Rancho Las Voces: Textos / Antonio Lucas: «Por qué dije que podía ganar Tranströmerl»
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jueves, octubre 06, 2011

Textos / Antonio Lucas: «Por qué dije que podía ganar Tranströmerl»

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El poeta, junto a su mujer en su casa de Estocolmo, tras conocer el fallo de la Academia. (Foto: Efe)

C iudad Juárez, Chihuahua, 6 de octubre 2011. (RanchoNEWS).- Sospecho que dije aquello hace 24 horas, cuando me lo preguntó Luis Alemany para elmundo.es, porque estoy leyendo el último libro de Tomas Tranströmer, Deshielo a mediodía, publicado por Nórdica. Un texto de Antonio Lucas escrito para El Mundo:

El libro es una selecta antología de su obra y en ella se revela un poeta esencial, de una intensidad extraña, de un territorio delicadísimo y elíptico a la vez. Trae en las alforjas el filifí del surreliasmo de su primera tentativa en las letras y la metafísica de las montañas, ese mirar el espacio abierto, la Naturaleza, hasta concretar el mundo. No sé, algo que viene a ser distinto a todo: «Volúmenes oscuros, rostros cerrados», como dice en el poema La biblioteca.


Tranströmer es sueco y el primer «poeta/poeta» al que otorgan esta distinción desde que en 1996 recayera en la polaca Wislawa Szymborska. En distintas ocasiones sonó con cierta tamborrada días antes de la concesión del Nobel. Algo que lo descartó de modo automático de las expectativas de lograr el galardón. Cositas del premio.

El año pasado alguna plataforma virtual le dio el triunfo minutos antes de que el sexcretario de la Academia Sueca entonara el nombre de Mario Vargas Llosa. Tenía, pues, que llegar Tranströmer ya. Le tocaba por demasiados motivos. Esencialmente por el único que importa, porque es un excelente escritor que viene de la sorpresa y del manadero de los clásicos. De la imagen que estalla con delicadeza y del compás latente de Horacio.

La poesía de Tranströmer no juega al jeroglífico, sino que va tunelando con emoción lo que hay por dentro de la vida y lo que suena ahí afuera. En una combinación perfecta. El poema, así, se convierte en un manual para sobrevivir al ruido, a la confusión, a la velocidad de lo fugaz. Su escritura sale a la luz por una trampilla inédita. Y en ese viaje rompe fuertes y fronteras para hacer del lenguaje la baliza de la identidad.

En su obra hay un despliegue de registros que al final se concentran en una única voz, la voz múltiple de lo esencial, de quien está en la literatura a la manera del «comando autónomo», alejado de modas y capillas, de estilos definidos, de lecciones de escuela, de hojas de ruta colectivas... Sin más retórica que la palabra de frente. De ahí también su acercamiento al 'haiku', al gesto en miniatura.

Una apoplejía le arrasó el habla en los primeros compases de la década de los 90. Pero eso no le ha impedido escribir. Ni alumbrar la realidad de la única manera en que ésta asume certeza, verdad y sentido. Transformándola. Dotándola de mirada. Colisionando con ella.


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