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El filósofo y escritor español. (Foto: Víctor Lerena)
C iudad Juárez, Chihuahua, 29 de febrero 2012. (RqanchoNEWS).- Si en una coctelera se mezclan El Decameron, La Guía Michelín y Los últimos cuentos de Canterbury –todo ello salpicado con humor filosófico y desenfado narrativo– nos encontramos con Los invitados de la princesa, la obra con la que el filósofo Fernando Savater (San Sebastián, 1947) ha ganado hoy el XVI Premio Primavera de Novela, convocado por la editorial Espasa y dotado con 200.000 euros. Por primera vez en 16 años este galardón ha quedado sin finalista (categoría dotada con 30.000 euros). Una nota de A. Fraguas para El País:
Imaginen a periodistas, artistas, profesores y escritores aislados en una isla por la erupción de un volcán durante la celebración de un «congreso cultural». Una isla solo conocida por su gastronomía y cuya presidenta (a la que cariñosamente llaman la princesa) quiere situar en el mapa por algo más que por los fogones. Es el planteamiento ideal para ajustar cuentas con unos cuantos personajes, posibilidad que, sin embargo, un Savater risueño descarta al otro lado de la línea telefónica: «Cada personaje hace lo suyo y la mirada es la del protagonista, un joven periodista donostiarra enviado por una revista vasca para cubrir el congreso; tiene esa admiración de la juventud por los grandes y venerables escritores, es una mirada un poco a lo Tintín».
Quizá Savater haya puesto algo de sí mismo en ese Tintín donostiarra. La obra no en vano está dedicada a algunos de sus autores de cabecera: Boccaccio, Chaucer… y tiene ecos de la literatura fantástica de Jean Ray y de H.P. Lovecraft. Es una celebración de la gastronomía, una excusa para hablar del mundo académico y, además, una ocasión para introducir en un contexto tan savateriano, lo inesperado e irreal: «No es una novela de humor pero hay humor, imaginación, hay muchos elementos fantásticos y reflexivos y un poco de ironía. De todas formas no puedo evitar introducir el humor hasta en los artículos más serios».
Savater ha querido dejar al margen las alusiones directas a la actualidad. Uno de los personajes por ejemplo es un profesor universitario, pero el repaso de su biografía y peripecias se realiza sin más pretensiones que hacer una descripción tierna e irónica de la vida universitaria. «Cuando quiero escribir en serio sobre estos temas lo hago mediante artículos o ensayos», afirma Savater y recuerda que con Los invitados de la princesa la prioridad ha sido «el disfrute del lector».
Estructurada en los siete días de la semana, el relato culmina con el recibimiento a la Princesa (que había quedado atrapada en el continente durante la erupción volcánica). Savater no desvela más detalles pero advierte en tono tranquilizador: «No es como [la serie de televisión] Perdidos».
«La novela complacerá hasta a los más exigentes lectores porque está llena de guiños y complicidades para disfrutar de ella desde el principio hasta el final», ha afirmado durante la ceremonia Ángel Basanta, escritor, crítico y portavoz de jurado. Basanta ha remplazado a Ana María Matute, la presidenta del jurado. Otros miembros del mismo han sido Antonio Soler, Ramón Pernas (director del ámbito cultural de El Corte Inglés), y Ana Rosa Semprún (directora general de Espasa). El año pasado el premio recayó en Raúl del Pozo, por El reclamo
La novela ha sido seleccionada entre 454 manuscritos en español, 100 más que el año pasado, enviados desde 26 países. Los más participativos fueron España, con 275 manuscritos; seguido de Argentina y México, con 26 cada uno; Estados Unidos, 16 y Colombia 15.
Entre sus innumerables ensayos, artículos y obras de reflexión, el género de ficción no ha sido nunca ajeno a Savater. En 1993 quedó finalista del Premio Planeta con El jardín de las dudas; en 2008 ganó ese mismo galardón con La hermandad de la buena suerte.
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miércoles, febrero 29, 2012
Literatura / Entrevista a Martín Kohan
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El escritor argentino. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua, 29 de febrero 2012. (RanchoNEWS).- El autor de Segundos afuera le dio forma al diario íntimo de un perdedor que no asume su derrota: Mario Novoa, un profesor de literatura que siete años después de haber sido dejado por su esposa, corrige el desarreglo lógico de la frase «el marido de mi mujer». Silvina Friera entrevista al autor para Página/12:
Un hombre ama a una mujer. Poco importa que ella lo abandonó hace siete años. El incidente –en el sentido más púdico posible– es quirúrgicamente escamoteado del tapiz de su existencia. Lo más dramático de la tentativa de dar vuelta la página de una vez y para siempre –como se dice– es estar en el mismo renglón invariable de una desgarradora obstinación. La única que le importa. Hay otro agravante que empeora el cuadro vital del profesor de literatura Mario Novoa, el protagonista de Bahía Blanca (Anagrama), la última novela de Martín Kohan. Aunque se sumerge en la imperiosa batalla del arte de cambiar de tema y ejercita la técnica del súbito olvido –o cree que lo está haciendo cuando viaja por un mes a esa ciudad de clima adverso, arquitectura ingrata, presencia agobiante del clericalismo, predilección general por el militarismo y con la ideología social más retrógrada del país–, lo que cuenta es la impresión de cosa gastada que derrama inexorablemente una empresa destinada al fracaso. No sería adecuado afirmar que no pasa nada en esta novela que adopta la forma del diario íntimo de un perdedor que no asume su derrota. «Nada» es tal vez el único vocablo de la lengua que no admite ninguna perífrasis, ninguna metáfora, ningún sinónimo, ningún sustituto, según postulaba Barthes. Hay un crimen pasional perfecto y una victoria parcial, el único y pálido trofeo que le quedará al final de otro viaje, más fallido aún que el primero: el destierro de la culpa hacia un país lejano para que las voces del remordimiento no puedan ser oídas ni comprendidas. Mario Novoa –culpable limpio de toda culpa– es el «ganador» más desahuciado de la literatura argentina de los últimos diez años.
Quizá se escriba de Mario Novoa –aquí y ahora o en un futuro cercano– que es un hombre a quien le gusta demasiado la soledad. Como a muchos de los personajes de Kohan, solitarios empedernidos más o menos confesos. No es el primero y quién sabe si será el último. La fascinación del protagonista de Bahía Blanca por el boxeo tampoco sería rigurosamente una novedad en el universo de la obra del autor de Segundos afuera, novela que gira en torno de la histórica pelea entre Jack Dempsey y Luis Angel Firpo. Pero el cosmos pugilístico opera como punto de apoyo allí donde comenzaría la interpretación, es decir, el combate.
«En el boxeo encuentro un concentrado de sentidos posibles –cuenta el escritor a Página/12–. Tiene la dimensión épica, la dimensión sacrificial, la renovación de la escena del duelo mano a mano; y si uno quiere prolongar la tradición de la gauchesca de Borges para acá, también está en el mundo del boxeo».
¿Por qué volver sobre el boxeo en Bahía Blanca?
Me interesa la épica del abandono; lo primero que se me vino a la cabeza para fijar una escena de abandono prototípica fue el boxeo. A la hora de pensar la proeza del que no se da por vencido, la pelea de Galíndez contra Richie Kates probablemente supere cualquier otra expresión no sólo boxística, sino general. El boxeo, más que el fútbol –un juego colectivo que no tiene intensidad agonística porque no se pone el cuerpo de una manera dramática–, es una usina de posibilidades micronarrativas. Si tengo que tramar una situación de suspensión y de intensidad de espera, mi cabeza siempre va hacia cierto tipo de escenarios épicos, que básicamente son la guerra o el deporte. Una espera intensa es El desierto de los tártaros, de Dino Buzzati, para poner un ejemplo muy alto de una escena de espera en la guerra. Bajando los decibeles pero manteniéndonos en un horizonte de épica, Firpo parado en el medio del ring viendo si Dempsey vuelve o no vuelve, si va a ser campeón del mundo o no, podría ser otro ejemplo. La pelea de Galíndez que aparece mencionada en Bahía Blanca dejó una huella muy fuerte en la memoria de mucha gente. Me interesa lo que se incorpora al imaginario de las personas que no vieron la pelea, precisamente porque cobra esa dimensión de proeza: el que tenía todo perdido, pero ganó.
A propósito de la épica del abandono, Mario defiende el abandono con el ejemplo de otra pelea, la de Mano de Piedra Durán y Leonard, cuando afirma que se abandona por lucidez, por haber entendido que es inútil hacer perdurar lo que en verdad ya acabó.
El abandono en el automovilismo o en el ajedrez no tiene la dramaticidad del abandono en el boxeo; es un momento muy terrible, sobre todo cuando no abandona el boxeador, sino cuando le tiran la toalla y ve que los suyos decidieron que el asunto se acabó. En última instancia, hay un desafío de la narración amorosa que es desde dónde la contás.
En este sentido hay una omisión de primer grado, muy interesante en su novela: el lector nunca sabrá en qué momento se tiró la toalla en la relación entre Mario y Patricia. Sólo se sabe que fue ella quien lo dejó.
Es cierto, es un vacío, no se narra. En el armado de la novela, aunque no lo calculé, termina siendo coherente que no aparezca la ruptura. La escena decisiva de la separación es objeto de negación pura. Él no tiene en mente la instancia en que ella lo abandonó porque es como si no hubiese ocurrido. La separación es la negación pura que sostiene toda la historia de amor de la novela: hago como si nunca me hubiese dejado. Lo único que indica que hubo ruptura, el estorbo para esa ficción, es el nuevo marido de ella. Lo que está suprimido en él –y en la novela– es el relato de cómo ella lo dejó.
El riesgo al contar una historia de amor es caer en los lugares comunes de la queja tanguera. ¿Cómo se desafían esos clichés desde la escritura?
El relato amoroso, como sabemos por Barthes, está tan codificado que fue un desafío probar registros posibles. En Bahía Blanca me parecía que para entender el dispositivo amoroso tenía que ubicarse en un mundo que no fuera el de la tradición amorosa en ninguna de sus formas, para evitar el riesgo de empalagar. ¿Cómo correrse a la vez de lo que puede, entrando como cita, funcionar como parodia? La queja tanguera está caricaturizada; es muy difícil citarla sin que se desplace hacia la parodia. En algunas instancias recurrí a figuraciones de otros mundos, en donde está la intensidad plena del abandono, de la no resignación: no me resigno, peleo hasta el final.
Mario subraya una diferencia entre «dar muerte» y matar. ¿Qué implica ese matiz lingüístico respecto del crimen que se comete en la novela?
Bahía Blanca es una novela de amor y es una novela policial a la vez. El crimen es un acto policial y amoroso. Si no recuerdo mal, esto vino de la escritura de una columna periodística. Muchas veces son ciertas formulaciones de las palabras las que me llaman la atención más que la realidad de los acontecimientos. Escribí una columna sobre un modo de lo criminal que aparece muy a menudo: el que cree que ha salvado a aquel que mató. Ocurre con los que matan y se suicidan o intentan suicidarse que se figuran el crimen como un don para la víctima, sin que necesariamente se trate de un pacto de suicidio ni nada por el estilo. El lenguaje recoge una huella de ese tipo de formulación porque existe la expresión «dar muerte». Uno diría que el crimen que contiene la novela es un crimen de puro impulso; incluso, aunque tenga un delay de varios años, es un crimen pasional. Y sin embargo lo que se procesa sobre ese crimen está narrado bajo las formas de la deducción lógica perfectamente sostenida. Y está validado en términos de un poder enorme que nace del lenguaje. Hay un desarreglo del lenguaje que es lo que le revela a Mario que algo hay que hacer: «el marido de mi mujer». La frase lo lleva a que la realidad tiene que ser corregida; que esa especie de incongruencia del estado de cosas debe ser reordenada. La iniciativa criminal no es otra cosa que reponer el orden de un universo que se desarregló. El corrige el desarreglo lógico de la frase «el marido de mi mujer». Si es su mujer, el marido no puede ser otro.
El tópico de matar tiene una larga tradición literaria. Mario podría ser, salvando las distancias, una especie de Raskolnikov porteño, sólo que su móvil es amoroso, ¿no?
Sí, es cierto. Hay una zona que se juega entre la pasión y la frialdad. Bahía Blanca tiene la estructuración de un relato policial con una formulación paradójica: un crimen pasional siete años después de la separación. Pero los impulsos no demoran siete años; es la irracionalidad perfectamente razonada en términos de la construcción lógica del lenguaje. Pero despejada la acción criminal de todo temor de ser descubierta, Mario tiene la certeza de que ha pasado el tiempo suficiente y no van a llegar a él. ¿Qué sucede con lo que sería una pura culpa una vez que todo lo que puede tener que ver con el temor al castigo está salvado? Ahí surge otra instancia en esa combinación de pasión y frialdad, que me permitió narrar el viaje final hacia Bahía Blanca como una ejecución sensata de una empresa insensata.
No se ríen los parroquianos del bar Montecarlo, uno de los tantos bares de Palermo que frecuenta el escritor –donde escribió en un cuaderno la primera versión de Bahía Blanca–, de esa empresa insensata de Mario. Pero el eco de esas carcajadas coincide justo con el preciso instante en que menciona esa peripecia, como si se fraguara un efecto que, por obra y gracia del azar, expande las resonancias de esa desquiciada aventura en el porvenir del personaje. «Uno de los puntos de partida de la novela era indagar sobre las formas de la negación –recuerda Kohan–. Bahía Blanca, la propia ciudad, es la ciudad negativizada, maldita. Un bahiense hace poco me contó que muchos le dicen Brigitte Bardot para no nombrarla. Esa mitología negativa es tremendamente potente y seductora, mucho más atractiva que las mitologías positivas de Buenos Aires, Rosario y París. La idea de una ciudad de mitología negativa me atraía por ese poder de negación: todo lo que se genera ahí cae bajo la sombra del principio de negación. Después me interesó la premeditación del olvido. Conozco algunas personas que tienen ese poder y me producen admiración y al mismo tiempo me intrigan: ¿cómo hacen para disponerse a olvidar y lograr que las imágenes se borren? Hay gente que dice: ‘Mejor no hablemos de eso’. A mí me dicen ‘mejor no hablemos de eso’ y no voy a poder pensar en otra cosa que eso de lo que mejor no hay que hablar en los siguientes dos días. En cambio, hay gente que pasa la página y cambió de tema: pasó a otra cosa».
Desde esta perspectiva, estaría claro que el dilema de Mario se podría resumir en la imposibilidad de olvidar.
Hay una guerra entre el mundo del olvido y el de la fijación. Mario Novoa está plagado de prácticas de la fijación, rutinas, repeticiones; y una persona dispuesta a la fijación, a la rutina, a la insistencia, es una persona en estado de memoria, como ha escrito alguna vez Tununa Mercado. Mientras que claramente las mujeres aparecen en estado de olvido. ¿Cómo hace una mujer concretamente para cambiar de persona, que es cambiar de tema?
Una mujer también se podría preguntar cómo hace un hombre para cambiar de mujer.
Sin duda, pero en esta novela es la clase de imaginario que está fijado en Mario. Tendría que haber escrito otra novela para responder tu pregunta (risas). La persistencia es una condena, no un logro. La fijación es una fuente de padecimientos. La idea de cambiar de ciudad para cambiar de vida es más acotada: cambio de ciudad un mes para cambiar de tema, ni siquiera ya de vida. Como propósito es más intenso. Recuerdo que en un trabajo que hice sobre los boleros registré la cantidad de canciones en las que se dice «te he olvidado». La paradoja de base es que «te he olvidado» pero te estoy cantando. Por lo tanto, no te he olvidado. Si la hubiera olvidado, no estaría cantándole nada. ¿Cómo puede olvidar Mario cuando tiene el idioma de la pura fijación?
La escena del encuentro entre Mario y Patricia en la calle sorprende por cómo está narrada. Mario registra los colectivos que pasan, cómo están vestidas las personas, los ruidos, los carteles. ¿Por qué la «cámara narrativa» se posa sobre todo en vez de enfocar en un primer plano a los actores del drama?
En un punto es un dispositivo; eso se ve en «Funes el memorioso», que sería el enemigo de Mario Novoa, lo que no habría que ser y a la vez su fantasma. Funes recuerda todo porque registra todo; su aparato perceptivo y de recuerdos es infinito. En esa escena lo que parecería estar ocurriendo es que nada se le puede pasar por alto. Los detalles no son menores, sino lo más importante. Cuando alguien dice «eso es un detalle», en lugar de escucharlo como minimización lo percibo como una amplificación. Me doy cuenta de que para mí escribir es que el detalle concentre un mundo de sentidos. Yo podría decir al revés: “el detalle es central”. Todo hay que mirarlo otra vez, en todo hay que fijarse otra vez. Mario está poniendo la más intensa atención sobre lo que está pasando y en esa situación tan decisiva, encendió la máquina de las fijaciones. Después de intentar en la primera parte de la novela la empresa del olvido, en esa escena está la empresa de la fijación, que es como una máquina fotográfica que no discierne: lo que se le pone adelante lo registra. Mario se ha convertido en una máquina de registrar, de fijar, de recordar. Por eso no puede discriminar; es un estado muy dramático de su condición subjetiva. Los objetos que registra son triviales, pero la disposición es maníaca. Un maníaco que necesita urgentemente olvidar es la tragedia de la novela. Todo se fija, se cristaliza y se registra. Como Funes, que tampoco jerarquiza, el drama de Mario Novoa es que no puede desechar nada.
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El escritor argentino. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua, 29 de febrero 2012. (RanchoNEWS).- El autor de Segundos afuera le dio forma al diario íntimo de un perdedor que no asume su derrota: Mario Novoa, un profesor de literatura que siete años después de haber sido dejado por su esposa, corrige el desarreglo lógico de la frase «el marido de mi mujer». Silvina Friera entrevista al autor para Página/12:
Un hombre ama a una mujer. Poco importa que ella lo abandonó hace siete años. El incidente –en el sentido más púdico posible– es quirúrgicamente escamoteado del tapiz de su existencia. Lo más dramático de la tentativa de dar vuelta la página de una vez y para siempre –como se dice– es estar en el mismo renglón invariable de una desgarradora obstinación. La única que le importa. Hay otro agravante que empeora el cuadro vital del profesor de literatura Mario Novoa, el protagonista de Bahía Blanca (Anagrama), la última novela de Martín Kohan. Aunque se sumerge en la imperiosa batalla del arte de cambiar de tema y ejercita la técnica del súbito olvido –o cree que lo está haciendo cuando viaja por un mes a esa ciudad de clima adverso, arquitectura ingrata, presencia agobiante del clericalismo, predilección general por el militarismo y con la ideología social más retrógrada del país–, lo que cuenta es la impresión de cosa gastada que derrama inexorablemente una empresa destinada al fracaso. No sería adecuado afirmar que no pasa nada en esta novela que adopta la forma del diario íntimo de un perdedor que no asume su derrota. «Nada» es tal vez el único vocablo de la lengua que no admite ninguna perífrasis, ninguna metáfora, ningún sinónimo, ningún sustituto, según postulaba Barthes. Hay un crimen pasional perfecto y una victoria parcial, el único y pálido trofeo que le quedará al final de otro viaje, más fallido aún que el primero: el destierro de la culpa hacia un país lejano para que las voces del remordimiento no puedan ser oídas ni comprendidas. Mario Novoa –culpable limpio de toda culpa– es el «ganador» más desahuciado de la literatura argentina de los últimos diez años.
Quizá se escriba de Mario Novoa –aquí y ahora o en un futuro cercano– que es un hombre a quien le gusta demasiado la soledad. Como a muchos de los personajes de Kohan, solitarios empedernidos más o menos confesos. No es el primero y quién sabe si será el último. La fascinación del protagonista de Bahía Blanca por el boxeo tampoco sería rigurosamente una novedad en el universo de la obra del autor de Segundos afuera, novela que gira en torno de la histórica pelea entre Jack Dempsey y Luis Angel Firpo. Pero el cosmos pugilístico opera como punto de apoyo allí donde comenzaría la interpretación, es decir, el combate.
«En el boxeo encuentro un concentrado de sentidos posibles –cuenta el escritor a Página/12–. Tiene la dimensión épica, la dimensión sacrificial, la renovación de la escena del duelo mano a mano; y si uno quiere prolongar la tradición de la gauchesca de Borges para acá, también está en el mundo del boxeo».
¿Por qué volver sobre el boxeo en Bahía Blanca?
Me interesa la épica del abandono; lo primero que se me vino a la cabeza para fijar una escena de abandono prototípica fue el boxeo. A la hora de pensar la proeza del que no se da por vencido, la pelea de Galíndez contra Richie Kates probablemente supere cualquier otra expresión no sólo boxística, sino general. El boxeo, más que el fútbol –un juego colectivo que no tiene intensidad agonística porque no se pone el cuerpo de una manera dramática–, es una usina de posibilidades micronarrativas. Si tengo que tramar una situación de suspensión y de intensidad de espera, mi cabeza siempre va hacia cierto tipo de escenarios épicos, que básicamente son la guerra o el deporte. Una espera intensa es El desierto de los tártaros, de Dino Buzzati, para poner un ejemplo muy alto de una escena de espera en la guerra. Bajando los decibeles pero manteniéndonos en un horizonte de épica, Firpo parado en el medio del ring viendo si Dempsey vuelve o no vuelve, si va a ser campeón del mundo o no, podría ser otro ejemplo. La pelea de Galíndez que aparece mencionada en Bahía Blanca dejó una huella muy fuerte en la memoria de mucha gente. Me interesa lo que se incorpora al imaginario de las personas que no vieron la pelea, precisamente porque cobra esa dimensión de proeza: el que tenía todo perdido, pero ganó.
A propósito de la épica del abandono, Mario defiende el abandono con el ejemplo de otra pelea, la de Mano de Piedra Durán y Leonard, cuando afirma que se abandona por lucidez, por haber entendido que es inútil hacer perdurar lo que en verdad ya acabó.
El abandono en el automovilismo o en el ajedrez no tiene la dramaticidad del abandono en el boxeo; es un momento muy terrible, sobre todo cuando no abandona el boxeador, sino cuando le tiran la toalla y ve que los suyos decidieron que el asunto se acabó. En última instancia, hay un desafío de la narración amorosa que es desde dónde la contás.
En este sentido hay una omisión de primer grado, muy interesante en su novela: el lector nunca sabrá en qué momento se tiró la toalla en la relación entre Mario y Patricia. Sólo se sabe que fue ella quien lo dejó.
Es cierto, es un vacío, no se narra. En el armado de la novela, aunque no lo calculé, termina siendo coherente que no aparezca la ruptura. La escena decisiva de la separación es objeto de negación pura. Él no tiene en mente la instancia en que ella lo abandonó porque es como si no hubiese ocurrido. La separación es la negación pura que sostiene toda la historia de amor de la novela: hago como si nunca me hubiese dejado. Lo único que indica que hubo ruptura, el estorbo para esa ficción, es el nuevo marido de ella. Lo que está suprimido en él –y en la novela– es el relato de cómo ella lo dejó.
El riesgo al contar una historia de amor es caer en los lugares comunes de la queja tanguera. ¿Cómo se desafían esos clichés desde la escritura?
El relato amoroso, como sabemos por Barthes, está tan codificado que fue un desafío probar registros posibles. En Bahía Blanca me parecía que para entender el dispositivo amoroso tenía que ubicarse en un mundo que no fuera el de la tradición amorosa en ninguna de sus formas, para evitar el riesgo de empalagar. ¿Cómo correrse a la vez de lo que puede, entrando como cita, funcionar como parodia? La queja tanguera está caricaturizada; es muy difícil citarla sin que se desplace hacia la parodia. En algunas instancias recurrí a figuraciones de otros mundos, en donde está la intensidad plena del abandono, de la no resignación: no me resigno, peleo hasta el final.
Mario subraya una diferencia entre «dar muerte» y matar. ¿Qué implica ese matiz lingüístico respecto del crimen que se comete en la novela?
Bahía Blanca es una novela de amor y es una novela policial a la vez. El crimen es un acto policial y amoroso. Si no recuerdo mal, esto vino de la escritura de una columna periodística. Muchas veces son ciertas formulaciones de las palabras las que me llaman la atención más que la realidad de los acontecimientos. Escribí una columna sobre un modo de lo criminal que aparece muy a menudo: el que cree que ha salvado a aquel que mató. Ocurre con los que matan y se suicidan o intentan suicidarse que se figuran el crimen como un don para la víctima, sin que necesariamente se trate de un pacto de suicidio ni nada por el estilo. El lenguaje recoge una huella de ese tipo de formulación porque existe la expresión «dar muerte». Uno diría que el crimen que contiene la novela es un crimen de puro impulso; incluso, aunque tenga un delay de varios años, es un crimen pasional. Y sin embargo lo que se procesa sobre ese crimen está narrado bajo las formas de la deducción lógica perfectamente sostenida. Y está validado en términos de un poder enorme que nace del lenguaje. Hay un desarreglo del lenguaje que es lo que le revela a Mario que algo hay que hacer: «el marido de mi mujer». La frase lo lleva a que la realidad tiene que ser corregida; que esa especie de incongruencia del estado de cosas debe ser reordenada. La iniciativa criminal no es otra cosa que reponer el orden de un universo que se desarregló. El corrige el desarreglo lógico de la frase «el marido de mi mujer». Si es su mujer, el marido no puede ser otro.
El tópico de matar tiene una larga tradición literaria. Mario podría ser, salvando las distancias, una especie de Raskolnikov porteño, sólo que su móvil es amoroso, ¿no?
Sí, es cierto. Hay una zona que se juega entre la pasión y la frialdad. Bahía Blanca tiene la estructuración de un relato policial con una formulación paradójica: un crimen pasional siete años después de la separación. Pero los impulsos no demoran siete años; es la irracionalidad perfectamente razonada en términos de la construcción lógica del lenguaje. Pero despejada la acción criminal de todo temor de ser descubierta, Mario tiene la certeza de que ha pasado el tiempo suficiente y no van a llegar a él. ¿Qué sucede con lo que sería una pura culpa una vez que todo lo que puede tener que ver con el temor al castigo está salvado? Ahí surge otra instancia en esa combinación de pasión y frialdad, que me permitió narrar el viaje final hacia Bahía Blanca como una ejecución sensata de una empresa insensata.
No se ríen los parroquianos del bar Montecarlo, uno de los tantos bares de Palermo que frecuenta el escritor –donde escribió en un cuaderno la primera versión de Bahía Blanca–, de esa empresa insensata de Mario. Pero el eco de esas carcajadas coincide justo con el preciso instante en que menciona esa peripecia, como si se fraguara un efecto que, por obra y gracia del azar, expande las resonancias de esa desquiciada aventura en el porvenir del personaje. «Uno de los puntos de partida de la novela era indagar sobre las formas de la negación –recuerda Kohan–. Bahía Blanca, la propia ciudad, es la ciudad negativizada, maldita. Un bahiense hace poco me contó que muchos le dicen Brigitte Bardot para no nombrarla. Esa mitología negativa es tremendamente potente y seductora, mucho más atractiva que las mitologías positivas de Buenos Aires, Rosario y París. La idea de una ciudad de mitología negativa me atraía por ese poder de negación: todo lo que se genera ahí cae bajo la sombra del principio de negación. Después me interesó la premeditación del olvido. Conozco algunas personas que tienen ese poder y me producen admiración y al mismo tiempo me intrigan: ¿cómo hacen para disponerse a olvidar y lograr que las imágenes se borren? Hay gente que dice: ‘Mejor no hablemos de eso’. A mí me dicen ‘mejor no hablemos de eso’ y no voy a poder pensar en otra cosa que eso de lo que mejor no hay que hablar en los siguientes dos días. En cambio, hay gente que pasa la página y cambió de tema: pasó a otra cosa».
Desde esta perspectiva, estaría claro que el dilema de Mario se podría resumir en la imposibilidad de olvidar.
Hay una guerra entre el mundo del olvido y el de la fijación. Mario Novoa está plagado de prácticas de la fijación, rutinas, repeticiones; y una persona dispuesta a la fijación, a la rutina, a la insistencia, es una persona en estado de memoria, como ha escrito alguna vez Tununa Mercado. Mientras que claramente las mujeres aparecen en estado de olvido. ¿Cómo hace una mujer concretamente para cambiar de persona, que es cambiar de tema?
Una mujer también se podría preguntar cómo hace un hombre para cambiar de mujer.
Sin duda, pero en esta novela es la clase de imaginario que está fijado en Mario. Tendría que haber escrito otra novela para responder tu pregunta (risas). La persistencia es una condena, no un logro. La fijación es una fuente de padecimientos. La idea de cambiar de ciudad para cambiar de vida es más acotada: cambio de ciudad un mes para cambiar de tema, ni siquiera ya de vida. Como propósito es más intenso. Recuerdo que en un trabajo que hice sobre los boleros registré la cantidad de canciones en las que se dice «te he olvidado». La paradoja de base es que «te he olvidado» pero te estoy cantando. Por lo tanto, no te he olvidado. Si la hubiera olvidado, no estaría cantándole nada. ¿Cómo puede olvidar Mario cuando tiene el idioma de la pura fijación?
La escena del encuentro entre Mario y Patricia en la calle sorprende por cómo está narrada. Mario registra los colectivos que pasan, cómo están vestidas las personas, los ruidos, los carteles. ¿Por qué la «cámara narrativa» se posa sobre todo en vez de enfocar en un primer plano a los actores del drama?
En un punto es un dispositivo; eso se ve en «Funes el memorioso», que sería el enemigo de Mario Novoa, lo que no habría que ser y a la vez su fantasma. Funes recuerda todo porque registra todo; su aparato perceptivo y de recuerdos es infinito. En esa escena lo que parecería estar ocurriendo es que nada se le puede pasar por alto. Los detalles no son menores, sino lo más importante. Cuando alguien dice «eso es un detalle», en lugar de escucharlo como minimización lo percibo como una amplificación. Me doy cuenta de que para mí escribir es que el detalle concentre un mundo de sentidos. Yo podría decir al revés: “el detalle es central”. Todo hay que mirarlo otra vez, en todo hay que fijarse otra vez. Mario está poniendo la más intensa atención sobre lo que está pasando y en esa situación tan decisiva, encendió la máquina de las fijaciones. Después de intentar en la primera parte de la novela la empresa del olvido, en esa escena está la empresa de la fijación, que es como una máquina fotográfica que no discierne: lo que se le pone adelante lo registra. Mario se ha convertido en una máquina de registrar, de fijar, de recordar. Por eso no puede discriminar; es un estado muy dramático de su condición subjetiva. Los objetos que registra son triviales, pero la disposición es maníaca. Un maníaco que necesita urgentemente olvidar es la tragedia de la novela. Todo se fija, se cristaliza y se registra. Como Funes, que tampoco jerarquiza, el drama de Mario Novoa es que no puede desechar nada.
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Galería / Berenice Abbott
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Gunsmith and Police Department Headquarters, 6 Centre Market Place and 240 Centre Street, New York City, February 4, 1937
Gelatin silver print, 19 x 24.5 cm
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Galería / Samuel Quinn
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Alainna’s Eyes, 2008.
8 x 10 inch gelatin silver print from super 8mm film strip.
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Obituario / Rogelio Treviño
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El poeta chihuahuense. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua, 26 de febrero 2012. (RanchoNEWS).- El cuerpo de un hombre que murió de hipotermia hace aproximadamente un mes, el cual se encontraba en las instalaciones del Servicio Médico Forense de la ciudad de Chihuahua, fue reconocido como el del poeta Rogelio Treviño Montijo. Una nota de Rubén Villalpando para La Jornada:
El Instituto Chihuahuense de la Cultura informó que junto con familiares y amigos realizaron una ceremonia de homenaje.
Fue conocido como el poeta inconquistable y reconocido por su obra. Recibió varios premios nacionales y binacionales.
Rogelio Treviño Montijo fue designado como «creador emérito» por su trayectoria de 40 años de producción literaria y el reconocimiento de la comunidad artística y cultural del estado.
Una anécdota cuenta que una mujer le preguntó que ¿cuál era la manera de enamorar a un poeta?, a lo que él contestó «para que una mujer pueda enamorar a un poeta debe convertirse en poema».
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El poeta chihuahuense. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua, 26 de febrero 2012. (RanchoNEWS).- El cuerpo de un hombre que murió de hipotermia hace aproximadamente un mes, el cual se encontraba en las instalaciones del Servicio Médico Forense de la ciudad de Chihuahua, fue reconocido como el del poeta Rogelio Treviño Montijo. Una nota de Rubén Villalpando para La Jornada:
El Instituto Chihuahuense de la Cultura informó que junto con familiares y amigos realizaron una ceremonia de homenaje.
Fue conocido como el poeta inconquistable y reconocido por su obra. Recibió varios premios nacionales y binacionales.
Rogelio Treviño Montijo fue designado como «creador emérito» por su trayectoria de 40 años de producción literaria y el reconocimiento de la comunidad artística y cultural del estado.
Una anécdota cuenta que una mujer le preguntó que ¿cuál era la manera de enamorar a un poeta?, a lo que él contestó «para que una mujer pueda enamorar a un poeta debe convertirse en poema».
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Arquitectura / Estados Unidos: Wang Shu gana el Pritzker
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Campus Xiangshan de la Academia de Arte de Hangzhou. (Foto: Lv Hengzhong/Pritzker)
C iudad Juárez, Chihuahua, 27 de febrero 2012. (RanchoNEWS).- El arquitecto chino Wang Shu, de 48 años, ha sido galardonado hoy con el premio Pritzker, considerado el Nobel de la Arquitectura, por una obra artesanal, respetuosa con el medio ambiente y de gran profundidad filosófica, en la que conviven de forma armoniosa tradición y modernidad. Una entrega de EFE:
Wang, nacido el 4 de noviembre de 1963 en Urumqi, en la remota región uigur de Xinjiang, sólo ha trabajado dentro de China y ha desarrollado la mayor parte de su obra en Hangzhou, a 170 kilómetros al suroeste de Shangai, donde dirige desde 1997 junto a su esposa, Lu Wenyu, el Estudio de Arquitectura Amateur.
El presidente de la Fundación Hyatt, promotora de este premio a lo largo de 34 ediciones, Thomas J. Pritzker, informó hoy del fallo del jurado, presidido por Lord Palumbo y del que forman parte el chileno Alejandro Aravena y la británico-iraquí Zaha Hadid, entre otros. Wang Shu sucede en el palmarés al portugués Eduardo Souto de Moura.
«El hecho de que se haya elegido a un arquitecto chino supone un importante paso en el reconocimiento del papel que va a jugar China en el desarrollo de los ideales arquitectónicos. Además, el éxito del urbanismo chino en las próximas décadas será importante, no ya para China, sino para el mundo entero», señaló Pritzker.
«Este urbanismo, como el del resto del mundo, requiere estar en armonía con la cultura y las necesidades locales» y, en el caso de China, debe compatibilizar «sus tradiciones y su pasado con las exigencias de un desarrollo sostenible», añadió el promotor del galardón.
El premio consiste en 100.000 dólares (unos 74.600 euros) y una medalla de bronce con una inscripción latina en su reverso: «Firmitas, Utilitas, Venustas» (Firmeza, Utilidad y Belleza), el lema de Vitruvio, considerado uno de los 'padres' de la Arquitectura. El galardón se entrega cada año en distintas ciudades y en esta ocasión, y por primera vez en su historia, la ceremonia se trasladará el 25 de mayo a Pekín.
En ocasiones anteriores el premio lo han ganado arquitectos como el francés Jean Nouvel, los británicos Norman Foster y Richard Rogers, el español Rafael Moneo, el italiano Renzo Piano, el mexicano Luis Barragán, los estadounidenses Frank Gehry y Richard Meier, los brasileños Óscar Niemeyer y Paulo Mendes de Rocha y los portugueses Álvaro Siza y Eduardo Souto de Moura, galardonado el año pasado.
Wang Shu es el segundo chino en obtener el Pritzker, tras I.M. Pei en 1983. Estadounidense pero de origen chino, Pei se formó en Harvard y en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y es autor de obras como la pirámide del Louvre y la Biblioteca y Museo Presidencial John F. Kennedy.
Tres de las obras principales de Wang Shu son la Biblioteca del Colegio Wenzheng en la Universidad de Suzhou, el Museo de Historia de la ciudad portuaria de Ningbo y el Campus Xiangshan de Bellas Artes de Hangzhou, así como el pabellón de Tengtou-Ningbo en la Exposición Universal de Shangai.
Prueba de su amor por el medio ambiente y la economía de materiales es su decisión de aprovechar dos millones de tejas procedentes de demoliciones de casas tradicionales para cubrir el techo de varios edificios del campus de Hangzhou. Defensor de los materiales artesanales y tradicionales, Wang ha crecido en una ciudad que ha visto destruir el 90 por ciento de su arquitectura tradicional en sólo 30 años con el rápido desarrollo económico, como recordaba hace un mes en París, según Le Courrier de l'Architecte.
Wang, que encuentra su mayor placer trabajando como un artesano o un 'amateur' –de ahí el nombre de su estudio–, es partidario de la slow-build (la construcción lenta), según esta publicación.
«Hace cien años, el ritmo de vida chino era más lento que en la cultura occidental. En cien años, nos hemos convertido en los más rápidos. No tenemos tiempo para reflexionar», se lamentaba en una conferencia en la Escuela de Chaillot el 31 de enero pasado.
Acerca del premio, «ha sido una enorme sorpresa. Me siento tremendamente honrado de recibir el Premio Pritzker. Me ha hecho darme cuenta de la cantidad de cosas que he hecho en la última década. Y es una prueba de que el trabajo duro y la perseverancia conducen a resultados positivos», señaló Wang a los organizadores.
Los miembros del jurado consideran que el arquitecto ha sabido traspasar el dilema entre la tradición y la modernidad para construir una obra «atemporal, profundamente arraigada en su contexto y pese a ello universal», en palabras del chileno Alejandro Aravena, miembro del jurado, según recoge un comunicado de la organización.
Tras ver «en profundidad» el trabajo de Wang Shu en China, el jurado subraya que el galardonado ejemplifica «la capacidad de la arquitectura actual de arraigarse en un suelo cultural local e incorporar profundos ecos de una tradición específica», declaró Juhani Pallasmaa.
Otro de los miembros del jurado, Justice Stephen Breyer, acentuó la juventud del premiado, de 48 años, lo que constituye «un mensaje de optimismo, reconocimiento y esperanza» que pronostica que creará más trabajos similares en un futuro.
El jurado ha insistido en la importancia que adquiere la creatividad arquitectónica en China en pleno crecimiento demográfico y urbanístico: «Demuestra que la arquitectura en China es más que una producción en masa impulsada por un mercado banal y la reproducción de lo exótico», consideró Yung Ho Chang.
Para Glenn Murcutt, el profesional chino ha aportado modernidad, racionalidad, poesía y madurez que enriquecen la historia, cultura y arquitectura del país asiático. «Su uso transformativo de materiales y motivos antiguos es altamente original y estimulante», destaca Zaha Hadid. El presidente del jurado, Lord Palumbo, concluyó que no hay duda de estar ante una obra maestra.
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Campus Xiangshan de la Academia de Arte de Hangzhou. (Foto: Lv Hengzhong/Pritzker)
C iudad Juárez, Chihuahua, 27 de febrero 2012. (RanchoNEWS).- El arquitecto chino Wang Shu, de 48 años, ha sido galardonado hoy con el premio Pritzker, considerado el Nobel de la Arquitectura, por una obra artesanal, respetuosa con el medio ambiente y de gran profundidad filosófica, en la que conviven de forma armoniosa tradición y modernidad. Una entrega de EFE:
Wang, nacido el 4 de noviembre de 1963 en Urumqi, en la remota región uigur de Xinjiang, sólo ha trabajado dentro de China y ha desarrollado la mayor parte de su obra en Hangzhou, a 170 kilómetros al suroeste de Shangai, donde dirige desde 1997 junto a su esposa, Lu Wenyu, el Estudio de Arquitectura Amateur.
El presidente de la Fundación Hyatt, promotora de este premio a lo largo de 34 ediciones, Thomas J. Pritzker, informó hoy del fallo del jurado, presidido por Lord Palumbo y del que forman parte el chileno Alejandro Aravena y la británico-iraquí Zaha Hadid, entre otros. Wang Shu sucede en el palmarés al portugués Eduardo Souto de Moura.
Importancia del galardón para China
«El hecho de que se haya elegido a un arquitecto chino supone un importante paso en el reconocimiento del papel que va a jugar China en el desarrollo de los ideales arquitectónicos. Además, el éxito del urbanismo chino en las próximas décadas será importante, no ya para China, sino para el mundo entero», señaló Pritzker.
«Este urbanismo, como el del resto del mundo, requiere estar en armonía con la cultura y las necesidades locales» y, en el caso de China, debe compatibilizar «sus tradiciones y su pasado con las exigencias de un desarrollo sostenible», añadió el promotor del galardón.
El premio consiste en 100.000 dólares (unos 74.600 euros) y una medalla de bronce con una inscripción latina en su reverso: «Firmitas, Utilitas, Venustas» (Firmeza, Utilidad y Belleza), el lema de Vitruvio, considerado uno de los 'padres' de la Arquitectura. El galardón se entrega cada año en distintas ciudades y en esta ocasión, y por primera vez en su historia, la ceremonia se trasladará el 25 de mayo a Pekín.
Un poco de historia
En ocasiones anteriores el premio lo han ganado arquitectos como el francés Jean Nouvel, los británicos Norman Foster y Richard Rogers, el español Rafael Moneo, el italiano Renzo Piano, el mexicano Luis Barragán, los estadounidenses Frank Gehry y Richard Meier, los brasileños Óscar Niemeyer y Paulo Mendes de Rocha y los portugueses Álvaro Siza y Eduardo Souto de Moura, galardonado el año pasado.
Wang Shu es el segundo chino en obtener el Pritzker, tras I.M. Pei en 1983. Estadounidense pero de origen chino, Pei se formó en Harvard y en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y es autor de obras como la pirámide del Louvre y la Biblioteca y Museo Presidencial John F. Kennedy.
La obra de Wang Shu
Tres de las obras principales de Wang Shu son la Biblioteca del Colegio Wenzheng en la Universidad de Suzhou, el Museo de Historia de la ciudad portuaria de Ningbo y el Campus Xiangshan de Bellas Artes de Hangzhou, así como el pabellón de Tengtou-Ningbo en la Exposición Universal de Shangai.
Prueba de su amor por el medio ambiente y la economía de materiales es su decisión de aprovechar dos millones de tejas procedentes de demoliciones de casas tradicionales para cubrir el techo de varios edificios del campus de Hangzhou. Defensor de los materiales artesanales y tradicionales, Wang ha crecido en una ciudad que ha visto destruir el 90 por ciento de su arquitectura tradicional en sólo 30 años con el rápido desarrollo económico, como recordaba hace un mes en París, según Le Courrier de l'Architecte.
Wang, que encuentra su mayor placer trabajando como un artesano o un 'amateur' –de ahí el nombre de su estudio–, es partidario de la slow-build (la construcción lenta), según esta publicación.
«Hace cien años, el ritmo de vida chino era más lento que en la cultura occidental. En cien años, nos hemos convertido en los más rápidos. No tenemos tiempo para reflexionar», se lamentaba en una conferencia en la Escuela de Chaillot el 31 de enero pasado.
Acerca del premio, «ha sido una enorme sorpresa. Me siento tremendamente honrado de recibir el Premio Pritzker. Me ha hecho darme cuenta de la cantidad de cosas que he hecho en la última década. Y es una prueba de que el trabajo duro y la perseverancia conducen a resultados positivos», señaló Wang a los organizadores.
La opinión del jurado
Los miembros del jurado consideran que el arquitecto ha sabido traspasar el dilema entre la tradición y la modernidad para construir una obra «atemporal, profundamente arraigada en su contexto y pese a ello universal», en palabras del chileno Alejandro Aravena, miembro del jurado, según recoge un comunicado de la organización.
Tras ver «en profundidad» el trabajo de Wang Shu en China, el jurado subraya que el galardonado ejemplifica «la capacidad de la arquitectura actual de arraigarse en un suelo cultural local e incorporar profundos ecos de una tradición específica», declaró Juhani Pallasmaa.
Otro de los miembros del jurado, Justice Stephen Breyer, acentuó la juventud del premiado, de 48 años, lo que constituye «un mensaje de optimismo, reconocimiento y esperanza» que pronostica que creará más trabajos similares en un futuro.
El jurado ha insistido en la importancia que adquiere la creatividad arquitectónica en China en pleno crecimiento demográfico y urbanístico: «Demuestra que la arquitectura en China es más que una producción en masa impulsada por un mercado banal y la reproducción de lo exótico», consideró Yung Ho Chang.
Para Glenn Murcutt, el profesional chino ha aportado modernidad, racionalidad, poesía y madurez que enriquecen la historia, cultura y arquitectura del país asiático. «Su uso transformativo de materiales y motivos antiguos es altamente original y estimulante», destaca Zaha Hadid. El presidente del jurado, Lord Palumbo, concluyó que no hay duda de estar ante una obra maestra.
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martes, febrero 28, 2012
Visor Fronterizo / Jaime Moreno Valenzuela
Parte de 27 toneladas
Ciudad Juárez, Chihuahua, 26 de febrero 2012. (RanchoNEWS).- Parte de la máquina 701, que se exhibe, en la Plaza Guadalupe, en la zona centro de la ciudad.
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Visor Fronterizo / Jaime Moreno Valenzuela
Detalle de la NDEM-701
Ciudad Juárez, Chihuahua, 26 de febrero 2012. (RanchoNEWS).- Detalle de la máquina Bladwin (1887) NDEM-701. Ubicada en la Plaza Guadalupe, en la zona centro de la ciudad.
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Visor Fronterizo / Jaime Moreno Valenzuela
Gracias
Ciudad Juárez, Chihuahua, 26 de febrero 2012. (RanchoNEWS).- Un señalamiento explícito, en el Taller Corona en la zona centro de esta ciudad.
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Visor Fronterizo / Jaime Moreno Valenzuela
Límite
Ciudad Juárez, Chihuahua, 26 de febrero 2012. (RanchoNEWS).- En este taller son muy claros con sus clientes. Es el famoso taller Corona de la zona centro de esta ciudad.
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domingo, febrero 26, 2012
sábado, febrero 25, 2012
Fotografía / México: Gestionan apoyo para rescatar el archivo fotográfico de Humberto Zendejas
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Una de las fotografías que tomó Humberto Zendejas a Marilyn Monroe hace 50 años durante la visita de la diva a México. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua, 25 de febrero 2012. (RanchoNEWS).- Por más de medio siglo, el fotógrafo Humberto Zendejas (DF, mayo, 1933) captó los gestos y las glorias de intelectuales, artistas, deportistas y políticos. Hoy, por miles, los negativos de esas fotografías están en cajas de zapatos. Una nota de Ana Mónica Rodríguez para La Jornada:
Hubo un periodo en el que vendía, en el camellón de Álvaro Obregón, en la colonia Roma, sus fotografías al mejor postor y el escritor Carlos Monsiváis fue uno de sus clientes-coleccionistas asiduos.
Recuperado de tres infartos consecutivos, Zendejas dice a La Jornada: «yo me destruí solito, porque dejé de hacer todo lo que hacía en mi vida por falta de salud; debí vender todos mis muebles, rentar el departamento y dejar todos mis negativos y el laboratorio –que está dentro de la misma habitación–, donde siempre trabajé».
Sólo tiene la impresión de algunas fotografías, porque ya no pudo seguir solo en el camino. Ahora vive con familiares y los jóvenes estudiantes a quienes renta el departamento le permiten ir cada sábado a la vivienda a rememorar hazañas pasadas.
Humberto Zendejas recuerda a detalle cada una de las fotografías y narra con precisión los incidentes de la visita de Marilyn Monroe a México, para ofrecer una conferencia de prensa unos meses antes de fallecer.
De esa ocasión conserva 18 negativos de los 5 mil que conforman el gran acervo que posee y resguarda precariamente en cajas de zapatos en su departamento de la colonia Doctores.
De hecho, el pasado 22 de febrero se cumplieron 50 años de la visita de la «estrella más sexy del siglo XX» al Distrito Federal, captada por la cámara de Zendejas, quien acudió por una orden de trabajo al Hotel Continental Hilton (que se derrumbó con el terremoto de 1985) y retrató a Monroe desde diversos ángulos. En esa ocasión trabajaba para el semanario Órbita, que dirigía Héctor Pérez Verduzco.
Una de esas imágenes es llamada por su autor «orgásmica», debido a que la actriz hollywoodense fue captada con una copa en la mano, al entrecerrar los ojos y entreabrir los labios.
La atracción que generaba Monroe no pasó desapercibida para el fotógrafo nacido en La Lagunilla, quien no perdió detalle de la aparición de la mítica mujer en el hotel capitalino.
Zendejas admiró la espectacular entrada de la rubia en medio de las ráfagas de los demás compañeros y de la algarabía que se formó a su paso. «Muchos me han preguntado –dice– qué otros personajes habían asistido al lugar, a lo que yo les respondo que no me fijé, porque si no, no hubiera tomado ninguna fotografía».
Marilyn, símbolo de la sensualidad femenina, llegó «aquí en febrero y en agosto murió y, de las casi 30 fotos que tomé en esa ocasión, sólo 18 son las que he seleccionado de la actriz que era dulce y sensual», asevera Zendejas.
Esta serie de imágenes integraron su única exposición titulada Tal y como era: Marilyn Monroe en México, montada en 2009 en las vitrinas de la estación Pino Suárez del Metro.
«Aunque se ha inmortalizado la foto de mi amigo Antonio Caballero –donde Marilyn aparece sentada y sin ropa interior– mis imágenes me gustan mucho y todavía tengo los negativos», rememora.
De casi 79 años, Humberto Zendejas recuerda que debió dejar de vender sus fotografías –hasta hace dos años– para sobrevivir en el camellón de la avenida Álvaro Obregón.
Hasta antes de que el empresario Nelson Vargas llegara a dirigir el deporte nacional, Zendejas fue el fotógrafo de Acuática Nelson Vargas y por eso tiene gran cantidad de material de natación.
Hasta el corredor de la colonia Roma, recuerda el fotorreportero, llegaron en diversas ocasiones personajes, como «Carlos Monsiváis, Pedro Valtierra, Jaime Almeida o Jorge Saldaña», quienes adquirían sus fotografías, en formato de 8x10, entre 60 y 80 pesos.
«De esas ventas sobrevivía el maestro, pero todo el material que tenía impreso se ha ido terminando luego de la enfermedad que lo mantuvo postrado por lo que dejó de vender sus fotografías en la calle », explica Gloria Maldonado Ansó, promotora cultural.
Maldonado, curadora y dedicada al rescate de diversos archivos, encabeza un grupo de especialistas que empiezan a difundir el acervo de Zendejas quien inició en el oficio aprendiendo a revelar en el taller de su padre y después fue ayudante de fotógrafo taurino.
A lo largo de su vida y trayectoria, Zendejas narra de manera pormenorizada que fue piloto, boxeador –«sólo para defenderme en mi barrio»–, fotógrafo de infinidad de artistas y al final de su profesión era el fotógrafo de la famosa escuela de natación.
Este proyecto de rescate, explica el investigador Horacio Muñoz, «inicia de manera muy precaria con la intención de ayudar al maestro. Su archivo consta de alrededor de 5 mil negativos».
Se ha realizado «una preselección del material pero todo el acervo permanece sin estar catalogado y si ni siquiera sabemos que tantos personajes se encuentran en esos negativos, la premura que tenemos es generar recursos para rescatar el archivo y empezar a digitalizarlo».
Ante la falta de recursos para comenzar el proyecto de rescate del archivo de Zendejas, los promotores lo han presentado a algunas instituciones, de las cuales quienes han mostrado interés ha sido la Fototeca Nacional, una editorial y el Centro Cultural Universitario Tlatelolco, manifiesta Maldonado Ansó.
«El archivo es muy importante y requiere de dedicación, tiempo y esfuerzo para promoverlo y rescatarlo y por esto hemos tocado muchas puertas», agrega Maldonado quien junto con Muñoz, Eduardo César Cabrera Núñez y Guillermo Arana trabajan también en el rescate y difusión de otros acervos como el de Ernesto El Chango García Cabral, Walter Reuter y Rodrigo Moya.
Entre la infinidad de anécdotas, Zendejas llamado el Cazador de Estrellas, también recuerda su «amistad» con Emilio El Indio Fernández, con Tin Tan con quien llegó a navegar en el Tintanvento o de las visitas de Resortes en su casa.
Por esta razón, dice Gloria Maldonado, «el desfile de luminarias retratadas en blanco y negro habla con elocuencia de una trayectoria que deja un testimonio ineludible del acontecer cultural y artístico de México durante 60 años».
Según parece, prosigue, «Zendejas es el único fotorreportero mexicano que aún conserva su material original del paso de Marilyn por el país».
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Una de las fotografías que tomó Humberto Zendejas a Marilyn Monroe hace 50 años durante la visita de la diva a México. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua, 25 de febrero 2012. (RanchoNEWS).- Por más de medio siglo, el fotógrafo Humberto Zendejas (DF, mayo, 1933) captó los gestos y las glorias de intelectuales, artistas, deportistas y políticos. Hoy, por miles, los negativos de esas fotografías están en cajas de zapatos. Una nota de Ana Mónica Rodríguez para La Jornada:
Hubo un periodo en el que vendía, en el camellón de Álvaro Obregón, en la colonia Roma, sus fotografías al mejor postor y el escritor Carlos Monsiváis fue uno de sus clientes-coleccionistas asiduos.
Recuperado de tres infartos consecutivos, Zendejas dice a La Jornada: «yo me destruí solito, porque dejé de hacer todo lo que hacía en mi vida por falta de salud; debí vender todos mis muebles, rentar el departamento y dejar todos mis negativos y el laboratorio –que está dentro de la misma habitación–, donde siempre trabajé».
Sólo tiene la impresión de algunas fotografías, porque ya no pudo seguir solo en el camino. Ahora vive con familiares y los jóvenes estudiantes a quienes renta el departamento le permiten ir cada sábado a la vivienda a rememorar hazañas pasadas.
Imagen «orgásmica»
Humberto Zendejas recuerda a detalle cada una de las fotografías y narra con precisión los incidentes de la visita de Marilyn Monroe a México, para ofrecer una conferencia de prensa unos meses antes de fallecer.
De esa ocasión conserva 18 negativos de los 5 mil que conforman el gran acervo que posee y resguarda precariamente en cajas de zapatos en su departamento de la colonia Doctores.
De hecho, el pasado 22 de febrero se cumplieron 50 años de la visita de la «estrella más sexy del siglo XX» al Distrito Federal, captada por la cámara de Zendejas, quien acudió por una orden de trabajo al Hotel Continental Hilton (que se derrumbó con el terremoto de 1985) y retrató a Monroe desde diversos ángulos. En esa ocasión trabajaba para el semanario Órbita, que dirigía Héctor Pérez Verduzco.
Una de esas imágenes es llamada por su autor «orgásmica», debido a que la actriz hollywoodense fue captada con una copa en la mano, al entrecerrar los ojos y entreabrir los labios.
La atracción que generaba Monroe no pasó desapercibida para el fotógrafo nacido en La Lagunilla, quien no perdió detalle de la aparición de la mítica mujer en el hotel capitalino.
Zendejas admiró la espectacular entrada de la rubia en medio de las ráfagas de los demás compañeros y de la algarabía que se formó a su paso. «Muchos me han preguntado –dice– qué otros personajes habían asistido al lugar, a lo que yo les respondo que no me fijé, porque si no, no hubiera tomado ninguna fotografía».
Marilyn, símbolo de la sensualidad femenina, llegó «aquí en febrero y en agosto murió y, de las casi 30 fotos que tomé en esa ocasión, sólo 18 son las que he seleccionado de la actriz que era dulce y sensual», asevera Zendejas.
Esta serie de imágenes integraron su única exposición titulada Tal y como era: Marilyn Monroe en México, montada en 2009 en las vitrinas de la estación Pino Suárez del Metro.
«Aunque se ha inmortalizado la foto de mi amigo Antonio Caballero –donde Marilyn aparece sentada y sin ropa interior– mis imágenes me gustan mucho y todavía tengo los negativos», rememora.
De casi 79 años, Humberto Zendejas recuerda que debió dejar de vender sus fotografías –hasta hace dos años– para sobrevivir en el camellón de la avenida Álvaro Obregón.
Hasta antes de que el empresario Nelson Vargas llegara a dirigir el deporte nacional, Zendejas fue el fotógrafo de Acuática Nelson Vargas y por eso tiene gran cantidad de material de natación.
Hasta el corredor de la colonia Roma, recuerda el fotorreportero, llegaron en diversas ocasiones personajes, como «Carlos Monsiváis, Pedro Valtierra, Jaime Almeida o Jorge Saldaña», quienes adquirían sus fotografías, en formato de 8x10, entre 60 y 80 pesos.
«De esas ventas sobrevivía el maestro, pero todo el material que tenía impreso se ha ido terminando luego de la enfermedad que lo mantuvo postrado por lo que dejó de vender sus fotografías en la calle », explica Gloria Maldonado Ansó, promotora cultural.
Maldonado, curadora y dedicada al rescate de diversos archivos, encabeza un grupo de especialistas que empiezan a difundir el acervo de Zendejas quien inició en el oficio aprendiendo a revelar en el taller de su padre y después fue ayudante de fotógrafo taurino.
A lo largo de su vida y trayectoria, Zendejas narra de manera pormenorizada que fue piloto, boxeador –«sólo para defenderme en mi barrio»–, fotógrafo de infinidad de artistas y al final de su profesión era el fotógrafo de la famosa escuela de natación.
Este proyecto de rescate, explica el investigador Horacio Muñoz, «inicia de manera muy precaria con la intención de ayudar al maestro. Su archivo consta de alrededor de 5 mil negativos».
Se ha realizado «una preselección del material pero todo el acervo permanece sin estar catalogado y si ni siquiera sabemos que tantos personajes se encuentran en esos negativos, la premura que tenemos es generar recursos para rescatar el archivo y empezar a digitalizarlo».
Ante la falta de recursos para comenzar el proyecto de rescate del archivo de Zendejas, los promotores lo han presentado a algunas instituciones, de las cuales quienes han mostrado interés ha sido la Fototeca Nacional, una editorial y el Centro Cultural Universitario Tlatelolco, manifiesta Maldonado Ansó.
«El archivo es muy importante y requiere de dedicación, tiempo y esfuerzo para promoverlo y rescatarlo y por esto hemos tocado muchas puertas», agrega Maldonado quien junto con Muñoz, Eduardo César Cabrera Núñez y Guillermo Arana trabajan también en el rescate y difusión de otros acervos como el de Ernesto El Chango García Cabral, Walter Reuter y Rodrigo Moya.
Entre la infinidad de anécdotas, Zendejas llamado el Cazador de Estrellas, también recuerda su «amistad» con Emilio El Indio Fernández, con Tin Tan con quien llegó a navegar en el Tintanvento o de las visitas de Resortes en su casa.
Por esta razón, dice Gloria Maldonado, «el desfile de luminarias retratadas en blanco y negro habla con elocuencia de una trayectoria que deja un testimonio ineludible del acontecer cultural y artístico de México durante 60 años».
Según parece, prosigue, «Zendejas es el único fotorreportero mexicano que aún conserva su material original del paso de Marilyn por el país».
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viernes, febrero 24, 2012
Literatura / México: Eduardo Lizalde recibe el Premio Alfonso Reyes
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Tras entregar la presea, el Gobernador Rodrigo Medina dijo estar gustoso porque la presea siempre ha quedado en manos de un catálogo de exponentes literarios de altura. (Foto: Patricia Salazar)
C iudad Juárez, Chihuahua 23 de febrero 2012. (RanchoNEWS).- Amigos y compañeros reconocieron en la figura de Eduardo Lizalde Chávez a uno de los poetas más grandes de México, nombrándolo como una justa designación para el Premio Internacional Alfonso Reyes, que se le entregó ayer en el Palacio de Gobierno estatal. Una nota de Gustavo Mendoza Lemus para Milenio:
Pero para el «Tigre» de la poesía mexicana, recibir un premio que anteriormente ha distinguido la obra de grandes como Borges, Carpentier, Paz o Vargas Llosa resulta algo «abrumante» por estos «colosos de la literatura».
Por la mañana acudió a la Capilla Alfonsina de la UANL, en donde expresó un breve discurso tras develar la placa conmemorativa que lo sitúa en el mismo muro que José Emilio Pacheco, Harold Bloom o Alfonso Rangel Guerra.
Acompañado por su esposa Hilda Rivera, Lizalde reconoció la sorpresa que significó recibir un premio como el «Alfonso Reyes».
«Es un premio honroso, lo han recibido eminencias enormes del mundo y de México, y no esperábamos recibirlo en mi persona», expresó el autor de La mala hora.
Momentos antes Alicia Zendejas, directora de la Sociedad Alfonsina Internacional, reconoció en la obra del «Tigre» a un poeta «digno de recibir» un premio como el «Alfonso Reyes».
Fue alrededor del mediodía cuando Lizalde llegó al Palacio de Gobierno en lo que sería la ceremonia de premiación.
Con tímidas sonrisas, el «Tigre» soportó que lo llamaran «Enrique» (como su hermano, el actor Enrique Lizalde), y que en innumerables ocasiones se refirieran a el como «el maestro Elizalde».
En el Palacio, su amigo y también poeta Jaime Labastida Ochoa lo reconoció como «el más grande poeta que tiene México en la actualidad», no sin antes dar un pequeño repaso por los primeros poemas que escribiera Lizalde.
«Los primeros poemas de Lizalde son, no cabe duda alguna, lamentables –y él mismo lo reconoce– pero le dieron pie para escribir su primer gran libro, en donde habla con una voz propia, ambiciosa y original: Casa cosa es Babel», relató.
Como en cada entrega de este premio –que ofrece una bolsa de 600 mil pesos al ganador– la figura de Alfonso Reyes, el «Regiomontano Universal», no podía quedar fuera.
El propio Lizalde no fue la excepción, al recapitular algunos pasajes de la vida de Reyes en su discurso tras la premiación. Recordó el episodio de la Decena Trágica, y la invitación del presidente Madero por que Alfonso calmara a don Bernardo.
Pero sobre todo, enfatizó la colección de 26 tomos y del cómo a pesar de los años ése océano sigue creciendo, ahora con la publicación de su vasto diario personal.
«A la sombra de la obra inmensa de Reyes hemos vivido y nos hemos alimentado desde la juventud en que comenzamos la aventura de surcar su prosa insuperable sin advertir, aún entonces, las verdaderas proporciones de su trabajo, que al final de los años de 1940, ya era inconmensurable», abordó.
Por ello, el poeta mexicano reconoció que el recibir un premio como el «Alfonso Reyes» puede resultar ser una experiencia «abrumante».
«Desde luego, me abruma a sí mismo advertir que han recibido este galardón tantos colosos de la literatura, poesía y el pensamiento en distintas lenguas, que sólo formaban parte de mi juvenil imaginario».
Desde la edición 2010, la Sociedad Alfonsina Internacional se ha visto obligada a desfasar en algunos meses la entrega del Premio Internacional Alfonso Reyes. Por ello, el premio entregado a Eduardo Lizalde corresponde al año 2011 una situación que se pretende normalizar.
Jaime Labastida Ochoa, presidente de la Sociedad Alfonsina Internacional, aseguró que buscarán que el elegido en el 2012 pueda recibir su premio en el mismo año.
«Ya lo platiqué con los rectores de las diferentes universidades, así con Carmen Junco del Conarte, para que el premio 2012 se entregue en este mismo año», aseguró.
El Premio Internacional Alfonso Reyes ofrece un premio de 600 mil pesos, y es organizado por la UANL, el Tecnológico de Monterrey, la Universidad de Monterrey, la Universidad Regiomontana, además de contar con el apoyo del Conarte y Conaculta.
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Tras entregar la presea, el Gobernador Rodrigo Medina dijo estar gustoso porque la presea siempre ha quedado en manos de un catálogo de exponentes literarios de altura. (Foto: Patricia Salazar)
C iudad Juárez, Chihuahua 23 de febrero 2012. (RanchoNEWS).- Amigos y compañeros reconocieron en la figura de Eduardo Lizalde Chávez a uno de los poetas más grandes de México, nombrándolo como una justa designación para el Premio Internacional Alfonso Reyes, que se le entregó ayer en el Palacio de Gobierno estatal. Una nota de Gustavo Mendoza Lemus para Milenio:
Pero para el «Tigre» de la poesía mexicana, recibir un premio que anteriormente ha distinguido la obra de grandes como Borges, Carpentier, Paz o Vargas Llosa resulta algo «abrumante» por estos «colosos de la literatura».
Por la mañana acudió a la Capilla Alfonsina de la UANL, en donde expresó un breve discurso tras develar la placa conmemorativa que lo sitúa en el mismo muro que José Emilio Pacheco, Harold Bloom o Alfonso Rangel Guerra.
Acompañado por su esposa Hilda Rivera, Lizalde reconoció la sorpresa que significó recibir un premio como el «Alfonso Reyes».
«Es un premio honroso, lo han recibido eminencias enormes del mundo y de México, y no esperábamos recibirlo en mi persona», expresó el autor de La mala hora.
Momentos antes Alicia Zendejas, directora de la Sociedad Alfonsina Internacional, reconoció en la obra del «Tigre» a un poeta «digno de recibir» un premio como el «Alfonso Reyes».
Fue alrededor del mediodía cuando Lizalde llegó al Palacio de Gobierno en lo que sería la ceremonia de premiación.
Con tímidas sonrisas, el «Tigre» soportó que lo llamaran «Enrique» (como su hermano, el actor Enrique Lizalde), y que en innumerables ocasiones se refirieran a el como «el maestro Elizalde».
En el Palacio, su amigo y también poeta Jaime Labastida Ochoa lo reconoció como «el más grande poeta que tiene México en la actualidad», no sin antes dar un pequeño repaso por los primeros poemas que escribiera Lizalde.
«Los primeros poemas de Lizalde son, no cabe duda alguna, lamentables –y él mismo lo reconoce– pero le dieron pie para escribir su primer gran libro, en donde habla con una voz propia, ambiciosa y original: Casa cosa es Babel», relató.
Vivimos a la sombra de Reyes
Como en cada entrega de este premio –que ofrece una bolsa de 600 mil pesos al ganador– la figura de Alfonso Reyes, el «Regiomontano Universal», no podía quedar fuera.
El propio Lizalde no fue la excepción, al recapitular algunos pasajes de la vida de Reyes en su discurso tras la premiación. Recordó el episodio de la Decena Trágica, y la invitación del presidente Madero por que Alfonso calmara a don Bernardo.
Pero sobre todo, enfatizó la colección de 26 tomos y del cómo a pesar de los años ése océano sigue creciendo, ahora con la publicación de su vasto diario personal.
«A la sombra de la obra inmensa de Reyes hemos vivido y nos hemos alimentado desde la juventud en que comenzamos la aventura de surcar su prosa insuperable sin advertir, aún entonces, las verdaderas proporciones de su trabajo, que al final de los años de 1940, ya era inconmensurable», abordó.
Por ello, el poeta mexicano reconoció que el recibir un premio como el «Alfonso Reyes» puede resultar ser una experiencia «abrumante».
«Desde luego, me abruma a sí mismo advertir que han recibido este galardón tantos colosos de la literatura, poesía y el pensamiento en distintas lenguas, que sólo formaban parte de mi juvenil imaginario».
Buscarán adecuar entrega
Desde la edición 2010, la Sociedad Alfonsina Internacional se ha visto obligada a desfasar en algunos meses la entrega del Premio Internacional Alfonso Reyes. Por ello, el premio entregado a Eduardo Lizalde corresponde al año 2011 una situación que se pretende normalizar.
Jaime Labastida Ochoa, presidente de la Sociedad Alfonsina Internacional, aseguró que buscarán que el elegido en el 2012 pueda recibir su premio en el mismo año.
«Ya lo platiqué con los rectores de las diferentes universidades, así con Carmen Junco del Conarte, para que el premio 2012 se entregue en este mismo año», aseguró.
El Premio Internacional Alfonso Reyes ofrece un premio de 600 mil pesos, y es organizado por la UANL, el Tecnológico de Monterrey, la Universidad de Monterrey, la Universidad Regiomontana, además de contar con el apoyo del Conarte y Conaculta.
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Música / Entrevista a Horacio Guarany.
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«Nunca acumulé plata ni me interesa, porque el dinero es la perdición del hombre», afirma Guarany.(Foto: Página/12)
C iudad Juárez, Chihuahua, 23 de febrero 2012. (RanchoNEWS).- En medio de una serie de conciertos con repertorios diferentes en el ND Ateneo, este viejo referente del folklore argentino dice que es la vocación de cantar y contar lo que no lo deja descansar. «Trabajo menos, pero de vez en cuando me animo», dice a los 86 años. En la entrevista de Cristian Vitale para Página/12:
Pasaron 63 años y el cantor no se calla. Sesenta y tres, apenitas, desde que Horacio Guarany llegó a Buenos Aires para empezar a foguearse en las inferiores urbanas del canto popular hasta debutar profesionalmente, encarando «El Mensú» una noche de 1957, en Radio Belgrano. Y 86, yendo a más en la vida, desde que Eraclio Catalín Rodríguez Cereijo –tal su nombre real– naciera en Las Garzas, un pueblito del noroeste santafesino, fruto de un hachero correntino de sangre indígena y una española oriunda de León. Ochenta discos, varios éxitos y miles de recitales también pasaron, pero el cantor no calla su canto, incluso ni el calor impide que lo demuestre (este sábado y el próximo) como parte de los festejos del décimo aniversario del Teatro ND Ateneo (Paraguay 918). Pero tampoco callan sus palabras. Dispuesto y verborrágico, desde su casa de Luján, hablará sin filtro de Menem, Los Beatles, las mujeres, el comunismo, el dinero, el rock y el folklore de hoy, Cristina, la edad, el colonialismo cultural y, claro, el vino. «Yo amo el vino, pero bien, porque el que se mama no sabe beber», sorprende, y se guarda el tema para después. Antes dirá cosas sobre su persistencia en el escenario y sobre las razones que lo llevaron a aceptar la serie de cuatro recitales que culmina el 3 de marzo. «La verdad es que estoy un poco alejado, trabajo menos porque los años así lo aconsejan, pero como me siento físicamente bien y la voz está mejor que antes, bueno, de vez en cuando me animo», sostiene.
¿Cómo se sigue cantando a los 86 años? ¿Hay alguna fórmula?
Es que tengo los años que me exige el escenario, y entonces tengo 20 (risas), porque el escenario transforma. Me acuerdo de cuando armamos la compañía con Marianito Mores para una temporada en el teatro Colón de Mar del Plata, y llevamos a Tita Merello... Ella llegaba al camarín agobiada por la edad, parecía que jamás iba a poder cantar y, sin embargo, cuando la llevaban a escena, era una piba de 20 que hacía temblar al público. El escenario es como un altar en el que el hombre convierte todo lo que tiene dentro de sí y deja ir las cosas negativas.
Es la primera presentación de este viejo referente del canto popular en Buenos Aires, luego de aquella supuesta despedida de octubre de 2009 en el Luna Park. Tal vez intuyendo que ésta sea la verdadera, Guarany estructuró la secuencia de recitales en cuatro capítulos para tratar de abarcar –en clave de síntesis– lo más intenso de su producción: el primero, con buena recepción de público, transcurrió bajo el título «Aquellos primeros años», el segundo tuvo como eje el viajero «Por Argentina y por el mundo», el de este sábado será «La lucha, el exilio y la paz», y el final para «Si se calla el cantor». «Le hemos dado cuatro perspectivas distintas para tratar de abarcar lo más que se pueda, con repertorios diferentes, composiciones de distintas épocas y cosas que me fueron pasando durante esta larga vida», resume Guarany, con cierta dificultad en la respiración, pero impecable de físico y espíritu. «Lo quiero hacer y lo tengo que hacer porque la vocación de cantar, de contar, por más que uno quiera descansar, o dejarla por un tiempo, no puede... El corazón no entiende esas cosas y quiere cantar, quiere salir, y necesita estar con la gente y, bueno, elegimos el ND Ateneo, que es pequeño pero serio, para cantar otra vez en Buenos Aires.»
¿Razones? ¿Sólo los diez años del teatro?
Sí, y otras que son lógicas porque antes, como convocaba mucha gente, yo hacía el Luna Park, el Gran Rex o el Opera en sus tiempos buenos, pero ahora, como soy consciente de que la convocatoria no es la misma, porque es lógico que la cantidad de gente disminuya después de tantos años de escenario, me veo obligado a elegir lugares más chicos.
¿Se sentía en deuda con el público de Buenos Aires, luego de aquella «despedida» en el Luna?
No sé. Sólo digo que no quiero ser ingrato con el público que me ha llevado a ser lo que soy. Y soy una persona favorecida, porque hace 63 años vivo del cariño y el amor de la gente. Entonces, no puedo dejar de cantarle a la gente de Buenos Aires, a la que hacía ratos que no le cantaba. Es un placer.
Descartado que exista una necesidad económica, se intuye...
Sí, porque la plata para mí sirve nada más que para los gastos. Nunca acumulé plata ni me interesa, porque el dinero es la perdición del hombre. El dinero, como está establecido en la vida, valorizado por un metal estúpido como el oro, no tiene importancia. Para mí, la riqueza está adentro del hombre, no en el tonto que acumula y acumula en los bancos. Millones y millones que solamente traen preocupaciones y hacen que el hombre solamente compre y no gane nada. El dinero es la negación del hombre.
El vino es más importante, entonces. «Si el vino viene, viene la vida/ vengo a tu viña, tierra querida./ Quisiera dejar mis huesos/ bajo cielo mendocino/ que mi sangre y mis cenizas/ vuelvan camino del vino», empieza cantando en «Volver en vino», toda una canción de amor...
Y canto, todavía... No hay canción mía que no hable del vino. Amo el vino, pero no pa’chupar y mamarse como un estúpido: ésos no saben beber ni gozar del vino. El vino es sangre de la tierra y el hombre, cuando lo toma, se siente más amigo de las ganas de cantar, amar y vivir. Cada bebida tiene su tiempo: el cognac es para los solitarios, el whisky es pa’los borrachos de las tabernas, el anís para los pusilánimes y el vino es la bebida de los amigos para reunirse, comer, cantar. Pero no el vino de la borrachera, de los mostradores. Esa es pobre gente que busca refugio a sus problemas afirmada a un mostrador y tomando vino irrespetuosamente.
¿Se le falta el respeto si se lo toma en cantidad?
Al vino hay que tomarlo con respeto, con amor, porque es la sangre de Cristo.
Vamos... ¿va a decir que nunca se mamó usted?
Pocas veces. Cuando era muchacho y salíamos con los Cantores del Alba, Los Fronterizos, Los Quilla Huasi, el Chúcaro o Froilán González, más de una vez uno se pasaba de la medida. Pero nunca tuvieron que llevarme... Me manejaba mejor en pedo que fresco (risas). Ahora, desde hace muchos años, solamente bebo calidad. Uno, con los años, va adquiriendo cultura alcohólica y se da cuenta de que el vino es una bebida generosa que pare la tierra para que el hombre sea feliz, no para que se destruya. Hoy tomo un vaso, un vaso y medio en la mesa, y si vienen amigos, veinte o cuarenta, porque a eso vienen, a cantar, a chupar, a comer. Insisto: soy un bebedor no de cantidad sino de calidad, el mejor vino que tomo es del Valle de Uco, de Mendoza.... Es un vino que no toma nadie, pero que a mí me gusta, porque el vino es como la mujer, el mejor es el que a vos te gusta, no el que dicen que es bueno. Y la mujer más linda y buena es la que te gusta, no Brigitte Bardot.
¿Qué hay de cierto de aquel cumpleaños que festejó en su casa poniendo vino en el tanque de agua para que saliera por las canillas?
No era un cumpleaños y fue en la casa de al lado, cuando vivía en Villa Urquiza. Era una casa muy vieja y barata, en Manuel Ugarte y Naón, y la compré. La iban a tirar abajo y Froilán González me dijo: «No la tiremos, vamos a arreglarla». La arreglamos y ahí nos juntábamos a comer asado con Fangio, Tito Lectoure, Edmundo Rivero, El Chúcaro, Graciela Borges, Tejada Gómez, que incluso se casó ahí, Los Chalchaleros... Era como un club cultural, donde pasábamos noches inolvidables y se chupaba bien, decentemente, porque el que se mama, como dije, no sabe beber... Es como el estúpido que cree que tiene diez minas y es muy macho, pero en realidad no tiene ninguna.
¿Qué opina del estado del folklore, hoy?
Desgraciadamente lo han disminuido los auspiciantes que manejan la música bajo el mandato de los yanquis y los ingleses, que disponen qué se debe escuchar en todos nuestros países latinoamericanos, que son como colonias culturales norteamericanas. Porque económicamente los estamos frenando un poco y ya no pueden hacer lo que quieren, pero en la cultura y en las costumbres, ellos, con los grandes sponsors, difunden e imponen qué se debe cantar y qué se debe bailar, y de esa manera le imponen un complejo de inferioridad a nuestra música... Entonces los muchachos creen que cantar folklore es de mediocre y, en cambio, hacen la música de ellos, porque ellos los convencen a través de músicos que imponen como ídolos.
Sin embargo, hay una nueva camada de folkloristas jóvenes que le están dando nuevos aires al género.
Porque al folklore no lo van a poder parar nunca. La música nace con el hombre o se impone por temporadas, como cuando los yanquis impusieron el twist, después la conga y después el rock and roll, pero el folklore nunca va a morir, porque su música nace con el hombre. A ver, ¿por qué el correntino sólo hace chamamé; el salteño, baguala; el tucumano, zamba; el porteño, tango; el santiagueño, chacarera; los italianos, tarantela y los españoles, jota? Porque la música nace con el hombre, como el idioma, hasta que, como en todas las cosas, se impone el maldito dinero y va destruyendo la cultura de los pueblos hasta convertirlos en este caos miserable en que está el mundo.
¿Rechaza la música inglesa, entonces? ¿Rechaza a Los Beatles?
No, para nada. Me encantan Los Beatles, si no sería un tonto. ¿A quién no le va a gustar Imagine o Yesterday? También escucho a Whitney Houston, Barbra Streisand o Frank Sinatra, pero una cosa es que me gusten y otra que los jóvenes nuestros escuchen sólo eso, y se olviden de que aquí hay una música tan buena como ésa. Lo demostró Piazzolla con el tango, ¿no?
Es una mirada política, en el fondo. A propósito, ¿dónde está parado hoy en estos términos?
Fui peronista hasta que cayó Perón, después me hice comunista, y ahora no soy ninguna de las dos cosas... Trato de apoyar lo que me parece que está bien y combatir lo que está mal. ¿Por qué? Porque las ideologías murieron, no hay más ideología en el mundo: hay intereses. Casi todos los partidos políticos, con hermosas excepciones, se basan en el interés personal. Antes, el que era radical moría radical y el que era peronista moría peronista, ahora es un entrevero tremendo (risas). Y tampoco hay elecciones democráticas, porque las gana el que tiene más plata para la campaña.
¿Se arrepintió de haber apoyado a Carlos Menem en su momento?
Me arrepiento de que haya periodistas tan pelotudos que en vez de hacer periodismo difaman gente. Y eso hicieron conmigo. Nunca fui menemista. Soy amigo de Menem, como lo soy de Alfonsín, de Duhalde o de Pierri. Soy amigo de Menem por las farras que hacíamos juntos, pero menemista no... ¡Menemista, las pelotas! Después me enteré de que Menem era liberal y yo soy comunista, mirá vos (risas). Me gustaría que salga esto, porque hay gente que todavía está enojada porque cree que apoyé a Menem.
Bueno, apareció en un acto político suyo, en el Luna Park.
Lo voy a aclarar: una vez Menem nos citó a todos los folkloristas al Hotel Continental para anunciar la creación del Ballet Folklórico Nacional y otras medidas. Estábamos Ariel Ramírez, Menem y yo en la cabecera. Fue un acto hermoso y, cuando nos despedimos, Pierri, que es amigo mío, me dijo: «Che, mañana la seguimos en el Luna Park». Creí que era el mismo acto, fui y, cuando me vio, me anunció y me subieron arriba del escenario ¡y yo no sabía qué carajo hacía ahí! Le decía al gobernador de Salta «¿qué mierda es esto?» Y todo el mundo pensaba que había subido para apoyar a Menem... No me jodan.
¿Qué opina de Cristina y su gobierno?
Cristina es hermosa.
¿A eso se refería con lo de «hermosas excepciones»?
No. Me refiero a que hay que saber para opinar de política, porque cualquier chanta de la calle dice «Fulano es bueno, fulano es malo». Pero, ¿qué carajo sabés vos de las medidas que toma el Gobierno? No se puede opinar sobre la acción de un gobierno que tiene que manejar a cuarenta millones de locos como nosotros, con miles de problemas, arrastrando años de dictadura y de ladrones. No opino porque respeto a la gente que fue elegida por el pueblo, y hay que dejarla para ver lo que hace... Lo que sí puedo decir es que Cristina está muy bien.
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«Nunca acumulé plata ni me interesa, porque el dinero es la perdición del hombre», afirma Guarany.(Foto: Página/12)
C iudad Juárez, Chihuahua, 23 de febrero 2012. (RanchoNEWS).- En medio de una serie de conciertos con repertorios diferentes en el ND Ateneo, este viejo referente del folklore argentino dice que es la vocación de cantar y contar lo que no lo deja descansar. «Trabajo menos, pero de vez en cuando me animo», dice a los 86 años. En la entrevista de Cristian Vitale para Página/12:
Pasaron 63 años y el cantor no se calla. Sesenta y tres, apenitas, desde que Horacio Guarany llegó a Buenos Aires para empezar a foguearse en las inferiores urbanas del canto popular hasta debutar profesionalmente, encarando «El Mensú» una noche de 1957, en Radio Belgrano. Y 86, yendo a más en la vida, desde que Eraclio Catalín Rodríguez Cereijo –tal su nombre real– naciera en Las Garzas, un pueblito del noroeste santafesino, fruto de un hachero correntino de sangre indígena y una española oriunda de León. Ochenta discos, varios éxitos y miles de recitales también pasaron, pero el cantor no calla su canto, incluso ni el calor impide que lo demuestre (este sábado y el próximo) como parte de los festejos del décimo aniversario del Teatro ND Ateneo (Paraguay 918). Pero tampoco callan sus palabras. Dispuesto y verborrágico, desde su casa de Luján, hablará sin filtro de Menem, Los Beatles, las mujeres, el comunismo, el dinero, el rock y el folklore de hoy, Cristina, la edad, el colonialismo cultural y, claro, el vino. «Yo amo el vino, pero bien, porque el que se mama no sabe beber», sorprende, y se guarda el tema para después. Antes dirá cosas sobre su persistencia en el escenario y sobre las razones que lo llevaron a aceptar la serie de cuatro recitales que culmina el 3 de marzo. «La verdad es que estoy un poco alejado, trabajo menos porque los años así lo aconsejan, pero como me siento físicamente bien y la voz está mejor que antes, bueno, de vez en cuando me animo», sostiene.
¿Cómo se sigue cantando a los 86 años? ¿Hay alguna fórmula?
Es que tengo los años que me exige el escenario, y entonces tengo 20 (risas), porque el escenario transforma. Me acuerdo de cuando armamos la compañía con Marianito Mores para una temporada en el teatro Colón de Mar del Plata, y llevamos a Tita Merello... Ella llegaba al camarín agobiada por la edad, parecía que jamás iba a poder cantar y, sin embargo, cuando la llevaban a escena, era una piba de 20 que hacía temblar al público. El escenario es como un altar en el que el hombre convierte todo lo que tiene dentro de sí y deja ir las cosas negativas.
Es la primera presentación de este viejo referente del canto popular en Buenos Aires, luego de aquella supuesta despedida de octubre de 2009 en el Luna Park. Tal vez intuyendo que ésta sea la verdadera, Guarany estructuró la secuencia de recitales en cuatro capítulos para tratar de abarcar –en clave de síntesis– lo más intenso de su producción: el primero, con buena recepción de público, transcurrió bajo el título «Aquellos primeros años», el segundo tuvo como eje el viajero «Por Argentina y por el mundo», el de este sábado será «La lucha, el exilio y la paz», y el final para «Si se calla el cantor». «Le hemos dado cuatro perspectivas distintas para tratar de abarcar lo más que se pueda, con repertorios diferentes, composiciones de distintas épocas y cosas que me fueron pasando durante esta larga vida», resume Guarany, con cierta dificultad en la respiración, pero impecable de físico y espíritu. «Lo quiero hacer y lo tengo que hacer porque la vocación de cantar, de contar, por más que uno quiera descansar, o dejarla por un tiempo, no puede... El corazón no entiende esas cosas y quiere cantar, quiere salir, y necesita estar con la gente y, bueno, elegimos el ND Ateneo, que es pequeño pero serio, para cantar otra vez en Buenos Aires.»
¿Razones? ¿Sólo los diez años del teatro?
Sí, y otras que son lógicas porque antes, como convocaba mucha gente, yo hacía el Luna Park, el Gran Rex o el Opera en sus tiempos buenos, pero ahora, como soy consciente de que la convocatoria no es la misma, porque es lógico que la cantidad de gente disminuya después de tantos años de escenario, me veo obligado a elegir lugares más chicos.
¿Se sentía en deuda con el público de Buenos Aires, luego de aquella «despedida» en el Luna?
No sé. Sólo digo que no quiero ser ingrato con el público que me ha llevado a ser lo que soy. Y soy una persona favorecida, porque hace 63 años vivo del cariño y el amor de la gente. Entonces, no puedo dejar de cantarle a la gente de Buenos Aires, a la que hacía ratos que no le cantaba. Es un placer.
Descartado que exista una necesidad económica, se intuye...
Sí, porque la plata para mí sirve nada más que para los gastos. Nunca acumulé plata ni me interesa, porque el dinero es la perdición del hombre. El dinero, como está establecido en la vida, valorizado por un metal estúpido como el oro, no tiene importancia. Para mí, la riqueza está adentro del hombre, no en el tonto que acumula y acumula en los bancos. Millones y millones que solamente traen preocupaciones y hacen que el hombre solamente compre y no gane nada. El dinero es la negación del hombre.
El vino es más importante, entonces. «Si el vino viene, viene la vida/ vengo a tu viña, tierra querida./ Quisiera dejar mis huesos/ bajo cielo mendocino/ que mi sangre y mis cenizas/ vuelvan camino del vino», empieza cantando en «Volver en vino», toda una canción de amor...
Y canto, todavía... No hay canción mía que no hable del vino. Amo el vino, pero no pa’chupar y mamarse como un estúpido: ésos no saben beber ni gozar del vino. El vino es sangre de la tierra y el hombre, cuando lo toma, se siente más amigo de las ganas de cantar, amar y vivir. Cada bebida tiene su tiempo: el cognac es para los solitarios, el whisky es pa’los borrachos de las tabernas, el anís para los pusilánimes y el vino es la bebida de los amigos para reunirse, comer, cantar. Pero no el vino de la borrachera, de los mostradores. Esa es pobre gente que busca refugio a sus problemas afirmada a un mostrador y tomando vino irrespetuosamente.
¿Se le falta el respeto si se lo toma en cantidad?
Al vino hay que tomarlo con respeto, con amor, porque es la sangre de Cristo.
Vamos... ¿va a decir que nunca se mamó usted?
Pocas veces. Cuando era muchacho y salíamos con los Cantores del Alba, Los Fronterizos, Los Quilla Huasi, el Chúcaro o Froilán González, más de una vez uno se pasaba de la medida. Pero nunca tuvieron que llevarme... Me manejaba mejor en pedo que fresco (risas). Ahora, desde hace muchos años, solamente bebo calidad. Uno, con los años, va adquiriendo cultura alcohólica y se da cuenta de que el vino es una bebida generosa que pare la tierra para que el hombre sea feliz, no para que se destruya. Hoy tomo un vaso, un vaso y medio en la mesa, y si vienen amigos, veinte o cuarenta, porque a eso vienen, a cantar, a chupar, a comer. Insisto: soy un bebedor no de cantidad sino de calidad, el mejor vino que tomo es del Valle de Uco, de Mendoza.... Es un vino que no toma nadie, pero que a mí me gusta, porque el vino es como la mujer, el mejor es el que a vos te gusta, no el que dicen que es bueno. Y la mujer más linda y buena es la que te gusta, no Brigitte Bardot.
¿Qué hay de cierto de aquel cumpleaños que festejó en su casa poniendo vino en el tanque de agua para que saliera por las canillas?
No era un cumpleaños y fue en la casa de al lado, cuando vivía en Villa Urquiza. Era una casa muy vieja y barata, en Manuel Ugarte y Naón, y la compré. La iban a tirar abajo y Froilán González me dijo: «No la tiremos, vamos a arreglarla». La arreglamos y ahí nos juntábamos a comer asado con Fangio, Tito Lectoure, Edmundo Rivero, El Chúcaro, Graciela Borges, Tejada Gómez, que incluso se casó ahí, Los Chalchaleros... Era como un club cultural, donde pasábamos noches inolvidables y se chupaba bien, decentemente, porque el que se mama, como dije, no sabe beber... Es como el estúpido que cree que tiene diez minas y es muy macho, pero en realidad no tiene ninguna.
¿Qué opina del estado del folklore, hoy?
Desgraciadamente lo han disminuido los auspiciantes que manejan la música bajo el mandato de los yanquis y los ingleses, que disponen qué se debe escuchar en todos nuestros países latinoamericanos, que son como colonias culturales norteamericanas. Porque económicamente los estamos frenando un poco y ya no pueden hacer lo que quieren, pero en la cultura y en las costumbres, ellos, con los grandes sponsors, difunden e imponen qué se debe cantar y qué se debe bailar, y de esa manera le imponen un complejo de inferioridad a nuestra música... Entonces los muchachos creen que cantar folklore es de mediocre y, en cambio, hacen la música de ellos, porque ellos los convencen a través de músicos que imponen como ídolos.
Sin embargo, hay una nueva camada de folkloristas jóvenes que le están dando nuevos aires al género.
Porque al folklore no lo van a poder parar nunca. La música nace con el hombre o se impone por temporadas, como cuando los yanquis impusieron el twist, después la conga y después el rock and roll, pero el folklore nunca va a morir, porque su música nace con el hombre. A ver, ¿por qué el correntino sólo hace chamamé; el salteño, baguala; el tucumano, zamba; el porteño, tango; el santiagueño, chacarera; los italianos, tarantela y los españoles, jota? Porque la música nace con el hombre, como el idioma, hasta que, como en todas las cosas, se impone el maldito dinero y va destruyendo la cultura de los pueblos hasta convertirlos en este caos miserable en que está el mundo.
¿Rechaza la música inglesa, entonces? ¿Rechaza a Los Beatles?
No, para nada. Me encantan Los Beatles, si no sería un tonto. ¿A quién no le va a gustar Imagine o Yesterday? También escucho a Whitney Houston, Barbra Streisand o Frank Sinatra, pero una cosa es que me gusten y otra que los jóvenes nuestros escuchen sólo eso, y se olviden de que aquí hay una música tan buena como ésa. Lo demostró Piazzolla con el tango, ¿no?
Es una mirada política, en el fondo. A propósito, ¿dónde está parado hoy en estos términos?
Fui peronista hasta que cayó Perón, después me hice comunista, y ahora no soy ninguna de las dos cosas... Trato de apoyar lo que me parece que está bien y combatir lo que está mal. ¿Por qué? Porque las ideologías murieron, no hay más ideología en el mundo: hay intereses. Casi todos los partidos políticos, con hermosas excepciones, se basan en el interés personal. Antes, el que era radical moría radical y el que era peronista moría peronista, ahora es un entrevero tremendo (risas). Y tampoco hay elecciones democráticas, porque las gana el que tiene más plata para la campaña.
¿Se arrepintió de haber apoyado a Carlos Menem en su momento?
Me arrepiento de que haya periodistas tan pelotudos que en vez de hacer periodismo difaman gente. Y eso hicieron conmigo. Nunca fui menemista. Soy amigo de Menem, como lo soy de Alfonsín, de Duhalde o de Pierri. Soy amigo de Menem por las farras que hacíamos juntos, pero menemista no... ¡Menemista, las pelotas! Después me enteré de que Menem era liberal y yo soy comunista, mirá vos (risas). Me gustaría que salga esto, porque hay gente que todavía está enojada porque cree que apoyé a Menem.
Bueno, apareció en un acto político suyo, en el Luna Park.
Lo voy a aclarar: una vez Menem nos citó a todos los folkloristas al Hotel Continental para anunciar la creación del Ballet Folklórico Nacional y otras medidas. Estábamos Ariel Ramírez, Menem y yo en la cabecera. Fue un acto hermoso y, cuando nos despedimos, Pierri, que es amigo mío, me dijo: «Che, mañana la seguimos en el Luna Park». Creí que era el mismo acto, fui y, cuando me vio, me anunció y me subieron arriba del escenario ¡y yo no sabía qué carajo hacía ahí! Le decía al gobernador de Salta «¿qué mierda es esto?» Y todo el mundo pensaba que había subido para apoyar a Menem... No me jodan.
¿Qué opina de Cristina y su gobierno?
Cristina es hermosa.
¿A eso se refería con lo de «hermosas excepciones»?
No. Me refiero a que hay que saber para opinar de política, porque cualquier chanta de la calle dice «Fulano es bueno, fulano es malo». Pero, ¿qué carajo sabés vos de las medidas que toma el Gobierno? No se puede opinar sobre la acción de un gobierno que tiene que manejar a cuarenta millones de locos como nosotros, con miles de problemas, arrastrando años de dictadura y de ladrones. No opino porque respeto a la gente que fue elegida por el pueblo, y hay que dejarla para ver lo que hace... Lo que sí puedo decir es que Cristina está muy bien.
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Literatura / España: Cincuenta años de «Historia de cronopios y de famas» de Julio Cortázar
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Dibujo del escritor por Fernando Vicente. (Foto: Archivo)
Ciudad Juárez, Chihuahua, 23 de febrero 2012. (RanchoNEWS).- «Qué maravillosa ocupación cortarle una pata a una araña, ponerla en un sobre, escribir Señor Ministro de Relaciones Exteriores, agregar la dirección, bajar a saltos la escalera, despachar la carta en el correo de la esquina». Una nota de Juan Cruz para El País:
Es el principio de Maravillosas ocupaciones, uno de los textos más célebres de uno de los más célebres libros de Julio Cortázar, que murió el 12 de febrero de 1984. Ese libro es, cómo no, Historias de cronopios y de famas, que apareció en 1962. Los cronopios fueron publicados primero por Ediciones Minotauro, que entonces dirigía en Buenos Aires el mítico editor Paco Porrúa, que luego sería, en Sudamericana, el editor sucesivo de Cortázar. Un año después de Historias de cronopios y de famas apareció Rayuela, que catapultó la imaginación de Julio al conocimiento mundial.
Así que en 2013 estaremos en el cincuentenario de Rayuela y ahora estamos, un respeto, en el cincuentenario de uno de los libros más queridos de Cortázar, por el que muchísima gente entró en su literatura de juego y sugestión; en Historias de cronopios y de famas este gran inventor del fragmento como poética puso en marcha una inmensa capacidad de metáfora, y sobre todo puso en circulación esos personajes verdes, unos bichos, los cronopios, a los que dotó de capacidad de burla y de sugestión.
Los cronopios, las famas y las esperanzas, juntas y revolcándose de risa y de surrealismo, están en esas historias al final de una serie de incursiones de Cortázar por universos a los que pertenece aquel memorable Instrucciones para subir una escalera («Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo…») o el ya citado Maravillosas ocupaciones…
El volumen incluía el Manual de instrucciones, Ocupaciones raras, Material plástico e Historias de cronopios y de famas… Aparecía después de Presencia (poemas de 1938), Los reyes (teatro de 1949), Bestiario (1951), Las armas secretas (1959) y Los premios… Cronopios se coló como la expresión más acabada de la frescura que Cortázar llevaba en el frasco de su combinación de maravilla, sugestión, sueño y surrealismo.
No podía quedar desapercibida la fecha, pues los cortazarianos, que son legión en el mundo, tienen a los cronopios como sinónimo de Julio. Así que este martes un grupo de cronopios se juntaron en el Centro de Arte ModernoEspaña, una especie de capital del mundo de la literatura sudamericana en Madrid, y rindieron homenaje al libro, a esos bichos raros que inventó Cortázar y al propio Julio, cuya voz juvenil y acatarrada, arrastrando las erres difíciles que la naturaleza le dio, terminó el acto, en cuya presidencia se sentó Aurora Bernárdez, su viuda, que tanto hizo entonces por la frescura literaria del autor de Rayuela y que tanto hace por la pervivencia de la obra cortazariana.
Con ella estuvieron el profesor Julio Ortega, la profesora Rosalba Campra y los hacedores del Centro de Arte Moderno, Raúl Manrique y Claudio Pérez-Miguez, que le regalaron a Aurora flores rojas y cronopios dibujados por la pintora Judith Lange… Se habló, claro, del humor que hay en ese libro cincuentenario; Ortega cree que en Cronopios la voluntad de fragmentación que hay en el resto de la obra de Cortázar se manifiesta aquí como en otros artefactos (La vuelta al día en ochenta mundos, por ejemplo, o Prosa del observatorio). Pero en Historias de cronopios y de famas alcanza una apuesta divertida y diversa que le sirve a Cortázar para dar rienda suelta a todos los factores de su ironía literaria…
En cuanto a la invención misma, dice Ortega, cronopios puede provenir de Cronos (tiempo) y topía (lugar), «lo casual que hay entre el tiempo y el lugar…», el tiempo que se encarna en un lugar… Famas ya es más obvio, dice Ortega, y esperanzas «son más socializadas»... El profesor ha rastreado en las cartas que Cortázar le envió a Porrúa cuando se iba a editar el libro, en torno a julio de 1962… Le decía que eran personajes «petulantes y malignos»; se aconsejaba que, por si acaso se desmandaban esos tipos insolente, había que tener las ventanas abiertas de par en par, pues son intrusos, casuales y divertidos, pero también «bichos verdes y húmedos».
Cortázar, decía Aurora, sintió ante este libro y ante todos los que publicó «la misma alegría»; en la carta que le envía a Porrúa agradeciéndole que se haya decidido a publicarlo destaca la figura heroica del editor, capaz de poner «entre dos tapas» sus ocurrencias, esos personajes «sinvergüenzas y atorrantes» capaces de «bromas espantosas» que le van «a hacer la vida imposible»…
Los cronopios, decía la cortazariana Rosalba Campra, autora de Cortázar para cómplices, nos llevó a ver el mundo de otra manera, de una forma precisamente cortazariana, «pues Julio es de los pocos autores que ha convertido su apellido en un adjetivo; como hay kafkiano, hay cortazariano», y eso proviene de la capacidad que tuvo para hacer que lo que escribió se pareciera a los sueños que uno no se atreve a explicar y que él escribió con una magia que perdura. La profesora Mariángeles Fernández, cortazariana de la primera hora, no pudo estar en el acto, muy a su pesar, pero me envió unas notas: «¿Acaso alguien volvió a subir inocentemente una escalera o dio cuerda a un reloj en adelante sin recordar las Instrucciones del gran cronopio Cortázar? Claro, todos queremos ser cronopios pero también, afortunadamente, tenemos algo de famas y algo de esperanzas. De lo contrario siempre perderíamos los trenes y no llegaríamos nunca a las citas. El mundo quizá sería más divertido pero tal vez habría demasiados cronopios desorientados llorando en las esquinas».
Al final del acto sonó la voz de Julio, desde un vinilo, como si viniera a orientarnos. Hay en esa voz el aire circunspecto pero burlón con que Cortázar dotó la vida múltiple e inasible de sus cronopios, verdes aún a sus cincuenta años.
Si ahora se abre el libro otra vez uno halla este diálogo:
«Un cronopio que anda por el desierto se encuentra con un león, y tiene lugar el diálogo siguiente:
León.- Te como.
Cronopio (afligidísimo pero con dignidad).- Y bueno.
León.- Ah, eso no. Nada de mártires conmigo. Echate a llorar, o lucha, una de dos. Así no te puedo comer. Vamos, estoy esperando. ¿No dices nada?»
Como decía un viejo eslogan, «Hay que leer a Cortázar». Y otro: «Queremos tanto a Julio…» En 2014, el centenario de Cortázar, el cronopio propiamente dicho.
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Dibujo del escritor por Fernando Vicente. (Foto: Archivo)
Ciudad Juárez, Chihuahua, 23 de febrero 2012. (RanchoNEWS).- «Qué maravillosa ocupación cortarle una pata a una araña, ponerla en un sobre, escribir Señor Ministro de Relaciones Exteriores, agregar la dirección, bajar a saltos la escalera, despachar la carta en el correo de la esquina». Una nota de Juan Cruz para El País:
Es el principio de Maravillosas ocupaciones, uno de los textos más célebres de uno de los más célebres libros de Julio Cortázar, que murió el 12 de febrero de 1984. Ese libro es, cómo no, Historias de cronopios y de famas, que apareció en 1962. Los cronopios fueron publicados primero por Ediciones Minotauro, que entonces dirigía en Buenos Aires el mítico editor Paco Porrúa, que luego sería, en Sudamericana, el editor sucesivo de Cortázar. Un año después de Historias de cronopios y de famas apareció Rayuela, que catapultó la imaginación de Julio al conocimiento mundial.
Así que en 2013 estaremos en el cincuentenario de Rayuela y ahora estamos, un respeto, en el cincuentenario de uno de los libros más queridos de Cortázar, por el que muchísima gente entró en su literatura de juego y sugestión; en Historias de cronopios y de famas este gran inventor del fragmento como poética puso en marcha una inmensa capacidad de metáfora, y sobre todo puso en circulación esos personajes verdes, unos bichos, los cronopios, a los que dotó de capacidad de burla y de sugestión.
Los cronopios, las famas y las esperanzas, juntas y revolcándose de risa y de surrealismo, están en esas historias al final de una serie de incursiones de Cortázar por universos a los que pertenece aquel memorable Instrucciones para subir una escalera («Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo…») o el ya citado Maravillosas ocupaciones…
El volumen incluía el Manual de instrucciones, Ocupaciones raras, Material plástico e Historias de cronopios y de famas… Aparecía después de Presencia (poemas de 1938), Los reyes (teatro de 1949), Bestiario (1951), Las armas secretas (1959) y Los premios… Cronopios se coló como la expresión más acabada de la frescura que Cortázar llevaba en el frasco de su combinación de maravilla, sugestión, sueño y surrealismo.
No podía quedar desapercibida la fecha, pues los cortazarianos, que son legión en el mundo, tienen a los cronopios como sinónimo de Julio. Así que este martes un grupo de cronopios se juntaron en el Centro de Arte ModernoEspaña, una especie de capital del mundo de la literatura sudamericana en Madrid, y rindieron homenaje al libro, a esos bichos raros que inventó Cortázar y al propio Julio, cuya voz juvenil y acatarrada, arrastrando las erres difíciles que la naturaleza le dio, terminó el acto, en cuya presidencia se sentó Aurora Bernárdez, su viuda, que tanto hizo entonces por la frescura literaria del autor de Rayuela y que tanto hace por la pervivencia de la obra cortazariana.
Con ella estuvieron el profesor Julio Ortega, la profesora Rosalba Campra y los hacedores del Centro de Arte Moderno, Raúl Manrique y Claudio Pérez-Miguez, que le regalaron a Aurora flores rojas y cronopios dibujados por la pintora Judith Lange… Se habló, claro, del humor que hay en ese libro cincuentenario; Ortega cree que en Cronopios la voluntad de fragmentación que hay en el resto de la obra de Cortázar se manifiesta aquí como en otros artefactos (La vuelta al día en ochenta mundos, por ejemplo, o Prosa del observatorio). Pero en Historias de cronopios y de famas alcanza una apuesta divertida y diversa que le sirve a Cortázar para dar rienda suelta a todos los factores de su ironía literaria…
En cuanto a la invención misma, dice Ortega, cronopios puede provenir de Cronos (tiempo) y topía (lugar), «lo casual que hay entre el tiempo y el lugar…», el tiempo que se encarna en un lugar… Famas ya es más obvio, dice Ortega, y esperanzas «son más socializadas»... El profesor ha rastreado en las cartas que Cortázar le envió a Porrúa cuando se iba a editar el libro, en torno a julio de 1962… Le decía que eran personajes «petulantes y malignos»; se aconsejaba que, por si acaso se desmandaban esos tipos insolente, había que tener las ventanas abiertas de par en par, pues son intrusos, casuales y divertidos, pero también «bichos verdes y húmedos».
Cortázar, decía Aurora, sintió ante este libro y ante todos los que publicó «la misma alegría»; en la carta que le envía a Porrúa agradeciéndole que se haya decidido a publicarlo destaca la figura heroica del editor, capaz de poner «entre dos tapas» sus ocurrencias, esos personajes «sinvergüenzas y atorrantes» capaces de «bromas espantosas» que le van «a hacer la vida imposible»…
Los cronopios, decía la cortazariana Rosalba Campra, autora de Cortázar para cómplices, nos llevó a ver el mundo de otra manera, de una forma precisamente cortazariana, «pues Julio es de los pocos autores que ha convertido su apellido en un adjetivo; como hay kafkiano, hay cortazariano», y eso proviene de la capacidad que tuvo para hacer que lo que escribió se pareciera a los sueños que uno no se atreve a explicar y que él escribió con una magia que perdura. La profesora Mariángeles Fernández, cortazariana de la primera hora, no pudo estar en el acto, muy a su pesar, pero me envió unas notas: «¿Acaso alguien volvió a subir inocentemente una escalera o dio cuerda a un reloj en adelante sin recordar las Instrucciones del gran cronopio Cortázar? Claro, todos queremos ser cronopios pero también, afortunadamente, tenemos algo de famas y algo de esperanzas. De lo contrario siempre perderíamos los trenes y no llegaríamos nunca a las citas. El mundo quizá sería más divertido pero tal vez habría demasiados cronopios desorientados llorando en las esquinas».
Al final del acto sonó la voz de Julio, desde un vinilo, como si viniera a orientarnos. Hay en esa voz el aire circunspecto pero burlón con que Cortázar dotó la vida múltiple e inasible de sus cronopios, verdes aún a sus cincuenta años.
Si ahora se abre el libro otra vez uno halla este diálogo:
«Un cronopio que anda por el desierto se encuentra con un león, y tiene lugar el diálogo siguiente:
León.- Te como.
Cronopio (afligidísimo pero con dignidad).- Y bueno.
León.- Ah, eso no. Nada de mártires conmigo. Echate a llorar, o lucha, una de dos. Así no te puedo comer. Vamos, estoy esperando. ¿No dices nada?»
Como decía un viejo eslogan, «Hay que leer a Cortázar». Y otro: «Queremos tanto a Julio…» En 2014, el centenario de Cortázar, el cronopio propiamente dicho.
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sábado, febrero 18, 2012
Noticias / España: Gana mexicana Marcela Armas premio en Arco
.
La artista mexicana. (Foto: Agencias)
C iudad Juárez, Chihuahua, 17 de febrero 2012. (RanchoNEWS).- La artista mexicana Marcela Armas ganó hoy aquí el séptimo Premio Arco-Madrid/Beep de arte electrónico, con su obra Máquina Stella, que presenta con la galería Arroniz en la edición 31 de la Feria Internacional de Arte Contemporáneo de Madrid. Una entrega de Notimex:
En la tercera jornada de ArcoMadrid 2012, que se realiza del 15 al 19 de febrero en esta capital, el consejero delegado de la empresa de electrónica Beep, Andreu Rodríguez, y el director de la feria, Carlos Urroz, entregraron el premio a la artista.
En un acto realizado en el pabellón 8 del Parque Ferial Juan Carlos I de Madrid (Ifema), se premió la obra que fue seleccionada por un jurado internacional formado por los especialistas en arte y nuevas tecnologías Roberta Bosco, Fernando Castro Flórez, Marie-France Veyrat y Vicente Matallana.
Máquina Stella fue seleccionada de entre 61 trabajos presentados al certamen, que está dotado con 15 mil euros (unos 19 mil dólares), así como la promoción de la obra en las actividades de Beep.
Marcela Armas (Durango, México, 1976) agradeció el premio y explicó que se trata de una pieza que asemeja un sistema de distribución electrónica para mostrar las desigualdades en el uso y desecho de la energía en las sociedades.
Urroz destacó que «se trata de una obra sutil», realizada por una artista que será apoyada por la empresa tecnológica.
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La artista mexicana. (Foto: Agencias)
C iudad Juárez, Chihuahua, 17 de febrero 2012. (RanchoNEWS).- La artista mexicana Marcela Armas ganó hoy aquí el séptimo Premio Arco-Madrid/Beep de arte electrónico, con su obra Máquina Stella, que presenta con la galería Arroniz en la edición 31 de la Feria Internacional de Arte Contemporáneo de Madrid. Una entrega de Notimex:
En la tercera jornada de ArcoMadrid 2012, que se realiza del 15 al 19 de febrero en esta capital, el consejero delegado de la empresa de electrónica Beep, Andreu Rodríguez, y el director de la feria, Carlos Urroz, entregraron el premio a la artista.
En un acto realizado en el pabellón 8 del Parque Ferial Juan Carlos I de Madrid (Ifema), se premió la obra que fue seleccionada por un jurado internacional formado por los especialistas en arte y nuevas tecnologías Roberta Bosco, Fernando Castro Flórez, Marie-France Veyrat y Vicente Matallana.
Máquina Stella fue seleccionada de entre 61 trabajos presentados al certamen, que está dotado con 15 mil euros (unos 19 mil dólares), así como la promoción de la obra en las actividades de Beep.
Marcela Armas (Durango, México, 1976) agradeció el premio y explicó que se trata de una pieza que asemeja un sistema de distribución electrónica para mostrar las desigualdades en el uso y desecho de la energía en las sociedades.
Urroz destacó que «se trata de una obra sutil», realizada por una artista que será apoyada por la empresa tecnológica.
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Radio / Liberace: «Carmen's Boogie»
Para volver a escuchar le recomendamos que pulse el botón de PLAY
En RADIO Rancho Las Voces... Liberace... interpreta...Carmen's Boogie... en RADIO Rancho Las Voces ...
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Radio / Spike Jones: «Cocktails for two»
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En RADIO Rancho Las Voces... Spike Jones... interpreta... Cocktails for two... en RADIO Rancho Las Voces ...my heart will be obedient...
Cocktails for two
Lyrics
Oh what delight to be given the right
To be carefree and gay once again
No longer slinking, respectfully drinking
Like civilized ladies and men
No longer need we miss
A charming scene like this:
In some secluded rendezvous
That overlooks the avenue
With someone sharing a delightful chat
Of this and that with cocktails for two
As we enjoy a cigarette
To some exquisite chansonette
Two hands are sure to slyly meet beneath
The serviette with cocktails for two
My head may go reeling
But my heart will be obedient
With intoxicating kisses
For the principal ingredient
Most any afternoon at five
We'll be so glad we're both alive
Then maybe fortune will complete her plan
That all began with cocktails for two
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Radio / Dionne Bromfield: «Forget you»
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En RADIO Rancho Las Voces... Dionne Bromfield... interpreta... Forget you... en RADIO Rancho Las Voces ...I still wish you the best...
Forget you
Lyrics
I see you drivin' 'round town with the guy I love
And I'm like, forget you[oo oo oo ]
I guess the change in my pocket wasn't enough
I'm like, forget you and forget him too
Said, if I was richer I'd still be with ya
Huh, now ain't that some shh (ain't that some shh)
Now although there's pain in my chest
I still wish you the best
With a.. Forget you![oo oo oo]
Yeah I'm sorry, I can't afford a ferrari
But that don't mean I can't get you there
I guess she's an Xbox and I'm more artari
Hmm, but the way you play your game ain't fair
I pity fool that falls in love with you
(Ooh, she's a gold digger, just thought you should know nigga )
Ooh, I got some news for you
Yeah! Go run and tell your little girlfriend
I see you drivin' 'round town with the guy I love
And I'm like, forget you (ooh)
I guess the change in my pocket wasn't enough
I'm like, forget you and forget her too
Said, if I was richer I'd still be with ya
Now ain't that some shh (ain't that some shh)
Now though there's pain in my chest
I still wish you the best
With a.. Forget you!
Now I know, that I had to borrow
Beg and steal and lie and cheat
Tryin' to keep ya, Tryin' to please ya
'Cause being in love with your face ain't cheap
I pity fool that falls in love with you
(Ooh, she's a gold digger, just thought you should know nigga )
Ooh, I got some news for you
Oh, I really hate you right now
I see you drivin' 'round town with the guy I love
And I'm like, forget you
I guess the change in my pocket wasn't enough
I'm like, forget you and forget him too
Said, if I was richer I'd still be with ya
Huh, now ain't that some shh (ain't that some shh)
Now although there's pain in my chest
I still wish you the best
With a.. Forget you!
Now baby, baby, baby why'd you wanna, wanna hurt me so
bad (so bad) so bad
(so bad)
I tried to tell my momma but she told me this is one
for your dad (your dad, your dad)
Yes she did, Yes she did
(Ooh) WHY?
(Ooh) WHY?
(Ooh) WHY? BABY?
(Ooh!) I love you! I still do! oo ooo ooo
I see you drivin' 'round town with the guy I love
And I'm like, forget you (forget you,oo oo oo
I guess the change in my pocket wasn't enough
I'm like, forget you and forget him too ()
Said, if I was richer I'd still be with ya
Huh, now ain't that some shh (ain't that some shh)
Although there's pain in my chest
I still wish you the best (wish you the best)
With a.. Forget you! Oooh
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viernes, febrero 17, 2012
Cine / Alemania: «Tabú» de Miguel Gomes
.
Teresa Madruga en un escena de la película. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua, 17 de febrero 2012. (RanchoNEWS).- Si había alguna duda acerca del cambio de rumbo que el año pasado insinuó la competencia de la Berlinale, esta nueva edición no hace sino confirmarlo. Hay más búsqueda, más riesgo y más sorpresas en la programación de estos días de las que hubo en todo el último lustro junto. Hasta el propio Dieter Kosslick, director general del festival, debió reconocer que el concurso de este año se parece más al Forum del Cine Joven que al programa oficial de la Berlinale, que solía ser más previsible y conservador. Y si hubiera que elegir una sola película de esta competencia para marcar y simbolizar esa diferencia es Tabú, la nueva, extraordinaria película del gran director portugués Miguel Gomes. Una nota de Luciano Monteagudo para Página/12:
Como en Aquel querido mes de agosto, su film inmediatamente anterior, estrenado en la Argentina después de haber ganado el premio a la mejor película en el Bafici 2009, lo primero que impresiona de Tabú es su libertad. El nuevo film de Gomes está filmado íntegramente en blanco y negro, no tiene casi diálogos y su título remite de manera inequívoca al célebre clásico de 1931 del alemán Friedrich Wilhelm Murnau. Pero nada más lejos de la intención del director portugués que un mero homenaje o una reconstrucción del estilo del cine mudo. En todo caso, en un film esencialmente fantasmático como es este nuevo Tabú, el espíritu del film de Murnau –su espectro, se diría– está aquí de forma muy poderosa.
El tema, claro, es el mismo: el amor prohibido, exaltado por una naturaleza exuberante, pero condenado por el destino. Sin embargo, el orden y el contexto son completamente otros, nuevos, distintos. Después de un prólogo extraño y misterioso, rodado en Africa, que funciona a la manera de la obertura en una ópera, insinuando las líneas que luego desarrollará la película, la primera parte de Tabú comienza en Lisboa hoy en día. Allí, la cincuentona Pilar (Teresa Madruga, una de las actrices más reconocidas del cine portugués) vive sola y dedica su tiempo a ayudar a los demás, particularmente a una vecina octogenaria, Aurora (¿Sunrise? ¿Otra alusión a Murnau?). A veces Pilar tiene que ir a rescatar a Aurora al Casino de Estoril, cuando ésta se queda sin plata o sin su medicación. Este primer segmento se titula «Paraíso perdido», porque en su grisor remite al tramo principal del film, un «Paraíso» que surgirá de recuerdos que ni siquiera son de Aurora, sino del hombre al que esa anciana alguna vez amó y que será el encargado de narrar esa pasión maldita.
Rodado en esa textura del recuerdo que aporta la vieja película en 16mm (hoy en vías de extinción), el corazón del film es una larga, emotiva evocación, que prescinde de diálogos pero no de palabras. Hay tanta belleza y melancolía en la voz en off de ese hombre como en las imágenes de Gomes y su fotógrafo Rui Poças, que registran la vida alegre y despreocupada de un grupo de lisboetas de la alta sociedad al pie de un imaginario monte Tabú, en plena decadencia del colonialismo portugués en África.
Que ese amor sincero pero condenado entre Aurora –una mujer por entonces no sólo casada sino también embarazada– y un seductor y bon vivant moldeado a imagen y semejanza de Errol Flynn esté narrado con verdad y esplendor no le impide a Gomes la posibilidad de matizar la tragedia con delicadas ráfagas de humor, que refieren a un mundo pretérito. «Es una película sobre todo lo que se extingue: una anciana que muere, una sociedad en extinción y una época que sólo existe en la memoria de aquellos que la vivieron», explicó Gomes aquí. «Por eso quise conectar todo esto con un cine extinto». Nada más vivo, sin embargo, que su bella Tabú.
Aunque lejos del altísimo nivel del film portugués, la Berlinale también se jugó una carta brava con la inclusión en competencia de Postcards from the Zoo, la primera película de Indonesia que llega a la competencia oficial. Dirigida por Edwin (ése al menos es su nom de guerre), autor de la inclasificable Blind Pig Who Wants to Fly, vista en el Bafici 2009, estas postales del zoológico de Yakarta en principio hacen honor a su título. Con una delicadeza y una sensibilidad hacia la naturaleza que es fácil asociar con el cine del tailandés Apichatpong Weerasethakul, la primera mitad del film de Edwin va describiendo ese mundo dentro del mundo que es un zoo, con sus animales exóticos pero también con esos otros ejemplares raros que son los hombres y mujeres que están del lado de afuera de la jaula.
Una de ellas es Lana, abandonada de niña en el zoo y criada allí dentro por los cuidadores, que la protegen de la hostilidad del mundo exterior, como si ella –que sabe todo sobre jirafas e hipopótamos– fuera una especie delicada a la que hay que cuidar especialmente. Cuando al fin salga a la calle, sin embargo, se encontrará con que será capaz de sobrevivir sin tener que sacrificar necesariamente su inocencia.
Naïf quizá en extremo, el film de Edwin es un caso testigo de cómo un cineasta potencialmente valioso, que fue capaz de hacer una ópera prima desigual pero provocativa y sorprendente, ya en su segundo largo termina domesticado como un animal de zoológico. Sus domadores, en este caso, parecen los fondos internacionales de ayuda (y los tuvo todos, desde el Hubert Bals hasta la Cinefondation de Cannes), pero sobre todo el Sundance Institute, que da la impresión de haber dejado la marca de sus garras en el guión, donde aparecen desde un mago disfrazado de cowboy hasta un prostíbulo enmascarado como amable casa de masajes. Hubiera sido mejor que Lana –y con ella la película toda– nunca hubiera salido de los límites estrechos pero más promisorios del zoológico.
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Teresa Madruga en un escena de la película. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua, 17 de febrero 2012. (RanchoNEWS).- Si había alguna duda acerca del cambio de rumbo que el año pasado insinuó la competencia de la Berlinale, esta nueva edición no hace sino confirmarlo. Hay más búsqueda, más riesgo y más sorpresas en la programación de estos días de las que hubo en todo el último lustro junto. Hasta el propio Dieter Kosslick, director general del festival, debió reconocer que el concurso de este año se parece más al Forum del Cine Joven que al programa oficial de la Berlinale, que solía ser más previsible y conservador. Y si hubiera que elegir una sola película de esta competencia para marcar y simbolizar esa diferencia es Tabú, la nueva, extraordinaria película del gran director portugués Miguel Gomes. Una nota de Luciano Monteagudo para Página/12:
Como en Aquel querido mes de agosto, su film inmediatamente anterior, estrenado en la Argentina después de haber ganado el premio a la mejor película en el Bafici 2009, lo primero que impresiona de Tabú es su libertad. El nuevo film de Gomes está filmado íntegramente en blanco y negro, no tiene casi diálogos y su título remite de manera inequívoca al célebre clásico de 1931 del alemán Friedrich Wilhelm Murnau. Pero nada más lejos de la intención del director portugués que un mero homenaje o una reconstrucción del estilo del cine mudo. En todo caso, en un film esencialmente fantasmático como es este nuevo Tabú, el espíritu del film de Murnau –su espectro, se diría– está aquí de forma muy poderosa.
El tema, claro, es el mismo: el amor prohibido, exaltado por una naturaleza exuberante, pero condenado por el destino. Sin embargo, el orden y el contexto son completamente otros, nuevos, distintos. Después de un prólogo extraño y misterioso, rodado en Africa, que funciona a la manera de la obertura en una ópera, insinuando las líneas que luego desarrollará la película, la primera parte de Tabú comienza en Lisboa hoy en día. Allí, la cincuentona Pilar (Teresa Madruga, una de las actrices más reconocidas del cine portugués) vive sola y dedica su tiempo a ayudar a los demás, particularmente a una vecina octogenaria, Aurora (¿Sunrise? ¿Otra alusión a Murnau?). A veces Pilar tiene que ir a rescatar a Aurora al Casino de Estoril, cuando ésta se queda sin plata o sin su medicación. Este primer segmento se titula «Paraíso perdido», porque en su grisor remite al tramo principal del film, un «Paraíso» que surgirá de recuerdos que ni siquiera son de Aurora, sino del hombre al que esa anciana alguna vez amó y que será el encargado de narrar esa pasión maldita.
Rodado en esa textura del recuerdo que aporta la vieja película en 16mm (hoy en vías de extinción), el corazón del film es una larga, emotiva evocación, que prescinde de diálogos pero no de palabras. Hay tanta belleza y melancolía en la voz en off de ese hombre como en las imágenes de Gomes y su fotógrafo Rui Poças, que registran la vida alegre y despreocupada de un grupo de lisboetas de la alta sociedad al pie de un imaginario monte Tabú, en plena decadencia del colonialismo portugués en África.
Que ese amor sincero pero condenado entre Aurora –una mujer por entonces no sólo casada sino también embarazada– y un seductor y bon vivant moldeado a imagen y semejanza de Errol Flynn esté narrado con verdad y esplendor no le impide a Gomes la posibilidad de matizar la tragedia con delicadas ráfagas de humor, que refieren a un mundo pretérito. «Es una película sobre todo lo que se extingue: una anciana que muere, una sociedad en extinción y una época que sólo existe en la memoria de aquellos que la vivieron», explicó Gomes aquí. «Por eso quise conectar todo esto con un cine extinto». Nada más vivo, sin embargo, que su bella Tabú.
Aunque lejos del altísimo nivel del film portugués, la Berlinale también se jugó una carta brava con la inclusión en competencia de Postcards from the Zoo, la primera película de Indonesia que llega a la competencia oficial. Dirigida por Edwin (ése al menos es su nom de guerre), autor de la inclasificable Blind Pig Who Wants to Fly, vista en el Bafici 2009, estas postales del zoológico de Yakarta en principio hacen honor a su título. Con una delicadeza y una sensibilidad hacia la naturaleza que es fácil asociar con el cine del tailandés Apichatpong Weerasethakul, la primera mitad del film de Edwin va describiendo ese mundo dentro del mundo que es un zoo, con sus animales exóticos pero también con esos otros ejemplares raros que son los hombres y mujeres que están del lado de afuera de la jaula.
Una de ellas es Lana, abandonada de niña en el zoo y criada allí dentro por los cuidadores, que la protegen de la hostilidad del mundo exterior, como si ella –que sabe todo sobre jirafas e hipopótamos– fuera una especie delicada a la que hay que cuidar especialmente. Cuando al fin salga a la calle, sin embargo, se encontrará con que será capaz de sobrevivir sin tener que sacrificar necesariamente su inocencia.
Naïf quizá en extremo, el film de Edwin es un caso testigo de cómo un cineasta potencialmente valioso, que fue capaz de hacer una ópera prima desigual pero provocativa y sorprendente, ya en su segundo largo termina domesticado como un animal de zoológico. Sus domadores, en este caso, parecen los fondos internacionales de ayuda (y los tuvo todos, desde el Hubert Bals hasta la Cinefondation de Cannes), pero sobre todo el Sundance Institute, que da la impresión de haber dejado la marca de sus garras en el guión, donde aparecen desde un mago disfrazado de cowboy hasta un prostíbulo enmascarado como amable casa de masajes. Hubiera sido mejor que Lana –y con ella la película toda– nunca hubiera salido de los límites estrechos pero más promisorios del zoológico.
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