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El escritor británico, autor de El atlas de las nubes, atiende a El Cultural en Cork, escenario de su última novela, Relojes de hueso. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 2 de mayo de 2016. (RanchoNEWS).- David Mitchell (Southport, 1969) atiende a El Cultural en Cork, la segunda ciudad más importante de Irlanda tras Dublín. Allí reside el escritor británico con su familia desde 2003 y allí tiene lugar una de las seis partes en las que se divide su última novela publicada en España, Relojes de hueso (Literatura Random House). Para los iniciados en la obra de Mitchell, autor de novelas como El atlas de las nubes (adaptada al cine por los hermanos Wachowski y Tom Tykwer) o Mil otoños, el voluminoso libro posee los rasgos que le han convertido en uno de los escritores más populares y sorprendentes del Reino Unido: la utilización de varios narradores en primera persona, el viaje a distintas épocas históricas que desembocan en un futuro distópico, la introducción de elementos fantásticos anclados a la realidad cotidiana y la reflexión acerca de la muerte. No en vano, toda su obra trascurre en una universo paralelo conectado a través de varios personajes. En Relojes de hueso, sin ánimo de desvelar ninguno de las sorpresas que guarda el libro (que son muchas), la historia gira en torno a la desaparición del pequeño Jacko en Gravesend, un pequeño pueblo situado al noroeste del condado de Kent, en 1984. Un hecho relacionado con una ancestral lucha entre el bien y el mal en la que Holly, la problemática hermana mayor del niño desaparecido, es una pieza clave. Javier Yuste entrevista al escritor para El Cultural.
Mitchell, a pesar de estar ligeramente constipado (motivo por el cual ofrece el codo en lugar de la mano), se muestra atento y educado y piensa con cuidado cada respuesta, como si le diera miedo decepcionar al entrevistador. Si en el libro uno de los personajes es un escritor conocido como el Chico Malo de las Letras Británicas, el autor de El atlas de las nubes se encuentra en las Antípodas de tal imagen, Con él hablamos de la continuidad en su obra, de los críticos literarios (que suelen tener destinos poco agradecidos en sus libros) y de cómo afectarán las nuevas tecnologías a las narraciones futuras.
Ha vivido en distintos lugares de Inglaterra, en Italia, durante varios años en Japón. ¿Por qué convirtió Cork en su residencia familiar?
En el año 2003 mi esposa y yo tuvimos un bebe y queríamos que creciera en un entorno agradable. Yo entonces era un escritor bohemio y pobre, en apuros económicos... Inglaterra era muy cara y el mercado inmobiliario, una broma. Cork era un poco más barato, el oeste de Cork es precioso, sobre todo cuando no llueve, y la densidad de población es muy baja. Hay pocos coches en las carreteras, hay poca gente en la playa y en aquellos días dorados los escritores no tenían que pagar impuestos sobre la renta. Después de la crisis, esto último cambió pero fue bonito mientras duró.
¿Hay ambiente literario en Cork? Dicen que los irlandeses escriben mejor en inglés que los propios ingleses…
Para ser un país con tan pocos habitantes, Irlanda seguramente produce más grandes escritores per cápita que cualquier otro país y la palabra escrita recibe aquí un respeto que probablemente no tiene en el Reino Unido. Cada país en el que se habla inglés incorpora a la lengua nuevos matices, nuevos colores y nuevas notas musicales. Por su puesto en Irlanda el inglés se ha visto obligado a acomodarse a una plantilla o pauta irlandesa. Es una influencia fuerte y hermosa. Pero esto también ocurre con Jamaica o en la India. Y supongo que ocurre igual con el español en América. La influencia de cada territorio se deja notar. ¿Hace esto que los escritores sean mejores en aquellos lugares? Pues no sé si son mejores pero lo que sí sé es que hay belleza en la diversidad.
La mortalidad es el tema principal de Relojes de hueso…
Sí, yo la llamo mi novela de la crisis de la mediana edad.
¿Le empiezan a pesar los años?
Cuando llegas a los 44 años te miras en el espejo y ves que tu juventud ha desaparecido y que el reflejo se parece bastante a tu padre. Se te empieza a caer el pelo y en todas las fiestas te das cuenta de que eres la persona más vieja. Así que sí, evidentemente empiezas a pensar en la mortalidad y necesitas tener una relación más sana con ella que con el miedo. Mi libro en cierto modo es como una larga carta que me he escrito a mí mismo sobre lo indeseable que es la mortalidad y por lo tanto representa el camino hacia la aceptación. Plantea la siguiente pregunta, ¿qué precio pagarías si pudieras burlar a la muerte? ¿Estarías dispuesto a pagar con tu conciencia? ¿Seguirías siendo humano si lo hicieras?
De hecho, una especie de pacto fáustico arrastra a uno de los personajes principales. ¿Por qué es tan recurrente este tema en la literatura?
Porque en todos los siglos de la historia la gente ha sentido pánico a la muerte. No nos queremos morir, no es una idea agradable. La decrepitud da mucho miedo y el arte de los pactos fáusticos es una especie de consuelo. Es como la mantita de un niño. Pero la inmortalidad también fracasa y normalmente se convierte en algo peor que la propia muerte. Cuando muestra esto último, la literatura es una especie de Jack Daniel´s doble que todas las culturas se sirven para animarse.
Holly es el personaje en torno al cual gira toda la historia del libro. ¿Le costó mucho dar con su personalidad?
Sí, por supuesto, es una mujer. ¿Acaso tú las entiendes? [ríe Mitchell]. Pero por eso fue un reto interesante. No tiene ningún interés escribir algo que te resulta fácil. Como dicen los grandes guitarristas de blues, tienes que sangrar, tienes que cortarte los dedos… En este sentido, hay mucha sangre en el libro.
Hal el Hiena, el agente literario de Crispin Hershey, dice que una novela no puede tener la mitad de fantasía. ¿Qué opina sobre esto?
La frase procede de la cineasta Lana Wachowsky. Le estaba describiendo el argumento de Relojes de hueso y le dije que era como una fantasía a medias. Y ella me dijo: «David, querido, un libro no puede ser una fantasía a medias igual que una mujer no puede estar embarazada a medias». Me pareció una frase fantástica y por eso decidí meterla en el libro, independientemente de su veracidad. Pero le di muchas vueltas y llegue a la conclusión de que una novela no puede ser fantasía a medias pero sí que puede ser en una sexta parte completamente fantasía. Así que en esa parte en la que Relojes de hueso sí es fantástica está llena de seres inmortales y de poderes mentales estilo Harry Potter. En otras secciones hay algunas pinceladas pero solo eso.
¿Es tan competitivo el mundo de las letras como podemos pensar a partir de la historia de Crispin Hershey?
Para escritores competitivos es así de competitivo y más. Así que la solución es no ser un escritor competitivo y así harás buenos amigos y lograras mantenerlos y vivirás más años. Pero esto ocurre en cualquier área, puedes ser competitivo o colaborativo. Si quieres ser competitivo habrá muchas personas dispuestas a plantarte cara y ofrecer pelea. Pero, ¿por qué malgastar tu energía luchando y peleando cuando puedes establecer relaciones más productivas?
Crispin Hershey es el único personaje que habla en tercera persona de sí mismo…
Porque es un capullo pomposo. Es un ególatra y creo que es un hábito universal de todos los ególatras del mundo. Es como si estuvieran escribiendo ellos su propia biografía a medida que van viviendo y desde luego es ridículo.
¿Ha conocido a muchos escritores así?
No a muchos pero me siento muy agradecido por haber conocido a unos cuantos, hacen que el mundo tenga más color. Son parábolas con forma humana y nos enseñan a los demás porque no tendríamos que ser egocéntricos. El ego no es ningún palacio, es una celda de aislamiento en Guantánamo.
¿Qué piensa de la crítica literaria?
Hace tiempo que no leo las críticas de mis libros. Incluso las amables son como avispas en el picnic de una mente tranquila y necesito una mente tranquila para poder escribir. Y no me gusta esa parte de mí que se excita cuando me halagan. Sin embargo, algunos críticos literarios son personas sabias que piensan muy bien lo que dicen, saben más de literatura de lo que yo sabré nunca y es posible aprender de ellos. No es que desprecie a toda la tribu. En absoluto y en particular en esta época en la que cualquiera puede convertirse en un crítico. Los críticos profesionales y considerados son más útiles que nunca.
El escenario de sus novelas es prácticamente todo el mundo. ¿Qué importancia tiene aquí la experiencia y qué importancia tiene la imaginación?
Es raro que escriba sobre un lugar que no conozco. Tengo una palabra inventada, «implag», que son pequeños detalles que descubre si conoces un lugar y que le dan mucha credibilidad a una escena. Por ejemplo, si visitas Australia y se te cae zumo de naranja sobre la mesa, en cinco minutos habrá una hilera de pequeñas hormigas. O si intentas pasar en bici por un prado holandés de los que le han ganado terreno al mar y de pronto surge una tormenta de nieve, algunos copos, por muy buena que sea la chaqueta y los guantes que lleves puestos, llegaran sin duda y de forma milagrosa hasta tu axila.
Sus novelas han ido construyendo un mundo conectado a través de distintos personajes. ¿Hasta qué punto tiene estas conexiones pensadas?
Lo hago libro a libro en realidad. Organizo una especie de casting para los personajes que ya he creado y alguno puede llevarse el papel si creo que puede aportar algo. No puedo abusar porque esto pondría en peligro la independencia de cada novela pero me gusta a hacerlo porque le otorga cierta inercia a mi obra. Si al final no les doy el trabajo, mis personajes se van a la oficina de empleo a suplicar por cigarrillos y a maldecir mi nombre.
¿Hay un plan maestro para sus futuras novelas?
Tengo ideas para los próximos cuatro o cinco libros. Normalmente publico los años en los que se juega el mundial de futbol por lo que cuando acabe con ellos tendré 67 años. Vivo pensando ya en mis libros futuros y al tiempo estos libros futuros influyen en lo que leo, las invitaciones a los festivales literarios que acepto y también en los museos que visito. Siempre estoy investigando.
Hace poco ha escrito un relato en Twitter. ¿Qué opina de las posibilidades que abren la red y las nuevas tecnologías a los escritores?
Nací en el 69 así que tengo un pié en el mundo analógico y otro en el mundo digital, por eso probablemente no soy la mejor persona para hablar del tema. Opino que el libro de papel tiene un diseño inmejorable, y esto viene refrendado por el reciente renacimiento de las ventas. Sin embargo, las nuevas tecnologías van a aumentar, suplementar e incrementar a la narrativa tradicional. Hoy en día la narrativa que más gente experimenta es la de las series de televisión, ahora mismo hay más gente descargando lo nuevo de Juego de Tronos que leyendo cualquier best-seller. Además, las nuevas tecnologías chocan unas con otras y se complementan. Por ejemplo, Internet no sería lo mismo sin WIFI. Funcionaba pero no trasformó la vida del mismo modo ni mató a la industria musical hasta que llegó la banda ancha.
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