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miércoles, mayo 11, 2016

Literatura / Argentina: PEN América pide la inmediata liberación de Ahmed Naji, condenado a dos años de prisión en Egipto

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Woody Allen y Paul Auster, dos de los firmantes de la misiva «Escribir no es un delito». (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 11 de mayo de 2016. (RanchoNEWS).- Un tribunal de apelaciones condenó a dos años de prisión al autor y periodista Ahmed Naji, por «atentar contra la moral» en su novela The Use of Life. La organización de escritores dirigió una carta al presidente de facto, Abdelfatah Al Sisi. Una nota de Silvina Friera para Página/12.

«Escribir no es un delito», advierten más de 120 escritores y artistas, entre otros Woody Allen, Patti Smith, Paul Auster, J. M. Coetzee y Orhan Pamuk, en una carta dirigida al «presidente» egipcio Abdelfatah Al Sisi, en la que piden la inmediata liberación del escritor y periodista Ahmed Naji, condenado a dos años de prisión por «atentar contra la moral» después de publicar en una revista literaria en la que trabajaba –Akhbar al Adab– un capítulo de su novela The Use of Life (2014) –la traducción literal sería «El uso de la vida»– que tiene escenas explícitamente sexuales y referencias al consumo de drogas. La carta, una iniciativa del grupo para la Libertad de Expresión de la organización PEN América, está firmada también por Gay Talese, Jeffrey Eugenides, Margaret Atwood, Siri Hustvedt, Jonathan Lethem, Art Spiegelman, Tobias Wolff, Colm Tóibín, Neil Gaiman, Tom Stoppard, Chimamanda Adichie, Amy Hempel, Richard Sennett y varios más.

Aunque parezca absurdo, un lector egipcio sufrió palpitaciones en el corazón, le bajó la presión y le agarraron náuseas al leer el capítulo seis de la novela en cuestión. Basam, un joven egipcio y Monimi, una joven alemana, están en Zamalek, un barrio de El Cairo. Hay porro, cerveza y un interrogante: «¿La amo?».  «Claro que la amo, no podría tocar así a una mujer a la que no amara, un largo viaje de la lengua de Basam desde los pies de Monimi hasta su centro», cuenta Alicia Alamillos desde El Cairo para el diario ABC de España. «Bebí mucho esa noche, bebí hasta quedar sediento. Todo un viaje con mi lengua», escribió Naji. En octubre del año pasado, el lector que se sintió «enfermo», Hani Salah Tawfiq, un hombre de 65 años, presentó una denuncia contra Naji y el editor de la revista, Tarek al Taher.

Judicializar la literatura o cualquier creación artística –una canción, una película, una performance, una escultura, pintura o una obra de teatro– es una aberración, una anomalía en el siglo XXI. Naji, que nació en 1985 en Mansoura (Egipto), enfrentó el juicio en enero de este año y fue declarado inocente por un tribunal ordinario. No viene mal citar un fragmento de la sentencia: «El tribunal también se ha percatado de que la pieza de literatura (la historia), incluye palabras y frases de connotación sexual, lo que es una práctica común en muchas obras literarias y poemas tanto antiguos como recientes. El tribunal concluyó, tras los testimonios del docente Mohamed Salmaway y el novelista Sona’allah Ebrahim –los cuales el tribunal acepta– que un trabajo literario no puede ser dividido, censurado fuera de contexto o evaluado parcialmente porque es un único objeto y extraer partes de él, lo destruye». Pero la Corte de Apelaciones, el pasado 20 de febrero, descartó los argumentos de los especialistas consultados por el tribunal en la instancia previa, y condenó al escritor egipcio, autor de las novelas Roger (2007) y Seven Lessons Learned from Ahmed Makky (2009), a dos años de cárcel por «transgredir la moral pública». Naji fue inmediatamente detenido y el editor de la revista tuvo que pagar una multa de 10.000 libras egipcias, equivalente a unos 1.000 euros.

La situación política, económica y social en Egipto es dramática. Sisi asumió el poder en junio de 2013, cuando derrocó al presidente democráticamente elegido Mohammed Morsi a través de un golpe militar. Amnistía Internacional y Human Rights Watch, entre otros grupos que trabajan en favor de los derechos humanos, aseguran que es la peor represión ejercida por el Estado egipcio en varias décadas y denuncian que hay desapariciones forzadas de jóvenes militantes, 60.000 presos políticos encerrados en cárceles de todo el país y ejecuciones extrajudiciales realizadas por el Estado. A este panorama siniestro hay que añadir que la cifra de desempleo oficial es del 11 por ciento, aunque algunos creen que estaría más cerca del 20 por ciento. Para echar más leña al fuego, los precios de los alimentos están por las nubes.  «El caso de Naji es un exponente de la creciente persecución a la libertad artística en Egipto y de la flagrante indiferencia hacia sus propias protecciones constitucionales, a expensas de la rica tradición cultural del país», declaró la directora ejecutiva de PEN América, Suzanne Nossel, en marzo pasado, cuando anunció que el 16 de mayo el novelista egipcio será reconocido con el Premio PEN a la Libertad de Expresión. «La incapacidad del Gobierno para cumplir sus promesas de seguridad o de desarrollo económico ha derivado en un ataque contra todas las formas de expresión», plantearon desde el Instituto Tahrir para Políticas de Oriente Medio y agregaron que el gobierno egipcio  «manipula los sentimientos conservadores en la sociedad, al tiempo que se erigen como guardianes de la moral y la religión a expensas de los derechos de sus ciudadanos».


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