C iudad Juárez, Chihuahua. 27 de julio de 2016. (RanchoNEWS).-Cuando el 16 de octubre de 1968 se levantaron en el aire los puños enfundados en un guante negro de los atletas estadunidenses Tommie Smith y John Carlos, el mundo se conmocionó. El llamado black power, que se había convertido en señal de protesta contra la segregación racial provocó que el presidente del Comité Olímpico Internacional, Avery Brundage –el mismo que guardó silencio ante la muerte de los deportistas israelíes en la Masacre de Múnich– enviará a México una carta enérgica, escribe Luis Carlos Sánchez para Excélsior desde la Ciudad de Mëxico.
Brundage pedía al arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, entonces presidente del Comité Organizador de los Juegos de México 68, no divulgar la imagen de los dos atletas afroamericanos con el puño en alto argumentando que atentaba contra la imagen de Estados Unidos.
«En la carta, el presidente del COI habla de los negros como lo peor que puede haber y le pide a Ramírez Vázquez que no se difunda la imagen. La respuesta del arquitecto es no y argumenta que los Juegos Olímpicos tienen esa misión de ser no sólo deportivos, sino un escaparate para decir las cosas que no están funcionando bien y cómo los atletas tienen libertad para expresarse», cuenta Luis Javier de la Torre, presidente del Patronato Ruta de la Amistad A.C.
Casi medio siglo después la misiva es sacada de los archivos personales de Ramírez Vázquez (fallecido en abril de 2013) para exhibirse a partir del 3 de agosto próximo en la ciudad de Río de Janeiro, Brasil, sede de la edición 2016 del encuentro deportivo. La muestra titulada América Latina Juegos Olímpicos: México 68-Río 2016 busca presentar una imagen paralela del diseño y los sistemas gráficos de comunicación que se elaboraron, tanto para México 68 como para Río 2016, las dos únicas sedes latinoamericanas de los últimos 50 años.
La acción de Ramírez Vázquez, afirma De la Torre, es similar con la que ahora se da en Río, que «ha asimilado a muchos refugiados sirios que estarán como parte de los Juegos». Otra conexión fraterna entre México y Brasil han encontrado los organizadores: en la exposición podrán verse cuatro dibujos elaborados por niños brasileños para el Festival Mundial de Pintura infantil al que el país convocó internacionalmente en 1968 con el tema Un mundo de amistad. «Llegaron más de mil 800 dibujos a la Ciudad de México y se escogió a 200 niños para venir a México y pintar un mural, dos de ellos brasileños».
En Brasil han sido localizados dos niños y dos niñas que enviaron sus dibujos a México en 1968 y estarán presentes en la inauguración de la muestra, en el Museo Histórico Nacional de Río de Janeiro. Además de los dibujos y fotografías del mural, la exhibición, que forma parte del programa oficial Celebra Cultura Río 2016, incluye objetos como las medallas olímpicas y la antorcha del 68, planos, uniformes, fotografías, documentos y dibujos originales de los carteles que se utilizaron para promover los Juegos, siempre con su contraparte brasileña.
De la Torre explica que el recorrido arranca con las ideas que motivaron la organización mexicana de los Juegos Olímpicos, que derivaron en la creación de una identidad propia con personajes como el propio Ramírez Vázquez y su equipo de trabajo conformado por Eduardo Terrazas, Beatriz Trueblood o Lance Wyman. «Hacemos un recorrido de dónde nace el logotipo de México 68, qué tiene que ver con la cultura huichola y lo mismo logramos del lado brasileño, que hace lo mismo pero usando partes orgánicas, sus playas, sus montañas, su alegría visual para integrar y dar un logotipo que refleja las montañas de Río, la hermandad brasileña, la alegría que tienen como país».
Siempre en paralelo con lo que ha sucedido en la ciudad carioca, la parte mexicana continúa con las aplicaciones que se dieron a las ideas primigenias y cómo se reflejaron en la integración de una estética unitaria. El surgimiento de los logotipos deportivos «esas imágenes de deportistas que parecía que podían correr infinitamente»; la Olimpiada Cultural que integró actividades artísticas de diferentes partes del mundo y los escenarios olímpicos que se adaptaron o se crearon. «En 1968 en una ciudad como México, muy abierta, todavía sin tráfico y como los escenarios olímpicos se repartían en una ciudad, mientras que en el caso de Río cómo se utilizan zonas muy específicas por la alta densidad que existe ya».
La exposición plantea innovaciones que México aportó a los Juegos, practicas ahora tan usuales en Olímpicos como los de Río 2016. Esa imagen institucional aplicada a cada una de las sedes y cómo se elaboraron pisos unificados -ahora Brasil utiliza mosaicos portugueses para dar unidad a sus sedes-, el decorado de los interiores olímpicos y «cómo México todavía no estaba convertido en un set cinematográfico sino estaba enfocado a la parte deportiva».
En la muestra se resalta un paralelismo más: el de las innovaciones tecnológicas. En 1968 tocó a México transmitir por primera vez por televisión, en vivo y a todo color, los Juegos Olímpicos, De la Torres dice que Río 2016 será realmente la primera justa con dispositivos móviles en todo su esplendor. La Ruta de la Amistad puede admirarse desde ayer en 3D a través de Google Street View.
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