Rancho Las Voces: Música / Entrevista a Carlos Santana
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jueves, mayo 01, 2014

Música / Entrevista a Carlos Santana

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El legendario guitarrista que sentó las bases del rock latino repasa una carrera llena de fusión, drogas y espiritualidad antes de la publicación de un nuevo álbum.    (Foto: Reuters)

C iudad Juárez, Chihuahua. 1 de mayo de 2014. (RanchoNEWS).- Carlos Santana lanza su nuevo disco, Corazón, el 6 de mayo. A primera vista, parece uno de esos refritos de canciones exitosas más o menos eternas con invitados como Juanes, Los Fabulosos Cadillacs, Diego Torres, Wayne Shorter, Gloria Estefan, Pitbull, Ziggy Marley y nuestra Niña Pastori, entre otros. La segunda impresión al escucharlo es más estimulante. Una entrevista de José Manuel Gómez para El Mundo

Luce un sol primaveral. El guitarrista aparece con el mismo buen aspecto de hace dos décadas. Saluda de manera cordial y antes de empezar a hablar recibe un ejemplar del libro Flamencos. Se detiene en el retrato de Paco de Lucía realizado por Jerónimo Navarrete. Le impresiona. En agosto de 1977 Santana actuó junto a él en Barcelona ante más de 10.000 personas. Cuentan las crónicas que Paco arrolló a Santana en las dos composiciones que interpretaron juntos. Tocar con Paco en esos días era sufrir quemaduras de pronóstico reservado.

¿Paco de Lucía fue su primer flamenco?

La primera vez que yo estuve en la frecuencia gitana fue en México. Allí escuchábamos España Cañí, la música de Agustín Lara, Granada, Andrés Segovia, Django Reinhart. ¡Todos son gitanos! [sic]. Cuando llegué a San Francisco, me metí más adentro de Django y de Manitas de Plata, que leí que era el guitarrista preferido de Picasso. Ellos lo viven 24 horas al día, no es que se metan de vez en cuando. La mejor manera para describir lo que son y cómo lo hacen es... olas de luz [canta algo parecido a una 'soleá']. Investigo de donde viene todo eso. Viene de la India y de los húngaros de Budapest, ahí también hay gitanos. Es una línea que llega a Latinoamérica.

Usted nace a la música en los 50, justo el momento en que acaba la era del mambo y llegan el rock and roll y las guitarras eléctricas. ¿Qué música recibe por primera vez, la que le da el latigazo, la conmoción? ¿Es la de mariachi de su padre?

No, antes de tocar música de mariachi mi padre tocaba la música de Vereda tropical [Santana entona quedo y bonito]. La música de Agustín Lara, Toña La Negra, Pedro Vargas. Música cubana hecha en México, Pérez Prado... Luego, de aquel mambo surgió el Zoot suite, los 'pachucos' que copiaban a Cab Calloway [que en los años 40 crearon en California una forma mestiza de vestir y de bailar a medio camino entre el mambo y el jazz]. En Tijuana empecé a meterme al blues, a la guitarra eléctrica de Chuck Berry. Para mí era lo mismo, como cuando recibes algo divino y te da escalofríos o cuando descubres tu primer orgasmo espiritual o físico. Eso es la música de Pérez Prado o Chuck Berry. Eres chiquito pero ya tienes esa frecuencia. No sabes ni cómo ni por qué hacerlo, pero, como dice John Lee Hooker, «lo tienes dentro y tienes que darlo».

Cuando monta su banda en San Francisco es justo el momento en que estalla la revolución de las flores, los hippies, el LSD y el antropólogo Carlos Castañeda publica Las enseñanzas de Don Juan. Toda esa expansión ocurre al mismo tiempo y culmina cuando se presenta en 1969 en Woodstock.

Lo normal y natural para nosotros, los hippies, era caminar por la calle, tomar LSD, ayahuasca, peyote o marihuana... Lo que no era normal era la cocaína y la heroína. A la gente que iba tomando eso se le veía en los ojos que estaban perdidos. Cuando tomas peyote o ayahuasca no lo estás, tienes bien presente quién eres y lo que tienes que hacer. Este álbum, Corazón, tiene en la portada todo eso: los colores, la conciencia, la frecuencia. Luz, amor, paz y alegría. Hay gente que tiene cantidad de dinero pero no están felices. Mira Steve Jobs: tenía mucho dinero, pero no pudo comprar otro segundo en este planeta. La manera en que mido el éxito es tener paz en tu mente, tener buena salud y estar alegre.

Parece que está hablando de un disco que sé que aprecia, A love supreme (1964), de John Coltrane que fue descrito como «elevación, elegancia y entusiasmo».

Exacto. Eso es para todas las personas del mundo. Nadie tiene el monopolio, todos nacimos con eso, todos somos dignos de la gracia de Dios. ¿Qué quiere decir eso? Que estás siempre en la presencia de la luz, porque eres luz. A mucha gente le gusta jugar al escondite, como si viviese una separación o si no fuese digno o estuviese manchado eternamente del pecado. Todo eso son 'babosadas' [tonterías] de mentes 'chuecas' [enfermas]. Luz siempre es luz, oscuridad siempre es oscuridad. Yo lo llamo fragmentos de miedo. La luz tiene un objetivo: iluminar. No mentir, ni separar, ni dividir, ni comparar, ni competir; solamente complementar y elevar.

Cuando usted arma su banda sucede la huelga de la uvas liderada por el activista César Chávez. ¿Era usted consciente en ese momento de lo que ocurría en su comunidad, la lucha sindical de los chicanos?

Absolutamente. Éramos conscientes, dábamos lo que ganábamos a Chávez, a la organización que luchaba contra la guerra de Vietnam y a los Panteras Negras. Parece que no, pero llevamos mucho tiempo haciendo lo mismo, tocando música, y, como John Lennon, utilizando la música para una revolución de conciencias. [No lo cuenta pero en 1998 crea la fundación Milagro]. Ahora mi hija está totalmente comprometida, y yo también, en contar la historia de Dolores Huerta [líder del movimiento campesino junto a Chávez]. Ella fue la que inventó el «Sí se puede» [que Obama tradujo al «Yes we can»]. Dolores es para los mexicanos en EEUU como Rosa Parks. Tiene 82 años y no la paran. Invertí cierta cantidad de dinero para dar luz a su historia. Acaba de salir la película sobre César Chávez y no le gustó cómo le pintan a ella. Tengo mucho tiempo invertido, emocionalmente, en traer un cambio. Yo no soy un 'changuito' que me das una peseta y 'no más' bailo 'pa' ti. No soy eso. Me encanta haber vivido todo aquello en San Francisco, donde se dio luz a la revolución, de ahí hasta Woodstock.

Supongo que no fue fácil: un chicano tocando música de negros.

Lo único que yo tenía que romper era mi propia barrera, porque todo lo que tocaban Eric Clapton, Jimmy Page, los Rolling Stones, etcétera, viene de la música de Chicago y de Memphis: Muddy Waters, B.B. King, Albert King, Freddie King, Otis Rush... Es decir, yo sé quienes son los papás de aquellos porque también son mis papás. Así que, si ellos pueden hacerlo, ¿a mí quién me va a parar?

¿Y no ha sentido lo mismo tocando con el grupo tuareg de Malí, Tinariwen?

¡Es lo mismo! ¡El blues de Ali Farka Toure! Gracias a Dios, conozco sus canciones, las de Baaba Maal, Youssou N Dour, Toure Kunda... Y cuando me presento con ellos nunca me han agarrado con los pantalones abajo. ¡Nunca! ¡Y me fajo! Su música es como mis pulmones. La adoro. Si no lo hiciera, no la podría expresar.

La música latina de California y la de Nueva York tienen tradiciones musicales separadas. Cuando hace su versión del Oye como va de Tito Puente consigue unir agua y aceite. No sé hasta qué punto fueron conscientes en Nueva York.

Nosotros agarramos y lo hacemos universal, y en Nueva York tocan música no más que para Cuba o Puerto Rico. Tienen una devoción increíble a la clave, si no tocas en clave [clap-clap-clap-pausa- clap clap] no vales nada. Bateristas como Buddy Rich o Tony Williams no saben nada de clave, pero es imposible pararlos. Y también hay muchos músicos que vienen de Cuba y no saben tocar James Brown, ni Sly Stone, porque, si no hay clave, se pierden. El lenguaje de EEUU es multidimensional. Si vienes y no quieres aprender algo y compartir, mejor ni vengas. Necesitas oír con otro oído. Ni Billie Holiday, ni Coltrane tenían clave. ¿Cómo vas a medir a la gente su forma de respirar? Mucha gente viene a EEUU a imponer su cosa y no a aprender. Yo vine a aprender.



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