Fotograma de American Anarchist. (Foto: ARCHIVO)
C iudad Juárez, Chihuahua. 5 de septiembre de 2016. (RanchoNEWS).- La Mostra es un mundo aparte. Al cruzar la frontera del festival de Venecia, se accede a un universo fantástico, donde cada vez que se apagan las luces cientos de desconocidos sueñan juntos. En el Lido, la fantasía es anfitriona y reina. Tommaso Koch reporta desde Venecia para El País.
Sin embargo, la Mostra tampoco escapa de la realidad. En parte, a su pesar, con un refuerzo de la seguridad, para reducir el riesgo de ataques terroristas. Pero, por otro lado, ha abierto sus puertas e invitado a los dramas cotidianos a entrar: de ahí que en esta edición coincidan muchas películas centradas en las peores páginas recientes de los periódicos. El Estado Islámico, la guerra en Siria, los atentados o los refugiados se juntan en el programa. Y, aparte de gustar, esperan hacer pensar al público.
«Las películas no pueden cambiar la realidad, pero sí mejorar nuestro conocimiento del mundo, con un lenguaje que tiene una fuerza extraordinaria. Porque uno de nuestros principales problemas es la desinformación, que hace crecer los miedos, los populismos y los muros», resume Alberto Barbera, director del festival. Por ejemplo,el cineasta Midi Z propone The Road to Mandalay, relato de las miserias de la inmigración ilegal en el sureste asiático: «No me atrevo a pensar que cambie el mundo, pero espero que pueda ser vista. Estas historias están ocurriendo en el planeta. Es algo universal, también va de humanidad, separación o de tener un hogar». Y The Lastof Us narra el mismo drama, pero mucho más cerca de España: el primer largo del tunecino Alaeddine Slim se centra en el intento desesperado de un africano de alcanzar las costas europeas y en todas las pateras que el Mediterráneo engulle sin piedad.
Si estos filmes de ficción se inspiran en tragedias de sobra conocidas, los documentales directamente las graban, como en The War Show. Obaidah Zytoon, conductora de un programa radiofónico en Siria, se arma de cámara y la enfoca hacia la primavera árabe y el conflicto en su país. Se encuentra con ciudadanos deseosos de enseñar sus heridas para que el mundo entero las vea, y filma los enfrentamientos entre laicos e islamistas sobre el futuro de Siria. Graba, con crudeza extrema, los sueños rotos: de su grupo de amigos que abrazan la revuelta, solo ella y pocos más sobreviven.
Más suerte han tenido los protagonistas de Our War: de momento, siguen intactos. Aunque los riesgos aquí también son altísimos. El documental relata la historia de tres occidentales que se enrolan voluntariamente en las milicias kurdas que luchan por cada centímetro de Siria frente al Estado Islámico. Y uno de sus directores, Claudio Jampaglia, explica que confían por lo menos en hacer reflexionar al público: sobre por qué los tres entrevistados pelean, sobre los conflictos y sobre las perspectivas, porque un ataque kamikaze en Europa nos hiela la sangre pero en Oriente Medio las explosiones nunca callan.
Muchas bombas se ven también en American Anarchist. Y no puede ser de otra forma, visto el tema tratado. El documental de Charlie Siskel se centra en William Powell, quien en 1970 hizo algo del que en el filme parece mostrarse, al menos en parte, arrepentido: escribió un libro, The Anarchist Cookbook, donde detallaba todo tipo de receta para construir armas y explosivos caseros y animaba a cada ciudadano a sustituirse a la Justicia. El manual del perfecto terrorista vendió hasta dos millones de copias, fue hallado en el lugar de muchos atentados y todavía hoy se sospecha que algunos yihadistas lo adquieran en Internet. «Mi esperanza es que la historia de Bill nos ayude a comprendernos mejor a nosotros mismos y mutuamente», defiende Siskel en un comunicado.
«Cuando hay un acto de violencia, la primera reacción es el horror. Luego, la indignación. Al final solo queda la apatía, hasta el siguiente acto violento, porque nos permitimos dejar de mirar. Mi filme no quiere hacerlo. Al revés, nos lleva a observar hasta el fondo un paisaje que está lejos del sensacionalismo, para crear una experiencia que ilustre las fragilidades de la vida», asegura el director Tim Sutton. Así resume Dark Night, en la que afronta las recientes oleadas de tiroteos y ataques de lobos solitarios de EE UU. El punto de partida es emblemático: la masacre que James Holmes provocó en 2012 en Aurora, Colorado. Fue durante una proyección de Batman, en un cine.
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