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miércoles, septiembre 14, 2016

Artes Plásticas / España: Las mujeres que pintan


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Autorretrato de Anna Bilinska-Bohdanowicz. (Foto: El Mundo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 14 de septiembre de 2016. (RanchoNEWS).- La figura de la mujer en la Historia del Arte ha estado casi siempre asociada al de mero objeto carnal: la mujer que posa frente al pintor que la dibuja, la prostituta que exhibe sus pechos, las musas desnudas que inspiran a decenas de señores con barba y bigote... Sin embargo, poca gente ha reparado en la cantidad de pintoras con carreras fulgurantes que se han borrado de los libros, desvaneciendo su figura hasta la más mínima existencia, diluida en un mundo de hombres que les robaban la imagen y les prohibían el talento, escribe Rosa Santiago para El Mundo desde Madrid.

Cansada del concepto de musa, de mujeres pasivas e inspiradoras, la escritora e historiadora del arte Ángeles Caso, reivindica la pintura de la mujer en Ellas mismas, un libro que recoge los autorretratos de 80 artistas que han quedado relegadas al olvido y que es fruto del trabajo de muchos años de investigación. «El discurso tradicional de la Historia del Arte tradicional nos ha dicho siempre que no hubo mujeres artistas, pero la realidad es otra», dice Caso.

La ganadora del Premio Planeta por Contra el viento decidió seguir la pista de los autorretratos de mujeres tras hacer un trabajo para el Museo del Prado sobre pintoras del siglo XVIII, aunque lleva gran parte de su vida interesada en las investigaciones de género. Según la escritora y, a pesar de lo que suele pensar la gente, las mujeres se autorretrataron más que los hombres, «tratando de dar una imagen de mujer seria, profesional y culta», señala.

Desde las manos que las pintoras de la prehistoria dejaron en las paredes de las cuevas, hasta los autorretratos de las artistas de las vanguardias, Caso hace un recorrido por lo mejor de la pintura femenina, haciendo hincapié en la evolución estilística, pictórica, técnica y sociológica de cada una de las etapas, que explican el papel de las mujeres en cada una de ellas. Según la época, estas mujeres tuvieron una mayor o menor visibilidad. Si en los siglos XVI y XVII lo habitual era que las mujeres se formaran como discípulas de sus padres, con lo que accedían con relativa facilidad al aprendizaje y a la maestría, el siglo XIX cerró de golpe las puertas a estas mujeres, que vieron cómo les era imposible acceder a las academias, no sólo por concebir que no tenían suficiente talento, sino por una cuestión moral. «Las convenciones sociales impedían que las mujeres pudieran dibujar a modelos desnudas», afirma.

Lo que queda claro es que todas ellas lucharon por hacerse valer, y algunas lo consiguieron. Cerca del 80% de estas mujeres tuvieron carreras importantes, triunfaron e incluso se hicieron muy ricas. «No eran pintoras desconocidas, mujeres que pintasen en la esquina de la cocina», reconoce Caso. La pregunta es «¿por qué no están en los libros de historia?». Para la escritora, «los historiadores las descartaron de un plumazo, las condenaron, las tiraron a un pozo oscuro y probablemente hemos heredado ese relato sin cuestionarlo», explica.

Sofonisba Anguissola, Anna Dorothea Therbusch, Artemisa Gentileschi, Vanessa Bell, Berthe Morisot, Marianne von Werefkin o Leonora Carrington son algunas de las heroínas silenciadas que Ángeles Caso ha rescatado en este ensayo ilustrado. Carrington (1917-2011), a la que la autora enmarca dentro del grupo Las Modernas, fue una pintora surrealista inglesa que abandonó su vida de lujo para entregarse al «París del arte y del amor» guiada por su amante, el pintor alemán Max Ernst. Su autoretrato, tomado en 1938, parece reflejar «un combate interior entre el amor y la libertad». Un ansia de independencia que manifestó también Paula Modersohn-Becker (1876-1907), que se retrató desnuda, embarazada y con un collar de ámbar desafiando a quiénes la tacharían de prostituta; una obra que representaba «una bofetada profunda al mundo burgués».

A diferencia de sus compañeras injustamente olvidadas, la autora cita como polo opuesto a Frida Kahlo, que se ha convertido en todo un icono. Caso atribuye parte de ese éxito a su marido, Diego Rivera. «Creo que es tan conocida más por su historia personal», dice.

«A todas las demás las tenemos que rebuscar porque están metidas en un pozo y con este trabajo trato de iluminarlo y sacarlas a la luz», apunta. Para hablar de arte no puede dejar fuera la fotografía; por eso ha querido incluir los autorretratos de ocho fotógrafas, Lee Miller, Wanda Wulz o Kate Matthews entre ellas, en los que reconoce que son una parte importante de la historia. «Son la transición hacia las artes plásticas del siglo XX», sostiene.

No sólo en la pintura, en el resto de artes parece que las mujeres se ven obligadas a abrirse un hueco a trompicones. «Se nos trata de manera diferente», se queja Caso, que recuerda a las mujeres poetas que la literatura olvidó. «Realmente es asombroso que, mientras que comercialmente las escritoras tenemos mucho éxito, luego en cambio el porcentaje de las mujeres premiadas es ínfimo». Para financiar este proyecto, Caso llamó a varias puertas y, después de que se la cerraran en unas cuantas editoriales -que no estaban dispuestas a asumir los gastos de un libro tan costoso-, decidió apostar por la fórmula del crowdfunding, con la que la escritora logró reunir a 1.600 mecenas con los que financió el proyecto. «Yo tenía muy claro que el libro merecía la pena, así que o me ponía a llorar y lo guardaba en un cajón o tiraba para adelante», señala.

La escritora fundó su propia editorial, Libros de la letra azul, y ha conseguido dar vida a un proyecto necesario. «Las mujeres necesitamos que se reconstruya la genealogía cultural que nos pertenece, pero que nos han robado», concluye.


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