.
Kristen Stewart, durante la presentación de 'Personal shopper'. (Foto: Jean-Paul Pelissier)
C iudad Juárez, Chihuahua. 19 de mayo de 2016. (RanchoNEWS).- Hay una regla no escrita (seguro que por alguien que jamás hizo una entrevista) que obliga a describir los atuendos del interlocutor. En este caso, es hasta necesario. No en balde, Kristen Stewart (Los Ángeles, 1990) tiene que enfrentarse a la obligada primera pregunta en crudo, antes incluso de tomar asiento. ¿Lo que lleva puesto lo ha elegido usted o alguien en su lugar? Americana azul, camiseta blanca, cadenaje con candados al cuello, cinco anillos, raya del ojo marcada y pelo rubio en llamas entreverado como los buenos jamones con tallos negros. «He sido yo. Eso no quiere decir que tenga una significación especial. Simplemente me gusta», contesta rápida la que antes fuera la estrella de la saga Crepúsculo. De paso se adelanta al siguiente y obligado cotilleo. Personal shopper, la película de Oliver Assayas de la que ella es protagonista absoluta y que se ha convertido en la fuente de todas las disputas en Cannes, es la historia de una joven acosada por el fantasma de su hermano muerto. Su ocupación es la que reza en el título: buscar, elegir y comprar los atuendos de una estrella mediática. Ahora, a la orilla del mar del Majestic Beach, ella es la celebridad. Y de ahí todo lo anterior. La entrevista es de Luis Martínez para El Mundo.
En la cinta usted está todo el tiempo en plano y lo está en una película muy alejada de los parámetros comerciales, además de muy adulta, desnudo incluido ¿cuánto de reto y de giro en su carrera tenía la elección del papel?
La idea de cualquier película que he hecho desde que tengo nueve años es siempre intentar ir un poco más allá. Pero sí es cierto que en Personal shopper he ido más lejos de lo que nunca antes me había permitido. Y sí, he de admitir que de entrada sentí miedo.
Es la segunda vez que trabaja con Assayas. En Sils María era la asistenta de un diva interpretada por Juliette Binoche, aquí vuelve a ser la empleada de otra estrella. Pero fuera de la pantalla, la estrella es usted...
Bueno no hay que llevar esto demasiado lejos, ni buscar explicaciones a simples coincidencias. Lo único que puedo decir es que los dos personajes son muy diferentes. Diría que hasta opuestos. Una es invisible y la otra es lo contrario. No creo que el propio director ni yo pensáramos en los paralelismos con mi vida personal.
Personal shopper habla de espíritus, del más allá, de lo que nos liga a nuestros familiares muertos... ¿Cree que es una reivindicación de la religión?
No necesariamente. La película habla de un sentimiento primario que nos une a las otras personas. Y eso lo vivimos como criaturas de una manera natural, es algo instintivo del ser humano que no lo aprendemos. No se trata de algo en lo que se pueda creer o no, es simplemente algo que tenemos todos.
Para prepararse el papel tuvo o se entrenó en experiencias extrasensoriales...
Creo que esas experiencias las tenemos cualquiera de nosotros de manera constante. Todos sufrimos momentos especiales, pero para poder vivir de forma funcional y feliz no puedes detenerte en ello constantemente.
Cuando leyó el guión por primera vez, ¿qué creyó que tenía delante? ¿Una historia de fantasmas...?
Simplemente, una locura. Siempre pensé que era un drama con aspectos supernaturales. Pero siempre tenía claro que se hablaba de asuntos muy humanos como el miedo y de cómo sobrellevar el luto por la muerte de un ser querido. Dirigirse a lo desconocido es siempre terrorífico.
La mayor parte de la película se la pasa escribiendo mensajes destinados al más allá desde el móvil. ¿Es tan rápida como parece?
Soy buena. Puedo escribir sin mirar el teclado sin problema. De todas formas, era una exigencia de la historia. Tenía que condensar el tiempo de escritura lo más posible. De cualquier modo, lo relevante es que comunicarse de esta manera ha creado un lenguaje nuevo. La manera en la que colocas los signos, las abreviaturas que haces, el tiempo en que se tarda en contestar... Todo significa algo. Y eso es nuevo. A todos nos ha pasado esperar un texto cerca de una hora mientras pone «está escribiendo» y, de repente, ves: «Sí». [Rompe a reír]. Y, si nos damos cuenta hasta ha cambiado hacia dónde dirigimos la atención. Ahora mismo yo y cualquiera de nosotros nos pasamos un tiempo enorme mirando nuestras manos.
¿Son la moda, la fama y la tecnología los nuevos espectros del mundo de hoy? ¿Y cómo los sufre una persona tan famosa y pendiente de la moda como usted?
La tecnología aumenta las formas de ocultarnos y de manipular a los demás. Quizá la frase sea contradictoria, pero lo dejaría ahí. En lo que se refiere a la moda no creo que haya nada malo en disfrutar y apreciar la belleza desde un punto de vista físico. Luego hay un componente comercial que sí es peligroso. La gente que se interesa por la moda por motivos genuinos son auténticos artistas. Y por último, en lo que refiere a la fama, ese culto a la personalidad muchas veces hace a la gente extremadamente egoísta. Y eso no es bueno en absoluto.
¿Qué relación tiene con su personal shopper?
Prefiero llamarlo estilista y es una relación muy cercana. No me dicta en absoluto lo que tengo que ponerme. Somos amigos desde hace mucho tiempo, desde que tenía 13 años. Pero es un trabajo que me es muy útil. No tengo el tiempo de ver todo lo que produce, hay demasiado material. Y ella me ayuda. Honestamente, mucha de las cosas que vestimos nos las dejan. No las siento como mías.
¿Una prenda preferida?
Tengo muchísimas zapatillas (sneakers).
REGRESAR A LA REVISTA