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Paleontólogos, geólogos y microbiólogos reunirán evidencias hasta junio, para luego redactar los hallazgos. (Foto: AFP)
C iudad Juárez, Chihuahua. 18 de mayo de 2016. (RanchoNEWS).- De las aguas mansas y cristalinas del Golfo de México emerge una gigantesca plataforma con grúas y taladros que extraen muestras de las profundidades. Arriba, científicos buscan restos del asteroide al que muchos atribuyen la extinción de los dinosaurios, informa la agencia AFP.
La Misión 364, la primera en la historia que explora un cráter de impacto bajo el agua, anidó a principios de abril sobre la plataforma Myrtle, a 33 kilómetros frente a las costas de Yucatán.
¿Su objetivo? Descifrar el misterio de la extinción masiva que trajo a la Tierra un asteroide hace millones de años; descubrir cómo fue resurgiendo la vida e incluso, buscar pistas sobre la posibilidad de vida en otros planetas.
Para ello, científicos perforan un delgado túnel de 1.5 km de profundidad bajo el suelo marino, extraen ese corte tubular de roca y lo escudriñan buscando microfósiles y restos pulverizados del asteroide.
El laboratorio de 2,000 m2 se encuentra suspendido en el aire sobre cuatro monumentales columnas que se enraízan sobre el cráter Chicxulub. Esta colosal hondonada, de casi 200 km de diámetro y que abarca también territorio peninsular, es la huella que dejó en el periodo Cretácico un asteroide al impactar con la Tierra, a unos 30 km por segundo, hace 66 millones de años.
Ahora, una treintena de geólogos, paleontólogos y microbiólogos de Norteamérica, Asia y varios países europeos buscan los restos que dejó aquel meteoro proveniente del cinturón que existe entre las órbitas de Marte y Júpiter.
Para Sean Gulick, del Instituto de Geofísica de la Universidad de Texas, «las grandes interrogantes son el origen de los cambios ambientales que causaron la extinción masiva y entender la recuperación de la vida en el periodo Paleógeno».
Armar el rompecabezas
El choque del asteroide originó un pulso térmico (los científicos lo llaman «la bola de fuego»), uno de los mecanismos más fuertes para causar la extinción de los organismos de gran tamaño, como los dinosaurios, explica Jaime Urrutia, presidente de la Academia Mexicana de Ciencias, a cargo de la misión.
La Tierra que quedó envuelta por completo por los fragmentos del asteroide se volvió oscura y fría.
Aunque no todas las escuelas científicas atribuyen exclusivamente al asteroide la extinción de los dinosaurios, sí están de acuerdo en que la colisión trajo consigo un periodo apocalíptico que acabó con 75% de las especies y dio un vuelco en la evolución de la vida en el planeta.
Este momento de la historia intriga a los científicos del Programa Internacional de Descubrimiento Oceánico y de Perforación Científica Oceánica, quienes con trajes y cascos especiales operan la plataforma, que tuvo un inversión de cerca de 15 millones de dólares.
Sobre Myrtle, los científicos se comunican a señas o con gritos, entre estridentes ruidos de maquinaria pesada: un potente taladro que penetra los estratos rocosos formados hace millones de años, un kilométrico tubo que extrae muestras y dos grúas que transportan gente y materiales desde algún buque.
«Éstas son las rocas que esperábamos, pero ¡aparecieron 30 metros más arriba de lo que anticipamos!», grita emocionado Auriol Rae, un geólogo del Imperial College de Londres, mientras recibe los últimos núcleos extraídos.
Se trata de cilindros de 1 metro de longitud en los que se encapsulan cortes verticales del subsuelo, que serán minuciosamente depurados, etiquetados, refrigerados y analizados.
Cada estrato corresponde a un punto en el tiempo entre el Cretácico y el Paleógeno, y su contenido ha ido variando desde láminas claras hasta fragmentos de pedernal negros y brillosos, pasando por sedimentos amarillentos y verdosos.
A principios de junio, cuando concluya la misión, serán llevados a Bremen (Alemania), donde los científicos empezarán a redactar sus hallazgos.
Chicxulub presenta una misteriosa particularidad: cerca de su centro se erige una cordillera circular –con un radio de unos 30 km– conocida como Anillo de Picos, que alcanza los 500 metros de altura. Y es justamente en la cima de uno de estos picos que se asienta la plataforma Myrtle.
«Las rocas al interior del anillo de picos están tan fracturadas con fluidos y podríamos anticipar que fue un lugar privilegiado para la vida microbiana», dijo Gulick.
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