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viernes, marzo 19, 2004

Del gusto por leer, al negocio de vender

Fabiola Galván Campos / EL UNIVERSAL online
El Universal
Ciudad de México
Jueves 18 de marzo del 2004

En 1971 surge la primera librería Gandhi. Sin mayor conocimiento y con mucho amor por los libros, Mauricio Achar se lanzó a la aventura

M vida. auricio Achar Hamui sintió que la vida se le escapaba, cuando iba a ser operado del corazón hace tres años. Ahora que puede contarlo, dice que su deseo más grande sería poder vivir mil años. Y extrae de su memoria una frase de Zorba, El Griego, cuando éste se encontraba en el lecho de su muerte: “He hecho tantas cosas en mi vida, que en estos momentos en que estoy muriendo siento que son tan pocas, que hombres como yo deberían vivir mil años”.
Suena petulante para Achar Hamui pero así es, desearía poder vivir mil años (en alusión a la novela escrita por Nikos Kazantzakis), porque es un hombre al que le encanta vivir, investigar la forma de cómo puede hacer esto o aquello. No en balde son 33 años de encabezar una de las librerías con mayor prestigio en México: Gandhi, que debe su nombre al líder espiritual y luchador social hindú.

De ascendencia sirio-libanés, mexicano de nacimiento, su pasión por leer lo llevó a aventurarse en 1971 a poner una librería, sin mayor conocimiento de ello y le tocó aprender, porque tuvo muchos errores que provocaron la disolución de contrato con su socio, y la pérdida de casi la tercera parte de lo que había invertido, en el primer año de operación de Gandhi, en Miguel Ángel de Quevedo 134.

Durante la entrevista con EL UNIVERSAL online, este hombre reacio a platicar de su vida, se apasiona y manotea cuando de teatro se trata. Dice que desde los 13 años le gustó la actuación y por ello estudió en la academia de Andrés Soler. Y recuerda a Germán Dehesa, como su compañero de andanzas en estos menesteres.

El destino quiso que su hobbie por los libros se convirtiera en la forma como él podía vivir y mantener a su familia, sin dejar de lado la actuación. Con 67 años de edad, la clave de la vida, asegura, no es ser feliz, sino tener el mayor número de ratos agradables posibles. Y así lo hace, con su familia y amigos que lo conocen y reconocen en todas partes.
De iniciar en un local de 120 metros cuadrados a uno de 380 metros cuadrados. De tener 8 mil títulos a 100 mil títulos actualmente. De la casa matriz en Miguel A. de Quevedo a 16 sucursales distribuidas en el DF, Monterrey, Guadalajara, Veracruz (Jalapa) y Morelos (Cuernavaca), con casi 400 empleados.

Establecimiento, que a través de los años, se ha convertido en punto de reunión de intelectuales, artistas, políticos. Creador del concepto de galería de arte, café, librería, discos y DVDs en un mismo lugar. Es la historia del aquí y ahora, de un personaje que no deja de reconocer que detrás de una gran empresa hay un gran equipo de trabajo.

¿Gandhi o El Quijote?
La pasión de Mauricio Achar Hamui era leer, por lo que junto con un amigo decidieron poner su propia librería. Surge en 1971, en Miguel Ángel de Quevedo 134. Un año después truena con su socio y queda al frente del negocio, en un local de 120 metros cuadrados, pagando una renta inicial de 5 mil pesos. Diez años después compra el terreno, donde se encuentra actualmente.

Recuerda que en un principio pensó en poner como nombre El Quijote, sin embargo, alguien le prestó la biografía de Mahatma Gandhi, escrito por Louis Fisher y le cautivó demasiado por lo cual, sin dudarlo, así lo bautizó.
Para empezar el negocio, tomó el directorio telefónico y averiguó cuáles eran las editoriales más importantes. “Yo compraba muchos libros del Fondo de Cultura Económica, de Siglo XXI, les llamé y les dije: miren voy a poner una librería quiero ver de qué manera me dan crédito y arrancamos”.

Cuenta que al principio su socio y él cometieron muchos errores, que los afectó económicamente. El primer año fue “desastroso” porque perdieron casi la tercera mitad de lo invertido. “Si fueron unos 300 mil pesos, habríamos perdido unos 100 mil pesos, eso motivó la separación. Yo decidí seguir, porque me dije a mi me gusta esto y voy a salir adelante”, recuerda Achar.

Inicia formalmente operaciones en 1972, con galería de arte, cafetería, y libros. Cuando se amplía a dos locales introduce discos y DVD. Así empezó esta historia y de una librería con 120 metros cuadrados pasó a tener casi 380 metros cuadrados. De unos 6 mil u 8 mil títulos, maneja actualmente 100 mil libros editados en español, de una producción de 12 millones en todo el país, agrega.

De hecho, está programando para este año una donación de 80 mil ejemplares para las penitenciarías de todo el país. Incluso, la limpia también la está llevando a su casa. “Estoy tratando de deshacerme de todos los libros que tenía, quiero donarlos, ya no voy a leer”.

“Claro que me voy a quedar con algunos, yo tenía una colección maravillosa de teatro que eran mil obras, una colección chiquitita, que ya ni existe la empresa, se la doné al Colegio de Teatro de Jalapa, preferí que ellos la tuvieran”.

Con todo y la trova cubana
Al subir por las escaleras hacia la oficina de Mauricio Achar, se observa en la pared más de una docena de placas de teatro. Fue esa otra parte que innovó Achar, adaptó un foro de teatro (Foro Gandhi) por donde desfilaron puestas escénicas experimentales, además de los aún desconocidos intérpretes de la trova cubana.

“Por ese foro pequeñito, con capacidad para unas 90 o 100 personas, desfilaron artistas como Tania Libertad, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, este último por cierto fue aquí donde pisó por primera vez tierras mexicanas, antes de que pudiera llenar foros más grandes como el Auditorio Nacional”, dice.

Por la librería han desfilado muchos escritores famosos. “A Juan Rulfo le encantaba venir, también presidentes, quienes se toman un café, porque además el concepto de esta librería no existe en ningún lugar del mundo, y ya la han copiado”.
“Era algo novedoso, tu venías, te tomabas un café y veías una obra de teatro”, agrega, donde se cobraba una cuota de recuperación simbólica y que mantuvieron abierto aproximadamente 20 años. Por 1990 fue cuando se decidió cerrar el foro porque había la necesidad de ampliar las oficinas administrativas.

Aunque el dueño de librerías Gandhi no se quedó con las ganas de actuar en su propio foro, con Germán Dehesa como director, juntos montaron la puesta “La importancia de amar”. En la nota relacionada, el entrevistado relata sus anécdotas con Dehesa, opina sobre el nivel de lectura de los mexicanos y resume su filosofía de

Entre libros, teatro y Dehesa

Fabiola Galván Campos / EL UNIVERSAL online
El Universal
Ciudad de México
Jueves 18 de marzo del 2004

La vocación y profesión del fundador de librerías Gandhi es la actuación. El género que más le gusta es la comedia

La faceta desconocida del dueño de librerías Gandhi es su profesión: actuación. Estudió en la academia de Andrés Soler, que se ubicaba en la calle de Xalapa, en la colonia Roma. Su inquietud nació a los 13 años. Recuerda a su padre, a quien le gustaba la ópera y quizá por él, fue que le gustaron las artes.“Trabajo con Germán desde hace casi 30 años. El era escritor y director y yo actor”.

El género que le gusta es la comedia y junto con Dehesa ponían en cartelera, año con año, pastorelas como la última llamada “Bendito traspatio”, en alusión a la declaración del entonces representante de México ante la ONU, Adolfo Aguilar Zinzer, a mediados de noviembre del 2003.

Sin embargo tuvo que dejar la actuación hace tres años debido a su operación de corazón, además de mudarse a Cuernavaca.

Allá se reúne con un grupo para hacer teatro “leído” o poesía, una vez por semana o cada 15 días. Las novelas le fascinan y algunos de sus autores preferidos son García Márquez y Saramago, aunque su pasión está en los libros teatrales.

“Tengo una experiencia muy bonita, en una ocasión en que estaba actuando bajo las órdenes de Germán, llegó una persona y me dijo 'oiga, qué chingón actor es usted y que le contesto 'señor, muchísimas gracias. A la semana llega otro y me dice 'oiga, qué malo es usted actuando, pues es lo que sé hacer señor, lo lamento”.

“Lo que me pasó con una semana de diferencia, uno que me dijo que era el fregón de la pradera y otro que yo era malisimo. Me dice Germán, ¿quieres saber la verdad? Y yo le contesté que sí, pues los dos te mintieron, y yo creo que fue cierto, los dos mintieron”, y suelta una carcajada mientras se une a la plática su asesor, Javier Patiño Camarena.
“Hago teatro porque me divierte muchísimo, lo que pasa que a la larga te vas a dar cuenta de que uno hace lo que uno entiende qué hacer, con todo el riesgo de hacer el ridículo. Me divierte muchísimo, yo me subo a un escenario, y si tengo gripa allá arriba se me quita, se te quita todos tus males”.

México, país de lectores
En México sí se lee, afirma, “lo que pasa es que les conviene decir que no leemos pero no es un país africano, y sí se lee y te voy a decir porqué. Es el único país del mundo donde existen libros gratuitos y esa parte no se contabiliza”.
“De por sí se lee poco. Aclaro, no es lo mismo que se lea idealmente pero yo creo que todavía no estamos tan maduros como para poder pagar IVA, porque las ventas se irían para abajo”.

El año pasado, agrega, se repartieron 280 millones de libros gratuitos en primaria y ahora secundaria. Finalmente son libros lectivos, que en otros países forzosamente se tienen que comprar. “Que no es ideal, porque para educarnos todavía falta mucho pero tampoco estamos tan atrasados. En el momento que los libros de texto se tengan que vender este país se hunde”.

Resulta difícil para Achar Hamui calcular con cuánto colabora Gandhi en la colocación de venta de libros en México. “Y bueno han surgido muchas librerías, otras han cerrado. Por ejemplo, Conacyt tenía 23 librerías y las cerraron de golpe. Actualmente, una librería sólida es muy difícil”.

Librerías Gandhi se especializa en ciencias sociales y literatura, que son sus áreas básicas. La mayoría ya fue heredada a sus hijos, sin embargo, él mantiene la casa matriz. Que en sus inicios empezó con cuatro empleados y ahora tiene 400, distribuidos en Monterrey, Guadalajara, Veracruz, Morelos y DF.

Con un perfil de vendedores, con estudios de preparatoria y conocimientos de libros, “porque lo que que nunca vamos a querer convertir es esto en un autoservicio, sino que haya un trato personal, que alguien te recomiende dónde está un determinado libro, que te acompañe donde está”, dice Achar.

A vivir como Zorba, el griego
En su oficina destacan tres elementos: dos fotografías y una pintura. La primera es de la librería Gandhi que se encuentra frente a Bellas Artes (tomada en los años 30), la segunda es de Jorge Luis Borges, y el óleo es de la pintora Carmen Parra. Cuelgan también fotos de la familia.

Y cuando se le pregunta de objetivos, replica de inmediato que como todo, pasan cosas maravillosas y otras feas, pero las mayores satisfacciones se las dio el teatro. Sólo, agrega, me falta vivir mil años, recordando una frase de la novela de Zorba, el griego, escrita por Nikos Kazantzakis. “Dijo algo con lo cual me identifiqué totalmente y más en los momentos donde me operaban del corazón, cuando pensé ya me quedé aquí, hubo algo que me pegó muy fuerte” y extrae de su memoria esa frase al final de la obra...

“(...) siendo analfabeta (Zorba), manda llamar a alguien para que le escriba una carta a un amigo que vive a 5 mil millas de distancia de Grecia. 'En estos momentos en que estoy muriendo, pedí que viniera un escribiente para decirte cómo me siento. He hecho tantas cosas en mi vida y en estos momentos en que estoy muriendo siento que son tan pocas, que hombres como yo deberían vivir mil años'”.

Es muy petulante la frase, agrega, pero así me siento, me encantaría poder vivir mil años pero sé que no puede. Y recuerda cuando su familia lo tiraba de a loco por querer vivir de la actuación y ahora le expresan admiración “porque pensaron que iba a fracasar, lo que pasaba era que los libros eran mi hobbies y mi carrera era la de actor”.
Para finalizar la entrevista, cuando se le cuestiona en dónde se ve de aquí a cinco años, señala a su escritorio y dice “aquí”. Y lanza un consejo: la felicidad no existe, lo que hay son ratos agradables, recordando a Borges, trata de tener los más que puedas, que es el famoso aquí y ahora