C iudad Juárez, Chihuahua. 17 de septiembre de 2016. (RanchoNEWS).- El arquitecto Teodoro González de León, creador de paraísos de concreto y de luz, falleció la madrugada de ayer a los 90 años de edad, tras una larga enfermedad. Su cuerpo fue trasladado al Panteón Francés. Alondra Flores reporta para La Jornada.
Rafael Tovar y de Teresa, titular de la Secretaría de Cultura federal, informó a La Jornada que se prepara un homenaje nacional. El funcionario expresó en su cuenta de Twitter su pésame por la partida de un «icono de la arquitectura mundial».
Volúmenes perfectos en su funcionalidad, proporciones masivas, referencias al legado prehispánico, rigor geométrico entre economía en las líneas, la deformación de la perspectiva, el uso de lo cóncavo y de vacíos, son algunas de las características enumeradas en la creación del urbanismo y la contemporaneidad.
«La arquitectura es una forma de vida», afirmó al ser homenajeado en mayo pasado en el Palacio de Bellas Artes, donde fue celebrado por sus 90 años, 70 de ellos dedicados a crear gigantes minimalistas de concreto cincelado. Ahí fue reconocido como uno de los arquitectos más prolíficos y sugerentes de México.
«Llevo más de 80 años aprendiendo la manera de vivir», expresó en el máximo recinto cultural del país el autor del trazo libre y firme de cientos de planos. El dibujo, la pintura y la escultura fueron su forma de vida, al igual que la lectura, la música y recorrer ciudades.
Durante este año, además de reconocimientos y conferencias dedicadas a su obra, también fue motivo de exposiciones, como la que alojó el Museo de la Ciudad de México, en la que se reunieron 55 de sus maquetas. Con motivo de la apertura, describió:
«Todos mis proyectos están pensados para encajar en la ciudad –es mi meta–, para que hermanen con el edificio, dialoguen con el entorno. Que el espacio penetre en mis edificios.»
Estudiante rebelde
Teodoro González de León nació el 28 de mayo de 1926 en la Ciudad de México. «Fui un estudiante rebelde», reveló en 2012 ante cientos de estudiantes en Oaxaca, que acudieron a escuchar al maestro en el Centro de las Artes de San Agustín Etla.
Esa ocasión caminó entre una metrópoli flotante, en medio de croquis y las maquetas que en formato monumental permanecen como legado.
Habló ante los jóvenes: «Después de más de 60 años de práctica estoy convencido de que este proceso es abrupto, discontinuo y resultado de mucho trabajo. Es una secuencia reiterada y angustiosa de ensayos de prueba y error, en la que se confronta la forma, la composición del volumen y el espacio, una y otra vez, con los requerimientos».
Fue al lado del gran Le Corbusier, cuando en su juventud González de León conoció el trazo de la modernidad en el París de finales de los años 40 del siglo pasado.
Estudió arquitectura en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde siendo todavía alumno colaboró en la creación del plano original que daría forma a Ciudad Universitaria, como lo vio expuesto el año pasado en el Museo de Arte Moderno (MoMA) en Nueva York.
Más tarde fue el autor de obras representativas, como el Museo Tamayo Arte Contemporáneo, El Colegio de México, la Torre Arcos Bosques, el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (Muac) y el Fondo de Cultura Económica, así como los edificios sedes del Fondo Nacional de Vivienda para los Trabajadores y el Auditorio Nacional (varios de ellos en trabajo conjunto con Abraham Zabludovsky, con quien en numerosas ocasiones hizo mancuerna creativa).
En 1980, González de León obtuvo el premio Pritzker, el máximo galardón otorgado al arte de la arquitectura.
Creador incontenible, Teodoro González de León enfrentó la enfermedad con la vida constante. Al igual que el intelectual británico Oliver Sacks, nadaba por las mañanas. Así lo contó a Elena Poniatowska en entrevista (La Jornada, 8/5/16). «Al cuerpo hay que cuidarlo, flexibilizarlo, cachetearlo, y eso es lo que hago», dijo a la princesa de las letras.
Entre proyectos en su despacho y los varios homenajes, en numerosas ocasiones criticó el llamado Edificio H construido en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM por modificar el entorno del Espacio Escultórico en Ciudad Universitaria y pidió la demolición de esa estructura.
La remodelación de la biblioteca de El Colegio de México y el rediseño de lo que fue el cine Manacar son algunos de sus trabajos más recientes. «Mi tiempo de trabajo está regido no por mí, sino por la gente que me rodea», explicó durante la conferencia con la finalidad de anunciar las actividades para honrarlo.
Entre otras actividades planeadas para celebrar este año las nueve décadas de vida del arquitecto, el Instituto Nacional de Bellas Artes propuso declarar patrimonio artístico el edificio que alberga El Colegio de México, diseñado por González de León y Abraham Zabludovsky.
Además de mesas de análisis, se publicaron una guía arquitectónica y la tercera edición de su Obra reunida. La Secretaría de Cultural federal, el gobierno de la Ciudad de México, así como los colegios de México y Nacional se sumaron a las celebraciones.
«Cuando la arquitectura emociona, se convierte en una obra de arte», enseñó el constructor de la modernidad en México. Ha partido, pero deja tras de sí una estela de monumental concreto que habita la ciudad.
El arquitecto, enunció Teodoro González de León, «es el hacedor y responsable de los objetos más duraderos de la cultura. Cuando todo desaparece, queda la arquitectura, permanecen las ruinas».
Pésame del presidente Peña Nieto
En su cuenta de Twitter, el presidente Enrique Peña Nieto expresó: «Sus obras enriquecen nuestro paisaje arquitectónico y son parte del patrimonio cultural de México. Lamento el fallecimiento de Teodoro González de León, arquitecto universal y profundamente mexicano».
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