martes, enero 31, 2006
Adiós, Daichi
L unes 30 de enero 2006. (space.com) Japan's Advanced Land Observing Satellite Daichi launches skyward atop an H-2A rocket on an Earth-watching mission.
The Japan Aerospace and Exploration Agency (JAXA) celebrated Daichi’s successful Jan. 23 launch after several subsequent delays thwarted earlier attempts at its Tanegashima Space Center launch site.
But the third time proved the charm, and Daichi (which means “Land” in Japanese) rocketed spaceward atop its H-2A booster. Cameras aboard the H-2A rocket caught stunning views of the booster’s strap-on engines falling Earthward before deploying the satellite into orbit.
The Daichi spacecraft carries a 72-foot long solar array, the largest in Japanese space history. The satellite is slated to observe the Earth for three years, but is designed to serve up to five years, using three primary instruments to build detailed maps from visual, radar and infrared observations.
An artist's interpretation of the Advanced Land Observing Satellite in Earth orbit. Credit: JAXA.
lunes, enero 30, 2006
Ganan mexicanos en el Sundance
Escena del film DeNadie
Escena de En el hoyo
P ARK CITY, UTAH. Lunes 30 de enero de 2006 (DPA).- La cinta En el hoyo, del mexicano Juan Carlos Rulfo, recibió en Park City, Utah, el Premio del Jurado del Festival de Cine Independiente de Sundance al Mejor Documental en la sección internacional de World Cinema.
El filme de Rulfo documenta la construcción del segundo piso del Periférico en la ciudad de México y la vida de los trabajadores involucrados en el proyecto.
Según una leyenda local, cada vez que se construye un puente, el diablo se cobra un alma a cambio de mantener la estructura en pie.
Esta es la historia de los trabajadores, sus vidas, sus sueños y su lucha por sobrevivir, mientras trabajan construyendo la carretera.
El otro documental mexicano galardonado durante la entrega de premios del festival fue De nadie, de Tin Dirdamal, el cual se llevó el Premio de la Audiencia al Mejor Documental Extranjero.
De nadie muestra la crueldad, la injusticia y la violencia a la que se enfrentan los inmigrantes centroamericanos al cruzar México, con el objetivo de emigrar hacia Estados Unidos.
El largometraje se centra en la historia de María, una salvadoreña que deja a sus hijos y su marido en busca de una vida mejor y ve sus sueños frustrados tras ser víctima de un ataque de criminales en suelo mexicano.
El Festival de Sundance es considerado uno de los certámenes de cine más importantes de Estados Unidos para los realizadores independientes no sólo del país, sino de todo el mundo, y es reconocido a nivel internacional por su vocación para promover la diversidad e innovación estética en el medio.
"Con motivo del 25 aniversario del Instituto Sundance de Cine y para poner fin a su vigesimosegundo festival, felicitamos a los artistas ganadores y sus películas", dijo el director del festival, Geoffrey Gilmore, durante la ceremonia de entrega de premios.
"Hemos sido afortunados de poder compartir sus historias, sus voces diversas y la originalidad de sus visiones con la audiencia que asistió este año al festival", agregó Gilmore.
El director subrayó la actualidad de las cintas exhibidas, sus sensibilidad y los complejos temas sobre la cultura y la sociedad tratados.
"Claramente, estas historias han impactado tanto a los miembros del jurado como a la audiencia", dijo.
El Premio del Jurado al Mejor Documental fue entregado al filme God grew tired of us, dirigido por Christopher Quinn.
La cinta cuenta la historia de tres jóvenes de Sudán que en los años 80 escaparon junto a más de 27 mil sudaneses de una violenta guerra civil.
El documental sigue los pasos de estos tres jóvenes y sus experiencias cuando son recibidos como refugiados en Estados Unidos y su dificultad para adaptarse a un mundo completamente diferente al que dejaron atrás.
El largometraje Quinceañera, dirigido por Wash Westmoreland y Richard Glatzer, recibió el Premio del Jurado al Mejor Filme Dramático.
La cinta trata de una joven latina en Los Ángeles que antes de cumplir 15 años descubre que está embarazada y debe enfrentar los prejuicios de su comunidad.
Asimismo, God grew tired of us y Quinceañera se llevaron los Premios de la Audiencia correspondientes al Mejor Documental y la Mejor Película Dramática, respectivamente.
En la categoría internacional, el premio a la Mejor Película Dramática Extranjera fue para la producción francesa 13 Tzameti, escrita y dirigida por Géla Babluani, en su debut cinematográfico.
El filme cuenta la historia de un joven que se encuentra un boleto de tren e instrucciones destinadas para otra persona y decide seguirlas al pie de la letra, sumergiéndose en un mundo en donde sólo los marginales habitan.
En esta categoría competían también varias producciones latinoamericanas, entre ellas El aura, del argentino Fabian Bielisky; Casa de Areia, del brasileño Andrucha Waddington; Madeinusa, de la peruana Claudia Llosa, y Sólo Dios sabe, del mexicano Carlos Bolado.
Asimismo, competía el largometraje Princesas, del español Fernando León de Aranoa.
viernes, enero 27, 2006
Invade al mundo la «locura Mozart»
V IENA/SALZBURGO, Viernes 27 de enero de 2006 (DPA y AP / El Universal).— El mundo celebra hoy el 250 aniversario del nacimiento del compositor austriaco Wolfgang Amadeus Mozarts (1756-1791). Este día habrá actos culturales en los cinco continentes.
En Salzburgo y Viena comenzarán fiestas que durarán tres días. En la primera, ciudad natal del compositor, el músico Nikolaus Harnoncourt dedicará un discurso al artista. Riccardo Muti dirigirá por la noche a la Filarmónica de Viena en un concierto.
En Viena, donde Mozart murió, el estreno de la ópera Idomeneo marcará el inicio del Año Mozart.
En ambas ciudades, se abrirán además diversas exposiciones sobre la vida y la obra del compositor, que hoy fueron presentadas a la prensa.
Salzburgo organizó la exposición central ¡Viva! Mozart en el restaurado palacio Neue Residenz como una fiesta de cumpleaños.
La muestra interactiva, eminentemente biográfica, abarca proyecciones de películas, ejemplos auditivos y valiosos documentos originales, que ofrecen un recorrido por la vida y la obra del músico.
Se puede ver por ejemplo la partitura de la primera obra que compuso Mozart a los cinco años así como la de la obra Die Schuldigkeit des ersten Gebots, propiedad privada de la reina de Inglaterra.
La ex Casa Fígaro de Viena, la única vivienda preservada de Mozart en la capital austriaca, fue restaurada y ampliada para convertirse en un museo permamente: Casa Mozart de Viena.
Pero Austria no es el único país invadido por la “locura Mozart”.
El músico es tema de un documental sueco de 12 horas y sus obras serán interpretadas por orquestas y salas de ópera en Moscú, Washington, Praga, Londres, Nueva York, Tokio, Caracas, Quito, La Habana, México, Taipei, Budapest, Santiago y decenas de ciudades más.
Muchas estaciones de radio de música clásica sólo transmitirán Mozart todo el día.
En la ciudad alemana de Augsburgo, donde nació el padre del compositor, Leopold, está planeado un acto con la presencia del primer ministro bávaro, Edmund Stoiber, y en Basilea, Suiza, se estrena la noche del viernes la ópera Der schwarze Mozart (El Mozart negro), de Andreas Pflueger.
En la Ópera Garnier de París, se estrenará una nueva puesta en escena de Don Giovani, con la dirección del cineasta Michael Haneke.
jueves, enero 26, 2006
Rui-2 en Concierto
miércoles, enero 25, 2006
A la luz de Goethe
ANTONI MARÍ
B arcelona, España. 25/01/2006 (LA VANGUARDIA) La rotunda afirmación de Arthur Rimbaud de que los libros de poesía deberían transformar la vida de sus lectores se cumplió con todas sus consecuencias cuando Jean Paul Eckermann con apenas 30 años leyó a J. W. Goethe (1749-1832). Entonces todo se transformó para él y asumió un destino que antes de leer al Consejero Áulico nunca habría tomado en consideración. "Era como si no hubiera empezado a despertar y a adquirir verdadera conciencia hasta este momento. (En los libros de Goethe) encontré el corazón humano con todos sus afanes, su felicidad y su sufrimiento; hallé una naturaleza alemana que era como un día luminoso, una realidad pura a la luz de una suave transformación".
¿Qué puede hacer un sujeto que imprevisiblemente y de la mano de un desconocido ha adquirido conciencia de si, y conciencia de todo? Pues ir en pos de él para constatar que es una persona humana la responsable de aquella transformación que le ha permitido conocer el fundamento del mundo y de las almas de los hombres. Sin temor a ser defraudado por el autor de sus nuevos días, el joven lector marcha a pie desde Göttingen hasta Weimar para contemplar de cerca al "gran egoísta" y aprender a ver más lejos desde su proximidad. Goethe no le defrauda, su persona le despeja incógnitas que la letra impresa no podía desvelar: percibir la unidad y la íntima armonía que puede establecerse entre la infinita diversidad de las apariencias que puede llegar a adquirir una persona. Pero es la persona pública la que habla: el escritor, el científico, el ciudadano, el dramaturgo, el poeta o el viajero; nada se nos muestra, sin embargo, de la intimidad interior o de las contingencias de la vida diaria. Impasible frente a la muerte de sus amigos, de sus familiares o sus amantes, Goethe es sobre todo fiel a la imagen aúlica que tanto tiempo y tanto esfuerzo le ha costado construir.
Durante nueve años, de 1823 a 1832, J. P. Eckermann atendió, asistió, incordió a Goethe y mantuvo una intensa afinidad que beneficiaría a ambos. Goethe podía exponer sus ideas, matizar otras para deshacer los malos entendidos que su obra siempre generó, opinar sobre personas e instituciones y exponer lo que le comprometía sin tener que recurrir a la escritura que imponía una exigencia que a su edad, 75 años, no estaba dispuesto a realizar. Eckermann, por su parte, convivía con la persona que le había descubierto el mundo y a si mismo y junto a su agradecimiento esperaba extender el saber y realizar el único objetivo de su existencia: dejar constancia por escrito de la magnitud ciclópea que puede adquirir un ser humano. Nada escapó a la perspicacia de Eckermann y como amanuense apuntó y redactó todo lo que decía su maestro, ensartaba sus ideas como las cuentas de un collar que se sucedieran implacablemente y ofrecía de Goethe el perfil más auténtico y fiel de lo que era un humanista. Desde aquel día de junio de 1823 Eckermann vivió exclusivamente para ordenar las infinitas conversaciones con Goethe en las que trabajó hasta quince años después de su muerte.
Aquí, Goethe aparece prudente y osado, anacrónico y reformador, generoso y egoísta, rencoroso e indulgente, y se nos ofrece en la lenta construcción de un personaje que también fascina al lector por esa ideal e imposible síntesis de sentido común y de idealismo, de racionalidad y de imprudencia, de posición crítica y de acendrado entusiasmo por las cosas del mundo. Los múltiples intereses intelectuales confluyen aquí en una unidad de sentido. Sus ideas políticas, sus convicciones ideológicas, sus consideraciones sobre los escritores modernos y los antiguos, sus investigaciones científicas, sus descubrimientos naturalistas, sus ideas sobre el arte y la naturaleza, son cuestiones que a pesar de que a menudo entran en contradicción surgen de la necesidad primera de comprenderse a si mismo y de penetrar en su relación con todo.
"Todas mis obras son fragmentos de una confesión general" y las Conversaciones son una confesión donde se muestran sus quebrantos y sus pocas alegrías y donde la memoria, azuzada por la incidencia de Eckermann, se despliega reconstruyendo un pasado idealizado mientras una oscura nostalgia se cuela entre las afirmaciones más intrépidas, las aseveraciones más audaces y los recuerdos. Napoleón, Shakespeare, Schiller, Byron, Diderot, Calderón, el duque de Welligton, Voltaire son algunos de los imaginarios que Goethe solía tomar como referencia y modelo. Cada uno de ellos le revelaba lo que le faltaba a él: audacia, sabiduría, armonía, temperamento, sentido del humor, trascendencia e inteligencia. Y a pesar de que poseía estas virtudes, el viejo maestro de Weimar no supo, o no pudo, sintetizarlas en un yo que le procurase la felicidad; al menos la instantánea felicidad de reconocerlas en una totalidad armónica.
Las Conversaciones son el testimonio del drama de Goethe y de cualquier ciudadano moderno: el de la imposibilidad de unificar la oposición más contraria, la que se manifiesta entre el Espíritu y la Naturaleza, entre el orden y el caos, yo y el mundo. Su aspiración fue trascender toda contrariedad para acceder a una unidad en la que él se confundía con todo, pero cuanto más se afanaba en ello surgían nuevas contradicciones que le impedían alcanzar la cima del reposo. Es posible que como decía Nietzsche las Conversaciones sea el libro más importante del siglo XIX, sobre todo porque Nietzsche se reconocía en esa lucha implacable y necia de llegar a situarse más allá del bien y del mal. A Goethe podía aplicarse lo que él dijo de Napoleón. "Es un ejemplo de lo peligroso que es elevarse en lo absoluto y sacrificarlo todo a la realización de una idea."
La edición española de Acantilado es en todos sus aspectos idónea e inédita y viene acompañada de ilustraciones, glosario e índice onomástico. Todo favorece a una lectura parsimoniosa y apasionada. Debe celebrarse como un acontecimiento para los que han osado acercarse al Consejero Áulico sin temer que sus alas ardieran por el calor y la luz que desprenden su inteligencia, su soberbia y su voluntad.
16 Apuntes goethianos
Si la memoria oral de Eckermann era lo fiel y prodigiosa que todo hace suponer que era, éstas serían palabras de Goethe, en versión de Rosa Sala Rose (selección de J. L. Giménez-Frontín):
"Especular sobre la inmortalidad es bueno para las clases distinguidas y, sobre todo, para las mujeres que no tienen otra cosa que hacer." (pag. 108)
"En general a los alemanes les perjudica la especulación filosófica (...) que muchas veces procura a su estilo un aire carente de sensualidad, incomprensible, inflado y tendente a dar vueltas sobre sí mismo." (pag. 128)
"El talento de Schiller estaba hecho para el teatro. (...) Con todo, no deja de ser sorprendente que, desde ´Los bandidos´, prendiera en él cierto sentido del horror que se negó a abandonar." (pag. 168)
" (Byron) es un gran talento, un talento innato, y nunca he visto en nadie una fuerza poética mayor que la suya. (...) Sin embargo, Shakespeare lo sobrepasa (...) por eso no habla mucho de Shakespeare." (pag. 174)
"Lo que nos hace libres no es nuestra negativa a reconocer a nadie por encima de nosotros, sino precisamente el hecho de respetar lo que sea superior." (pag. 253)
"Es Mozart quien debería haber compuesto la música del Fausto." (pag. 364)
"La mayor parte de las nuevas creaciones no son románticas por nuevas, sino por débiles, endebles y enfermas, mientras que lo antiguo no es clásico por antiguo, sino por fuerte, fresco y sano." (pag. 385)
"El ser humano es una criatura oscura que no sabe de dónde viene ni adónde va, conoce muy poco del mundo y aún menos de sí mismo. Tampoco yo me conozco a mí mismo, ¡y que Dios me guarde de ello!" (pag. 416)
"Esos tiempos (bárbaros) ya han llegado, y nos hallamos justo en medio. Y es que: ¿en qué consiste la barbarie sino en ser incapaz de reconocer la excelencia?" (pag. 556)
"Además, ¿qué significa eso de amar a la patria? (...) Cuando un escritor se ha esforzado toda la vida (...) en ilustrar el espíritu de un pueblo (...) ¿cómo va a obrar aún más patrióticamente?" (pag. 580)
"Nada más peligroso para el teatro que (...) vivir en la despreocupada certeza de que lo que se haya dejado de obtener en los ingresos de taquilla (...) le será restituido desde alguna otra fuente." (pag. 657)
"(Shakespeare) hace decir a sus personajes lo que resulta adecuado, efectivo y bueno para cada escena concreta, sin preocuparse de calcular (...) si tal vez estas palabras podrían entrar en una contradicción aparente." (pag. 705)
"Una cosa es segura: que en situaciones especiales las antenas de nuestra alma pueden ir más allá de sus fronteras físicas, siéndole dado presagiar o, incluso, ver realmente ante sí su futuro más próximo." (pag. 736)
"La productividad más elevada, esa iluminación significativa (es) algo emparentado con lo demónico que, incontenible, hace con el hombre lo que le viene en gana y a lo que éste se abandona sin saberlo." (pag. 763)
"La muerte es algo tan raro que, a pesar de lo que nos dice la experiencia, no la consideramos posible en aquellos a quienes queremos (...), es un imposible que se vuelve real de repente." (pag. 809)
"En el fondo, todos somos criaturas colectivas, (...) algo que mucha buena gente no acierta a comprender, por lo que se pasa media vida tanteando en la oscuridad y soñando con ser original." (pag. 861)
sábado, enero 21, 2006
Presentarán «Puente Negro»
C iudad Juárez, Chih.- (ranchonews)La plaquette «Puente Negro» de Osvaldo Ogaz Meléndez, (a) Orgaz, será presentada hoy a las 20:00 horas en Galería Mecenas, ubicada en el Centro Comercial Pasaje del Correo, segundo piso; entre Manuel Bernal, Avenida Lerdo e Ignacio Mejía.
Si usted necesita más detalles sobre la ubicación de Mecenas, Mauricio Rodríguez le explica:
«Allí donde se paraban los camiones rojos que iban a El Paso, luego fueron los azules, los Twin Cities y ahora, sólo se para el que anda buscando la entrada al Mecenas, ojo, es una puerta de metal negra, sigan las veladoras.... ya si no llegan es que... ¡ah chingao!»
Y también Jorge López Landó contribuye con la siguiente descripción:
«No se confundan, es justo donde se paraban los camiones rojos que iban a El Paso, luego fueron los azules, los Twin Cities. Abusados, la entrada es una puerta negra de metal, pero no teman, no está ni cerrada con tres candados ni tampoco remachada. Que no los engañen los Tigres».
Los organizadores prometen que «habrá cerveza de deshonor, carnitas y chicharrón de peya para mandar a la goma esos propósitos de año nuevo que nadie habrá de cumplir».
miércoles, enero 18, 2006
Maslowska y Lafon: La generación del desencanto
LOLA Y DOROTA
SÒNIA HERNÁNDEZ
B arcelona, España. 18/01/2006. (LA VANGUARDIA)En un país con una juventud apolitizada como el nuestro, donde las movilizaciones sociales con más éxito han sido alguna protesta puntual contra la globalización -y todo lo que ésta conlleva- y contra la intervención militar en Iraq impuesta por la derecha -con lo que siempre tienen de Carnaval estas movilizaciones-, la irrupción en la escena literaria de Dorota Maslowska (Polonia, 1983) y Lola Lafon (algún lugar, balcánico, del mundo, 1974) supone una agradable entrada de aire fresco y revitalizante, no sólo por la juventud de las dos autoras. Deudoras de la cultura underground, se podría decir que los dos libros escalan desde los fanzines alternativos para abrirse paso en el sector editorial comercial, es decir, en la industria de la cultura.
Lafon forma parte del grupo musical francés Leva, donde escribe canciones desgarradas y desesperanzadas contra el liberalismo salvaje, contra las multinacionales y la miseria que deja detrás de sí la globalización. Los mismos elementos que configuran Una fiebre ingobernable, su primera novela, donde el mensaje más descorazonador es la absoluta carencia de esperanza. Landra, una joven que vive en París y se dedica a escribir canciones es violada por un "hombre fuera de toda sospecha", un compositor musical de éxito; un acto que no es sino una metáfora de cómo el establishment corrompe la presunta ingenuidad de los jóvenes y frustra los posibles amagos de ilusión. Tras la violación, Landra escapa del que ha sido hasta entonces su entorno y se introduce en grupos okupas y antiglobalización que llevan a cabo una constante lucha contra el sistema, convocando manifestaciones, boicoteando multinacionales y destrozando locales de McDonald´s, además de realizar otros actos sociales y culturales en las casas ocupadas convertidas en centros sociales. Esta inmersión sirve al lector para conocer de primera mano esa forma de vida, para saber a qué aspiran esos grupos de jóvenes, cómo se organizan, cómo se arman y cómo libran su particular guerra antisistema, con una prosa en la que Lafon consigue mezclar con acierto el intimismo de su drama personal con el desencanto de su generación.
La política, como en el caso de Maslowska, está muy presente, y no sólo por la presencia de okupas y anarquistas, sino también en el pasado familiar de Landra, hija de rumanos que mantenían una especie de actividad insurgente o de espionaje, sin quedar demasiado clara, en Bucarest.
Coca-Cola y patatas fritas
La reflexión sobre el legado y los efectos del comunismo en la Europa actual también es uno de los bastiones de Blanco nieve, rojo Rusia, que repasa tres días en la vida de un joven polaco, Fuerte. Si Lafon se introducía en los grupos antisistema franceses, Maslowska bucea por un colectivo igualmente desesperanzado y algo esquizofrénico, que celebra el Día Sin Rusos a la vez que grita contra la antiglobalización y anhela poder comprarse una Coca-Cola y unas patatas fritas en McDonald´s. También se trata de una narración en primera persona, pero mucho más onírica y alucinatoria como consecuencia del omnipresente speed. Si bien es cierto que hay algo de la fórmula sexo, drogas y rock´n´roll, Maslowska -que con 19 años se convirtió en un fenómeno editorial en su país- da un paso más e introduce el escepticismo y el descreimiento político, que se convierten en un violento virus para una sociedad que acaba de salir del comunismo pero que tampoco acaba de dejarse seducir por el sueño capitalista ni el discurso de las derechas. Las contradicciones sobre la religión en el país de Juan Pablo II, la multiculturalidad, Europa y el consumo están bien planteadas y hacen que la historia gane en complejidad para acabar en un crudo retrato de la desesperanza no sólo dirigido a los lectores jóvenes.
La escritura de Maslowska fluye con el desorden del pensamiento, pero se sigue con comodidad durante la mayor parte del relato; una tensión que la autora no sabe mantener hasta el final, que se diluye de tal manera que lo onírico pasa a lo delirante hasta llegar a ser incomprensible. De todas maneras, como el pensamiento obsesivo de sus protagonistas, se trata de una historia circular en la que, a pesar de los acontecimientos que se narran, todo acaba en el mismo desencanto en el que empezó.
lunes, enero 16, 2006
Chazal: el teólogo surrealista
Daniel González Dueñas
M alcolm de Chazal (Isla Mauricio, 1902-1981) podría considerarse el más marginal de los escritores secretos: desterrado del seno familiar por su vocación literaria, fue venerado en Francia por Bataille y los surrealistas. Sin embargo, mantuvo su obra en una suerte de limbo. confabulario ofrece un ensayo, a cargo de Daniel González Dueñas, sobre la vida y la obra de este personaje místico del siglo XX, así como una selección de sus aforismos.
Ciudad de México. México. Domingo 15 de enero de 2006. (El Universal) Si una de las acepciones posibles del término “escritor secreto” es la insularidad (secreto significa ante todo aislado), muy pocos podrán asumir ese concepto como Malcolm de Chazal (1902-1981), tanto en lo literal como en lo metafórico. Examinemos primero lo literal y lo genealógico. Chazal nació en la isla Mauricio, situada en el Océano Índico, al este de Madagascar. En 1763, esta remota ínsula de 1,865 kilómetros cuadrados era posesión de Francia; ese año se estableció ahí el integrante de una aristocrática familia francesa, el conde François de Chazal de la Genesté, un ocultista a quien se atribuye la creación de los Rosacruces. Años más tarde el gran esoterista René Guénon afirmará que Chazal de la Genesté era el último depositario de los secretos de su maestro, el misterioso y legendario conde de St. Germain.
Se dice que François de Chazal se instaló en Mauricio en busca de fortuna, pero esto, aunque posible, resulta secundario; sin duda en su migración hubo razones esotéricas ligadas con un mito muy vivo en esa zona: el de la primigenia tierra llamada Lemuria (en la India referida como Gondwana), gemela de la Atlántida platónica o del Mu en el Extremo Oriente. Se trata de aquel continente arcaico que, alrededor de 250 millones de años atrás, habría contenido lo que es hoy la América meridional, África, Madagascar, la India, Ceilán, Egipto, Australia y la Antártida. Por su situación, la isla Mauricio (al igual que la isla de la Reunión) sería uno de los remanentes más puros tanto de la cuna del hombre como de los restos de la primera y más desarrollada raza humana.
Otro miembro de esa dinastía, Antoine Toussaint de Chazal de Chamarel, comprará una enorme extensión de tierras en Mauricio (zona que aún hoy es conocida como Chamarel) para el establecimiento de un emporio azucarero. En 1810 la isla pasó a ser posesión británica, pero ahí continuó habitando la dinastía de terratenientes fundada por François de Chazal. Hacia 1860, un descendiente de éste, Edmond de Chazal, reformador social y economista, no sólo influyó en su familia para abandonar la Iglesia católica a favor de las doctrinas de Emmanuel Swedenborg, sino fundó en la isla la “Nueva Jerusalén”, institución religiosa contestataria de inspiración swedenborgiana. Se recuerda a este Edmond por haber mejorado las condiciones laborales de los innumerables lugareños que trabajaban en sus fábricas y plantaciones de azúcar; con ello aumentó la ya tremenda prosperidad de la familia en la isla.
Con tales antecedentes, en 1902 nació en esta isla Malcolm de Chazal, decimotercero y último hijo de Edgar de Chazal y Emma Kellman. Su destino estaba tan predeterminado como los de sus hermanos, y así fue enviado a la Universidad de Louisiana en Baton Rouge para estudiar ingeniería química; de camino hacia Estados Unidos visitó Sumatra y Java, y cruzó Canadá por tren. Luego de graduarse en 1925, visitó Cuba para aprender de la industria azucarera, viajó por Francia y regresó a Mauricio, en donde habitaría el resto de su vida. Tiempo más tarde comenzó lo que sería una larga costumbre: costear sus ediciones de autor en pequeñas imprentas de Port-Louis, la capital de Mauricio, en tirajes de cien ejemplares. Los tres primeros libros fueron ensayos económicos amparados bajo el pseudónimo Médec en 1935 y 1936. Estos títulos escandalizaron a su familia, puesto que en ellos Chazal atacaba crudamente los métodos y la base económica de la industria azucarera en Mauricio. El escándalo aumentó cuando Chazal declaró su independencia del clan y su propósito de dedicarse por completo a la escritura. Nunca trabajó propiamente como agrónomo y sólo aceptó un modesto empleo como funcionario en la oficina de telecomunicaciones de Port-Louis, cargo del que se jubiló en 1957.
En 1940 aborda el territorio que realmente le corresponde con la publicación de un libro de aforismos, Pensées (Pensamientos), primer volumen de una serie que continuará con entregas más o menos anuales. Hacia 1943, con el cuarto volumen de Pensées, se produce un cambio que sólo puede llamarse iluminación: lo seco da paso a lo exuberante y la observación deviene interiorización; ahí puede leerse, por ejemplo: “Las flores saben reír, saben sonreír, saben incluso tomar un aire triste que llega a veces a la desesperación, pero ninguna de ellas sabe llorar. La naturaleza es totalmente estoica”. En el quinto volumen Chazal marca la necesidad de “encender una linterna en el ojo para ver el negro absoluto” y, ante todo, se desata la eclosión que marcará toda su obra: “En el hombre, objetivo último de la creación, el universo entero se contiene en símbolo”.
El sexto volumen aborda ya lo que Chazal llama poesía metafísica: “El futuro está delante de nosotros; el pasado, detrás, pero a los lados ¿qué clase de tiempo se encuentra?”. En no pocos autores de aforismos la abundancia es sospechosa e indica que, más que hallazgos, han encontrado una fórmula lingüística, un módulo verbal aplicable a todo. Lejos de esto, Chazal sorprende por su ausencia de fórmulas, por los giros inesperados, por la multitud de estratos que explora en un solo acto, el de mirar. Mirar, ante todo, lo invisible, como escribe el ensayista Éric Meunié: “Lo invisible no es nuevas cosas, sino nuevas relaciones entre las cosas conocidas: la originalidad de Chazal, y lo mejor de su obra poética, estriba en su capacidad de renovar las analogías del mundo e insertar sensiblemente al lector en una experiencia mística o metafísica que no se anuncia como tal”.
En 1945, con el término de la guerra mundial, aparece el séptimo y último volumen de Pensées; éste lleva un añadido llamado Sens-Plastique (Sentido plástico), una colección de más de dos mil aforismos, sentencias y fragmentos que se convertirá a la postre en su libro emblemático, aquel por el que será más conocido. Chazal registra ahí su declaración de principios: “Toda mi postura filosófica proviene del principio de que no hay una solución de continuidad entre la naturaleza y el hombre, y de que todas las expresiones del rostro humano, e incluso sus sentimientos, están inscritos en las plantas, la flores y los frutos, y todavía con mayor fuerza en nuestros alter egos, los animales. Y aunque usualmente se considera inanimados a los minerales, es decir más parecidos a lo muerto que a lo vivo, yo, en cambio, los veo tender también hacia esa síntesis suprema: la forma humana, especialmente cuando están en movimiento. Se dice: ‘El hombre fue hecho a imagen de Dios’, pero yo, más allá, afirmo: ‘La naturaleza fue hecha a imagen del hombre’”.
En 1946 Chazal publica una ambiciosa Histoire de la pensée universelle y en 1948 el segundo tomo de Sens-Plastique. En París el poeta surrealista Jean Paulhan conoce este último volumen y su entusiasmada lectura lo lleva a promover una reedición bajo el sello de Gallimard. En el prefacio, Paulhan escribe: “Claramente, Chazal está movido por no se sabe qué poder, por qué idea gigantesca que lo impulsa por detrás”. En efecto, ese poder es un sentido de unidad al que Chazal llama unismo, aproximación al mundo a la vez poética, sensible, moral y filosófica, fuertemente ligada con la teoría de las correspondencias de Swedenborg. Como pocas escrituras, la de Chazal revela una íntima fusión entre las palabras y las cosas, entre el lenguaje y la naturaleza. Bien lo ejemplifica esta sentencia de Sens-Plastique: “Las flores son tanto sabias como inocentes, con sus bocas llenas de experiencia pero sus ojos infantiles. Ellas doblan los dos polos de la vida hasta formar un círculo divinamente cerrado”.
La lectura del volumen de Gallimard impresiona a André Breton, que elogia al autor como surrealista, afirma no haber visto algo tan poderoso desde Lautréamont y califica al libro como “el más grande suceso de nuestro tiempo”. Sin embargo, Chazal niega cualquier influencia literaria o filosófica del surrealismo, aunque le reconoce haber hecho bastante por la liberación del espíritu humano (el movimiento que sí merece su rechazo total es el existencialismo). Sens-Plastique es admirado por Denis de Rougemont, Michel Leiris, Georges Bataille, Francis Ponge y otros célebres escritores franceses, así como por los pintores Jean Dubuffet y Georges Braque. Este último dice a Chazal que Sens-Plastique es un libro que va “más allá de lo literario” y le recomienda intentar en cambio la pintura. Chazal acepta, pero no abandona la escritura. A partir de 1960 expondrá su obra plástica en París, Londres, Grenoble, Dakar y Port-Louis.
En 1949 Gallimard le publica La Vie filtrée (un libro, según el autor, “escrito en el transcurso de dos meses en estado de trance y delirio”, es decir en estado de “sonambulismo lúcido”), pero ahí termina el “lanzamiento” de Chazal en la capital francesa. Por qué no siguió publicando en Francia se explica sin duda por la divergente recepción crítica: mientras algunos lo consideran un genio que ha sobrepasado tanto al existencialismo como al surrealismo, otros lo descalifican bajo los rubros “primitivo” o naïve. Bataille había exclamado que Sens-Plastique era como una piedra que había caído sobre Francia procedente de otro planeta, pero el apoyo surrealista no podía ser total ante una obra que daba un lugar preponderante a Dios. Bataille intentó conciliar cuando escribió “en Chazal la palabra Dios es siempre una máscara”. Pero las voces que desde la vanguardia lo habían proclamado, guardan silencio ante la contradictoria posibilidad de reconocer la existencia de un teólogo surrealista, por añadidura cristiano. Si Chazal hubiera vivido en París en esa época, de una u otra manera habría mantenido la continuidad de su obra y pensamiento, pero perdido en una isla remota en las antípodas de París, obstinadamente aislado (símbolo mismo de la insularidad), se diluye pronto en la memoria cultural francesa. No obstante, la experiencia lo lanza a continuar con las ediciones mauricianas de autor con un ímpetu asombroso a través del aforismo, la poesía, el ensayo e incluso el teatro. Aparecen, así, cuatro libros suyos en 1950; seis en 1951; once en 1952; seis en 1953; cuatro en 1954. Aun en esto Chazal es matemáticamente preciso en los términos de su propio esoterismo; nótese la progresión: cuatro, seis, once, seis, cuatro.
A estos 31 libros que dibujan su propia curva de ascensión y descenso (o de avance y recogimiento) siguen Le Sens de l’absolu (1956), el fundamental Sens-Magique (1957) y Apparadoxes (1958). No obstante, la magnitud de lo publicado es menor a la de lo inédito; según registra su discípula y biógrafa Edmée Le Breton, hacia 1952 Chazal escribía medio centenar de páginas al día; Edmée menciona varios títulos que, o bien no llegaron a terminarse, o fueron parte de los manuscritos destruidos por el autor. Al respecto comentó a Edmée: “Tal vez no sea necesario que publique mis obras: basta que sean escritas. Me parece que encerradas en los cajones de mi escritorio, ellas refulgen”.
Una y otra vez dijo a sus amigos: “Yo no escribo: soy escrito”. Entrevistado por Bernard Violet en 1969, Chazal exclamó: “Soy el mistificador esencial. No soy comprendido más que por las mujeres y los niños porque están dotados de percepción e intuición y porque todas mis obras son inmediatas de la intuición”. Así parece: Chazal posee una gran erudición en ocultismo, teología, misticismo, filosofía, etnografía, pero ninguna de estas áreas predomina en su pensamiento: ellas se han fundido en el nombre unismo. Y en esta fusión deben sumarse la mitología y la cosmogonía; es la declaración que registra en L’Âme de la musique (1950): “El mundo espiritual es uno, del alga al hombre, de la nube al arroyo”. Basado en el mito de Lemuria/Gondwana, Chazal escribe un libro llamado Petrusmok (1951), que es una cosmogonía y el evangelio de una nueva religión insular. Ante todo, en este libro Chazal revela una sed de libertad, pero de una que surge de lo que llama “humanación”, que corresponde a fusionar su yo con los demás; paradójicamente, esta fusión le permite acceder a su verdadera identidad, a su individualidad real. A esto se refiere con el término “conversión”: aquello que permite al hombre dejar de ser el simple juguete de un destino que depara la sucesión de evoluciones e involuciones.
En Le Livre de Conscience (1952) llegará al extremo de afirmar: “Las matemáticas sólo existen en las personas para quienes las apariencias lo son todo”. Y en La Vie filtrée afinará su declaración de principios: “Mi forma de escribir no tiene nada que ver con todas las formas de literatura usual, que emplea la sensación como punto de partida y la idea como punto de llegada. Mi modo de escribir es sensación pura; mi prosa es navío de sensaciones, y por tanto no tiene ninguna necesidad de contener a la sensación, porque ella es, en mi escritura, continente. La sensación es el receptáculo mismo que vehicula a la idea que yo transmito”. En diciembre de 1946 Chazal regaló a Edmée Le Breton un manuscrito llamado Profecías y confesiones; ahí afirma que la posteridad habrá de reconocer que él “desarmó al hombre como un juguete que se fragmenta en piezas para luego reintegrarlo en una forma desconocida”. Y agrega: “El primer efecto de mi obra será crear un estado de purga en los cerebros”, y esto porque “los santos y los genios rehacen su cabeza, sólo los mediocres permanecen con sus cráneos solidificados”.
En los años sesenta Chazal vive, soltero y solitario, en un ático que le ha cedido uno de sus hermanos en una zona de Mauricio llamada Curepipe, a mitad de un periodo de silencio literario (aunque no periodístico: Chazal da a las revistas de la isla artículos audaces y provocadores). Por esta época Chazal comentó a Edmée que no le sorprendería recibir el Premio Nobel y, en efecto, estuvo cerca sin haber hecho ninguna campaña para obtenerlo: el presidente de Senegal, Léopold Sédar Senghor, poeta de renombre internacional, lo nominó al Nobel de Literatura ante todo por considerarlo un escritor-pintor “africano” que celebraba “la refulgencia oceánica y las intensidades tropicales” de la parte del mundo que ambos compartían.
En 1968 se da el advenimiento de una breve plaqueta publicada en París, Poèmes; es la primera vez que Chazal utiliza en un título esta palabra que ya había explicado en La Vie filtrée: “La poesía no es otra cosa, para mí, que el arte de describir lo invisible, con imágenes de ángel”. En 1972 aparece en Estados Unidos la traducción de un fragmento de Sens-Plastique realizada por Irving Weiss, Plastic Sense, con un prefacio de W. H. Auden, en el que este autor afirma que Chazal es el “más original e interesante escritor francés surgido desde el final de la Segunda Guerra Mundial”. En 1973 aparecen dos plaquetas, una parisina (L’Homme et la Connaissance) y otra mauriciana (Sens unique). El último libro que Chazal da a la imprenta es La Bouche ne s’endort jamais, aparecido en Saint-Germain-des-Prés en 1976. Chazal fallece en 1981 y de modo póstumo aparecen Ma Révolution, lettre à Alexandrian (1983), La Vie derrière les choses (1985), un volumen de la correspondencia entre Chazal y Jean Paulhan (1987) y una entrevista larga: L’ombre d’une île. Entretiens avec Bernard Violet (1994). En 2004 una editorial parisina, Éditions Léo Scheer, a cargo de Jean-Paul Curnier y Éric Meunié, comienza el ambicioso proyecto de reunir su obra en cerca de veinte volúmenes.
Chazal explica en Sens-Plastique cómo llegó a su base filosófica panteísta y animista: “Nunca habría podido lograr esto por medio de la razón. Tuve que confiar en el pensamiento subconsciente, el único recurso intuitivo disponible a los seres humanos, que pocos de nosotros usamos a lo largo de la vida. [...] Debo añadir que nunca habría podido aprender a pensar subconscientemente sin años de retiro ascético, privando a mi cuerpo, aislándome, concentrando mi mente y espíritu [...] hasta que, por etapas, pude perfeccionar lo que considero una forma totalmente nueva de escritura”. Esta forma desconcierta, puesto que Chazal no tiene el rigor de un Antonio Porchia; sus aforismos contienen a veces un humor agrio, desentonado. Así, en Sens-magique poemas de meridiana belleza como: “La luz/ No está verdaderamente/ Desnuda/ Sino al borde del agua”, o “El agua/ Nunca está/ Desnuda/ Cuando la contemplamos”, o “Todo/ Pájaro/ Tiene el color/ De su canto”, conviven con desplantes como este: “Los Colores/ Nada tienen/ De mestizos”, o “El vinagre/ Tiene/ Mal de vientre/ Por haber/ Bebido/ Demasiado aceite”. Mas la constante es la extrañeza: “La rosa es los dientes de leche del sol”. O bien: “La noche/ Se/ Mete/ En la cama/ Siempre/ En presencia/ De/ La luz”.
Acaso ello se explica por el hecho de que Chazal, a despecho de la métrica (con qué soberbia usa mayúscula inicial en todos los versos, incluso los de una sola palabra), siente menos escribir poemas que registrar observaciones de modo casi científico. En sus libros no existe otro orden que el de la percepción guiada por lo intuitivo: el aforismo no es el sitio de la iluminación, sino el mero registro de una percepción largamente entrenada, excesiva hasta en sus recogimientos. Jean Paulhan percibe esto y en el prefacio a la edición de Gallimard escribe: “El autor no busca ser agradable, ni bueno, ni gracioso. De hecho, no busca nada”. Tal vez con ello Paulhan intenta “preparar” al racionalista lector francés para una prosa tan inusual. Y por ello aventura: “Como Chazal carece de tradición, carece de magia: ni alquimia, ni mancia, ni siquiera esta alquimia particular de los poetas que se llama rima, ritmo, cesura, verso, o al menos cadencia, armonía. No, pero un estilo rudo y a contrapelo en donde cada palabra juega su papel, y cada parte de la frase es un nuevo estrato a escalar. En suma, una experiencia en estado bruto a la cual el lector asiste”.
Se conocen las suficientes anécdotas como para imaginar las características de esa “carencia de tradición”: de carácter muy complejo e hipersensible, Chazal desarrolló un mecanismo de defensa al que llamó “la circuncisión del corazón”, y que explicaba como “lo que me permite amar a una flor o a un árbol del mismo modo en que amo a un ser humano”, pero que en términos prácticos correspondía a romper sistemáticamente con sus parientes y amigos. “He abandonado todo: la familia, la sociedad...”, dice a Edmée Le Breton, “no tengo raíces, no estoy encadenado a nadie, me he deshecho del corazón y de todas sus ‘bufonadas’”. A veces la rudeza extrema le servía para aislarse de personas en las que veía un peligro moral. Sin embargo, también era duro consigo mismo: se le conocían arranques de destrucción y quemaba pilas de manuscritos o bien los regalaba. Insistía en que los espejos fueran cubiertos en las casas a las que era invitado; acaso por ello escribió: “Cuando un mono se ve al espejo, ve a un mono; cuando un hombre se ve al espejo, también ve a un mono”. Pero acaso la verdadera razón está en otro de sus aforismos: “Nunca te mires al espejo; de este modo no te equivocarás acerca de ti mismo”.
Entrevistado por Bernard Violet, Chazal se define así: “Soy el hombre de los tiempos nuevos, el hombre creado para reunir al hombre, al universo y a Dios, de tal forma que desaparezcan religiones, filosofías, ciencias, todas las formas dispersas del conocimiento, y se presente una sola forma de conocer: la ciencia poética”. Afirma desdeñar la fama y el dinero: “El poder y la gloria no me interesan. Lo que busco es el Conocimiento. No me considero inferior a Dios. No soy Dios, pero soy como Él. Dios me ha dado, en tanto hombre, el poder de conocerlo todo. Si no poseo el conocimiento, todo lo que podría obtener carece de valor. Pero con el conocimiento, lo tengo todo: alegría, felicidad, paz. Para mí, el Conocimiento no es un libro. Es poder mirar a una flor y ver que la flor me mira”. Es así que define al mal: “Es lo que nos aísla, por ejemplo de la belleza de una flor; es esta pantalla que surge de nosotros y se interpone entre nosotros y la flor”.
Sin duda bajo esta premisa llegó a considerar a la isla de Mauricio como su propiedad personal, incluidos la gente y su flora y fauna. La isla era suya porque “poseo lo que amo. El universo me pertenece. Es como el niño que tiende los brazos hacia las estrellas para atraparlas. Todo está en él”. Existe, sin embargo, otra razón aún más profunda que, en el fondo, podría ser la gran declaración de los escritores verdaderamente secretos: “Me han preguntado”, narra a Violet, “por qué no me mudo a Francia. He viajado por Estados Unidos, por el mundo, pero me quedo en Mauricio. La razón es simple. En París, los franceses no podrían comprenderme sino a medias, mientras que en Mauricio nadie me comprende en absoluto y soy libre. Me hace falta el obstáculo. Si Cristo hubiera estado en Roma con el emperador, si hubiera cenado con los grandes patricios, no habría sido Cristo. Una obra como la mía demanda el obstáculo, la soledad, el rechazo. Y en Mauricio tengo todo eso”.
Chazal fue muy claro acerca de la esencia de su ascetismo: “Si tratamos de estar completamente solos con nuestro ser interior, por medio de buscar la soledad y de evitar deliberadamente la compañía de los otros, tratamos en vano. La razón es que, cuando nos concentramos en nosotros mismos, la persona que hay en nuestro interior simplemente se va por su cuenta. La única escuela posible para nosotros los humanos es el mundo en que vivimos. La soledad es la escuela de la otredad”. Según el sacerdote protestante René Agnel, en sus últimos años Chazal acarició la idea de formar una pequeña comunidad que fuera el germen de una nueva iglesia pura y auténtica. No obstante, su ascetismo se impuso: para cumplir esas altas premisas y evadir las contradicciones, esa comunidad tendría que ser el entero género humano o no funcionaría en absoluto.
Agnel agrega: “Después del ‘fin de la historia’, algunos hablan del ‘fin de la metafísica’. La obra de Malcolm de Chazal permite poner en duda esta última afirmación, no sólo por su realización, sino por todas las preguntas que ella abre, de todas las pistas insuficientemente exploradas que su sincretismo (aunque a veces superficial y cuestionable) pone al día”. ¿Es Chazal un escritor secreto, o uno que devela el secreto que se oculta en la etiqueta “escritor secreto”? Uno de sus estudiosos, Christophe Chabbert, intenta una respuesta: “A la vez desconocido y célebre en el mundo, ausente de los diccionarios pero estudiado en muchas universidades en Europa y sobre todo en Estados Unidos, Malcolm de Chazal ha devenido, al filo del tiempo, a su pesar, y sobre todo a pesar de los surrealistas, en un verdadero mito cuya obra no ha terminado de revelar todos sus secretos”.
Acaso el núcleo de estos secretos es la forma inusitada, más allá de toda disciplina filosófica, mística o esotérica, a través de la cual Chazal asumió el unismo, no sólo una visión integral del mundo sino una reunión de todas las disciplinas y especialidades. En la poesía de Chazal, pues, no hay renuencia a identificar elementos prosaicos o técnicos: “La electricidad/ Es histérica/ Y el neón/ Es seco de corazón”. A veces el unismo es casi palpable en su escritura, con objetividad zen: “La mano/ Se hizo/ Nido/ Para atrapar/ Al pájaro”. En unos poemas el científico se funde con el místico: “Si la luz/ Sobrepasara/ Su velocidad,/ Se resumiría/ A la noche”. En otros textos dialogan el naturalista y el filósofo: “El invierno no tiene frío/ Sino cuando se aproxima/ La primavera”. A veces el matemático toma la palabra: “El cero/ Es culpable/ De aquello/ Que no/ Tiene”. Pero es el místico el que coordina a todas las demás voces: “El hombre que no pegara/ A una imagen/ Alguna idea,/ Conocería/ El espíritu puro”. En ciertos fragmentos, la ruptura alienta tras una aparente calma: “El fruto es/ Masculino/ En el plato/ Y femenino en el árbol”. Algunos más son deslumbramiento puro: “La cosa/ Que fuera/ Perfectamente/ Virgen/ No tendría/ Forma”. Otros condescienden con la moralidad: “El vicio/ Es el más/ Obediente/ De nuestros/ Instintos”. O bien: “Los hombres,/ Ay,/ No quieren/ La felicidad,/ Sino/ Su felicidad”.
Los antologadores del Viking Book of Aphorisms (1981) dan a los textos de Chazal casi tanto espacio como a los grandes autores franceses de aforismos como La Rochefoucauld, Vauvenargues o La Bruyère, pero a diferencia de ellos, Chazal no es un moralista. Él y su obra parecen requerir, en cambio, el calificativo “ciclónico”, en el sentido en que lo define en L’Âme de la musique: “La tempestad está en nuestro cuerpo, pero nuestro centro es ciclónico: la calma perfecta está en nuestra alma”. Si hay moralismo en esa obra, se refiere en exclusiva a un acto de elección: colocarse en la tempestad o bien en el ojo del huracán. Chazal escribe en una carta a Jean Paulhan: “Yo capto lo vivo pero sin querer poseer las cosas, porque hago que la vida venga a mí y se integre en mi espíritu. Una vez obtenida la cosa, hago que la vida se piense en mí, en lugar de ser yo quien piensa la vida”.
El enigma de Malcolm de Chazal resulta considerable; su soledad abismal, su insobornable convicción, parecen crear una posteridad, como si hubiera escrito para un hombre futuro e integral que poseyera otro sentido de lo singular: “Para que Sens-Plastique se imponga”, declaró, “hace falta que toda la poesía antigua desaparezca, porque una no admite a la otra. Es una revolución integral la que se rechaza, pero no por mucho tiempo”. Suma de paradojas: lo rechazó todo pero no en un sentido nihilista sino intensamente creativo; no perteneció a ninguna escuela ni se dejó atraer por los focos usuales de fascinación, pero tampoco se transformó en la escuela esotérica de un solo individuo; su “carencia de tradición” era una fidelidad a una tradición doblemente oculta; asumió como pocos la insularidad, mas para demostrar que ningún hombre es una isla; su obra (tanto la escrita como la destruida y la que ni siquiera llegó a la hoja de papel) fue como un meteorito caído sobre este planeta, pero el nombre de ese meteorito era la Tierra, algo más humano que el mundo en el que cayó; tuvo un deseo supremo que parecía inalcanzable, pero no lo usó para cantar a las imposibilidades sino a las concreciones misteriosamente alcanzadas aquí y ahora.
En una de sus páginas esenciales dejó escrito este deseo: “Ser Jesucristo sin ser Dios; ser un santo sin dejar de ser hombre; ser un hombre sin ser demasiado animal; ser animal sin ser vegetativo; ser vegetativo como lo es la nube; fluir como el agua sin encenagarme; estancarse como a veces lo hace el fuego; arder en pasión suspensa para saborear mejor la vida; ser Buda un poco como Mahoma; amar sin ser prisionero del amor; vivir sin ser vivido por los otros; ser libre, ser hombre, ser inmortal aquí abajo como lo son los dioses; resplandecer como el sol para siempre; sobrepasar todos mis límites para permanecer yo; conocer todo el ciclo de la vida por medio de hacer el recorrido de mí mismo. Vivir, en fin, como uno de cada diez millones sabe vivir. Tal como soy, mi sueño se ha realizado”.
González Dueñas. Escritor. Autor de Libro de Nadie (FCE, 2003).
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El sentido plástico. Aforismos
M alcolm de Chazal (Isla Mauricio, 1902-1981) podría considerarse el más marginal de los escritores secretos: desterrado del seno familiar por su vocación literaria, fue venerado en Francia por Bataille y los surrealistas. Sin embargo, mantuvo su obra en una suerte de limbo. confabulario ofrece un ensayo, a cargo de Daniel González Dueñas, sobre la vida y la obra de este personaje místico del siglo XX, así como una selección de sus aforismos.
Ciudad de México. México. Domingo 15 de enero de 2006. (El Universal) Si una de las acepciones posibles del término “escritor secreto” es la insularidad (secreto significa ante todo aislado), muy pocos podrán asumir ese concepto como Malcolm de Chazal (1902-1981), tanto en lo literal como en lo metafórico. Examinemos primero lo literal y lo genealógico. Chazal nació en la isla Mauricio, situada en el Océano Índico, al este de Madagascar. En 1763, esta remota ínsula de 1,865 kilómetros cuadrados era posesión de Francia; ese año se estableció ahí el integrante de una aristocrática familia francesa, el conde François de Chazal de la Genesté, un ocultista a quien se atribuye la creación de los Rosacruces. Años más tarde el gran esoterista René Guénon afirmará que Chazal de la Genesté era el último depositario de los secretos de su maestro, el misterioso y legendario conde de St. Germain.
Se dice que François de Chazal se instaló en Mauricio en busca de fortuna, pero esto, aunque posible, resulta secundario; sin duda en su migración hubo razones esotéricas ligadas con un mito muy vivo en esa zona: el de la primigenia tierra llamada Lemuria (en la India referida como Gondwana), gemela de la Atlántida platónica o del Mu en el Extremo Oriente. Se trata de aquel continente arcaico que, alrededor de 250 millones de años atrás, habría contenido lo que es hoy la América meridional, África, Madagascar, la India, Ceilán, Egipto, Australia y la Antártida. Por su situación, la isla Mauricio (al igual que la isla de la Reunión) sería uno de los remanentes más puros tanto de la cuna del hombre como de los restos de la primera y más desarrollada raza humana.
Otro miembro de esa dinastía, Antoine Toussaint de Chazal de Chamarel, comprará una enorme extensión de tierras en Mauricio (zona que aún hoy es conocida como Chamarel) para el establecimiento de un emporio azucarero. En 1810 la isla pasó a ser posesión británica, pero ahí continuó habitando la dinastía de terratenientes fundada por François de Chazal. Hacia 1860, un descendiente de éste, Edmond de Chazal, reformador social y economista, no sólo influyó en su familia para abandonar la Iglesia católica a favor de las doctrinas de Emmanuel Swedenborg, sino fundó en la isla la “Nueva Jerusalén”, institución religiosa contestataria de inspiración swedenborgiana. Se recuerda a este Edmond por haber mejorado las condiciones laborales de los innumerables lugareños que trabajaban en sus fábricas y plantaciones de azúcar; con ello aumentó la ya tremenda prosperidad de la familia en la isla.
Con tales antecedentes, en 1902 nació en esta isla Malcolm de Chazal, decimotercero y último hijo de Edgar de Chazal y Emma Kellman. Su destino estaba tan predeterminado como los de sus hermanos, y así fue enviado a la Universidad de Louisiana en Baton Rouge para estudiar ingeniería química; de camino hacia Estados Unidos visitó Sumatra y Java, y cruzó Canadá por tren. Luego de graduarse en 1925, visitó Cuba para aprender de la industria azucarera, viajó por Francia y regresó a Mauricio, en donde habitaría el resto de su vida. Tiempo más tarde comenzó lo que sería una larga costumbre: costear sus ediciones de autor en pequeñas imprentas de Port-Louis, la capital de Mauricio, en tirajes de cien ejemplares. Los tres primeros libros fueron ensayos económicos amparados bajo el pseudónimo Médec en 1935 y 1936. Estos títulos escandalizaron a su familia, puesto que en ellos Chazal atacaba crudamente los métodos y la base económica de la industria azucarera en Mauricio. El escándalo aumentó cuando Chazal declaró su independencia del clan y su propósito de dedicarse por completo a la escritura. Nunca trabajó propiamente como agrónomo y sólo aceptó un modesto empleo como funcionario en la oficina de telecomunicaciones de Port-Louis, cargo del que se jubiló en 1957.
En 1940 aborda el territorio que realmente le corresponde con la publicación de un libro de aforismos, Pensées (Pensamientos), primer volumen de una serie que continuará con entregas más o menos anuales. Hacia 1943, con el cuarto volumen de Pensées, se produce un cambio que sólo puede llamarse iluminación: lo seco da paso a lo exuberante y la observación deviene interiorización; ahí puede leerse, por ejemplo: “Las flores saben reír, saben sonreír, saben incluso tomar un aire triste que llega a veces a la desesperación, pero ninguna de ellas sabe llorar. La naturaleza es totalmente estoica”. En el quinto volumen Chazal marca la necesidad de “encender una linterna en el ojo para ver el negro absoluto” y, ante todo, se desata la eclosión que marcará toda su obra: “En el hombre, objetivo último de la creación, el universo entero se contiene en símbolo”.
El sexto volumen aborda ya lo que Chazal llama poesía metafísica: “El futuro está delante de nosotros; el pasado, detrás, pero a los lados ¿qué clase de tiempo se encuentra?”. En no pocos autores de aforismos la abundancia es sospechosa e indica que, más que hallazgos, han encontrado una fórmula lingüística, un módulo verbal aplicable a todo. Lejos de esto, Chazal sorprende por su ausencia de fórmulas, por los giros inesperados, por la multitud de estratos que explora en un solo acto, el de mirar. Mirar, ante todo, lo invisible, como escribe el ensayista Éric Meunié: “Lo invisible no es nuevas cosas, sino nuevas relaciones entre las cosas conocidas: la originalidad de Chazal, y lo mejor de su obra poética, estriba en su capacidad de renovar las analogías del mundo e insertar sensiblemente al lector en una experiencia mística o metafísica que no se anuncia como tal”.
En 1945, con el término de la guerra mundial, aparece el séptimo y último volumen de Pensées; éste lleva un añadido llamado Sens-Plastique (Sentido plástico), una colección de más de dos mil aforismos, sentencias y fragmentos que se convertirá a la postre en su libro emblemático, aquel por el que será más conocido. Chazal registra ahí su declaración de principios: “Toda mi postura filosófica proviene del principio de que no hay una solución de continuidad entre la naturaleza y el hombre, y de que todas las expresiones del rostro humano, e incluso sus sentimientos, están inscritos en las plantas, la flores y los frutos, y todavía con mayor fuerza en nuestros alter egos, los animales. Y aunque usualmente se considera inanimados a los minerales, es decir más parecidos a lo muerto que a lo vivo, yo, en cambio, los veo tender también hacia esa síntesis suprema: la forma humana, especialmente cuando están en movimiento. Se dice: ‘El hombre fue hecho a imagen de Dios’, pero yo, más allá, afirmo: ‘La naturaleza fue hecha a imagen del hombre’”.
En 1946 Chazal publica una ambiciosa Histoire de la pensée universelle y en 1948 el segundo tomo de Sens-Plastique. En París el poeta surrealista Jean Paulhan conoce este último volumen y su entusiasmada lectura lo lleva a promover una reedición bajo el sello de Gallimard. En el prefacio, Paulhan escribe: “Claramente, Chazal está movido por no se sabe qué poder, por qué idea gigantesca que lo impulsa por detrás”. En efecto, ese poder es un sentido de unidad al que Chazal llama unismo, aproximación al mundo a la vez poética, sensible, moral y filosófica, fuertemente ligada con la teoría de las correspondencias de Swedenborg. Como pocas escrituras, la de Chazal revela una íntima fusión entre las palabras y las cosas, entre el lenguaje y la naturaleza. Bien lo ejemplifica esta sentencia de Sens-Plastique: “Las flores son tanto sabias como inocentes, con sus bocas llenas de experiencia pero sus ojos infantiles. Ellas doblan los dos polos de la vida hasta formar un círculo divinamente cerrado”.
La lectura del volumen de Gallimard impresiona a André Breton, que elogia al autor como surrealista, afirma no haber visto algo tan poderoso desde Lautréamont y califica al libro como “el más grande suceso de nuestro tiempo”. Sin embargo, Chazal niega cualquier influencia literaria o filosófica del surrealismo, aunque le reconoce haber hecho bastante por la liberación del espíritu humano (el movimiento que sí merece su rechazo total es el existencialismo). Sens-Plastique es admirado por Denis de Rougemont, Michel Leiris, Georges Bataille, Francis Ponge y otros célebres escritores franceses, así como por los pintores Jean Dubuffet y Georges Braque. Este último dice a Chazal que Sens-Plastique es un libro que va “más allá de lo literario” y le recomienda intentar en cambio la pintura. Chazal acepta, pero no abandona la escritura. A partir de 1960 expondrá su obra plástica en París, Londres, Grenoble, Dakar y Port-Louis.
En 1949 Gallimard le publica La Vie filtrée (un libro, según el autor, “escrito en el transcurso de dos meses en estado de trance y delirio”, es decir en estado de “sonambulismo lúcido”), pero ahí termina el “lanzamiento” de Chazal en la capital francesa. Por qué no siguió publicando en Francia se explica sin duda por la divergente recepción crítica: mientras algunos lo consideran un genio que ha sobrepasado tanto al existencialismo como al surrealismo, otros lo descalifican bajo los rubros “primitivo” o naïve. Bataille había exclamado que Sens-Plastique era como una piedra que había caído sobre Francia procedente de otro planeta, pero el apoyo surrealista no podía ser total ante una obra que daba un lugar preponderante a Dios. Bataille intentó conciliar cuando escribió “en Chazal la palabra Dios es siempre una máscara”. Pero las voces que desde la vanguardia lo habían proclamado, guardan silencio ante la contradictoria posibilidad de reconocer la existencia de un teólogo surrealista, por añadidura cristiano. Si Chazal hubiera vivido en París en esa época, de una u otra manera habría mantenido la continuidad de su obra y pensamiento, pero perdido en una isla remota en las antípodas de París, obstinadamente aislado (símbolo mismo de la insularidad), se diluye pronto en la memoria cultural francesa. No obstante, la experiencia lo lanza a continuar con las ediciones mauricianas de autor con un ímpetu asombroso a través del aforismo, la poesía, el ensayo e incluso el teatro. Aparecen, así, cuatro libros suyos en 1950; seis en 1951; once en 1952; seis en 1953; cuatro en 1954. Aun en esto Chazal es matemáticamente preciso en los términos de su propio esoterismo; nótese la progresión: cuatro, seis, once, seis, cuatro.
A estos 31 libros que dibujan su propia curva de ascensión y descenso (o de avance y recogimiento) siguen Le Sens de l’absolu (1956), el fundamental Sens-Magique (1957) y Apparadoxes (1958). No obstante, la magnitud de lo publicado es menor a la de lo inédito; según registra su discípula y biógrafa Edmée Le Breton, hacia 1952 Chazal escribía medio centenar de páginas al día; Edmée menciona varios títulos que, o bien no llegaron a terminarse, o fueron parte de los manuscritos destruidos por el autor. Al respecto comentó a Edmée: “Tal vez no sea necesario que publique mis obras: basta que sean escritas. Me parece que encerradas en los cajones de mi escritorio, ellas refulgen”.
Una y otra vez dijo a sus amigos: “Yo no escribo: soy escrito”. Entrevistado por Bernard Violet en 1969, Chazal exclamó: “Soy el mistificador esencial. No soy comprendido más que por las mujeres y los niños porque están dotados de percepción e intuición y porque todas mis obras son inmediatas de la intuición”. Así parece: Chazal posee una gran erudición en ocultismo, teología, misticismo, filosofía, etnografía, pero ninguna de estas áreas predomina en su pensamiento: ellas se han fundido en el nombre unismo. Y en esta fusión deben sumarse la mitología y la cosmogonía; es la declaración que registra en L’Âme de la musique (1950): “El mundo espiritual es uno, del alga al hombre, de la nube al arroyo”. Basado en el mito de Lemuria/Gondwana, Chazal escribe un libro llamado Petrusmok (1951), que es una cosmogonía y el evangelio de una nueva religión insular. Ante todo, en este libro Chazal revela una sed de libertad, pero de una que surge de lo que llama “humanación”, que corresponde a fusionar su yo con los demás; paradójicamente, esta fusión le permite acceder a su verdadera identidad, a su individualidad real. A esto se refiere con el término “conversión”: aquello que permite al hombre dejar de ser el simple juguete de un destino que depara la sucesión de evoluciones e involuciones.
En Le Livre de Conscience (1952) llegará al extremo de afirmar: “Las matemáticas sólo existen en las personas para quienes las apariencias lo son todo”. Y en La Vie filtrée afinará su declaración de principios: “Mi forma de escribir no tiene nada que ver con todas las formas de literatura usual, que emplea la sensación como punto de partida y la idea como punto de llegada. Mi modo de escribir es sensación pura; mi prosa es navío de sensaciones, y por tanto no tiene ninguna necesidad de contener a la sensación, porque ella es, en mi escritura, continente. La sensación es el receptáculo mismo que vehicula a la idea que yo transmito”. En diciembre de 1946 Chazal regaló a Edmée Le Breton un manuscrito llamado Profecías y confesiones; ahí afirma que la posteridad habrá de reconocer que él “desarmó al hombre como un juguete que se fragmenta en piezas para luego reintegrarlo en una forma desconocida”. Y agrega: “El primer efecto de mi obra será crear un estado de purga en los cerebros”, y esto porque “los santos y los genios rehacen su cabeza, sólo los mediocres permanecen con sus cráneos solidificados”.
En los años sesenta Chazal vive, soltero y solitario, en un ático que le ha cedido uno de sus hermanos en una zona de Mauricio llamada Curepipe, a mitad de un periodo de silencio literario (aunque no periodístico: Chazal da a las revistas de la isla artículos audaces y provocadores). Por esta época Chazal comentó a Edmée que no le sorprendería recibir el Premio Nobel y, en efecto, estuvo cerca sin haber hecho ninguna campaña para obtenerlo: el presidente de Senegal, Léopold Sédar Senghor, poeta de renombre internacional, lo nominó al Nobel de Literatura ante todo por considerarlo un escritor-pintor “africano” que celebraba “la refulgencia oceánica y las intensidades tropicales” de la parte del mundo que ambos compartían.
En 1968 se da el advenimiento de una breve plaqueta publicada en París, Poèmes; es la primera vez que Chazal utiliza en un título esta palabra que ya había explicado en La Vie filtrée: “La poesía no es otra cosa, para mí, que el arte de describir lo invisible, con imágenes de ángel”. En 1972 aparece en Estados Unidos la traducción de un fragmento de Sens-Plastique realizada por Irving Weiss, Plastic Sense, con un prefacio de W. H. Auden, en el que este autor afirma que Chazal es el “más original e interesante escritor francés surgido desde el final de la Segunda Guerra Mundial”. En 1973 aparecen dos plaquetas, una parisina (L’Homme et la Connaissance) y otra mauriciana (Sens unique). El último libro que Chazal da a la imprenta es La Bouche ne s’endort jamais, aparecido en Saint-Germain-des-Prés en 1976. Chazal fallece en 1981 y de modo póstumo aparecen Ma Révolution, lettre à Alexandrian (1983), La Vie derrière les choses (1985), un volumen de la correspondencia entre Chazal y Jean Paulhan (1987) y una entrevista larga: L’ombre d’une île. Entretiens avec Bernard Violet (1994). En 2004 una editorial parisina, Éditions Léo Scheer, a cargo de Jean-Paul Curnier y Éric Meunié, comienza el ambicioso proyecto de reunir su obra en cerca de veinte volúmenes.
Chazal explica en Sens-Plastique cómo llegó a su base filosófica panteísta y animista: “Nunca habría podido lograr esto por medio de la razón. Tuve que confiar en el pensamiento subconsciente, el único recurso intuitivo disponible a los seres humanos, que pocos de nosotros usamos a lo largo de la vida. [...] Debo añadir que nunca habría podido aprender a pensar subconscientemente sin años de retiro ascético, privando a mi cuerpo, aislándome, concentrando mi mente y espíritu [...] hasta que, por etapas, pude perfeccionar lo que considero una forma totalmente nueva de escritura”. Esta forma desconcierta, puesto que Chazal no tiene el rigor de un Antonio Porchia; sus aforismos contienen a veces un humor agrio, desentonado. Así, en Sens-magique poemas de meridiana belleza como: “La luz/ No está verdaderamente/ Desnuda/ Sino al borde del agua”, o “El agua/ Nunca está/ Desnuda/ Cuando la contemplamos”, o “Todo/ Pájaro/ Tiene el color/ De su canto”, conviven con desplantes como este: “Los Colores/ Nada tienen/ De mestizos”, o “El vinagre/ Tiene/ Mal de vientre/ Por haber/ Bebido/ Demasiado aceite”. Mas la constante es la extrañeza: “La rosa es los dientes de leche del sol”. O bien: “La noche/ Se/ Mete/ En la cama/ Siempre/ En presencia/ De/ La luz”.
Acaso ello se explica por el hecho de que Chazal, a despecho de la métrica (con qué soberbia usa mayúscula inicial en todos los versos, incluso los de una sola palabra), siente menos escribir poemas que registrar observaciones de modo casi científico. En sus libros no existe otro orden que el de la percepción guiada por lo intuitivo: el aforismo no es el sitio de la iluminación, sino el mero registro de una percepción largamente entrenada, excesiva hasta en sus recogimientos. Jean Paulhan percibe esto y en el prefacio a la edición de Gallimard escribe: “El autor no busca ser agradable, ni bueno, ni gracioso. De hecho, no busca nada”. Tal vez con ello Paulhan intenta “preparar” al racionalista lector francés para una prosa tan inusual. Y por ello aventura: “Como Chazal carece de tradición, carece de magia: ni alquimia, ni mancia, ni siquiera esta alquimia particular de los poetas que se llama rima, ritmo, cesura, verso, o al menos cadencia, armonía. No, pero un estilo rudo y a contrapelo en donde cada palabra juega su papel, y cada parte de la frase es un nuevo estrato a escalar. En suma, una experiencia en estado bruto a la cual el lector asiste”.
Se conocen las suficientes anécdotas como para imaginar las características de esa “carencia de tradición”: de carácter muy complejo e hipersensible, Chazal desarrolló un mecanismo de defensa al que llamó “la circuncisión del corazón”, y que explicaba como “lo que me permite amar a una flor o a un árbol del mismo modo en que amo a un ser humano”, pero que en términos prácticos correspondía a romper sistemáticamente con sus parientes y amigos. “He abandonado todo: la familia, la sociedad...”, dice a Edmée Le Breton, “no tengo raíces, no estoy encadenado a nadie, me he deshecho del corazón y de todas sus ‘bufonadas’”. A veces la rudeza extrema le servía para aislarse de personas en las que veía un peligro moral. Sin embargo, también era duro consigo mismo: se le conocían arranques de destrucción y quemaba pilas de manuscritos o bien los regalaba. Insistía en que los espejos fueran cubiertos en las casas a las que era invitado; acaso por ello escribió: “Cuando un mono se ve al espejo, ve a un mono; cuando un hombre se ve al espejo, también ve a un mono”. Pero acaso la verdadera razón está en otro de sus aforismos: “Nunca te mires al espejo; de este modo no te equivocarás acerca de ti mismo”.
Entrevistado por Bernard Violet, Chazal se define así: “Soy el hombre de los tiempos nuevos, el hombre creado para reunir al hombre, al universo y a Dios, de tal forma que desaparezcan religiones, filosofías, ciencias, todas las formas dispersas del conocimiento, y se presente una sola forma de conocer: la ciencia poética”. Afirma desdeñar la fama y el dinero: “El poder y la gloria no me interesan. Lo que busco es el Conocimiento. No me considero inferior a Dios. No soy Dios, pero soy como Él. Dios me ha dado, en tanto hombre, el poder de conocerlo todo. Si no poseo el conocimiento, todo lo que podría obtener carece de valor. Pero con el conocimiento, lo tengo todo: alegría, felicidad, paz. Para mí, el Conocimiento no es un libro. Es poder mirar a una flor y ver que la flor me mira”. Es así que define al mal: “Es lo que nos aísla, por ejemplo de la belleza de una flor; es esta pantalla que surge de nosotros y se interpone entre nosotros y la flor”.
Sin duda bajo esta premisa llegó a considerar a la isla de Mauricio como su propiedad personal, incluidos la gente y su flora y fauna. La isla era suya porque “poseo lo que amo. El universo me pertenece. Es como el niño que tiende los brazos hacia las estrellas para atraparlas. Todo está en él”. Existe, sin embargo, otra razón aún más profunda que, en el fondo, podría ser la gran declaración de los escritores verdaderamente secretos: “Me han preguntado”, narra a Violet, “por qué no me mudo a Francia. He viajado por Estados Unidos, por el mundo, pero me quedo en Mauricio. La razón es simple. En París, los franceses no podrían comprenderme sino a medias, mientras que en Mauricio nadie me comprende en absoluto y soy libre. Me hace falta el obstáculo. Si Cristo hubiera estado en Roma con el emperador, si hubiera cenado con los grandes patricios, no habría sido Cristo. Una obra como la mía demanda el obstáculo, la soledad, el rechazo. Y en Mauricio tengo todo eso”.
Chazal fue muy claro acerca de la esencia de su ascetismo: “Si tratamos de estar completamente solos con nuestro ser interior, por medio de buscar la soledad y de evitar deliberadamente la compañía de los otros, tratamos en vano. La razón es que, cuando nos concentramos en nosotros mismos, la persona que hay en nuestro interior simplemente se va por su cuenta. La única escuela posible para nosotros los humanos es el mundo en que vivimos. La soledad es la escuela de la otredad”. Según el sacerdote protestante René Agnel, en sus últimos años Chazal acarició la idea de formar una pequeña comunidad que fuera el germen de una nueva iglesia pura y auténtica. No obstante, su ascetismo se impuso: para cumplir esas altas premisas y evadir las contradicciones, esa comunidad tendría que ser el entero género humano o no funcionaría en absoluto.
Agnel agrega: “Después del ‘fin de la historia’, algunos hablan del ‘fin de la metafísica’. La obra de Malcolm de Chazal permite poner en duda esta última afirmación, no sólo por su realización, sino por todas las preguntas que ella abre, de todas las pistas insuficientemente exploradas que su sincretismo (aunque a veces superficial y cuestionable) pone al día”. ¿Es Chazal un escritor secreto, o uno que devela el secreto que se oculta en la etiqueta “escritor secreto”? Uno de sus estudiosos, Christophe Chabbert, intenta una respuesta: “A la vez desconocido y célebre en el mundo, ausente de los diccionarios pero estudiado en muchas universidades en Europa y sobre todo en Estados Unidos, Malcolm de Chazal ha devenido, al filo del tiempo, a su pesar, y sobre todo a pesar de los surrealistas, en un verdadero mito cuya obra no ha terminado de revelar todos sus secretos”.
Acaso el núcleo de estos secretos es la forma inusitada, más allá de toda disciplina filosófica, mística o esotérica, a través de la cual Chazal asumió el unismo, no sólo una visión integral del mundo sino una reunión de todas las disciplinas y especialidades. En la poesía de Chazal, pues, no hay renuencia a identificar elementos prosaicos o técnicos: “La electricidad/ Es histérica/ Y el neón/ Es seco de corazón”. A veces el unismo es casi palpable en su escritura, con objetividad zen: “La mano/ Se hizo/ Nido/ Para atrapar/ Al pájaro”. En unos poemas el científico se funde con el místico: “Si la luz/ Sobrepasara/ Su velocidad,/ Se resumiría/ A la noche”. En otros textos dialogan el naturalista y el filósofo: “El invierno no tiene frío/ Sino cuando se aproxima/ La primavera”. A veces el matemático toma la palabra: “El cero/ Es culpable/ De aquello/ Que no/ Tiene”. Pero es el místico el que coordina a todas las demás voces: “El hombre que no pegara/ A una imagen/ Alguna idea,/ Conocería/ El espíritu puro”. En ciertos fragmentos, la ruptura alienta tras una aparente calma: “El fruto es/ Masculino/ En el plato/ Y femenino en el árbol”. Algunos más son deslumbramiento puro: “La cosa/ Que fuera/ Perfectamente/ Virgen/ No tendría/ Forma”. Otros condescienden con la moralidad: “El vicio/ Es el más/ Obediente/ De nuestros/ Instintos”. O bien: “Los hombres,/ Ay,/ No quieren/ La felicidad,/ Sino/ Su felicidad”.
Los antologadores del Viking Book of Aphorisms (1981) dan a los textos de Chazal casi tanto espacio como a los grandes autores franceses de aforismos como La Rochefoucauld, Vauvenargues o La Bruyère, pero a diferencia de ellos, Chazal no es un moralista. Él y su obra parecen requerir, en cambio, el calificativo “ciclónico”, en el sentido en que lo define en L’Âme de la musique: “La tempestad está en nuestro cuerpo, pero nuestro centro es ciclónico: la calma perfecta está en nuestra alma”. Si hay moralismo en esa obra, se refiere en exclusiva a un acto de elección: colocarse en la tempestad o bien en el ojo del huracán. Chazal escribe en una carta a Jean Paulhan: “Yo capto lo vivo pero sin querer poseer las cosas, porque hago que la vida venga a mí y se integre en mi espíritu. Una vez obtenida la cosa, hago que la vida se piense en mí, en lugar de ser yo quien piensa la vida”.
El enigma de Malcolm de Chazal resulta considerable; su soledad abismal, su insobornable convicción, parecen crear una posteridad, como si hubiera escrito para un hombre futuro e integral que poseyera otro sentido de lo singular: “Para que Sens-Plastique se imponga”, declaró, “hace falta que toda la poesía antigua desaparezca, porque una no admite a la otra. Es una revolución integral la que se rechaza, pero no por mucho tiempo”. Suma de paradojas: lo rechazó todo pero no en un sentido nihilista sino intensamente creativo; no perteneció a ninguna escuela ni se dejó atraer por los focos usuales de fascinación, pero tampoco se transformó en la escuela esotérica de un solo individuo; su “carencia de tradición” era una fidelidad a una tradición doblemente oculta; asumió como pocos la insularidad, mas para demostrar que ningún hombre es una isla; su obra (tanto la escrita como la destruida y la que ni siquiera llegó a la hoja de papel) fue como un meteorito caído sobre este planeta, pero el nombre de ese meteorito era la Tierra, algo más humano que el mundo en el que cayó; tuvo un deseo supremo que parecía inalcanzable, pero no lo usó para cantar a las imposibilidades sino a las concreciones misteriosamente alcanzadas aquí y ahora.
En una de sus páginas esenciales dejó escrito este deseo: “Ser Jesucristo sin ser Dios; ser un santo sin dejar de ser hombre; ser un hombre sin ser demasiado animal; ser animal sin ser vegetativo; ser vegetativo como lo es la nube; fluir como el agua sin encenagarme; estancarse como a veces lo hace el fuego; arder en pasión suspensa para saborear mejor la vida; ser Buda un poco como Mahoma; amar sin ser prisionero del amor; vivir sin ser vivido por los otros; ser libre, ser hombre, ser inmortal aquí abajo como lo son los dioses; resplandecer como el sol para siempre; sobrepasar todos mis límites para permanecer yo; conocer todo el ciclo de la vida por medio de hacer el recorrido de mí mismo. Vivir, en fin, como uno de cada diez millones sabe vivir. Tal como soy, mi sueño se ha realizado”.
González Dueñas. Escritor. Autor de Libro de Nadie (FCE, 2003).
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El sentido plástico. Aforismos
Por Malcolm de Chazal
E l sentido del gusto es una casa de una sola habitación, que es la boca. El oído tiene el gabinete de la oreja, los ojos disponen del salón de la córnea, y el olfato posee el largo vestíbulo de la nariz. Pero el más pobremente dotado es el tacto, que vive en las desnudas planicies de la piel como un vagabundo en las calles.
*Conocemos los salones del ojo como visitantes bienvenidos pero vivimos en nuestra boca.
*El arte es la naturaleza acelerada y Dios en cámara lenta.
*Lo primero que despierta en los animales son sus rostros, luego sus cuerpos. Los cuerpos de los hombres despiertan antes que sus rostros. El animal duerme dentro de su cuerpo; el hombre duerme con su cuerpo dentro de su mente.
*Nunca coinciden nuestra expresión facial y nuestras palabras. Es sólo por ello que los animales no nos entienden.
*La mujer nos hace poetas; el niño nos hace filósofos.
*El artista creativo tiene un falo en el cerebro.
*Soy la cuarta persona de la sagrada trinidad.
*Duerme con tus ideas: en la mañana se volverán imágenes.
*Tiembla si eres entendido por el burgués: es un signo de que no vales nada.
*Antes de ser Adán y Eva, eran hombre y mujer. ¿Eran, pues, hermano y hermana?
*Si el agua no supiera lo que es la sed, ¿cómo podríamos beberla?
*Si los habitantes de Marte vinieran a la Tierra, ¿nos tomarían por humanos?
*Los únicos escritores que perduran son aquellos que escriben desnudos para el hombre desnudo, para el hombre-naturaleza, para el hombre de todos los tiempos.
*La mejor forma de ser escuchado es convertir a cada espectador en un auditorio completo y al auditorio completo en un único espectador.
*Morimos por falta de amor, por una ausencia, por desesperación. Lo que nos retiene en la tierra es el amor, es la vida. La muerte ha sido construida con el sentimiento de rechazo que hay en el hombre. Nosotros hemos fabricado la muerte.
*El pensamiento viaja a la velocidad del deseo.
*En la voluptuosidad, forma suprema del placer, se copula casi tanto con uno mismo que con el otro. Después de todo, la voluptuosidad no es sino una masturbación del alma.
*El sufrimiento no engrandece más que a los grandes.
* Lo que nos impide ver a Dios es el hecho de que nuestro espíritu es complicado, mientras que Dios es simple.
* No existen voces naturales en el estricto sentido del término. Si las hubiera nos parecerían sobrenaturales, puesto que romperían la norma a la que estamos acostumbrados. Las voces de los ángeles nos provocarían un pavor infinito, porque nos parecerían prodigiosamente naturales. Si la voz de un moribundo nos causa escalofríos es porque está totalmente desnuda, como debió ser la voz de Adán antes de la Caída. ¿No es la última meta del arte imitar esa primera desnudez? No hay almas superiores sino en las voces desnudas.
* La visión de las olas marinas nos produce la sensación de puntos cardinales de las cosas y, a la larga, de puntos cardinales de nosotros mismos. Si contemplamos fijamente el mar, pronto ya no sabemos dónde estamos. Si pudiéramos prolongar ese estado atónito de la mirada sobre las olas móviles, ya no sabríamos quiénes somos. La visión de las olas es la mayor fuente de olvido y la manera más prodigiosa de pensar Dios.
* El ojo es el más pequeño de todos los muebles. Cada quien está sentado en sus ojos como en un diván. Para despertar el interés de alguien, se siente a veces algo así como la necesidad de arrancarlo de sus ojos, del mismo modo que si se lo sacara de su sillón por un brazo.
* La piel es una caricia continua; cada poro es un peldaño en la interminable escalera del placer sensual.
* Todas las formas de adoración son simbólicas en su más alta expresión, y en tanto seres humanos nuestra forma de practicar la devoción es hablar a Dios. Así, creemos que sólo hay una clase de misa, aquella en la que el hombre se dirige a la divinidad. Sin embargo, en la naturaleza hay otra clase de misa cuyo simbolismo y orden son inversos: en ella Dios nos habla a nosotros.
*Como un avión que corre cada vez más rápido en la pista hasta que de pronto se eleva y apunta hacia las nubes, la mente humana alcanza una cierta velocidad de pensamiento en su pista cerebral antes de dirigirse al cerebelo. Más allá de ciertos límites de velocidad, el pensamiento se vuelve subconsciente.
*La mente se distrae en mil maneras distintas. El corazón se tiene a sí mismo como su única preocupación, su diversión exclusiva.
*La semi-oscuridad otorga a los cuerpos un aire de misterio. Para penetrar el enigma del rostro humano necesitamos toda la luz diurna que sea posible. Cuando es de noche nos dirigimos al cuerpo de una persona. De día, hablamos a su rostro.
*Cuando una persona hace el amor, sus cinco sentidos se sumergen en su cuerpo dejando que el sexto sentido se encargue de su mente. Si en momentos como éste el hombre no dependiera de su sexto sentido, su mente, arrancada del involucramiento en el acto de amor, volaría hacia el espacio y el espasmo lo mataría.
*El agua habla con la boca llena; el aire, con la boca abierta. Es por ello que entendemos mejor lo que el viento dice que lo que el arroyo murmura.
Selección y traducción de Daniel González Dueñas
El año en que China descubrió América
M adrid,España. 16/01/06 (EL PAIS)La efervescencia del capitalismo chino, la necesidad por descubrir nuevos mercados como el del ocio, el ansia por demostrar al mundo de lo que es capaz el poder del dragón y, en definitiva, la necesidad de recuperar una tradición cultural milenaria, llegando si es preciso a reinventarla: todos esos elementos se mezclan en torno al anuncio de que un navegante chino descubrió América antes que Colón. Un consejo: no tire todavía sus libros de historia a la basura.
El anuncio ha sorprendido al mundo por cuanto ataca uno de los dogmas de la historia moderna, y que admite como indiscutible que América fue descubierta en 1492 por un navegante, en cualquier caso europeo. Liu Gang, un abogado chino, afirma ser el orgulloso poseedor de un mapa confeccionado 74 años antes de que Colón desembarcase en el Caribe (o más exactamente, de una copia de éste realizada en el siglo XVIII), y en el que aparecen perfectamente dibujados los contornos de la costa occidental de América.
Lo que Gang, aficionado en sus ratos libres a lo de coleccionar mapas, quiere hacer creer al mundo es que el eunuco Zheng He, un personaje histórico, llegó en el siglo XV a lugares que los europeos tardarían décadas e incluso siglos en conocer. Coincide, de paso, con el ex comandante de submarinos de la Navy británica, Gavin Menzies, que ya plasmó esa idea en un libro.
Del Yangtsé a Terranova, en 13 años
El problema con el mapa es que es demasiado preciso. Tanto, que dibuja a la perfección América desde el Cabo de Hornos a Alaska, incluyendo el istmo de Panamá. Incluye así el Océano Glacial Ártico sobre América del Norte (la evidencia definitiva de que esa zona permanentemente helada era agua salada sólo se tuvo en el siglo XX), y señala perfectamente la Antártida, un continente difícil de alcanzar incluso hoy.
Eso supone que el navegante chino llegó a todos esos lugares, y además cruzó al Atlántico por algún punto. Una vez allí pudo, además, cartografiar con todo detalle el Golfo de México (aunque misteriosamente no reparó en ninguna de sus islas) e incluso llegó a intuir la gran Bahía de Hudson, en el norte del continente, con su acceso a los Grandes Lagos.
"¿Nos está diciendo que Zheng He, en 13 años (desde 1405, año en que empezaron sus viajes, a 1418) recorrió todas las costas de América y la Antártida, y tuvo tiempo para recogerlo en un mapa?", decía un periodista. La respuesta de Liu es categórica: “sí”.
El mapa, el libro… y la película
Los escépticos apuntan a dos coincidencias, a falta de una: estos días se presenta en China la traducción al mandarín de un libro publicado originalmente en el Reino Unido, en el que su autor, Gavin Menzies, asegura que los chinos llegaron a la costa oeste de lo que hoy es Estados Unidos allá por 1421.
El libro de Menzies es todo un bestseller que ha sido ignorado por la sesuda historiografía británica, y que contradice en parte lo que Liu dice que de su mapa se puede deducir. Menzies afirma en él que, en efecto, Zheng llegó a América, pero de su lectura no se deduce que viajase lo suficiente como para hacer un mapa así.
Al culebrón pseudohistórico se suma el hecho de que se esté preparando en estos momentos una película sobre los supuestos viajes de Zheng He, un personaje real cuya perseverancia y visión conmemoró China el pasado año 600 años después de que, como recoge la historia oficial, comenzase un viaje que, esta vez sí, le llevó a África.
Parece pues que hará falta mucho más que un mapa para dar la vuelta a una historia que tuvo mucho que ver, precisamente, con el nacimiento del capitalismo en Europa.
Shelley Winters muere a los 85 años
B arcelona España.15/01/2006.(LA VANGUARDIA)Ayer falleció en Los Ángeles, a los 85 años, la actriz estadounidense Shelley Winters, ganadora de dos premios Oscar, a causa de un fallo cardíaco, según confirmó su representante, Dale Olson.
Winters, que se encontraba en silla de ruedas tras haber sido hospitalizada el pasado mes de octubre en estado grave por un ataque cardíaco, murió a primera hora de la mañana en el Centro de Rehabilitación de Beverly Hills.
Nacida en East St. Louis (Illinois) el 18 de agosto de 1920 y cuyo nombre original Shirley Schrift, participó en más de un centenar de películas y su última intervención fue en 1999. Winters obtuvo su primera nominación al Oscar en 1951 por su papel en Un lugar en el Sol y en 1959 consiguió su primera estatuilla como mejor actriz secundaria por sus trabajo en El diario de Ana Frank, y volvió a repetir en 1965 por su participación en Un retazo de azul. El papel por el que será siempre recordada es el de la pasajera del barco con gran facilidad para la natación en La Aventura del Poseidón (1972), película por la que fue candidata al Oscar.
El nombre de Winters también está unido al de los grandes escándalos de Hollywood, ya que es autora de varias biografías en las que desveló los secretos de la industria cinematográfica.
Shelley, también conocida como Shirley (1980) y Shelley II: Mitad de mi siglo (1989).
"Lo he tenido todo" dijo tras escribir su primer biografía, que se convirtió en un best-seller. En ambos libros describió sus romances con Burt Lancaster, William Holden, Marlon Brando, Errol Flynn, Clark Gable o el italiano Vittorio Gassman, con quien tuvo una hija, Vittoria-Gina.
Llegó a compartir cuarto con una joven Marilyn Monroe tras instalarse en Hollywood e intervino en más de un centenar de películas entre las que se encuentran Doble Vida (1945), Río Rojo (1948), Winchester 73 (1950), La noche del cazador (1955), Lolita (1962), Alfie (1966) o Camino de la venganza (1968).
Winters fue una habitual en los programas de televisión americanos. Conocida por su facilidad para dar su opinión sobre cualquier tema de actualidad, la actriz proporcionó todo tipo de suculentas entrevistas. Casada en tres ocasiones con otros tantos actores sólo tuvo una hija, Vittoria, resultado de su matrimonio con Gassman y que es ahora una prestigiosa médico.
sábado, enero 14, 2006
Rinden homenaje a Raúl Anguiano en Bellas Artes
<L uego de haber sido velado en una conocida funeraria del sur de esta ciudad, el cuerpo del artista plástico mexicano Raúl Anguiano fue trasladado al Palacio de Bellas Artes, a donde llegó a las 11:50 horas del sábadopasado para recibir un homenaje de cuerpo presente por parte de la comunidad artística nacional.
El artista, cuya obra se encuentra en importantes museos del mundo y que montó múltiples exposiciones en México y otros países, murió anoche en la ciudad de México en el Hospital Central Militar, debido a una insuficiencia cardiaca y respiratoria.
El director general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), Saúl Juárez, comentó después de montar una guardia de honor que la dependencia entregaría en febrero próximo la Medalla Bellas Artes a Raúl Anguiano, por lo que ahora se estudia la posibilidad de otorgar el galardón de manera póstuma.
El máximo recinto cultural del país albergará por espacio de dos horas el féretro para dar oportunidad a que miembros de la comunidad artística y público en general asistan a darle el último adiós al destacado pintor jalisciense.
Juárez comentó en torno al proyecto que Anguiano tenía que donar alrededor de 200 obras para erigir un museo con su nombre en la Ciudad de México, que “eso se verá más adelante también con sus familiares, porque vamos a esperar a que pase el duelo”.
El funcionario rememoró que en febrero de 2005 el Museo Nacional de San Carlos albergó una exposición del también grabador y muralista, titulada “Raúl Anguiano en las artes gráficas”, con motivo de su nonagésimo aniversario de vida, la cual estaba integrada por 60 obras.
Raúl Anguiano nació el 26 de febrero de 1915 en Guadalajara, Jalisco, e inició sus estudios en la Escuela al Aire Libre y con otros artistas organizó en su ciudad natal el Grupo Jóvenes Pintores Jaliscienses. En 1934 arribó a la Ciudad de México y se unió a la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR).
Fue miembro fundador del Taller de la Gráfica Popular en 1937, creado como centro colectivo de trabajo al lado de figuras como Alfredo Zalce, Angel Bracho, Javier Guerrero y Leopoldo Méndez, entre otros, y expuso por primera vez en 1936 en Palacio de Bellas Artes.
Muere a los 90 años el pintor Raúl Anguiano
Ciudad de México. México. Sábado 14 de enero de 2006. (EL UNIVERSAL). El pintor, grabador y muralista jalisciense Raúl Anguiano falleció ayer por problemas del corazón a la edad de 90 años (Guadalajara, 1915-ciudad de México 2006), informó su esposa, Brigite Anguiano.
En declaraciones a EL UNIVERSAL, Brigite Anguiano relató que desde octubre pasado estaban en Los Ángeles, California, y anteayer el artista se sintió afectado por un catarro, que se complicó con una afección cardiaca, por lo que se internó en un hospital y recibió terapia intensiva.
En un momento Raúl Anguiano le dijo a su esposa que quería morir en su tierra. Lo trasladaron en una ambulancia hasta Tijuana. Presidencia de la República dispuso un avión militar para que los transportara de esa ciudad a la capital del país, donde el jueves fue internado en el Hospital Militar.
Las complicaciones con el corazón no le permitieron sobreponerse y el deceso ocurrió a las 22:20 horas. El cuerpo es velado hoy en una agencia funararia de las calles de Félix Cuevas, en el sur de la ciudad de México.
Anguiano estaba preparando un mural para el Instituto Politécnico Nacional en Zacatenco y se tenía previsto que el próximo lunes se subiera a los andamios a trabajar.
En su adolescencia, Anguiano inició en la Escuela al Aire Libre de Guadalajara, donde junto con otros artistas organizó el grupo de Jóvenes Pintores Jaliscienses. Dos años después llegó a la ciudad de México y en 1934 se unió a la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios.
Fue fundador del Taller de la Gráfica Popular en 1938, el cual fue creado como un centro colectivo de trabajo, donde principalmente realizó grabados y litografías con la idea básica de solidaridad con los trabajadores y campesinos. El mismo año, presentó su primera exhibición individual en el Palacio de Bellas Artes.
En 1941, fue a Estados Unidos donde estudió y enseñó pintura. Fue fundador del Salón de la Plástica Mexicana y maestro en la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad Autónoma de México.
Inició su labor como muralista con el fresco La educación socialista en la Escuela Carlos A. Carrillo. Su trabajo mural pertenece a la segunda generación de muralistas, junto con Enrique González, Juan O´Gorman y otros.
Los planes para realizar una exposición con su obra en los próximos meses en el Museo San Carlos seguirán adelante.
Lamentan artistas muerte de Anguiano
Destacados artistas plásticos mexicanos lamentaron el fallecimiento del artista jalisciense Raúl Anguiano, y coincidieron en que el legado que dejó a México es su gran trabajo artístico y, sobre todo, de la pintura indígena.
El pintor, muralista y grabador nacido el 26 de febrero de 1915 en Guadalajara, Jalisco, falleció la noche de ayer en el Hospital Central Militar, en esta ciudad, víctima de una insuficiencia cardiaca y respiratoria.
Sobre la triste pérdida, el escultor Oscar de la Brena, quien conoció y charló en muchas ocasiones con Anguiano, comentó que se trata de una noticia lamentable, pues “ se nos fue un artista que aportó mucho al arte mexicano ” .
Asimismo dijo que se trató de un artista que brilló en medio del mundo de las artes plásticas, todo un personaje que lo demostró con su trabajo.
Deja una escuela muy grande, añadió, pues estuvo en todas las etapas del arte mexicano del siglo XX, y su larga vida le permitió conocer mucho más del arte que otros grandes de la pintura mexicana.
Resaltó que en su pintura, Anguiano mostró la maravillosa técnica con que contaba, pero sobre todo la disciplina, lo que incluso llevó a su aspecto físico.
“ Se cuidaba mucho y así como se cuidaba también pintaba, pues se dedicaba a pintar ocho horas en el campo, y esto era de admirarse, pero también como ser humano siempre fue una persona sencilla, cordial y amable ” , puntualizó De la Brena.
También, el fotógrafo Juan Rafael Coronel destacó la importancia de la obra de Raúl Anguiano, sobre todo la que elaboró entre los años 1930 y 1950, por la magnífica técnica de que hacía uso al pintar.
Asimismo lamentó la sensible pérdida y señaló que fue uno de los primeros artistas que incursionaron en la cultura indígena, tal como lo muestra su cuadro “ La espina ” , uno de los más conocidos del artista plástico.
Subrayó el gran legado que deja, pero sobre todo invitó a recuperar la función del nacionalismo como eje creador, y no ver tanto las obras del mundo desarrollado.
Coronel aseguró que siempre ha admirado su obra, en particular la que hizo en los años 30 y 40, llena de un colorido muy interesante, minucioso; “ hay una serie que pintó sobre albañiles que es muy poca conocida, la cual es una maravilla ” .
Por su parte, la artista plástica Magdalena Padilla comentó que el fallecimiento de Raúl Anguiano es una gran pérdida, “ yo lo conocí hace como unos 40 años, cuando tomábamos clases de italiano ” .
Tras confesar que siempre admiró su obra, apuntó por último que Anguiano deja un legado importante en la pintura, pero sobre todo en el arte mexicano en general.
El artista, cuya obra se encuentra en importantes museos del mundo y que montó múltiples exposiciones en México y otros países, murió anoche en la ciudad de México en el Hospital Central Militar, debido a una insuficiencia cardiaca y respiratoria.
El director general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), Saúl Juárez, comentó después de montar una guardia de honor que la dependencia entregaría en febrero próximo la Medalla Bellas Artes a Raúl Anguiano, por lo que ahora se estudia la posibilidad de otorgar el galardón de manera póstuma.
El máximo recinto cultural del país albergará por espacio de dos horas el féretro para dar oportunidad a que miembros de la comunidad artística y público en general asistan a darle el último adiós al destacado pintor jalisciense.
Juárez comentó en torno al proyecto que Anguiano tenía que donar alrededor de 200 obras para erigir un museo con su nombre en la Ciudad de México, que “eso se verá más adelante también con sus familiares, porque vamos a esperar a que pase el duelo”.
El funcionario rememoró que en febrero de 2005 el Museo Nacional de San Carlos albergó una exposición del también grabador y muralista, titulada “Raúl Anguiano en las artes gráficas”, con motivo de su nonagésimo aniversario de vida, la cual estaba integrada por 60 obras.
Raúl Anguiano nació el 26 de febrero de 1915 en Guadalajara, Jalisco, e inició sus estudios en la Escuela al Aire Libre y con otros artistas organizó en su ciudad natal el Grupo Jóvenes Pintores Jaliscienses. En 1934 arribó a la Ciudad de México y se unió a la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR).
Fue miembro fundador del Taller de la Gráfica Popular en 1937, creado como centro colectivo de trabajo al lado de figuras como Alfredo Zalce, Angel Bracho, Javier Guerrero y Leopoldo Méndez, entre otros, y expuso por primera vez en 1936 en Palacio de Bellas Artes.
Muere a los 90 años el pintor Raúl Anguiano
Ciudad de México. México. Sábado 14 de enero de 2006. (EL UNIVERSAL). El pintor, grabador y muralista jalisciense Raúl Anguiano falleció ayer por problemas del corazón a la edad de 90 años (Guadalajara, 1915-ciudad de México 2006), informó su esposa, Brigite Anguiano.
En declaraciones a EL UNIVERSAL, Brigite Anguiano relató que desde octubre pasado estaban en Los Ángeles, California, y anteayer el artista se sintió afectado por un catarro, que se complicó con una afección cardiaca, por lo que se internó en un hospital y recibió terapia intensiva.
En un momento Raúl Anguiano le dijo a su esposa que quería morir en su tierra. Lo trasladaron en una ambulancia hasta Tijuana. Presidencia de la República dispuso un avión militar para que los transportara de esa ciudad a la capital del país, donde el jueves fue internado en el Hospital Militar.
Las complicaciones con el corazón no le permitieron sobreponerse y el deceso ocurrió a las 22:20 horas. El cuerpo es velado hoy en una agencia funararia de las calles de Félix Cuevas, en el sur de la ciudad de México.
Anguiano estaba preparando un mural para el Instituto Politécnico Nacional en Zacatenco y se tenía previsto que el próximo lunes se subiera a los andamios a trabajar.
En su adolescencia, Anguiano inició en la Escuela al Aire Libre de Guadalajara, donde junto con otros artistas organizó el grupo de Jóvenes Pintores Jaliscienses. Dos años después llegó a la ciudad de México y en 1934 se unió a la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios.
Fue fundador del Taller de la Gráfica Popular en 1938, el cual fue creado como un centro colectivo de trabajo, donde principalmente realizó grabados y litografías con la idea básica de solidaridad con los trabajadores y campesinos. El mismo año, presentó su primera exhibición individual en el Palacio de Bellas Artes.
En 1941, fue a Estados Unidos donde estudió y enseñó pintura. Fue fundador del Salón de la Plástica Mexicana y maestro en la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad Autónoma de México.
Inició su labor como muralista con el fresco La educación socialista en la Escuela Carlos A. Carrillo. Su trabajo mural pertenece a la segunda generación de muralistas, junto con Enrique González, Juan O´Gorman y otros.
Los planes para realizar una exposición con su obra en los próximos meses en el Museo San Carlos seguirán adelante.
Lamentan artistas muerte de Anguiano
Destacados artistas plásticos mexicanos lamentaron el fallecimiento del artista jalisciense Raúl Anguiano, y coincidieron en que el legado que dejó a México es su gran trabajo artístico y, sobre todo, de la pintura indígena.
El pintor, muralista y grabador nacido el 26 de febrero de 1915 en Guadalajara, Jalisco, falleció la noche de ayer en el Hospital Central Militar, en esta ciudad, víctima de una insuficiencia cardiaca y respiratoria.
Sobre la triste pérdida, el escultor Oscar de la Brena, quien conoció y charló en muchas ocasiones con Anguiano, comentó que se trata de una noticia lamentable, pues “ se nos fue un artista que aportó mucho al arte mexicano ” .
Asimismo dijo que se trató de un artista que brilló en medio del mundo de las artes plásticas, todo un personaje que lo demostró con su trabajo.
Deja una escuela muy grande, añadió, pues estuvo en todas las etapas del arte mexicano del siglo XX, y su larga vida le permitió conocer mucho más del arte que otros grandes de la pintura mexicana.
Resaltó que en su pintura, Anguiano mostró la maravillosa técnica con que contaba, pero sobre todo la disciplina, lo que incluso llevó a su aspecto físico.
“ Se cuidaba mucho y así como se cuidaba también pintaba, pues se dedicaba a pintar ocho horas en el campo, y esto era de admirarse, pero también como ser humano siempre fue una persona sencilla, cordial y amable ” , puntualizó De la Brena.
También, el fotógrafo Juan Rafael Coronel destacó la importancia de la obra de Raúl Anguiano, sobre todo la que elaboró entre los años 1930 y 1950, por la magnífica técnica de que hacía uso al pintar.
Asimismo lamentó la sensible pérdida y señaló que fue uno de los primeros artistas que incursionaron en la cultura indígena, tal como lo muestra su cuadro “ La espina ” , uno de los más conocidos del artista plástico.
Subrayó el gran legado que deja, pero sobre todo invitó a recuperar la función del nacionalismo como eje creador, y no ver tanto las obras del mundo desarrollado.
Coronel aseguró que siempre ha admirado su obra, en particular la que hizo en los años 30 y 40, llena de un colorido muy interesante, minucioso; “ hay una serie que pintó sobre albañiles que es muy poca conocida, la cual es una maravilla ” .
Por su parte, la artista plástica Magdalena Padilla comentó que el fallecimiento de Raúl Anguiano es una gran pérdida, “ yo lo conocí hace como unos 40 años, cuando tomábamos clases de italiano ” .
Tras confesar que siempre admiró su obra, apuntó por último que Anguiano deja un legado importante en la pintura, pero sobre todo en el arte mexicano en general.
jueves, enero 12, 2006
Antojos editoriales para este año
Tusquets publicará este año «Teatro Completo» de Samuel Beckett.
A continuación reproducimos algunos de los títulos de libros que serán publicados este año de acuerdo a una nota del 12 de enero de 2006 del periódico El Universal de la Ciudad de México.
Conaculta
Editorial del Estado cuya vocación es la publicación de títulos fuera de la agenda comercial
‘Mariana Frenk. Arte entre dos con tinentes’, Roberto García Bonilla, Coedición Siglo XXI. ‘Semanca Huitzilin. Colibrí de la armonia’, Natalio Hernández, Poesía. ‘Todo para los dioses’, Sergio Fernández, Ensayo. ‘Herido de muerte natural’, Dionisio Morales, Lecturas Mexicanas
‘Delictos’, Alberto Paredes, Lecturas mexicanas. ‘Cómo destruir Nueva York’, Miriam Mabel Martínez. ‘Periodismo político y social’, Manuel Payno, Compilador Boris Rosen.
Tusquets
Editorial española en lucha constante con los grandes “tiburones” editoriales.
‘Nadie pierde’, Robert Wright ‘Los postigos verdes’, Georges Simenon, novela. ‘Vivir y beber’, Hugo Hiriart, ensayo. ‘Las lectoras de Pizarnik’, Cristina Rivera Garza, novela. ‘Teatro completo’, Samuel Beckett. ‘Tres lindas cubanas’, Gonzalo Celorio, novela. ‘Schiller (o la invención del idealismo alemán)’, Rudiger Safranski.
Fondo de Cultura Económica (FCE)
La mayor editorial mexicana en lengua española y cuya presencia ha sido imprescindible para los estudiantes, investigadores e intelectuales iberoamericanos. En sus colecciones reúne mucho del saber humano. ‘La tierra y las ensoñaciones del reposo. Ensayo sobre las imágenes de la intimidad’, Gastón Bachelard. ‘Obras reunidas I’, Iván Ilich. ‘Las revoluciones y los elementos’, Vlady. ‘Obras reunidas, IV. Escritos autobiográficos’, Sergio Pitol. ‘Razones y pasiones. Ensayos escogidos II. Obras Reunidas’, Julieta Campos. ‘Ensayos de literatura colonial’, Margo Glantz.
‘Las grandes lluvias’, Eraclio Zepeda, novela. ‘Al buen entendedor. Ensayos escogidos’, Seamus Heaney. Selección y traducción de Pura López Colomé. ‘Ensayos escogidos’, Juan Goytisolo. Tomo I. España. ‘Obras reunidas II. Novelas. Hasta no verte Jesús mío, La Flor de Lis’, Elena Poniatowska. ‘Toda la luz’, Esther Seligson, novela. ‘El arte de enseñar a escribir, Tomo I. Ensayo’, Mario Bellatin, compilador. ‘Tenochtitlan. La ciudad’, Eduardo Matos Moctezuma
‘La conciencia nazi’, Claudia Koonz. ‘La mirada cosmopolita o La guerra es la paz’, Ulrich Beck ‘Genética para todos’, Steve Jones y Borin van Loon. ‘Un nuevo paradigma para comprender el mundo de hoy’, Alain Touraine ‘El cambio climático. Crónicas desde la zona de riesgo del planeta’, Jim Motavalli. ‘El mar’, Alain Corbin.
Joaquín Mortiz
‘El señor presidente’, José Manuel Villalpando, Planeta. ‘Independencia’, titulo provisional, Pablo Soler Frost, novela, Joaquín Mortiz. ENSAYO ‘Cada vez que decimos adiós’, John Berger
‘Las turbulencias de la economía global’, Robert Brenner. ‘Vuelta de siglo’, Bolívar Echeverría
‘La historia a contrapelo. Una constelación: Walter Benjamin, Karl Polanyi, Antonio Gramsci, Edward P. Thompson, Ranajit Guha, Guillermo Bonfil’, Adolfo Gilly. ‘Nuevos ensayos mexicanos’, Friedrich Katz. POESÍA. ‘Huellas de luz’, Coral Bracho. ‘Contra corriente’, Tedi López Mills. NARRATIVA. ‘La gaviota’, Juan García Ponce. ‘Los papeles de Aspern’, Henry James, versión de Sergio Pitol. ‘Sónechka’, Liudmila Ulitskaia.
Sexto Piso
Editorial mexicana independiente que en un par de años ha logrado armar uno de los más celebrados catálogos y que ya cuenta con sucursal en España.
‘Zenón de Elea’, Giogio Colli. ‘Retrato de Balzac’, Téophile Gautier, biografía sobre el escritor francés. ‘Fellini. Les cuento de mí’, conversaciones con Costanzo Costantini. ‘Diario de guerra’, George Orwell, este libro recopila la experiencia de Orwell en la Segunda Guerra Mundial.
‘Monólogos’, Friederich Schleiermacher, lúcida proclama de una de las mentes más insignes del Romanticismo alemán. ‘Domme o el ensayo de la ocupación’, Francois Augieras. ‘Cuentos’, Machado de Assis.
Alfaguara
Sello del grupo español Santillana, que a su vez pertenece al consorcio Prisa.
‘El fuego secreto y Los caminos a Roma’, Fernando Vallejo. ‘Voces del desierto’, Nélida Piñón.
‘Verás el cielo abierto’, Manuel Vicens. ‘Sobre la fotografía’, Susan Sontag. ‘La esquina de los ojos rojos’, Rafael Ramírez Heredia. ‘México reformado’, Francisco Martín Moreno. ‘Canon’, Federico Reyes Heroles.
Conaculta
Editorial del Estado cuya vocación es la publicación de títulos fuera de la agenda comercial
‘Mariana Frenk. Arte entre dos con tinentes’, Roberto García Bonilla, Coedición Siglo XXI. ‘Semanca Huitzilin. Colibrí de la armonia’, Natalio Hernández, Poesía. ‘Todo para los dioses’, Sergio Fernández, Ensayo. ‘Herido de muerte natural’, Dionisio Morales, Lecturas Mexicanas
‘Delictos’, Alberto Paredes, Lecturas mexicanas. ‘Cómo destruir Nueva York’, Miriam Mabel Martínez. ‘Periodismo político y social’, Manuel Payno, Compilador Boris Rosen.
Tusquets
Editorial española en lucha constante con los grandes “tiburones” editoriales.
‘Nadie pierde’, Robert Wright ‘Los postigos verdes’, Georges Simenon, novela. ‘Vivir y beber’, Hugo Hiriart, ensayo. ‘Las lectoras de Pizarnik’, Cristina Rivera Garza, novela. ‘Teatro completo’, Samuel Beckett. ‘Tres lindas cubanas’, Gonzalo Celorio, novela. ‘Schiller (o la invención del idealismo alemán)’, Rudiger Safranski.
Fondo de Cultura Económica (FCE)
La mayor editorial mexicana en lengua española y cuya presencia ha sido imprescindible para los estudiantes, investigadores e intelectuales iberoamericanos. En sus colecciones reúne mucho del saber humano. ‘La tierra y las ensoñaciones del reposo. Ensayo sobre las imágenes de la intimidad’, Gastón Bachelard. ‘Obras reunidas I’, Iván Ilich. ‘Las revoluciones y los elementos’, Vlady. ‘Obras reunidas, IV. Escritos autobiográficos’, Sergio Pitol. ‘Razones y pasiones. Ensayos escogidos II. Obras Reunidas’, Julieta Campos. ‘Ensayos de literatura colonial’, Margo Glantz.
‘Las grandes lluvias’, Eraclio Zepeda, novela. ‘Al buen entendedor. Ensayos escogidos’, Seamus Heaney. Selección y traducción de Pura López Colomé. ‘Ensayos escogidos’, Juan Goytisolo. Tomo I. España. ‘Obras reunidas II. Novelas. Hasta no verte Jesús mío, La Flor de Lis’, Elena Poniatowska. ‘Toda la luz’, Esther Seligson, novela. ‘El arte de enseñar a escribir, Tomo I. Ensayo’, Mario Bellatin, compilador. ‘Tenochtitlan. La ciudad’, Eduardo Matos Moctezuma
‘La conciencia nazi’, Claudia Koonz. ‘La mirada cosmopolita o La guerra es la paz’, Ulrich Beck ‘Genética para todos’, Steve Jones y Borin van Loon. ‘Un nuevo paradigma para comprender el mundo de hoy’, Alain Touraine ‘El cambio climático. Crónicas desde la zona de riesgo del planeta’, Jim Motavalli. ‘El mar’, Alain Corbin.
Joaquín Mortiz
‘El señor presidente’, José Manuel Villalpando, Planeta. ‘Independencia’, titulo provisional, Pablo Soler Frost, novela, Joaquín Mortiz. ENSAYO ‘Cada vez que decimos adiós’, John Berger
‘Las turbulencias de la economía global’, Robert Brenner. ‘Vuelta de siglo’, Bolívar Echeverría
‘La historia a contrapelo. Una constelación: Walter Benjamin, Karl Polanyi, Antonio Gramsci, Edward P. Thompson, Ranajit Guha, Guillermo Bonfil’, Adolfo Gilly. ‘Nuevos ensayos mexicanos’, Friedrich Katz. POESÍA. ‘Huellas de luz’, Coral Bracho. ‘Contra corriente’, Tedi López Mills. NARRATIVA. ‘La gaviota’, Juan García Ponce. ‘Los papeles de Aspern’, Henry James, versión de Sergio Pitol. ‘Sónechka’, Liudmila Ulitskaia.
Sexto Piso
Editorial mexicana independiente que en un par de años ha logrado armar uno de los más celebrados catálogos y que ya cuenta con sucursal en España.
‘Zenón de Elea’, Giogio Colli. ‘Retrato de Balzac’, Téophile Gautier, biografía sobre el escritor francés. ‘Fellini. Les cuento de mí’, conversaciones con Costanzo Costantini. ‘Diario de guerra’, George Orwell, este libro recopila la experiencia de Orwell en la Segunda Guerra Mundial.
‘Monólogos’, Friederich Schleiermacher, lúcida proclama de una de las mentes más insignes del Romanticismo alemán. ‘Domme o el ensayo de la ocupación’, Francois Augieras. ‘Cuentos’, Machado de Assis.
Alfaguara
Sello del grupo español Santillana, que a su vez pertenece al consorcio Prisa.
‘El fuego secreto y Los caminos a Roma’, Fernando Vallejo. ‘Voces del desierto’, Nélida Piñón.
‘Verás el cielo abierto’, Manuel Vicens. ‘Sobre la fotografía’, Susan Sontag. ‘La esquina de los ojos rojos’, Rafael Ramírez Heredia. ‘México reformado’, Francisco Martín Moreno. ‘Canon’, Federico Reyes Heroles.
miércoles, enero 11, 2006
ALFREDO ZALCE, EL MAGO DEL ARTE
Carmen García Bermejo
C iudad de México. México. Miércoles, 11 de enero de 2006. (EL FINANCIERO) Hace tres años Alfredo Zalce falleció en su natal Michoacán. Pero el legado que este pintor, grabador y escultor heredó a la sociedad se mantiene itinerante. Mañana se presenta una exposición de su obra gráfica, tapices, repujado y esculturas, así como el libro de arte Alfredo Zalce, en la Casa de Cultura de la delegación Venustiano Carranza, a las 18 horas.
Zalce nació en Pátzcuaro, Michoacán, el 12 de enero de 1908 y falleció en Morelia, en ese mismo mes, pero de 2003. La labor de este artista plástico ha enriquecido la historia del arte latinoamericano del siglo XX. Por ello, EL FINANCIERO mantuvo un diálogo constante con este artista plástico durante la última década de su vida. Ahora que el gobierno de Michoacán y la Secretaría de Cultura de esa entidad editan el libro Alfredo Zalce con la publicación de obra inédita y poco conocida del autor, seleccionada por su hija Beatriz, traemos a la memoria parte de esas charlas que este diario sostuvo con el muralista.
Zalce inició sus estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes (1924-1927), en la Escuela de Talla Directa (1930) y en el Taller de Litografía de Emilio Amero (1931). Más tarde, se convirtió en profesor de dibujo de las escuelas primarias de la SEP y, en 1950, dirigió la Escuela Popular de Bellas Artes: "Siempre supe que podía hacer lo que quisiera -afirmaba en entrevista- sabiendo dibujar. Sólo es cuestión de aprender las diferentes técnicas, ya que pintar es dibujar con el pincel. Si otros artistas no lo hacen es porque no quieren, no tienen curiosidad o no les gusta. Yo siempre tuve interés por todo. De joven comprendí que el arte es una forma de expresar lo que llevas dentro, lo que te hace vivir. Puedes o no descubrirte en él, pero siempre será una manera libre de manifestar tu pensamiento. También supe que el pintor se forma solo, como cualquier especialista que le gusta su carrera, sin estereotipos, ni pedanterías."
Aunque en el Museo Metropolitano de Nueva York y museos de Estocolmo, Varsovia y Sofía existe obra de este muralista, el maestro Zalce aceptaba que nunca tuvo habilidad para comerciar su arte. Por ello, prefirió impartir clases en las escuelas del país: "Eso es más noble -apuntaba- que andar buscando dinero. Vivir como profesor me parecía mejor que tratar de comercializar mi trabajo. Así no se puede hacer nada. Pierdes la esencia, la dimensión de tu proyecto artístico."
Como prácticamente Zalce vivió todo el siglo XX, expresaba que disfrutó todas las épocas de esa centuria. Pero aseguraba que, sin duda, el periodo más importante en el que se lograron vincular los temas sociales en las artes plásticas mexicanas fue el de Lázaro Cárdenas del Río: "Aunque José Vasconcelos fundó las misiones culturales con los maestros rurales, Cárdenas las continuó. En esa etapa llevamos el arte a las zonas donde apenas había agua potable. Por ejemplo, en Tlaxcala pinté la fachada de una escuela rural usando el color revuelto con el cemento. Era una forma de decirle a la población que la pobreza no los podía llevar a la denigración, que podían colorear su entorno para regresarles la sonrisa."
El también cofundador del Salón de la Plástica Mexicana recordaba que en la época de las misiones culturales los artistas no trabajaban en grupo, sino les asignaban una zona geográfica a cada uno de ellos: "Sólo si había un trabajo muy grande, entonces sí lo realizábamos entre varios. Pero como no éramos una gran cuadrilla, la mayoría de las veces hacíamos el trabajo solos. Aunque nos tocaran muros grandes para pintar, nosotros calculábamos el tiempo y el espacio para avanzar con prontitud y continuar con nuestro trabajo. Yo trataba de pintar un metro cuadrado al día. A veces avanzaba un poco más, otras veces menos, dependía del concepto que se quería plasmar. Por ejemplo, si en el mural se tenían que pintar varios personajes tenía que diseñar perfectamente las cabezas y eso me ocupaba un poco más de tiempo. Pero ya en la ropa y otros accesorios avanzaba dos o tres metros al día."
Otro aspecto que Zalce no olvidaba era su labor como profesor. Contaba que le tocó impartir clases de dibujo a los maestros de las escuelas primarias para que comprendieran que el arte es una parte importante en el desarrollo del hombre: "Cuando a una persona le das la posibilidad de formarse como un hombre íntegro mediante la educación artística y la educación científicosocial, podemos tener una sociedad de librepensadores. Pero como en este país todo lo que funciona y rinde frutos se cancela, el sucesor de Cárdenas [Manuel Ávila Camacho] desintegró las misiones culturales y, a cambio, regresó el vacío en la educación básica de los niños mexicanos."
Para Zalce, el trabajo que desarrollaron en las misiones culturales fue muy importante. Explicaba que a mediados de la década de los treinta en el campo se vivía una situación caótica, ya que la población aún padecía los residuos del movimiento de los cristeros y quienes seguían pagando las consecuencias de ese levantamiento eran los maestros: "Quienes vivimos el trabajo de las misiones culturales nunca olvidaremos la masacre contra 20 profesores rurales de Zacatecas. Fue algo espantoso. Ese periodo muestra gran parte de la represión a la que el país estuvo sujeto durante largo tiempo. Pero de una u otra forma, con las misiones culturales logramos involucrar a las comunidades en el proceso educativo, tratando de romper el cerco del analfabetismo que envolvía a nuestra sociedad. Logramos hacer algo, pero era una labor permanente y a largo plazo. Sin embargo, el gobierno avilacamachista tenía, según su presidente, otra forma de «modernizar al país» y de llevar la educación a los lugares más apartados. Ahora sabemos que eso no fue así. Seguimos sumergidos en la pobreza intelectual y social. Sólo algunos pueden aspirar a tener una carrera profesional en la universidad."
La obra maestra de Gombrowicz
ROBERT SALADRIGAS
B arcelona, España. 11/01/2006. (La Vanguardia). Poco antes de iniciarse la Segunda Guerra Mundial, Witold Gombrowicz (Maloszyce, Polonia, 1904) llegó por azar a Buenos Aires. Era el 22 de agosto de 1939 y se quedaría en Argentina hasta el 19 de marzo de 1963. Veinticuatro años de exilio físico, moral e intelectual, en un lugar para él remoto y hostil, sin amistades, con una lengua que no entendía ni hablaba, pasando serias penurias económicas y sumido en el más desolador anonimato. En Argentina casi nadie sabía que Gombrowicz personificaba, junto a Bruno Schulz y Stanislaw I. Vitkiewicz, la más brillante vanguardia literaria polaca. ¿Por qué tras la catástrofe no intentó residir en algún país de la Europa libre más cercano a Polonia, cuyo régimen comunista detestaba? Por razones misteriosas quizás para él mismo. Lo cierto es que si en Polonia había comenzado a vertebrar su obra publicando los cuentos de Memoria del tiempo de la inmadurez (1933) y una de sus novelas capitales, Ferdydurke (1937), en Argentina la selló. Allí escribió, entre otros, El casamiento (1945), Trans-atlántico (1952), Pornografía (1960) y Cosmos que aparecería en 1967, instalado ya en París y disfrutando de prestigio internacional.
Pero aunque sus relaciones con la nación americana nunca fueron del todo satisfactorias, lo mejor que le ocurrió en aquellos años esenciales fue que por encargo de la revista del exilio polaco, Kultura, que se editaba en París, en 1953 y hasta su muerte en 1969 Gombrowicz publicó mensualmente un diario concebido sin pautas, anticonvencional como lo era su autor, en el que vertió de forma aparentemente tumultuosa sus obsesiones personales y estéticas, fobias (que eran muchas) y filias, con un lenguaje endiablado y al parecer difícilísimo de transvasar a otras lenguas. Para mí, desde que lo leí hace tiempo, es su obra maestra. El primer volumen que recoge los textos escritos entre 1953 y 1956 se tradujo en 1988, y el segundo, 1957-1961, apareció un año más tarde. Ahora se reeditan en un solo tomo completado con el inédito Diario 3 (1961-1969), y mi impresión es la misma de entonces: asombro y delectación ante esos cientos de páginas de la intimidad de un hombre complicado, a menudo evasivo, que no admiten paralelismos con ningún otro referente de literatura confesional. Nada que ver este diario de Gombrowicz con los diarios, por ejemplo, de Samuel Pepys, Gide o incluso Cheever, todos ellos modelos diferentes de alta graduación. Gombrowicz no sólo mezcla toda suerte de géneros, encadena reflexiones especulativas y arremete sin recato ni compasión contra todo lo que coloca bajo el taladro de su mirada, sino que mediante el afloramiento de las imposturas ajenas se desmenuza a sí mismo. Ese ejercicio de sinceridad que no evita el autocastigo resulta inaudito si se piensa que Gombrowicz escribía sabiendo que sus textos estaban destinados a ver la luz. Es un dato relevante de su inaprensible personalidad, pero también ilumina acerca de su constancia en llevar adelante las notas del diario hasta el último aliento.
El inicio de las notas no puede ser más explícito: "Lunes. / Yo. / Martes. / Yo. / Miércoles. / Yo. / Jueves. / Yo". Con tal aplomo, Gombrowicz deja claro que el asunto principal del documento es él mismo, la abrupta geografía del tipo que a sus 49 años se descubre en una situación preocupante. Ha dejado atrás la juventud y presiente el declive -el Diario será una obra de vejez y en alguna medida sobre la vejez-, vive sin recursos en una tierra extraña que lo acoge con indiferencia, procedente de la aristocracia rural de un villorrio europeo que le ignora y al que ama y descalifica con virulencia, obsesionado por las malinterpretaciones críticas de sus libros y el afán de convertir la propia vida en obra de arte, de transformar sus conflictos más recónditos, incluida la homosexualidad, en una categórica visión del universo como nadie lo había hecho nunca antes ni lo haría después. De manera que arrancando de esa bipolaridad, la justificación de la vida y la obra de quien que se tenía a sí mismo por único frente al resto del mundo, Gombrowicz otorga la misma trascendencia a sus opiniones radicales sobre colegas -irritante es la superioridad y el desdén con que evoca a Bruno Schulz, asesinado por los nazis, a Vitkiewicz, a Sienkiewicz, a Borges- que a la descripción de los juegos de una panda de hermosos adolescentes, a sus embestidas contra aquellos que aceptan premios y prebendas que él más tarde, de retorno a Europa, buscará con ahinco y aceptará entendiéndolo como un acto de justicia, o las reflexiones de elevado contenido intelectual.
Con frecuencia Gombrowicz consigue hacerse antipático en su desmedido narcisismo y sus brutales varapalos, pero es preciso entenderlo: trata de huir de la atomización del extraterritorial, de la parálisis del desterrado que no encuentra asideros sólidos fuera de los dominios del espejo que lo refleja por dentro y por fuera; allí donde ejerce de soberano absolutista, donde cabe toda expansión de lo ingente que lo desborda y puede encarnar con legitimidad que nadie osará discutirle el espíritu soberbio del creador libertario y fantasioso que encauza la claustrofobia, el resentimiento, la añoranza, la egolatría, la ira y siempre la inteligencia, con retórica de cruzado que logra transmudar el vómito de una conciencia supurante en buena literatura, pienso que la mejor que produjo el exilio polaco.
miércoles, enero 04, 2006
Radio: Sobre voces y silencios
Jesús Quintero
MIKE IBÁÑEZ
B arcelona, España. 04/01/2006. (LA VANGUARDIA). La voz es uno de los elementos más básicos y a la vez más emocionales de los que el ser humano dispone para comunicarse. La radio es un medio en el que sólo con este recurso -la voz, articulada en forma de palabras, gritos, susurros- pueden hacerse grandes cosas. La radio permite que algo tan sencillo e inevitable como es el hablar, algo como una charla, un diálogo, sea algo memorable. Y sin necesidad de un elemento tan presente hoy día como es la imagen. Y estando como estamos en la era de la imagen, algo como la radio de entrada tiene las de perder. Y más un género como la entrevista fetén, que requiere un tempo y un tiempo. Paradójicamente, hoy en día la entrevista en la radio ocupa muchas horas en la programación de muchas emisoras, pero las palabras radiadas suelen tener una mera funcionalidad. Hablar por no callar, digas o no digas algo interesante.
La radio hoy día es algo que acompaña o distrae, y gran parte de su programación la ocupará la música o la información más inmediata, la rabiosa actualidad apta para el magazine de mañana o tarde. La televisión, el medio central de una época en que domina la imagen hasta la náusea, le ha robado importancia a la radio e incluso abduce a los profesionales del medio oral. Casi todos los grandes del medio radio son o han sido tentados por la caja tonta, y casi todos se han ido de cabeza a lo que les pueda dar tal caja. El poder de la tele es demasiado fuerte.
MacLuhan ya hablaba del relevo en importancia de ambos medios, radio y televisión, o mejor dicho de la imagen frente a la voz, y lo ejemplificaba con un caso clásico: el debate entre Nixon y Kennedy durante la campaña presidencial de Estados Unidos de 1960. En este debate, radiado y televisado, se constató que la mayoría de la gente que oyó a los candidatos opinó que Nixon había ganado, mientras que entre aquellos que vieron el debate televisado creían que había ganado Kennedy. La telegenia vencerá a la radiogenia, la imagen será factor más decisivo, dejando la voz como algo complementario, necesario pero complementario.
Aun así, la radio ha tenido -naturalmente- grandes voces y entrevistadores, que han dado dimensión al diálogo radiofónico. Mitos como Studs Terkel o el deslenguado de Howard Stern, o más cerca y más cercano, alguien que le ha dado una dimensión total a ese diálogo en España como es Jesús Quintero.
Medio volátil
Quintero hará radio de autor desde principios de los ochenta con su espacio El loco de la colina. Y aunque el medio televisivo también lo ha tentado -de hecho de aquí a nada revivirá su primera trademark, la del loco, pero en la jodida televisión-, Quintero ha apostado y mucho por la radio. Su última estancia en las ondas proporcionó a sus seguidores El lobo estepario, un espacio en Onda Cero que a mediados de los noventa dio a las ondas hispánicas guiones de alto standing, siguió dando voz a los sin-voz y además dio a la entrevista radiofónica todo lo que se le pueda pedir.
Antes de seguir con Quintero, volvamos al carácter volátil de la radio, esa sensación de ser un medio con poca fijación. Sin salir de la jurisdicción entrevista: mucha gente tiene la costumbre de videoregistrar sus programas favoritos, y aunque casi siempre serán películas o partidos de fútbol, alguien puede haber guardado por ejemplo alguna edición de El perro verde, el programa de Quintero en TVE1; también hay gente que guardará algún periódico o revista con alguna entrevista interesante. El conservar audio-registro de ciertos programas de radio será menos común. En general, de la radio se grabarán programas musicales y poco más. Y hoy en día, ni eso. Y aunque el hoy día trasnochado radiocasete ha sido uno de los aparatos más democráticos y accesibles de los que nos ha dotado la electrónica de consumo, su uso para registrar algo que vaya más allá de algún programa musical queda reservado a los radiópatas. Como tal, conservo cintas de El lobo estepario. Volver a ellas ha sido algo emocional y emocionante. Quintero conversando con Ramón Sampedro, antes de su muerte y antes de que el cursi de Amenabar se lo apropiara. Quintero dialogando con un fiera como Boadella, o con Beni de Cádiz, o con el Chiquito del año 95, recién llegado al éxito. Al final ambos se lían a soltar chistes y a echar unas risas del todo francas y altamente contagiosas...
Pero dejemos la radiopatía y vayamos al elemento, el recurso que Quintero ha hecho marca de la casa: el silencio, el pecado mortal del medio. Sus silencios clamorosos. Ls cosa empezó cuando tras la respuesta del entrevistado, Jesús se quedaba callado. La incomodidad creada llevaba al entrevistado a llenar ese vacío con la palabra, y acababa aportando más información de la que en un principio tenía previsto liberar. Y otro factor: el ritmo lento, pausado de sus entrevistas y las horas en que se emitían, más allá de medianoche. En ese momento el oyente está relajado, e incluso sus ritmos vitales estarán más ralentizados, con lo que el proceso comunicativo, el triángulo entrevistador/ entrevistado/ oyente encajará a la perfección. Y Quintero lograba en definitiva acentuar la distinción entre oir y escuchar.
Para ir cerrando, algo sobre el futuro de la entrevista en la radio. Con la efervescencia de internet y el consumo cultural en general, están arrancando en Estados Unidos emisoras vía satélite como Sirius o XM, emisoras que previo pago (¿pay per ear?) permitirán el acceso a un montón de canales especializados -v. gr. un canal de Elvis- así como a programas de verdaderas estrellas de la radio o de la cultura popular: Sirius ha fichado al antes mentado Howard Stern; XM al mismo mismísimo Bob Dylan, que va a hacer un programa. En este territorio se podría plantear un canal dedicado exclusivamente a la entrevista, al diálogo, donde poder oír todo tipo de documentos hablados. Y creo que tendremos que olvidar la posibilidad de innovación en cuanto a recursos dramáticos, estéticos o formatos innovadores. Ahí todo está ya dicho.
Ah, y para acabar, un reto para Jesús Quintero, cuando algún día vuelva a la radio: una entrevista al mimo Marcel Marceau.
MIKE IBÁÑEZ
B arcelona, España. 04/01/2006. (LA VANGUARDIA). La voz es uno de los elementos más básicos y a la vez más emocionales de los que el ser humano dispone para comunicarse. La radio es un medio en el que sólo con este recurso -la voz, articulada en forma de palabras, gritos, susurros- pueden hacerse grandes cosas. La radio permite que algo tan sencillo e inevitable como es el hablar, algo como una charla, un diálogo, sea algo memorable. Y sin necesidad de un elemento tan presente hoy día como es la imagen. Y estando como estamos en la era de la imagen, algo como la radio de entrada tiene las de perder. Y más un género como la entrevista fetén, que requiere un tempo y un tiempo. Paradójicamente, hoy en día la entrevista en la radio ocupa muchas horas en la programación de muchas emisoras, pero las palabras radiadas suelen tener una mera funcionalidad. Hablar por no callar, digas o no digas algo interesante.
La radio hoy día es algo que acompaña o distrae, y gran parte de su programación la ocupará la música o la información más inmediata, la rabiosa actualidad apta para el magazine de mañana o tarde. La televisión, el medio central de una época en que domina la imagen hasta la náusea, le ha robado importancia a la radio e incluso abduce a los profesionales del medio oral. Casi todos los grandes del medio radio son o han sido tentados por la caja tonta, y casi todos se han ido de cabeza a lo que les pueda dar tal caja. El poder de la tele es demasiado fuerte.
MacLuhan ya hablaba del relevo en importancia de ambos medios, radio y televisión, o mejor dicho de la imagen frente a la voz, y lo ejemplificaba con un caso clásico: el debate entre Nixon y Kennedy durante la campaña presidencial de Estados Unidos de 1960. En este debate, radiado y televisado, se constató que la mayoría de la gente que oyó a los candidatos opinó que Nixon había ganado, mientras que entre aquellos que vieron el debate televisado creían que había ganado Kennedy. La telegenia vencerá a la radiogenia, la imagen será factor más decisivo, dejando la voz como algo complementario, necesario pero complementario.
Aun así, la radio ha tenido -naturalmente- grandes voces y entrevistadores, que han dado dimensión al diálogo radiofónico. Mitos como Studs Terkel o el deslenguado de Howard Stern, o más cerca y más cercano, alguien que le ha dado una dimensión total a ese diálogo en España como es Jesús Quintero.
Medio volátil
Quintero hará radio de autor desde principios de los ochenta con su espacio El loco de la colina. Y aunque el medio televisivo también lo ha tentado -de hecho de aquí a nada revivirá su primera trademark, la del loco, pero en la jodida televisión-, Quintero ha apostado y mucho por la radio. Su última estancia en las ondas proporcionó a sus seguidores El lobo estepario, un espacio en Onda Cero que a mediados de los noventa dio a las ondas hispánicas guiones de alto standing, siguió dando voz a los sin-voz y además dio a la entrevista radiofónica todo lo que se le pueda pedir.
Antes de seguir con Quintero, volvamos al carácter volátil de la radio, esa sensación de ser un medio con poca fijación. Sin salir de la jurisdicción entrevista: mucha gente tiene la costumbre de videoregistrar sus programas favoritos, y aunque casi siempre serán películas o partidos de fútbol, alguien puede haber guardado por ejemplo alguna edición de El perro verde, el programa de Quintero en TVE1; también hay gente que guardará algún periódico o revista con alguna entrevista interesante. El conservar audio-registro de ciertos programas de radio será menos común. En general, de la radio se grabarán programas musicales y poco más. Y hoy en día, ni eso. Y aunque el hoy día trasnochado radiocasete ha sido uno de los aparatos más democráticos y accesibles de los que nos ha dotado la electrónica de consumo, su uso para registrar algo que vaya más allá de algún programa musical queda reservado a los radiópatas. Como tal, conservo cintas de El lobo estepario. Volver a ellas ha sido algo emocional y emocionante. Quintero conversando con Ramón Sampedro, antes de su muerte y antes de que el cursi de Amenabar se lo apropiara. Quintero dialogando con un fiera como Boadella, o con Beni de Cádiz, o con el Chiquito del año 95, recién llegado al éxito. Al final ambos se lían a soltar chistes y a echar unas risas del todo francas y altamente contagiosas...
Pero dejemos la radiopatía y vayamos al elemento, el recurso que Quintero ha hecho marca de la casa: el silencio, el pecado mortal del medio. Sus silencios clamorosos. Ls cosa empezó cuando tras la respuesta del entrevistado, Jesús se quedaba callado. La incomodidad creada llevaba al entrevistado a llenar ese vacío con la palabra, y acababa aportando más información de la que en un principio tenía previsto liberar. Y otro factor: el ritmo lento, pausado de sus entrevistas y las horas en que se emitían, más allá de medianoche. En ese momento el oyente está relajado, e incluso sus ritmos vitales estarán más ralentizados, con lo que el proceso comunicativo, el triángulo entrevistador/ entrevistado/ oyente encajará a la perfección. Y Quintero lograba en definitiva acentuar la distinción entre oir y escuchar.
Para ir cerrando, algo sobre el futuro de la entrevista en la radio. Con la efervescencia de internet y el consumo cultural en general, están arrancando en Estados Unidos emisoras vía satélite como Sirius o XM, emisoras que previo pago (¿pay per ear?) permitirán el acceso a un montón de canales especializados -v. gr. un canal de Elvis- así como a programas de verdaderas estrellas de la radio o de la cultura popular: Sirius ha fichado al antes mentado Howard Stern; XM al mismo mismísimo Bob Dylan, que va a hacer un programa. En este territorio se podría plantear un canal dedicado exclusivamente a la entrevista, al diálogo, donde poder oír todo tipo de documentos hablados. Y creo que tendremos que olvidar la posibilidad de innovación en cuanto a recursos dramáticos, estéticos o formatos innovadores. Ahí todo está ya dicho.
Ah, y para acabar, un reto para Jesús Quintero, cuando algún día vuelva a la radio: una entrevista al mimo Marcel Marceau.
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