C iudad Juárez, Chihuahua. 3 de septiembre de 2016. (RanchoNEWS).- El sueño mexicano del siglo XXI debería ser «un sueño de renacimiento», afirma el Nobel de Literatura francés Jean-Marie Gustave Le Clézio (1940) en entrevista con Virginia Bautista para Excélsior desde Querétaro.
«Un renacimiento de lo que ha sido el pasado prestigioso de este país, dando más valor a la herencia indígena y a la experiencia revolucionaria, lo que debe servir de fermento para el renacimiento de valores», explica el novelista y cuentista.
Quien ha visitado México durante casi 50 años comenta que la nación azteca debe experimentar un renacimiento que la llene de orgullo por su herencia cultural: «La riqueza verdadera del país es su literatura, su saber y su conocimiento de la naturaleza, de las plantas».
El autor de El atestado, quien vivió una década entre la Ciudad de México y Michoacán, confiesa que esta relación «es una larga historia de amor que empezó en 1967. Poco a poco he ido descubriendo la extraordinaria dimensión cultural de este país. Al principio pensaba que era una nación de América Latina como las demás, pero no. Es un país que tiene varias caras, distintos niveles para entender.
»Después de haber leído mucho sobre la historia del país y su literatura, entiendo que es como un iceberg, la mayor parte de sus secretos están debajo del océano. Es una parte difícil de investigar y de entender porque no se encuentra en los libros ni en la historia oficial. Se encontraría más bien en la microhistoria, la cotidianidad de hombres y mujeres que combatieron para sobrevivir ante las dificultades. Estoy en busca de esa dimensión cotidiana».
Por eso, el autor de más de 40 obras escribe actualmente un libro de ensayos sobre tres mexicanos cuya obra lo han marcado: Sor Juana Inés de la Cruz, Juan Rulfo y el historiador Luis González y González.
De Sor Juana, a quien define como «un nómada literario», dice que es como «un viajero contemplativo». Detalla que le gusta el estilo de la poeta novohispana: «Es muy elegante, evidencia mucho control de sí misma. Es una mujer que se dedicó a la filosofía en el siglo XVI, cuando no había mujeres filósofas. Ella reconoce sus raíces propias, populares, escribe en náhuatl y en una especie de criollo africano. Esa diversidad de lenguas me gusta.
»También me encanta una obra suya que se llama Enigmas. Esta parte es muy misteriosa, son enigmas filosóficos que no han logrado solución hasta ahora, se burla de la realidad. Es muy moderna. Es una de las primeras personas que reinventó el águila como símbolo de México», añade.
Con esta herencia literaria, Le Clézio asegura que tiene esperanza en el futuro de esta nación. «México es un país del futuro, se siente vivo», afirma.
El escritor galo visita por primera vez Querétaro en el marco del Hay Festival, donde ayer conversó sobre sus inquietudes artísticas con la narradora Carmen Boullosa. «Lo que más me importa es la libertad en la literatura. En ésta no debe haber ninguna convención ni reglas, debe estar libre de todo eso», señaló.
En una rueda de prensa previa, el ensayista enamorado de América Latina aceptó que, en su calidad de emigrado nacido en la africana Isla Mauricio, le provoca «mucha angustia» el resurgimiento de los nacionalismos y la violencia en Europa.
«El resurgimiento del nacionalismo tiene una faz muy fea que nos hace pensar en el movimiento que dio origen a la Segunda Guerra Mundial: un odio a lo extranjero, al migrante, el mito de la raza pura es una parte muy fea de la cultura europea. Esto no es algo nuevo, los griegos empezaron con eso. Es una herencia infecciosa, venenosa.
»Europa tendría que seguir el ejemplo de otros países como México, que es una nación de mezcla racial y cultural, adelantada en esos temas. El futuro de Europa depende de su capacidad de escuchar, de resolver el nacionalismo y el racismo. Es una cosa de educación», destaca.
El autor del libro de cuentos La ronda y otras notas rojas, que acaba de publicar Océano, prefiere refugiarse en la literatura ante la desigualdad y la zozobra que vive el mundo.
«Lo que me gusta de la literatura es la aventura de la vida. El mejor lugar para escribir es un cuarto sin decoración y una mesa ordinaria de madera blanca, como en una celda monástica. Escribo a mano, no utilizo la pantalla, la hoja de papel es como una ventana abierta al mundo».
Dice que siempre se ha interesado en historias que hablan de niños y jóvenes porque en la niñez es cuando el hombre está más cerca de la vida y el joven vive a los 15 años sus momentos más extraordinarios. «La literatura es una especie de contraveneno contra la vulgaridad y la fatalidad. No puede ser una ilusión, debe estar cerca de la verdad».
Y adelanta que está terminando una novela en la que ha estado trabajando durante los últimos tres años, que se llama Alma. «A ver si la termino en Querétaro», aventura.
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