para Miguel Hernández
Llegas a una suave elevación
en la estrecha, sinuosa carretera,
los nidos blancos del pueblo
en el valle más abajo. Una brisa
platea las frías hojas
de los olivos, justo como sabías
que lo haría o tal y como lo viste
en sueños. ¿Cuántos días
has esperado hasta este día?
Pronto deberás enfrentarte a un hijo
hecho ya un hombre, un mujer envejecida,
la diminuta casa sellada de la memoria.
Un solitario cuervo desciende contra el sol
y los campos susurran su coraje.
traducción Andrés Catalán
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