se desliza puesto que está quieta. De hecho, es un esqueleto de serpiente y sí, pesa 133 toneladas, y sí, mide 254 metros. Es temible pero es una escultura. Y sí que parece querer devorarlo todo, pero sobre todo la mezcla de locura, injusticia, exceso y prisa de nuestras sociedades modernas. No habrá evacuación del Elíseo, y los tanques ya ha retrocedido a sus bases. Era todo mentira… aunque no tanto, no todo. Estamos en París y charlamos tranquilamente con el artista francés de origen chino Huang Yong Ping, autor de Empires (Imperios), ¿una escultura gigantesca?, ¿una performance artística con vocación de denuncia?
Se trata de la séptima edición de Monumenta, que abrió ayer sus puertas al público. Es una iniciativa del Ministerio de Cultura francés y la Reunión de los Museos Nacionales por la que se elige a un artista de renombre internacional y se le ofrece carta blanca para invadir a su manera los descomunales 13.500 metros cuadrados y 35 metros de altura del Grand Palais, joya arquitectónica de París construida para la Exposición Universal de 1900. Anselm Kiefer, Richard Serra, Christian Boltanski, Anish Kapoor, Daniel Buren y Emilia e Ilya Kabakov fueron los anteriores inquilinos del palacio durante las seis semanas que dura la exposición, durante las cuales el edificio suele colapsarse de visitantes.
Huang Yong Ping, ante su obra. Jacky Naegelen Reuters
Huang Yong Ping (Xiamen, República Popular China, 1954) es un artista al que no le gusta el concepto artivista. El cruce de caminos entre la política, la economía y los abusos que ambos imperios vienen cometiendo sobre el individuo tanto desde el prisma del comunismo (o lo que de él queda en la China actual) como desde el capitalismo y sus ramificaciones ultraliberales han impregnado siempre la obra de este pintor, escultor y fundador en los primeros ochenta del movimiento Xiamen Dadá. En 1989, Huang Yong Ping se encontraba en París preparando su intervención en la exposición Los magos de la tierra del Centro Pompidou cuando estallaron las revueltas de Tiananmen. Decidió quedarse en Francia y desde 1999 es ciudadano francés.
Él y Jean de Loisy, comisario de Empires y presidente del Palais de Tokio-Museo de Arte Moderno de París, recorren esta inabarcable obra cuyo tema son, según sus palabras, «las traumáticas transformaciones del mundo, la metamorfosis de las potencias políticas y económicas, el declive de los viejos imperios y el surgimiento de nuevos aspirantes al poder».
Por eso, la serpiente –un símbolo constante en la trayectoria de Ping, que la equipara al Leviatán- no se desliza precisamente por una selva de arbustos salvajes sino por una jungla de… 300 contenedores de transporte marítimo, llegados hasta el Grand Palais desde los puertos de Marsella y Le Havre gracias al mecenazgo de la compañía francesa CMA CGM, uno de los líderes del transporte marítimo mundial. Es el símbolo del poder económico.
El esqueleto de la serpiente-leviatán está compuesto por 316 vértebras y 568 costillas, todo en aluminio, todo en piezas numeradas y ensambladas, un perfecto proceso de creación artística y a la vez una perfecta cadena de montaje que ha durado 12 días con dos equipos de 50 personas turnándose entre sí. En total, serpiente + contenedores = 980 toneladas. Los organizadores de Monumenta 2016 han tenido que apuntalar el Grand Palais para que el suelo soportara semejante peso. Y coronándolo todo, apoyado sobre una especie de Arco del Triunfo multicolor formado por media docena de contenedores, reposa una réplica gigante en resina, metal y alquitrán del gorro bicornio que Napoleón Bonaparte lució en la batalla de Eylau (Rusia, 8 de febrero de 1807), una de las gestas más sangrientas del Imperio Francés. Es el símbolo del poder político, de la voluntad de poder, la razón por la que los imperios se suceden unos a otros lo mismo que las grandes empresas aparecen y desaparecen…
«Todo el mundo ha visto contenedores, pero no un paisaje formado por 300 contenedores apilados así, en un espacio cerrado. Mi intención es plantear al visitante un efecto muy potente y directo, nada más entrar. Se trata de bloquear la visión del público cuando entra y se topa con la montaña de contenedores, de forma que está obligado a mirar hacia arriba y entonces ve la cúpula del Grand Palais, la bandera francesa y el gorro de Napoleón», explica Huang Yong Ping. «Es una alegoría del poder, y es interesante cómo ----ha utilizado este edificio de 1900. El Imperio, en 1900, hace cosas como este edificio, que además está situado entre el palacio del Elíseo, los Inválidos, la Escuela Militar y la Asamblea Nacional francesa, todos ellos símbolos de poder», matiza Jean de Loisy, el comisario de la exposición.
Palabras como Capital o CAI –el nombre de una empresa grabado en algunos de los contenedores, pero que además quiere decir riqueza en chino- se repiten a lo largo de todo el recorrido. Sobre ellos, los logotipos de compañías árabes, chinas, estadounidenses, rusas, británicas, francesas, de Barbados…
«Hay aquí tres elementos consecutivos», explica Jean De Loisy, «primero la geoeconomía, que es la apuesta que ha hecho China como potencia económica; después la geopolítica, la apuesta de los EEUU por controlar el mundo… y finalmente un elemento más lúdico, como de juego, porque evidentemente todos esos colorines de los contenedores evocan el juego chino del mahjong».
«¿Por qué una serpiente?», pregunta el artista chino. «Porque siempre me interesó la imagen del Leviatán, y para mí la imagen del Estado se acerca a la del Leviatán. Los elementos presentes son Dios, el hombre, el animal y la máquina. Aquí el animal está representado por la serpiente, y Dios está representado por Napoleón, y la máquina está representada por ese pórtico gigante» (un pórtico de 30 metros de alto que Huang Yong Ping hizo construir en China como parte integrante de la exposición, y del que cuelga la serpiente).
Otra serpiente, Serpent d’ Océan, nada cerca de los astilleros de Saint-Nazaire, en Bretaña. Es el otro reptil artístico de Huang Yong Ping. Pero, a diferencia de la del Grand Palais, esta escultura gigante está inmersa en el mar. Pura metáfora. «Esa serpiente de Saint-Nazaire puede ser vista como una especie de inmigrante clandestino que llega a la playa, a la frontera… yo mismo soy un inmigrante y me gusta verla así… Y puede que esta serpiente del Grand Palais sea la misma, solo que ya ha llegado, ya ha entrado en la gran ciudad». Alerta roja, la serpiente está en París.
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