C iudad Juárez, Chihuahua. 20 de julio de 2016. (RanchoNEWS).- Carlos Fuentes, fallecido en 2012, era un hombre «de pensamiento liberal y de justicia», rasgos que, según su viuda, Silvia Lemus, compartía con el guerrillero y político colombiano Carlos Pizarro, a quien el escritor dedicó Aquiles o El guerrillero y el asesino, publicada póstumamente, informa la agencia EFE desde Madrid.
«Ambos eran personas de familias burguesas que creían que la izquierda debe tratar de resolver los problemas de todas las civilizaciones apoyando al débil», aseguró Lemus en entrevista para presentar este libro al que Fuentes dedicó dos décadas.
El autor, «mexicano desde que nació» pese a haber llegado al mundo en 1928 en Panamá –destino diplomático de su padre–, noveló «basándose en la realidad, pero sin dejar de lado la imaginación», la vida de Pizarro, a quien no conoció y sobre el que se documentó a través de «sus amigos colombianos».
Pizarro, cuenta Lemus, fue uno de los jefes del grupo guerrillero Movimiento 19 de abril (M-19), que se dio cuenta de que era «mejor» buscar la paz «con acuerdos que con tiros». Por eso, este Aquiles contemporáneo (Cartagena de Indias, 1951-Bogotá, 1990) cambió las armas por la política y se presentó como candidato a la presidencia de su país, condición que tenía cuando fue asesinado en un avión durante la campaña electoral.
Con ese episodio comienza la novela, que alterna la primera y la tercera persona para convertir la vida del guerrillero, desde la niñez hasta su muerte, en una crónica de la historia contemporánea de Colombia en particular y de América Latina en general.
Como periodista, Lemus entrevistó recién a una de las hijas de Pizarro, a quien le preguntó si «veía» a su padre en la novela de Fuentes: «Hallé la cuna de mi padre a través de vivencias muy personales, cercanas, de anécdotas que había escuchado y me suscitaron ternura», respondió ella.
La novela de Carlos Fuentes inspirada en la vida Carlos Pizarro
Bogotá, Colombia (Bernardo Bejarano González / El Tiempo).- Los avatares detrás de la novela póstuma de Carlos Fuentes, inspirada en el líder del M-19 Carlos Pizarro Leongómez, son tan apasionantes (o más) como ella.
Para comenzar, como lo cuenta su viuda en un texto que antecede al prólogo del libro, el mexicano trabajó en el manuscrito de Aquiles o El guerrillero y el asesino durante los últimos 20 años de su vida, «y seguía haciéndolo cuando le llegó la muerte».
«Carlos Fuentes les dedicaba mucho tiempo a sus libros. Me decía que la realidad colombiana cambiaba tanto que le estaba cambiando y recambiando la historia que quería escribir», contó el escritor mexicano Ignacio Padilla la semana pasada, durante un homenaje a su colega, en el cuarto aniversario de su fallecimiento. Como lo consignó en sus notas personales en el 2003, Fuentes no quería escribir una biografía del guerrillero que se convirtió en candidato presidencial, asesinado en un avión de Avianca el 26 de abril de 1990, sino una crónica sobre su relación con Colombia.
Para eso recurrió a todas las formas de lucha narrativa: desde encargar al servicio de fotocopias de la Biblioteca del Congreso, en Washington, reproducciones de la noticia del magnicidio en los principales diarios estadounidenses hasta entablar correspondencia con familiares de Pizarro, como su hija María José (ver entrevista abajo), y camaradas como Esther Morón, la mujer que alquiló la casa desde la cual se ejecutó el robo de las armas del Cantón Norte, pasando por interminables conversaciones sobre el tema con amigos colombianos como Jorge Gaitán Durán y Gabriel García Márquez.
Según cuenta el editor peruano Julio Ortega en el prólogo, Fuentes tuvo listo el primer borrador de la novela en junio de 1994. Ese mismo verano aprovechó sus vacaciones en la isla de Martha’s Vineyard para preparar un segundo borrador. Diez años después, en Roma, leyó en público un capítulo introductorio. Y a finales del 2007 dio a conocer otro en Guadalajara. En el 2008 volvió a cambiar de idea sobre el esquema del texto.
En esas andaba cuando la muerte lo alcanzó en un hospital de México, 83 años después de haber nacido en Panamá. En palabras de Ortega, lo que Fuentes dejó fue un rompecabezas que carecía de un modelo para armar: una transcripción de las 70 páginas que llevaba –y que no llegó a revisar–, llena de referencias para incorporar secciones de los dos borradores, y varias páginas escritas a mano.
El peruano fue elegido por Silvia Lemus, viuda del escritor y administradora de su patrimonio literario, para convertir aquello en una novela digna del autor de La muerte de Artemio Cruz. ¿Por qué hacerlo ahora, más de un cuarto de siglo después de la muerte de Pizarro? Según Lemus, su esposo «no quiso entregar el manuscrito a sus editores mientras el conflicto armado más antiguo de América Latina no llegara a su fin». Por eso, explica, «la publicación de Aquiles coincide con la que parece ser la última negociación entre la guerrilla y el Gobierno colombiano: el fin de las cuentas pendientes, el comienzo de la paz».
«La investigación fue inmensa –le dijo Ortega hace unos días al diario argentino Clarín–. El archivo tenía varios comienzos y varios ordenamientos. Estaba en distintas clases de papel, escrito en una Olivetti portátil o a mano, en una letra dificilísima (...). No tuve que escribir nada, pero sí había una ruta que poner en limpio».
El resultado es un pequeño libro de 200 páginas, dividido en 19 capítulos que se despachan como pólvora encendida y que no siguen una secuencia cronológica de la vida de Pizarro.
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