Autoretrat de Català-Roca. (Foto: Arxiu fotogràfic Francesc Català-Roca)
C iudad Juárez, Chihuahua. 2 de mayo de 2016. (RanchoNEWS).- En sus memorias, el fotógrafo Francesc Català-Roca (1922- 1998) explica que es amigo de todo el mundo, pero con poco consigue una amistad profunda. Uno de ellos fue el pintor Joan Miró, al que conoció en 1953 cuando el director de cine americano Thomas Bouchard realizaba un documental sobre el pintor y le pidió a Català-Roca que lo ayudara. Del año siguiente es la primera fotografía que hizo del pintor. Es en la puerta de la catedral de Tarragona y Miró aparece sonriendo de forma distendida. Desde entonces, nació una gran amistad que perduró más de tres décadas. Lo explica Núria Gil, conservadora del Arxiu Català-Roca que conserva el Col·legi de Arquitectes de Cataluña que ha proporcionado cerca de las treinta imágenes de Benvolgut Mestre Català-Roca, una doble exposición que se inaugura hoy en la Fundación Setba, el centro cultural de la plaça Reial. José Ángel Montañés reporta desde Barcelona para El País.
Doble, porque junto a las imágenes, retratos de personajes famosos y anónimos realizados por Català-Roca, como el de unos jóvenes Ana Maria Matute, Joan Josep Tharrats y Joan Abelló, en 1952, Jean Cocteau, Josep Guinovart y Josep Llorens Artigas y Modest Cuixart, en 1953, Jacques-Yves Costeau, Antoni Clavé, en 1954, La Chunga, en 1955, Joan Teixidor, Antoni Tàpies, en 1970 y Josep Pla, Antoni Saura, Eduardo Chillida, en 1975; se muestran 10 fotografías de otros tantos fotoperiodistas actuales que han aceptado el juego (reto) que Cristina Sempere, directora de la fundación y comisaria de la muestra de dialogar con las imágenes del maestro. «No pretendemos descubrir la importancia de Català-Roca, pero si reivindicarl », explica Sempere que asegura que propuso a Sandra Balcells, Colita, Pepe Encinas, Joan Guerrero, Kim Manresa, Jordi Pol, Leopoldo Pomés, Txema Salvans, Tino Soriano, además de Andreu Català, hijo de Francesc, «si suscribían el título de la exposición, Benvolgut Mestre reconociendo así el papel capital de Català-Roca en la fotografía actual».
Model de Català-Roca (1955). Arxiu Fotogràfic Francec Català-Roca
Eve, de Leopoldo Pomés, de 1963. Leopoldo Pomés
Todos aceptaron. Y jugaron con las imágenes que les proporcionó Sempere: A nivel de la composición como Sandra Balsells, que compara un cofrade siciliano con un marinero de la VI flota americana de 1953. A nivel de la mirada de los fotografiados, como la gitanilla de Pepe Encinas y la florista de 1954. A nivel de los gestos, como el quichua ecuatoriano de Joan Guerrero y el pastor de 1970, que se cubren el rostro de forma parecida; o a nivel de la sensualidad de las modelos. La fotografiada por Leopoldo Pomés de esbeltas piernas y la de la larga melena rubia de Monique, protagonista de Model de 1955; dos imágenes que podían intercambiar la autoría. «Al ver las fotografías todos buscaron una imagen suya que pudiera dialogar», explica la comisaria que destaca que todos los personajes de esta serie son anónimos excepto la imagen de Colita que muestra a un Dalí en 1980, sin la fuerza y la vitalidad, en la mirada y el propio bigote, del Dalí de 1952 que vivía su época de esplendor tras regresar de Estados Unidos y pintar sus obras más reconocidas. «Es también un buen diálogo», admite Sempere.
Las fotografías del maestro muestran, según Gil el dominio de la luz y de la técnica. «No utilizaba flash, ni iluminaba de forma artificial, no hacia fotos de estudio, siempre buscaba algo que vinculara al personaje con su entorno, y acudía a los sitios en el momento concreto en busca de la luz que buscaba. También, que sus negativos eran casi perfectos, sin retoques, ni añadidos. Las clavaba, porque también todo era muy caro y había que economizar», explica esta especialista y admiradora de Català-Roca, que explica que las fotografías de los artistas se publicaron en la publicación Revista acompañados de textos del crítico de arte Cesáreo Rodríguez Aguilera,
Las fotografías de Català-Roca son copias, de 70 por 70 centímetros, que se realizaron para una exposición del Museo Morera de Lleida que ha itinerado por diferentes localidades de Lleida y últimamente se ha visto en Vic (capital cultural de Cataluña) y Manresa. Ahora la exposición llega por primera vez a Barcelona con el añadido de los diez fotoperiodistas y exponiendo dos de las cámaras fetiches del artista: su Hasselblad y su Leika, además de material fotográfico como un par de álbumes de contactos, dejando claro que Català-Roca ha dejado grandes discípulos.
La Fundación Setba lleva desde 2009 instalada en un enorme piso de 300 metros de la plaza Reial de Barcelona. Cada año organiza cuatro o cinco exposiciones. Una de ellas, anual, destinada a recuperar la memoria de la plaza, a través de sus comercios como las que protagonizaba el Taxidermista o el Sidecar, o sus personajes, como la centrada en Fructuós Canonge, un famoso abrillantador de calzado y mago que vivió en este ecosistema cuadrado de la ciudad.
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