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martes, agosto 03, 2010

Noticias / Inglaterra: Raymond Scott, el estafador enamorado

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El falso anticuario británico. (Foto: AP)

C iudad Juárez, Chihuahua. 3 de agosto 2010. (RanchoNEWS).- En junio de 2008, Raymond Scott entró en la Biblioteca Folger Shakespeare de Washington vistiendo una camiseta demasiado grande, mocasines sin calcetines y unas gafas de sol Tiffany's «que no se quitó en toda la mañana», según le describió dos años después ante un tribunal británico Richard Kuhta, bibliotecario jefe de Folger. El estrafalario personaje se presentó como un multimillonario escocés que había comprado en Cuba un ejemplar original del First Folio de Shakespeare, editado en 1623. Una nota de Walter Oppenheimer para El País:

Scott había ido al lugar adecuado. La Folger guarda 79 de las 231 copias que aún existen de los 700 ejemplares impresos en su día. De ellas, nueve están en paradero desconocido. Tanto saben en la Folger sobre el First Folio que Richard Kuhta sospechó de inmediato que aquello que tenía delante podía ser auténtico y tratarse de una copia desaparecida. Como la historia que le contaba Scott no le cuadraba, le dijo que necesitaba 48 horas para confirmar la autenticidad del libro.

Contactó con un experto de la Biblioteca del Congreso, Daniel de Simona, que enseguida detectó que habían sido mutiladas algunas páginas y que no parecía que el texto hubiera pasado varios años olvidado en los desvanes de un guardaespaldas de Fidel Castro en Cuba, como explicaba Scott. Otro experto americano, Stephen Massey, dictaminó que el libro procedía de Durham, noreste de Inglaterra. Movilizados el FBI, la Embajada británica en Washington y la policía de Durham, pronto se confirmó que se trataba del ejemplar del First Folio robado en 1998 en la Universidad de Durham.

La policía descubrió que Scott no era un multimillonario que estaba vendiendo su negocio de maquinaria pesada en Escocia, con la madre en Montecarlo y conexiones con Liechtenstein. Era un estafador condenado 25 veces desde 1977, que vivía con su madre en Wingate, en el condado de Durham, y sin empleo. De hecho, vivía de los subsidios del Estado y debía 90.000 libras (108.000 euros) a través de sus tarjetas de crédito, con las que costeaba sus sueños de grandeza: el Ferrari amarillo, los sombreros Panamá y la bailarina cubana de 21 años de la que se había enamorado y a la que había enviado 12.000 euros en cinco meses. Por eso quería vender el First Folio: para irse a vivir con ella.

Un juez de Newcastle le ha absuelto del delito de robo pero le condenó ayer a ocho años de cárcel por intentar vender objetos robados y haber sacado de Reino Unido propiedades robadas. «Es usted un vándalo cultural», le reprochó.


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