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Albert Camus (1913-1960), imagen que ilustra la portada del libro Camus: a contracorriente, de Jean Daniel. (Foto: Hulton Deutsch )
C iudad Juárez, Chihuahua. 6 de febrero de 2013. (RanchoNEWS).- El 7 de noviembre de 1913 en Mondovi, Argelia, nació Albert Camus. Para celebrar este año su centenario, en Francia se esfuerzan –con cierta polémica de por medio–, por recordarlo como uno de los escritores, dramaturgos y filósofos cuyo pensamiento y obra marcó el siglo XX, así como uno de los autores que estuvo profundamente vinculado con su tiempo, preocupado por los límites de la naturaleza humana. Una nota de Carlos Paul para La Jornada:
De acuerdo con la especialista Inés de Cassagne, los diferentes géneros que Camus desarrolló: el ensayo lírico, el ensayo filosófico, la novela, el teatro y los artículos periodísticos dan prueba de una búsqueda que nunca dio por terminada, al tiempo que ejercía una exigente forma artística.
Camus no se conformaba con ser confinado en la fórmula: «escritor del absurdo». Él reclamaba su derecho a evolucionar, apuntó Cassagne.
«Su atención a la realidad –una constante en toda la obra de Camus–, su capacidad de absorberla por los cinco sentidos y de dejarse conmover por ello, da como resultado desde el principio una doble constatación del mundo: lo bello admirable y lo doloroso frustrante. Apoyarse primero en las realidades más concretas, ir al corazón viviente de las cosas y los hombres, no eludir nada, ni siquiera los oprobios de la historia, son, apuntó la especialista, intenciones que se unen al deseo de encontrar salidas que Camus considera la peor tentación de su entorno: el nihilismo».
Más allá del nihilismo
Albert Camus decía: «Por mi parte, en lo más negro de nuestro nihilismo, yo sólo he buscado razones para para ir más allá».
Con ello, «contradice al existencialismo sartriano», explicó Cassagne en un texto publicado en la revista Letras de Buenos Aires.
Como pensador, se esforzó por penetrar y aclarar la realidad. Veía a ésta como un mar estruendoso de interrogantes, del que había que rescatar sus valores.
«Camus concebía la verdad como un ‘develamiento’ que necesariamente lleva toda una vida». Al cabo de la suya, tan breve y tan rica, manifestaba haber buscado «la verdad y los valores de arte que la reflejan», y reafirmaba que era un artista que se había puesto al servicio de los hombres para hacer resonar el «testimonio de su grandeza y miseria, recordarles su dignidad, e incluso ejercerla, sacándolos de la ramplonería, al acceder al arte donde, gracias a la verdad, todos pueden sentirse reunidos».
Influencia del existencialismo
Nacido en el seno de una modesta familia de emigrantes franceses, la infancia y buena parte de la juventud de Camus ocurrió en Argelia.
Inteligente y disciplinado, empezó sus estudios de filosofía en la Universidad de Argel, que no concluyó debido a que enfermó de tuberculosis.
Fue integrante de una compañía de teatro de aficionados. Ejerció como periodista en un diario de la capital argelina mientras viajaba por Europa. En 1939 publicó Bodas, conjunto de artículos sobre sus lecturas y viajes. En 1940 se fue a París, donde encontró trabajo como redactor.
En 1942 publicó su novela El extranjero y el ensayo El mito de Sísifo, obras que reflejan la influencia que sobre él tuvo el existencialismo. Durante la Segunda Guerra Mundial militó en la Resistencia.
Fue fundador del periódico clandestino Combat. Sus primeras obras de teatro son: El malentendido y Calígula. Se considera que su novela La peste (1947), supone cierto cambio en su pensamiento. La idea de la solidaridad y la capacidad de resistencia humana frente a la tragedia de vivir, se impone a la noción del absurdo.
Otras obras del autor son El hombre rebelde, La caída, El exilio, Los justos.
De gran interés son también sus crónicas periodísticas. Galardonado en 1957 con el Nobel de Literatura, Camus falleció en un accidente de automóvil en 1960.
Ese hecho ha sido puesto en duda por Jan Zabrana, poeta y amigo del escritor, autor del libro Toda mi vida, en el cual acusa al KGB soviético de sabotear el coche que trasladaba a Camus cuando sufrió el percance fatal.
Para las autoridades culturales francesas, se trata tan sólo de una teoría «que no se mantiene en pie».
La figura y la obra de Albert Camus siguen generando debate. Por ejemplo, al cumplirse los 50 años de su muerte, el ex presidente Nicolas Sarkozy propuso trasladar sus restos –que hoy se encuentran en el modesto cementerio de Lourmarin, en Loberon– a uno de los monumentos más representativos de París, que alberga las tumbas de grandes figuras de Francia, conocido como El Panteón.
El traslado no se pudo concretar, pues entre los hijos gemelos del escritor, Jean y Catherine, no hubo acuerdo y esa iniciativa quedó en una tensa espera.
Ahora, para celebrar los 100 años del nacimiento de Camus, surgió una nueva polémica entre intelectuales, instituciones gubernamentales y partidos políticos, en torno a los contenidos de la magna exposición planeada para conmemorar el centenario en Aix en Provence, Francia, ciudad donde está depositado el legado del autor.
Distintos medios de comunicación, como los diarios El País, Libération y Le Monde, han dado cuenta de los dimes y diretes, generados a raíz de la muestra Albert Camus: un hombre en revuelta, la cual, tras el primer anuncio de su realización, fue suspendida por las autoridades locales aduciendo «escasez de presupuesto y dificultades logísticas», pero que para otros se trata de un «desacuerdo ideológico».
El conflicto ha implicado cancelar y programar la exposición en varias ocasiones. La polémica surgió cuando el curador de la exposición, Benjamin Stora, historiador de la Argelia colonial, a quien tras casi tres años de trabajar en el proyecto le comunicó la autoridad regional su despido y la cancelación de la muestra.
Sin embargo, las autoridades políticas del municipio de Aix en Provence la tomaron como una medida radical y se vieron forzados a reconsiderarla, por lo que Stora fue sustituido en la curaduría por el filósofo Michel Onfray, quien antes de ser nombrado oficialmente, dimitió tras las críticas y obstáculos a su designación, no sin criticar a todos los involucrados en el conflicto.
Por una parte, Stora quería poner de relieve la vinculación de Camus con Argelia, cuando los argelinos se alzaron por su independencia. Además de resaltar en la exposición el humanismo de Camus durante esta guerra, que le llevó a denunciar las torturas y las penas de muerte impuestas a cientos de independentistas.
Hay que recordar que Camus era un pied noir (residentes en el país norafricano de origen francés).
Cuando Argelia logró su independencia, en 1962, los franceses radicados allí volvieron al país galo. Buena parte de esa comunidad se instaló en la región de Aix en Provence (se calcula que de sus 140 mil habitantes, unos 40 mil son pieds noirs, con mucho peso electoral). Allí vivió Camus con su familia. Y allí sigue viviendo su hija Catherine.
Esos pieds noirs, agrupados en la asociación de ex prisioneros de la Argelia francesa, partidarios de la OAS (la extrema derecha colonialista), aún recuerdan el papel de Albert Camus en la guerra y no están de acuerdo con la idea de reivindicarlo. Menos en una exposición a cargo de un intelectual, como Stora, cercano en su momento al Frente de Liberación Nacional argelino.
Más involucrados
En ese conflicto también se han visto involucrados la alcaldesa de Aix en Provence, Maryse Joissains-Masini, quien «presume de ser amiga de Nicolas Sarkozy, y aunque milita en la centroderecha dice simpatizar con las ideas del Frente Nacional argelino».
La ministra de Cultura del gobierno socialista de François Hollande, Aurélie Filipetti, tomó cartas en el asunto, al desaprobar el despido de Stora y amenazar con retirar el logotipo y la subvención a la muestra.
A lo que Onfray replicó, ironizando, que le extrañaba que la ayuda estatal «no fuera para el proyecto Camus, sino para su comisario».
En su momento, la alcaldesa de Aix en Provence apoyó al filósofo y declaró que si Cultura quitaba a Onfray de la exposición sería «un acto de censura digna de los regímenes soviéticos», lo que no ocurrió, pues el filósofo dimitió antes.
Filippetti, aparte de lamentar no haber sido consultada para el cese de Stora, lo consideró un error: «La exposición de Stora hubiese sido la verdaderamente atractiva, porque él es un gran admirador de Camus y máximo especialista en la guerra de Argelia».
Así las cosas, habrá que esperar hasta el 7 de noviembre para ver el resultado de dicha polémica.
Por fortuna –de acuerdo con el diario Clarín.com–, no todo es controversia alrededor del legado de Camus. En marzo de 2012 se desempolvó en los Archivos Nacionales de Ultramar un artículo extraviado que el autor de El extranjero había escrito el 25 de noviembre de 1939 para Le Soir Républicaine, de Argel.
En Francia regía la censura y el texto nunca salió a la luz, hasta ahora. Allí define los cuatro mandamientos de la prensa libre: lucidez, desobediencia, ironía y obstinación.
«El periodismo –escribió Camus– debe rechazar lo que ninguna fuerza le podría hacer aceptar: servir a la mentira». Más de siete décadas después, sus palabras arden como una antorcha que ilumina este presente amenazado por tantos oscuros abismos.
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