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María Hesse en su estudio. (Foto: RanchoNEWS)
Portada del libro. (Foto: RanchoNEWS)
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iudad Juárez, Chihuahua. 13 de septiembre de 2024. (RanchoNEWS).- El miedo (Lumen) es quizá el proyecto más personal de María Hesse (Huelva, 42 años), un libro de autoficción que aúna ilustraciones y textos sobre la angustia y con el que no cuesta identificarse: el trauma infantil del bullying, la consecuente baja autoestima, las relaciones tóxicas, la soledad, las dudas ante la maternidad… Una obra de redención que exorciza las heridas a través de una prosa sincera y sin artificios y unos dibujos de alto colorido y sensualidad. Un emotivo trabajo cromático y semántico que contagia de esperanza. «Empecé a darle forma en 2020: necesitaba ilustrar mis miedos, convertir en pintura sensaciones como un nudo en el estómago o la falta de aire. De las ilustraciones estáticas, fue surgiendo una secuencia tipo cómic, y de ahí, fueron brotando las palabras. He necesitado un largo proceso para decidir qué quería contar y cómo. Entremedias, lancé Marilyn y Malas mujeres», cuenta Hesse. El placer también surgía de su experiencia personal. «Pero quedaba diluida en la investigación histórica, y en las referencias culturales. No he ideado El miedo como un libro reivindicativo, aunque se pueda defender que defiende la importancia de la salud mental», reporta Maria Ovelar en El País.
Aunque dibuja desde los seis años, Hesse no estudió Bellas Artes, sino Magisterio: en medio de unas oposiciones, decidió abandonar la carrera docente para cursar un ciclo de grado superior de ilustración. Autora de varias biografías gráficas ( Frida Kahlo, David Bowie, Marilyn Monroe), de la renovación de clásicos a través del dibujo como Mujercitas (de Louisa May Alcott) y Orgullo y prejuicio (de Jane Austen), y de libros ilustrados que reflexionan sobre arquetipos como el de la femme fatale (Malas mujeres), Hesse ha desarrollado un estilo reconocible por los tonos vibrantes y el trazo curvilíneo y acuoso. Un efecto al que contribuye no solo su técnica –basada en el gouache y la tinta china–, sino también un vocabulario plástico altamente sensitivo y feminista.
Algunas experiencias, razona la autora, son tan traumáticas que las confinamos en una guarida para que no campen a sus anchas por nuestra memoria. «Cuando los miedos se escapan, hablo mucho con mi pareja [Boris, con quien lleva seis años y a quien dedica el libro] y con mis amigas, un refugio. Si no soy capaz de controlarlos, recurro a la psicóloga. Cualquier preocupación se refleja en el cuerpo. He aprendido técnicas de relajación para parar el flujo del pensamiento. Pero confieso que ahora no las practico mucho». A la falta de tiempo, ha contribuido la maternidad. Hesse es madre de un bebé de un año. «He aprendido a decir que no, a que no pasa nada por rechazar proyectos. No quiero renunciar a la crianza. Durante el embarazo, noté que mi cabeza funcionaba lentamente. No podía abarcar tanto trabajo y en el posparto he preferido dedicarme a mi bebé».