C iudad Juárez, Chihuahua. 1° de julio de 2016. (RanchoNEWS).- A sus 40 años, el tenor mexicano Javier Camarena se erige en una de las voces más admiradas y reclamadas por los grandes teatros de ópera del mundo. Armando G. Tejeda reporta desde Madrid para La Jornada.
Su voz, capaz de embelesar por su timbre como por sus acrobacias tonales y su forma de ejecutar los sobreagudos más exigentes, es una de las más celebradas por la crítica internacional.
Antes de volver a vestirse del lord Arturo Talbo, el protagonista de Il puritani (Los puritanos), la última ópera de Vincenzo Bellini, Camarena reconoce que en México «hace falta demoler el aparato burocrático de la ópera para crear algo nuevo y mejor».
Este año vivirá uno de los más importantes de su carrera: interpretará el papel protagonista de Il puritani –considerado el más complejo del bel canto– en cuatro ciudades y con cuatro producciones distintas: el pasado mayo lo hizo en el Palacio de Bellas Artes, en la Ciudad de México; este julio la estrenará en el Teatro Real de Madrid y en el último trimestre del año interpretará el mismo personaje en Zúrich y en Nueva York, en el Metropolitan, donde cantó varios bises en su debut.
Camarena vive desde hace más de 11 años en Suiza, donde ha podido profundizar en su educación musical y en asumir su carrera profesional, una de las más admiradas de la actualidad y sólo comparable a la del tenor peruano Juan Diego Flórez, como un proceso que construir peldaño a peldaño.
Estar «nervioso»
En entrevista con La Jornada, Javier Camarena admite que está «nervioso» de volver a cantar en el Teatro Real de Madrid después de que hace dos años, cuando participó en La hija del regimiento, se convirtió en el segundo cantante en la historia del teatro en cantar bises de forma consecutiva.
La aclamación entonces fue contundente, cerrada y unánime.
«Sí, estoy nervioso. Ahora es un papel muy distinto al de Tonio de La hija del regimiento. Éste es mucho más exigente, tiene otros matices dramáticos que están muy bien marcados en la música. Desde luego es una presión grande la que tengo, porque uno mismo se convierte en su reto a vencer y se van estableciendo expectativas cada vez más y a veces estar a la altura supone algo de presión.
«Sin embargo, estoy muy contento e ilusionado porque en el Teatro Real siempre me han tratado muy bien; la dirección y el elenco con el que contamos son maravillosos y creo que es una buena oportunidad para seguir encontrándome en ese papel.»
Esfuerzo extra
Hace sólo un mes interpretó el mismo papel en la Ciudad de México, en lo que fue su regreso a los teatros de ópera de su país natal, dos años después y además debutando en el que es, según sus propias palabras, el personaje más complejo y difícil de su carrera. «Vaya que en México es difícil, te quedas sin aire por la altura y la contaminación. Yo llegué un mes y medio antes y estuve todo ese tiempo aclimatándome para obligar a mi organismo a generar los suficientes glóbulos rojos para que haya oxígeno en el cuerpo.
«Con todo, de verdad que es un esfuerzo extra, además de la dificultad de la esa ópera, que lo convirtieron en un reto muy duro.»
El personaje que interpreta demanda un dominio técnico absoluto, una seguridad para el registro sobreagudo porque se mueve todo el tiempo ahí y exige un conocimiento profundo del estilo belcantista, como el fraseo elegante, la coloratura y las notas sobreagudas.
«La música es hermosa y se disfruta de principio a fin. Y se explica también que haya sido la última ópera de Bellini, en la que plasmó toda su sabiduría musical», advirtió Camarena.
El tenor vivirá uno de sus grandes sueños en septiembre, cuando debute en el Covent Garden de Londres, en El barbero de Sevilla. «Desde que llegué a Suiza he tenido la oportunidad de cantar para los grandes directores y teatros de Europa, el Covent Garden me había invitado hace muchos años a cantar la ópera Robert le diable, de Mayerbeer, pero la rechacé porque consideré entonces que era un papel que no era capaz de afrontar. Desde 2006 no me habían invitado, sobre todo después de los bises que hice en Nueva York, que creo sirvió para cerrar esa página».
Respecto de la situación de la ópera en México, reconoce: «No seré ni el primero ni el último» que sueña con un modelo similar al de los grandes teatros europeos, en el que se trabaja por contrato, se privilegia y celebra la calidad y la entrega de los artistas. «Habría que demoler la estructura burocrática de la ópera en México y construir algo nuevo. Espero que ahora con la nueva Secretaría de Cultura se haga. Sería bueno para el país y para la ópera nacional».
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