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lunes, septiembre 22, 2014

Noticias / México: 1964 el año en que la cultura lució

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La creación de seis museos fundamentales en dos meses y medio convirtió al presidente Adolfo López Mateos en el adalid de la cultura. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 22 de septiembre de 2014. (RanchoNEWS).- Aquella mañana del lunes 21 de septiembre de 1964, la primera plana de Excélsior informaba: «Brillante epílogo tuvo ayer la Gran Semana de la Cultura»0. La noticia principal del Periódico de la Vida Nacional daba cuenta de cómo la apertura del Museo de Arte Moderno, que había encabezado el entonces presidente Adolfo López Mateos, concluía una jornada cultural intensa: cinco museos inaugurados en menos de dos meses. Una nota de Luis Carlos Sánchez para Excélsior:

Quizás en ninguna otra fecha, la cultura había lucido de la misma forma. La travesía comenzó el 8 de agosto con la apertura de la Pinacoteca Virreinal de San Diego (hoy desaparecida), siguió con la inauguración del Museo Nacional de Antropología el 17 septiembre; continuó el 18, con el Museo Anahuacalli; un día después, con el Museo Nacional del Virreinato, en Tepotzotlán, y terminó con el Museo de Arte Moderno, el 20 de septiembre. Pero la jornada se extendió hasta el 24 de octubre, cuando abrió el Museo de Historia Natural en el Bosque de Chapultepec.

A los museos abiertos durante ese corto periodo, se sumaron otros más que fueron inaugurados o remodelados durante la misma década: el Museo de Artes y Ciencias, MUCA, en 1960; el Museo del Caracol, en el mismo año; el Museo Casa de Carranza, en 1961; la reconfiguración de la galería del Palacio de Bellas Artes, en 1964; el Museo del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, también en 1964, y un poco más tarde, en 1965, el Museo Nacional de las Culturas, entre otros.

Voluntad política, interés por la cultura, pero también por mostrar la cara más amable del régimen imperante, así como la cercanía de Adolfo López Mateos con la comunidad de académicos e intelectuales, encabezada por el poeta Jaime Torres Bodet al frente de la Secretaría de Educación Pública (SEP), habrían permitido aquella jornada inédita, opinan testigos de ese momento a medio siglo de distancia.

«Yo creo que fue el interés de López Mateos por la cultura, él tuvo ese interés. López Mateos fue un presidente muy popular, yo creo que eso fue principalmente. Y también ver que los profesionales, etnólogos, historiadores, arqueólogos, se lo pedían para que quedara salvaguardado el tesoro de nuestra historia», opina el antropólogo e historiador Miguel León-Portilla, quien participó en 1962 con el grupo que planteó la necesidad de un museo de arqueología para el país.

«Voluntad política, lo que hizo posible esto fue la voluntad política. A López Mateos se le ocurrió que le quedaban dos años, le propusieron este (el Nacional de Antropología) y otros museos y dijo ‘pues de una vez nos seguimos’ y, como tenía a Pedro Ramírez Vázquez, que era muy buen gestor, y Torres Bodet era el secretario de Educación y los museos siempre han dependido de la educación, son el principal instrumento para educar al pueblo…», dice el artista plástico Manuel Felguérez, a quien se le encargaron obras para decorar los museos construidos.

Aliado de intelectuales

Su relación con la izquierda, el contacto que logró con líderes de diferentes movimientos sociales, como el de los ferrocarrileros, y el prestigio que tenía entre los grupos académicos e intelectuales, llevaron a Adolfo López Mateos a convertirse en candidato a la Presidencia a los 48 años de edad. «López Mateos tiene además un gran carisma, era un gran orador, posiblemente el mejor que se tuvo en México hasta ese momento, era además un hombre bien parecido», dice el historiador Pedro Castro.

El ingreso de López Mateos a la política sucedió cuando aún era joven, detrás de otro de los hombres reformadores de la educación en México, José Vasconcelos. «Le demostró a (Adolfo) Ruiz Cortines que tenía un gran sentido político y una capacidad de dirección, ya tenía una larga carrera en la política, que se inicia con el movimiento vasconcelista. Es un muchacho que servía como orador y ahí es donde da sus primeros pasos en la política».

Castro opina que López Mateos encarnaba el ideal vasconcelista. «Era un hombre de deporte, la concepción vasconceliana, es la de un concepto integral de ser humano, no solamente de altos niveles deportivos y culturales, a López Mateos no se le puede dejar de vincular con el vasconcelismo de una manera amplia».

Su vínculo con la intelectualidad continúa en 1944, cuando es designado a los 34 años director del Instituto Científico y Literario de Toluca (antecedente de la Universidad Autónoma del Estado de México). Más tarde será Senador de la República y se desempeñará también como secretario del Trabajo. Pero un rasgo distinguirá su mandato presidencial: al llegar a la Presidencia plantea reorientar el esfuerzo educativo y para ello encuentra al hombre indicado, al poeta Jaime Torres Bodet.

El ambicioso proyecto de Torres Bodet siempre contempla a la cultura; la educación preescolar incluye expresiones y actividades creadoras como una de sus cinco áreas sustantivas y, para el nivel primaria, se contempla la adquisición de los instrumentos de la cultura y el lenguaje. Quien había sido director de la UNESCO de 1948 a 1952, creó además en febrero de 1959 la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos.

En la SEP surgió también la Subsecretaría de Asuntos Culturales, una de las tres áreas creadas por Torres Bodet en la dependencia, que dejó a cargo de Amalia González Caballero de Castilla Ledón, quien combinaba la literatura con su trabajo en la administración pública. Pero la promotora del voto femenino no sería la única persona ligada a la cultura, alrededor de López Mateos.

En la cabeza de la recién creada comisión de libros de texto estaba el escritor Martín Luis Guzmán y detrás de él otros intelectuales como Arturo Arnaiz y Freg, Agustín Arroyo, José Gorostiza y Agustín Yáñez. Las dos instituciones encargadas del arte y el patrimonio cultural, también estaban dirigidas por personajes de la cultura: Celestino Gorostiza al frente del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y el antropólogo físico Eusebio Dávalos, como director del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Avecita López Mateos, quien cursaba la preparatoria cuando su padre fue elegido presidente, explica que «esa generación tenía un bagaje cultural impresionante».

La antropóloga Beatriz Barba de Piña Chan coincide en que el impulso que se dio a la cultura en el gobierno de Adolfo López Mateos provino «del interés de la Secretaría de Educación Pública que teníamos entonces. Era gente inteligente».

«Todo este enorme esfuerzo institucional que se hizo bajo el gobierno del presidente Adolfo López Mateos y un extraordinario secretario de Educación Pública, que fue Jaime Torres Bodet, tal vez no se hubiera podido lograr si no hubiera estado el genio de Pedro Ramírez Vázquez (a quien correspondió proyectar el Museo Nacional de Antropología y el de Arte Moderno», opino Rafael Tovar y de Teresa, actual presidente del Conaculta, durante la presentación del programa para celebrar el 50 aniversario del MAM.

Lo mismo destaca Eduardo Matos Moctezuma, quien en 1964 era pasante de la carrera de arqueología: «Yo creo que en esto tuvo mucho qué ver don Jaime, don Jaime Torres Bodet que era un hombre de gran sensibilidad, un gran poeta y era el secretario de Educación. Yo pienso que fue uno de los motores para que todo esto pasara».

Proceso crucial

La historiadora del arte Ana Garduño señala en su texto La ruptura de Fernando Gamboa que la «reforma al sistema de museos» fue un «proceso cultural crucial de la década de los 60 de la pasada centuria», que implicó la restauración y el acondicionamiento de numerosos palacios históricos «reconvertidos en museos y la irrupción de los primeros proyectos de edificios creados exprofeso para desempeñar funciones museísticas, acorde con la tendencia, sobre todo estadunidense, de la época».

El proceso, señala, instauró un nuevo perímetro museístico diferente al que ya existía en el Centro Histórico de la ciudad, ahora en el Bosque de Chapultepec y detonó «innumerables transformaciones», como la planeación de las vocaciones y perfiles museísticos en aras la funcionalidad dentro del nuevo sistema de museos; la instrumentación de guiones curatoriales de mayor exigencia conceptual; «la renovación, actualización y sofisticación de la museografía, la complejización de bases de registro y criterios de conservación de obra. En resumen, se profesionalizó el ámbito museístico mexicano», añade.

Pero ¿cuáles eran las motivaciones políticas detrás de ese impulso cultural? Pedro Castro piensa que eran las de mantener al régimen en el poder: «una presencia como la que tuvo López Mateos estuvo muy dirigida a no menguar los bonos del gobierno priista que era lo que había: había que apaciguar a los jóvenes, había que tenerlos contentos, lo hicieron otros también: poner la mejor cara y lavar la parte más desagradable del régimen».

«López Mateos goza en la mayor parte de su periodo de bastante simpatía, de alguna manera sus propósitos se cumplieron, con todo y su mano dura también apareció como un benefactor social, aunque hay que recordar que, al final de su periodo, López Mateos ya no gobernaba, estaba enfermo; pero la simpatía siempre la tuvo. López Mateos es el último de los presidentes que es bien recibido, aplaudido en las calles», concluye.



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