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Nuevas ediciones mantienen viva la memoria del escritor mexicano en el 30ª aniversario de su muerte. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 9 de enero de 2013. (RanchoNEWS).- «Si no ha leído a Jorge Ibargüengoitia, compre alguno de sus libros y léalo. Es muy probable que no encuentre nada en las librerías españolas, lo que demuestra, una vez más, que la vida puede estar muy bien, pero el mundo está muy mal. Si tiene un amigo en México, consiga que le envíe las obras de Ibargüengoitia. Si no tiene ese amigo, laméntelo amargamente. Insisto: lea a Ibargüengoitia». Este fue el reclamo que hizo Enric González, en 2007, sobre el libro Instrucciones para vivir en México (de Planeta México) del autor mexicano. Cinco años después la obra literaria de Ibargüengoitia tiene más presencia en las librerías y, en el 85º aniversario de su nacimiento y 30º de su muerte, goza de un mayor reconocimiento por parte de los lectores. Una nota de Víctor Núñez Jaime para El País:
Toda la obra literaria del mexicano Jorge Ibargüengoitia (1928-1983) está llena de humor, ironía y sarcasmo. Miraba con agudeza lo que ocurría a su alrededor y poco tardaba en escribir un cuento, una novela o un artículo periodístico. Se burlaba con cierto lamento de las tropelías cometidas por la clase política del PRI. Contaba los hábitos sociales de sus paisanos y daba así las claves para entender a México. En forma divertida pero, en el fondo, muy seria. Este 2013 se cumplen 30 años de su muerte, mientras sus libros se reeditan en España.
El académico y escritor Guillermo Sheridan asegura que «Ibargüengoitia privilegia la sedimentación de la historia como farsa en la imaginación convencional, su condición de catecismo civil, y procede a analizar narrativamente sus argucias legitimantes por medio de una feroz parodia del estilo, aplicándole a destiempo el sinsentido común, buscando en su tejido interior la razón de la sinrazón característica de la débil cultura política y moral del país».
Sheridan compiló en cuatro libros los artículos que Ibargüengoitia escribió para el viejo diario Excélsior (quizá el más famoso sea Instrucciones para vivir en México) y en el Centro de Estudios Literarios de la UNAM ha diseccionado varias de las novelas de su compatriota. «En un país en el que los que pierden las batallas son los que llegan más lejos, Ibargüengoitia consigue, como quizá ningún otro narrador en México, con una asombrosa economía de medios, un retrato perfecto de la lacónica idiosincracia mexicana en su lenguaje: en el retórico y el coloquial. Detrás de ambas formas del silencioso disimulo, traza una cotidianeidad que sobrevive las ruidosas olas de la historia con un escepticismo total», explica.
La Ley de Herodes y otros cuentos es el quinto libro de Jorge Ibargüengoitia que la editorial RBA publica en España. Son once ingeniosas historias en donde el narrador y protagonista se convierte en víctima de las circunstancias, la arrogancia, la mezquindad, la falta de respeto o las mentiras de sus más allegados. Tienen la etiqueta de cuentos, pero bien podrían ser crónicas de la propia cotidianidad del autor. A veces íntimas, a veces ridículas, pero siempre catárticas.
Ibargüengoitia nació en Guanajuato (centro de México) en 1928. Se fue al Distrito Federal porque quería ser ingeniero, pero después de tres años de estudiar la carrera decidió que lo suyo eran las letras y no era hacer puentes o carreteras. Probó primero en el teatro. Fue discípulo del dramaturgo mexicano Rodolfo Usigli, pero cuando éste no lo mencionó entre sus alumnos «más prometedores», el ánimo de Ibargüengoitia quedó tan afectado que no quiso escribir más obras. Así que comenzó a hacer novelas. Con la primera, Los relámpagos de agosto, una sátira de la Revolución Mexicana, ganó en 1964 el prestigioso Premio Casa de las Américas que en Cuba consagraba a los escritores hispanos. Pero con Las muertas (1977), basada en la historia real de una banda de lenonas conocidas como «Las Poquianchis», se consolidó entre el gusto de los lectores.
«Si Juan Rulfo elevó la literatura mexicana a una narrativa tan telúrica como transtemporal», señaló en 2009 el escritor Sergio González Rodríguez en las páginas del suplemento Babelia, «tan inserta en las fatalidades de su historia como en sus relatos de cacicazgos violentos, tan magistral en el reflejo de la pervivencia de los muertos y su nostalgia amorosa, que hablan igual que si estuvieran vivos y al hacerlo construyen un espacio extraordinario de lo que se debe aceptar y valorar como ficción moderna en un rango superior, Las muertas es una novela en la que la tierra aparece con todo su peso temporal, irónica frente a los determinismos de sus instituciones corruptas: gobierno, ley, religión, trabajo; funérea en su sarcasmo de la ignorancia y la incuria y deslumbrante en su retrato de mujeres explotadas por parte de unas hermanas criminales en un confín del centro de México. Es la degradación de vivos que hablan como si estuvieran muertos».
Los pasos de Ibargüengoitia
Además de La Ley de Herodes y otros cuentos, RBA ha publicado en España otras cuatro obras del autor mexicano:
Estas ruinas que ves. Una sucesión festiva, dinámica y alegre de anécdotas bajo una atmósfera provinciana. Después de vivir muchos años en la capital, el protagonista regresa a su ciudad natal contratado para dar clases en su «provinciana» Universidad.
Las muertas. Varios testimonios reconstruyen un caso real que conmocionó al México los años sesenta: la aparición de varios cadáveres de prostitutas en distintas propiedades de unas madames.
Dos crímenes. En clave policial y tragicómica, se narran las pasiones y las mezquindades con las que se topa Marcos, cuya militancia política clandestina lo lleva a huir al campo para refugiarse en casa de un tío rico. Pero las mentiras que teje complican su situación.
Los pasos de López. La aventura de una conspiración en plena lucha por la Independencia, tan cómica como errónea, desencadena las fuerzas de la historia en donde se ven implicados unos personajes que poco tienen de héroes patrios.
Ibargüengoitia fue esposo de la pintora inglesa Joy Laville, que le ilustraba las portadas de sus libros, y juntos se fueron a vivir a París a finales de la década de los setenta del siglo pasado. En 1983 el escritor fue uno de los invitados al Primer Encuentro de Cultura Hispanoamericana en Bogotá, Colombia. Estaba trabajando en una nueva novela que iba a llamarse Isabel cantaba, pero le pareció oportuno hacer una pausa para ir al Congreso. El avión que lo llevaría hasta la capital colombiana hizo una escala en Madrid y, poco después del despegue, se estrelló en Mejorada del Campo. Era el 27 de noviembre de 1983.
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