La banda. (Foto: Tomada de la página Revolver)C iudad Juárez, Chihuahua, 3 de febrero 2012. (RanchoNEWS).- Han pasado 14 años desde la última vez, pero no han sido tan devastadores como se podría esperar de una banda de rock que ha estado en proceso de abandono. David Lee Roth y los Van Halen, representados por la mítica guitarra de Eddie, la batería de Alex y el bajo del juvenil del conjunto, Wolfang, el hijo de Eddie, tiraron de nostalgia y de una entrada triunfal para conectar y entusiasmar de inmediato a los presentes, unos 250 miembros de la industria musical congregados en un plató de los estudios Henson Recording de Los Ángeles, el mismo lugar donde Charlie Chaplin rodó El chico y Tiempos modernos. Una nota de Pablo Scarpellini para El Mundo:
A Eddie le correspondió el primer acorde atronador de su guitarra eléctrica, las primeras notas de un ejercicio 'revival' antes de presentarle al mundo su último disco el 7 de febrero, «A Different Kind of Truth», un trabajo que recoge el testigo de Van Halen III de 1988, y que está plagado de maquetas de sus inicios, allá por los 70, que nunca vieron la luz.
El resto del espectáculo, casi en su totalidad, fue de Roth, entregado a la causa con un aspecto hilarante y muy de estrella de rock a la antigua, con brillantina y lentejuelas en los pantalones de cuero, una camisa azul chillona, el pelo corto de señor respetable y con calvita a lo Woody Allen lejos de las greñas que marcaron su éstética durante décadas, una sonrisa inmensa, el sarcasmo vivo y la irreverencia dispuesta. Inmenso, pletórico, glorioso, escupiendo el sudor a gritos.
En ese magno despliegue de generosidad y entrega, Roth dirigió a su banda hacia clásicos como Runnin' with the Devil, Ain't Talkin' Bout Love, Hot for Teacher, Panama y Everybody Wants Some, además de ocuparse de versionar a The Kinks con un notable You Really Got Me. También incluyeron en su repertorio temas del disco que llevarán de gira por Estados Unidos como Tattoo, The Trouble With Never y She's the Woman.
Van Halen fue de menos a más en la vuelta a los escenarios de su California natal. Sonaron redondos, convencieron al personal «agasajado con cerveza, vodka y champán, además de comida a gogó» y dejaron un buen sabor de boca. Roth y los Van Halen supieron divertirse, igual que en los viejos tiempos y con las rencillas históricas guardadas en un baúl.
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