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Fotograma de la película Birdman. (Foto: Archivo)
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iudad Juárez, Chihuahua. 5 de enero de 2015. (RanchoNEWS).- Entre los años 80, así en general, y el viernes próximo, fecha del estreno de Birdman, media, básicamente, un actor. Michael Keaton (Pennsylvania, 1951) es su nombre. En la última película de Alejandro González Iñárritu, el que fuera el mejor Batman posible se mira al espejo para dar vida a una vieja estrella (superhéroe volador para más coincidencia) que de repente descubre la gracia de su oficio. En efecto, como Gloria Swanson en Sunset boulevard, Keaton juega a ser Keaton, pero de otra manera. Ahora aspira al Oscar a fuerza de mirarse por dentro; a sí mismo y a la industria que le da cobijo. Y todo ello en un único, eterno, trucado y virtuoso plano-secuencia. «Al cine», dice, «le pasa como a los acentos... Usted es de Madrid, ¿verdad? Al español imagino que le ocurrirá lo mismo que al inglés, en cada sitio antes sonaba distinto... Ahora esa diversidad está desapareciendo. Todos hablamos cada vez de forma más uniformada. Quizá es culpa de internet». Y llegado a este punto, mira al entrevistador, pide disculpas y... empieza la entrevista que le hace Luis Martínez para El Mundo:
Siguiendo con el tema, no por casualidad en Birdman se habla mucho...
Toda la película es muy meticulosa con cada palabra. Pese a su aspecto, nada está improvisado. Cada toma duraba alrededor de 10 minutos y no te podías equivocar. Además, se pasa de la comedia a la tragedia en la misma escena. Es algo completamente nuevo en mi carrera. No es en absoluto lo típico que repites una y otra vez hasta dar con lo que quiere el director. Aquí, había que lanzarse en cada toma como si fuera la última... O la primera.
¿Cuanto tiene Birdman de autobiografía o hasta qué punto no se puede interpretar toda ella como una gran metáfora de la estrella que fue Michael Keaton y lo que es hoy?
Si se trata de una autobiografía de alguien es del propio Alejandro. No creo que este personaje hable más de mí que cualquier otro que haya hecho en mi vida. Sí es cierto que Riggan Thomson [así se llama en la cinta] es un actor que tiempo atrás interpretó a un superhéroe... Es inevitable pensar que hay paralelismos, pero... yo no iría tan lejos. No creo ser tan patético como él... Ni tampoco tan valiente.
En cualquier caso, de lo que sí habla la película es de la veneración al ego que conlleva el oficio de actor ¿Ha padecido usted mismo esta enfermedad?
Yo no generalizaría. Sí es cierto que se ven y se hacen muchas estupideces en un sitio como Hollywood, pero no tiene que ver con el hecho de que seamos artistas... Es demasiado fácil afirmar cosas así. Creo que es más bien cosa de la propia condición humana. Perfiero pensar en los resultados de mi oficio. De Hollywood salen películas fantásticas que amo con todas mis fuerzas.
¿Cuánto ha cambiado Hollywood desde los 80, cuando usted se consolidó como un estrella, hasta ahora, que todos le sitúan como candidato al Oscar?
[Se ríe] El cine ha cambiado tanto como el propio mundo en el que vivimos. Le apuesto a que el Madrid de ahora no tiene nada que ver con el de hace 20 años. Ahora hay un Starbucks en cada esquina... ¿Cómo se llama la tienda española ésa de ropa que está por todos los lados?
¿Zara?
Eso es. El mundo entero se ha convertido en un gran 'mall', el mismo gran centro comercial vayas donde vayas. Algo parecido le ha ocurrido a la industria del cine. Antes había más diversidad y ahora se ha estandarizado todo. Todo está en manos ahora de grandes corporaciones. Pero cuando digo 'todo', me refiero tanto al cine como a cualqueir otra actividad humana. No puedo decir que lo que ocurre ahora me guste más, pero no quiero ser el pesado que diga que antes era todo mucho mejor. Las cosas son así.
En cualquier caso, imagino que antes y ahora hay una gran diferencia entre trabajar en una película comercial haciendo de Batman que en una independiente como Birdman...
El trabajo es siempre el mismo hagas de lo que hagas. Mi trabajo es igual de duro en una película de 200.000 dólares que en otra de 200 millones. Quizás, por el tiempo de rodaje, en una película pequeña tienes más presión y el trabajo es más intenso. Es más aburrido trabajar en un blockbuster. Tal vez por eso te pagan más en estas últimas [se ríe].
Birdman es también una reflexión sobre lo que significa ser un actor. Vamos allá: ¿Qué significa para usted su profesión?
Me gusta mi profesión, pero, la verdad, no me planteo muy a menudo por qué. Mi vida en realidad es muy aburrida para cualquiera que la vea desde fuera. No para mí, desde luego. No soy ni he sido nunca lo que se entiende como una estrella. Pero llega un momento en la vida que te miras en el espejo y necesitas la verdad. No sé... creo que ahora aprecio más lo que hago porque soy consciente de que el mío es un trabajo bien extraño que no tiene nada que ver con nada. Esto lo he empezado a pensar últimamente.
En un momento de la película uno acusa a otro de confundir admiración con amor. ¿Qué relación mantiene usted con la fama?
Sin duda, mi trabajo es el tipo de ocupación ideal para acabar creyéndote lo que no eres. Es muy difícil mantenerse cuerdo. Pero creo sinceramente que nunca he sido infectado por todo eso... La noche pasada en un restaurante de Venecia se me acercó un tipo y me dijo que Una pandilla de lunáticos era su película favorita. No sé, es algo tan increíble como sencillo. Le gusta eso. Ya está.
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