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Los jugadores de cartas, de Cézanne. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua, 6 de febrero 2012. (RanchoNEWS).- Caravaggio, La Tour y Chardin, entre otros grandes de la historia del arte, repararon en un tema clásico de la pintura: las cartas y sus ritos, sus personajes, sus mesas, el ambiente turbio del juego. En 1890, Paul Cézanne se sumó a la fiesta dedicándole una serie de cinco cuadros a este asunto. Entre ellos se halla uno de los más famosos de su trayectoria y también del arte postimpresionista, Los jugadores de cartas, un gigantesco icono de las vanguardias (su composición ha sido mil veces repetida), que puede visitarse en el Museo de Orsay. Pero en esta serie, con el mismo encuadre y personajes del lienzo que figura en todos los libros de texto del mundo, existe una obra anterior (1892-93), la tercera del estudio, que es desde hoy la más cara de la historia, pues acaba de ser adquirida por la familia real de Qatar por la estratosférica cifra de 191,6 millones de euros. La crisis, ya se sabe, no circula por la tierra del petróleo. Una nota de Marta Caballero para El Cultural:
En ella, como en la de Orsay, dos hombres de la provenza tocados con sombrero, frente a frente, se concentran en el juego con la única compañía de una botella. Mientras uno de ellos espera, el otro selecciona la carta que va a presentar. La partida debe estar comenzando porque no hay otros naipes sobre la mesa. La forma, construida a través de volúmenes muy definidos que anticipan el cubismo, y el color lo presiden todo. El espectador es un observador más de esta timba que va a cambiar la Historia del Arte. En palabras de Picasso: «Cézanne es la madre de todos nosotros».
El nuevo habitante de Qatar, puro emblema del arte del siglo XIX, ha desbancado a muchos de los grandes nombres de la pintura en materia de subastas y compras privadas. Pollock ostentaba el récord con su Número 5, por el que el millonario mexicano David Martínez pagó más de 109 millones de euros en 2006. Le seguía de cerca De Kooning con su Woman, adquirido por 107 millones de euros por el también millonario Steve Cohen. Un poco más abajo, en tercera posición, estaba Picasso, habitual de récords, con su óleo Desnudo, hojas verdes y busto, que desbancó a Giacometti del top de las obras más caras en 2010, cuando otro comprador privado pagó -esta vez en una subasta, a diferencia de los anteriores- casi 90 millones de euros por esta pieza que el malagueño pintó en 1932. No obstante, Picasso sí mantiene el record de venta en puja.
Los hermanos de esta tercera versión de las cinco que hay de Los jugadores de cartas están repartidos en museos de París, Nueva York, Filadelfia y Londres. En el recién comprado, como en el de Orsay, todo contribuye al final a proporcionar un aspecto monumental a la composición. La recurrencia de los jugadores de naipes en el arte cezaniano de los últimos años ha dado paso a una interpretación interesante: ¿Tal vez el enfrentamiento de ambos jugadores simbolizaría la lucha que enfrentó al artista contra su padre para hacer reconocer su pintura, representada aquí por el naipe? Es una tesis fundamentada, sobre todo, en la seguridad que desprende el personaje de la izquierda –inspirado en Alexandre, el jardinero de su padre– que representaría la madurez y que tiene las cartas más claras, indicando experiencia, frente al inquietud del de la derecha, más joven y con actitud más tensa.
Hasta la fecha, el cuadro había pertenecido al millonario griego Yorgos Embiricos, que falleció el año pasado y quien, destaca Vanity Fair, abrió las conversaciones para su venta poco antes de fallecer. Se prevé ahora que la obra vaya a parar al Museo Nacional de Qatar, que ya alberga cuadros de Rothko, Warhol... La compra tiene mucho que ver con la intención de Qatar de ocupar un lugar destacado en el mercado del arte y poder competir así con ciudades como París o Nueva York, donde se encuentran otras obras de esta serie.
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