John Lennon dibuja en sus botas durante el rodaje de Cómo gané la guerra. (Foto: EFE)
C iudad Juárez, Chihuahua. 26 de julio de 2016. (RanchoNEWS).-«¡Cristo, sabes que no es fácil! Sabes lo duro que puede ser. Tal y como van las cosas me van a crucificar», afirmaba John Lennon en su canción La balada de John y Yoko. Casi tres años antes, el 29 de julio de 1966, había comenzado su «crucifixión» por la prensa de EE.UU. La revista Datebook publicó un llamativo titular con una frase del líder de los Beatles: «Somos más populares que Jesús». La afirmación no era nueva, se sacaba de un artículo más amplio publicado en marzo en Inglaterra. John había declarado: «El Cristianismo se irá, menguará y se desvanecerá. Nosotros somos ahora más populares que Jesús. (...) No sé qué desaparecerá antes, si el rock and roll o el cristianismo». El joven músico metido a intelectual, diagnosticando a su manera la secularización de la sociedad y el desapego de los jóvenes por la religión. Su declaración pasó desapercibida en Inglaterra pero en Estados Unidos fue tomada como blasfemia y causó una gran polémica justo antes de la tercera gira de los Beatles por este país. Hubo piras públicas de discos de los Beatles en poblaciones del cinturón bíblico y los cuatro músicos recibieron amenazas de muerte del Ku Klus Klan. La tensión dominó aquellos conciertos a lo largo de agosto y sus ruedas de prensa dejaron de ser festivas e hilarantes, se convirtieron en autos inquisitoriales del roquero provocador, quien tuvo que pedir perdón. Al final de esta gira, los Beatles decidieron dejar los conciertos para siempre. J. Adolfo Iglesias escribe desde Almería para El País.
Su comparación con Jesús le estaba saliendo cara, pero pocas semanas después, Lennon se tomaría su venganza en Almería. Aquí llegó el 19 de septiembre de 1966 para participar como actor en la película Cómo gané la guerra, producción antibélica de Richard Lester. En su equipaje se coló la polémica. No pudo esquivarla porque se la recordaban los periodistas cada vez que lo entrevistaban en el set de rodaje. «No soy un miserable (...) No me lo recuerden más», contestaba John a la pregunta «¿Estabas bebido cuando lo dijiste?», hecha por Diego Segura para la revista Fans.
La parodia de la Sábana de Turín dibujada por Lennon. El Beatle se la regaló al actor Ron Lacey. / J. Adolfo Iglesias
Fue en este contexto y en el desierto almeriense cuando Lennon, con esa llaga del orgullo abierta, cogió un trozo de lona militar del atrezzo y comenzó a exorcizar su tormento. ¿No querían blasfemia? Pues la iban a tener. John se dibujó a sí mismo, con una caricatura frontal, parodiando la Sábana Santa de Turín. El líder de los Beatles llevaba consigo este trapo de menos de un metro de largo y debió de usarlo en las largas esperas entre tomas. Al terminar el rodaje se lo regaló a Ron Lacey, un joven actor británico con el que compartió confidencias y alguna fumada furtiva. «Adiós Ronnie», escribió en español sobre ese retal. Años después, el actor (popular por su papel de nazi con gafas lennonianas en, En busca del arca perdida) le dio el trozo de tela a un compañero de juergas, que lo guardó hasta hoy.
La casa de subastas Cooper Owen asegura su autenticidad. Lo intentó vender sin éxito hace dos años. Para la que es la firma de memorabilia musical más importante del mundo, la sabana santa de John Lennon es una incalculable pieza de arte conceptual. Cuesta creer que sea veraz un trozo de loneta caqui manchado con frases y trazos desdibujados. Pero lo es.
Lennon se dibujó como un Jesús con barbas, gafas redondas y corona de espinas. Lo hizo como uno de esos monigotes con los que se burlaba de sus profesores siendo escolar. Añadió la expresión Batman sagrado, referencia herética a su personaje, junto al anagrama del hombre murciélago, en uno de sus inconfundibles juegos de significados. Bajo el mismo dibujó dos puños enfrentados con las inscripciones amor y odio. En el lado del mal, John bocetó un cólgota con tres cruces y un encapuchado del Ku Klus Klan. En el opuesto, otra cruz con la corona y el nombre de Elvis, su auténtico dios y quien le abrió los ojos al rock en 1956.
La sábana santa de Lennon no es solo una airada burla de cuya osadía era consciente el músico. Expresa a modo de diario íntimo su estado de ánimo cambiante a lo largo de sus seis semanas en una tierra que hizo tantas veces de Galilea en el cine. Lennon expresó su lamento por el trato recibido en la frase duele Jesús, de tú a tú, como volvería a hacer en el single de 1969. En sus anotaciones, John mostraba añoranza y dudas sobre su vida: Gafas, esposa, hijo, amor, marihuana, y al lado, el dibujo de un gato. La estela de Jesús acompañó a John hasta el final de su vida en canciones, declaraciones, actitud política e incluso en su aspecto físico. Con esta parodia del lienzo de Turín hecha en Almería, el músico vilipendiado se identificó con aquel, también con su premonitoria muerte, al añadir una frase de Gripweed, su personaje, pronunciada frente a la cámara mientras moría desangrado en la ficción: «Sabía que esto iba a ocurrir». Años después, en diciembre de 1980, el mundo lo supo en la realidad y sin necesidad de manto alguno elevó a John Lennon a los altares como el primer mesías del rock.
50 Aniversario de Strawberry Fields Forever, una canción clave
Esta tela es parte del puzzle arqueológico musical de Strawberry Fields Forever, la canción que John creó hace 50 años y motivo de celebración en Almería, del 7 al 9 de octubre, con música, charlas y un homenaje al profesor Juan Carrión. Este retal aporta luz al origen de esta obra maestra. La frase «Nadie vive en mi luna. Quizás esté muy alta o muy baja, no me importa mucho», es una variación de la letra final de la canción, en la que John cambió la luna del paisaje almeriense por árbol. El músico llevaba consigo esta tela e iba añadiendo ideas con los mismos rotuladores con los que corrigió las hojas de Carrión, y mostrando, como en la canción, su dolor, dudas e incluso resentimiento. Finalmente, se le apareció la esperanza cuando John se traslada a Santa Isabel el día de su cumpleaños y evoca Strawberry Field, aquel jardín de su infancia, desde Almería. Pero ya entonces, no lo reflejó en su paródico sudario.
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